San Camilo de Lelis, presbítero
fecha: 14 de julio
fecha en el calendario anterior: 18 de julio
n.: 1550 - †: 1614 - país: Italia
canonización: B: Benedicto XIV 7 abr 1742 - C: Benedicto XIV 29 jun 1746
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 18 de julio
n.: 1550 - †: 1614 - país: Italia
canonización: B: Benedicto XIV 7 abr 1742 - C: Benedicto XIV 29 jun 1746
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en la
región italiana de los Abruzos, y desde la adolescencia siguió la carrera
militar y se dejó arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y
despreocupada, pero, convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los
enfermos en los hospitales de los incurables, a los que servía como al mismo
Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Orden de
Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos.
Patronazgos: patrono de trabajadores de la salud y hospitales, protector de
enfermos y moribundos.
refieren a este santo: San José de
Calasanz, Beato Luis Tezza
Oración: Oh Dios, que has enaltecido a san
Camilo de Lelis con el carisma singular del amor a los enfermos, infunde en
nosotros, por su intercesión, el espíritu de tu caridad, para que, sirviéndote
en nuestros hermanos, podamos llegar seguros a ti en la hora de la muerte. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración
litúrgica).
Camilo de Lelis nació en 1550, en una
localidad de los Abruzos llamada Bocchianico. Su madre era ya sexagenaria
cuando tuvo al hijo. A los diecisiete anos de edad, Camilo, que era un coloso
de 1.90 m de estatura, se enroló con su padre en eI ejército veneciano para
luchar contra los turcos. Pero pronto contrajo una dolorosa y repulsiva
enfermedad en la pierna, que había de hacerle sufrir toda su vida. En 1571
ingresó, como paciente y criado, en el hospital de incurables de San Giacomo,
en Roma. Pero nueve meses después fue despedido a causa de su temperamento
revoltoso, y volvió al servicio activo en la guerra contra los turcos. En su
vida posterior, Camilo decía que había sido un gran pecador; en realidad el
peor de sus vicios era el del juego, que le ponía con frecuencia en situaciones
difíciles. Los `receptos de la moral natural y religiosa prohiben arriesgar
sumas enormes en los juegos de azar, pues no puede considerarse justo un contrato
irrazonable en el que no se guarda la medida de la justa proporción. En caso de
que Camilo haya caído en la cuenta de las consecuencias de su pasión dominante,
no por ello cambió de vida y, en 1574, apostó en las calles de Nápoles sus
ahorros, sus armas, todo lo que poseía y perdió hasta la camisa que llevaba
puesta.
Obligado por la miseria y recordando un
voto hecho mucho tiempo atrás de ingresar en la orden de San Francisco, entró a
trabajar en la construcción de un convento capuchino en Manfredonia. La
conmovedora exhortación que hizo a los obreros el guardián del convento,
completó la conversión de Camilo. Mientras reflexionaba sobre las palabras del
sacerdote, el futuro santo cayó de rodillas, pidió perdón de sus pecados con
muchas lágrimas y se encomendó a la misericordia de Dios. La conversión tuvo
lugar en 1575, cuando Camilo tenía veinticinco años y, en ese mismo instante
empezó su carrera de penitencia. Camilo ingresó, poco después, en el noviciado
de los capuchinos, pero la enfermedad de la pierna le impidió hacer la
profesión. Entonces volvió al hospital de San Giacomo, donde se consagró al
cuidado de los enfermos. Los administradores, viendo su caridad y habilidad, le
nombraron, al cabo de algún tiempo, superintendente del hospital.
Es difícil imaginar actualmente las
condiciones espirituales y materiales de los hospitales de la época, pues con
frecuencia había que emplear como enfermeros a la peor gentuza. Ante la
negligencia y falta de escrúpulos de los enfermeros, Camilo concibió el proyecto
de fundar una asociación de personas deseosas de consagrarse, por caridad, al
cuidado de los enfermos. Pronto encontró a algunos compañeros dispuestos a
seguirle en ese camino; pero su proyecto se estrelló, al principio, contra las
envidias y sospechas que provocan todas las grandes obras. Para poder ayudar
más a los enfermos, desde el punto de vista espiritual, Camilo, después de
consultar a su confesor, san Felipe Neri,
decidió recibir las órdenes sagradas; en efecto, poco después recibió el
sacerdocio de manos del vicario de Roma, Tomás Goldwell, obispo de Saint Asaph,
que estaba desterrado de su diócesis inglesa. Un caballero romano llamado Fermo
Calvi le asignó una renta el día de su ordenación.
