Carta de una hija a su padre...
"Es justo que sepas lo que tu adicción a la pornografía
ha hecho en mi vida"
.
Mauricio Artieda
Me pareció un texto conmovedor que puede ser adecuado para
ayudar a muchos papás a comprender que el vicio de la pornografía está, poco a
poco, destruyéndolos a ellos y a todas las personas que tienen alrededor. El
artículo original (en inglés) lo pueden encontrar aquí. El texto es auténtico. El nombre de
la persona que lo escribe no aparece por razones obvias.
Querido Papá:
Antes que nada quiero que sepas que
te amo y que te perdono por lo que esto ha hecho en mi vida. También quiero que
sepas qué es exactamente lo que tu adicción a la pornografía ha hecho en mi
vida. Es probable que creas que esto te ha afectado sólo a ti, o también a tu
relación con mi Mamá, pero es justo que sepas que también ha tenido un profundo
impacto en mí y en todos mis hermanos.
Encontré tus videos pornográficos en
algún lugar de tu computadora cuando tenía alrededor de doce años, justo cuando
empezaba a volverme una mujer. En primer lugar me pareció muy hipócrita de tu
parte que trataras de enseñarme qué cosas sí y qué cosas no valía la pena ver
en términos de videos, películas y televisión cuando tú regularmente
entretenías tu mente con esa basura.
Tus consejos sobre el cuidado que
debía tener con las cosas que veía simplemente no tenían ningún significado
para mí.
Debido a tu pornografía caí en la
cuenta de que mi madre no era la única mujer a la que mirabas. Cuando salíamos
juntos desarrollé una gran sensibilidad para darme cuenta de cuándo activabas
una mirada sensual por otras mujeres, carteles o cosas. Esto me enseñó que
todos los hombres tienen un lado indecente en el cual no se puede confiar.
Aprendí a sospechar, e incluso a despreciar a los hombres por el modo lascivo
en el que percibían a las mujeres.
Recuerdo que trataste de hablar
conmigo sobre la modestia, sobre cómo mi modo de vestir afecta a las personas
en mi entorno y sobre la importancia de valorarme por mi interior. Tus
acciones, sin embargo, me decían que sólo sería verdaderamente hermosa y
aceptada si me veía como las mujeres de las portadas de revistas o las de tus
vídeos pornográficos. Tus discursos no servían para otra cosa que para enojarme
profundamente.
Cuando crecí estas ideas se hicieron
más fuertes gracias a la cultura en la que vivimos. Todo a mi alrededor gritaba
que la belleza es una cosa que sólo puede ser alcanzada si te ves y actúas como
“Ellas”. También aprendí a confiar cada vez menos en ti porque nada de lo que
decías era coherente con lo que hacías. Ya en esa época vivía preocupada de la
posibilidad de no poder encontrar nunca un hombre que me aceptase y amase por
lo que soy y no por mi cara bonita.
Cuando invitaba amigas a la casa me
preguntaba cómo las veías. Si para ti eran mis amigas y nada más, o si también
a ellas las imaginabas en tus fantasías. Ninguna hija debería jamás preguntarse
algo así sobre su padre.
Conocí a un hombre. Una de las
primeras cosas que le pregunté fue si él también miraba pornografía. Le estoy
muy agradecida a Dios porque esa práctica nunca ha tocado su vida
significativamente. Sin embargo, todavía tenemos peleas por las profundas
raíces que tiene en mi corazón la desconfianza hacia los hombres. Sí, a pesar
de todos los años que han pasado, tu pornografía también ha afectado la
relación que actualmente tengo con mi esposo.
Si pudiera decirte sólo una cosa
sobre este tema, te diría lo siguiente: la pornografía no sólo afectó tu vida
sino que afectó la vida de todos los que estábamos a tu alrededor de maneras
que nunca podrás imaginar. Hasta el día de hoy me afecta gracias también al
peso que ésta tiene en nuestra sociedad.
Tengo miedo del día en que tenga que
hablar con mi pequeño hijo sobre la pornografía y sus potentes e insaciables
alcances; cuando tenga que decirle cómo la adicción al porno, como la mayoría
de los pecados, no sólo afecta a uno mismo.
Como ya lo dije, te he perdonado. Y
estoy profundamente agradecida por el trabajo que Dios ha hecho en mi vida en
este campo. Es un área donde aún me toca luchar de vez en cuando, pero me
sobrepasa la gratitud hacia la ayuda que Dios y mi esposo me han ofrecido.
Rezo porque tú hayas superado este
vicio y para que todos los hombres que lo consideran inofensivo abran sus ojos
a la verdad.
Con amor, tu hija
(El autor prefirió no revelar su
nombre)
Uno nunca sabe, pero si después de
leer esto aún quedase alguna persona que piensa que su vicio no puede afectar a
nadie porque él esconde muy bien el material que utiliza, vale la pena terminar
con un gran y rotundo: ¡No seas idiota!
En primer lugar por una razón
espiritual: ¡Se te ve en los ojos y en el corazón! En el modo como tratas y
miras a las personas que te rodean, especialmente a las mujeres.
En segundo lugar por una razón
práctica: las conversaciones más divertidas que tienen muchos adolescentes
cuyos padres ven pornografía trata sobre lo ingenuos y ciegos que son éstos
para darse cuenta de que los lugares misteriosos, claves indescifrables,
contraseñas inenarrables, archivos ocultos y escondrijos top-secret donde
guardan este material, ya fueron descubiertos hace mucho tiempo.
La moraleja es muy sencilla, si no
puedes ir a Marte a ver pornografía, entonces no lo hagas, porque tus hijos lo
sabrán tarde o temprano.
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