San Camilo decidió entonces independizarse
del hospital de San Giacomo y empezar la tarea por su cuenta, contra la opinión
de san Felipe Neri. Con otros dos compañeros, dio principio a la nueva
congregación. Los tres amigos, que observaban una regla común, iban todos los
días al gran hospital del Espíritu Santo, donde asistían a los enfermos con
tanto cariño y cuidado, que parecía que estaban curando las heridas del mismo
Jesucristo. Visitaban a todos los pacientes, los servían con una caridad inmensa
y, con sus exhortaciones, los preparaban para recibir los sacramentos y aceptar
con resignación la muerte. El fundador tuvo que enfrentarse con adversarios muy
poderosos y grandes dificultades. Pero su confianza en Dios le sacó adelante.
En 1585, alquiló una casa y el éxito le movió a extender sus actividades. Así
pues, prescribió que los miembros de la congregación hicieran un voto de
atender a los prisioneros, a los enfermos infecciosos y a los enfermos graves
de las casas particulares. En 1595 y en 1601, envió a algunos de sus religiosos
con las tropas que iban a Hungría y Croacia. Tal fue el comienzo de los
enfermeros de guerra. No pretendemos disminuir la gloria de Enrique Dunant, el
fundador de la asociación de la Cruz Roja Internacional, pero sería injusto
olvidar a los que, antes que él, se ocuparon de los heridos en el campo de
batalla, como san Camilo de Lelis y Florencia Nightingale.
En 1588, san Camilo fundó una nueva casa
en Nápoles, a petición de las autoridades de la ciudad. Como se había prohibido
que entrasen en el puerto unos navíos en los que había algunos apestados, los
Siervos de los Enfermos (como se llamaba a los compañeros de san Camilo)
subieron a asistirlos a bordo. En la empresa perecieron dos de los compañeros
del santo, los primeros «mártires» del nuevo instituto. San Camilo tuvo ocasión
de mostrar también su heroica caridad, durante una epidemia de peste que causó
gran mortandad en Roma y durante una época de carestía que asoló a la misma
ciudad. En 1591, Gregorio XIV elevó la congregación de san Camilo a la
categoría de orden religiosa. En la actualidad, los Siervos de los Enfermos,
que desde el punto de vista canónico son clérigos regulares, cuentan con
sacerdotes y hermanos legos y siguen consagrados al cuidado de los enfermos en
hospitales e instituciones privadas.
Como lo indicábamos más arriba, el
fundador de la orden estuvo enfermo toda su vida: durante cuarenta y seis años
padeció el mal de su pierna que, además, tuvo fracturada desde los treinta y
seis años y también tenía dos llagas muy dolorosas en la planta del pie. Desde
mucho antes de morir, padeció de náuseas y apenas podía comer. Sin embargo, en
vez de permitir que sus hermanos le cuidasen, los enviaba a asistir a los otros
enfermos. Cuando sus propias enfermedades le impedían caminar, encontraba
manera de arrastrarse, noche y día, por los hospitales para ver si los enfermos
necesitaban alguna cosa. Entre los males que se evitaron gracias al celo de san
Camilo, se cuenta el remedio a los trágicos descuidos de enterrar a los
moribundos sin cerciorarse de que estuviesen muertos. Ordenó el santo a sus
religiosos que continuasen las oraciones de los agonizantes por lo menos un
cuarto de hora después de la muerte aparente y que no tolerasen que se cubriese
demasiado pronto el rostro de los muertos. San Camilo fundó quince casas
religiosas y ocho hospitales. Dios premió su celo y caridad con los dones de
profecía y milagros y le concedió innumerables gracias extraordinarias.
En 1607 san Camilo renunció a la dirección
de su orden. Sin embargo, asistió al capítulo general que tuvo lugar en Roma,
en 1613 y acompañó después al superior general en la visita de las casas del
instituto para despedirse de sus hermanos con una última exhortación. Recibió
el santo viático de manos del cardenal Ginnasi. Después de la extremaunción,
dirigió unas conmovedoras palabras a los presentes y expiró éI 14 de julio de
1614, a los sesenta y cuatro años de edad. Fue canonizado en 1746. El Papa León
XIII le proclamó patrono de los enfermos junto con san Juan de Dios, y Pío XI
le nombró patrono de los enfermeros y de sus asociaciones.
La biografía más antigua es la que
escribió el P. S. Cicatelli un año después de la muerte de San Camilo, en 1615
(de la que se lee un fragmento en el Oficio de Lecturas de la memoria
litúrgica). El P. Cicatelli había sido compañero del santo durante veintiséis
años. Entre las numerosas biografías modernas citaremos la de Bäumker, en
alemán, y las de Blanc y Latarche, en francés. Pero la obra más documentada es
la de Mario Vanti, S. Camillo de Lellis (1929); el autor se basa en un
detallado estudio de las cartas del santo y de todas las fuentes disponibles.
Ver también San Giacomo degl'Incurabili di Roma (1938). N.ETF: todas las
biografías que he consultado repiten que la madre era sexagenaria cuando lo
tuvo, sin que parezca necesario a los biógrafos hacer alguna aclaración
respecto de tal hecho extraordinario.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
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