miércoles, 7 de octubre de 2015

San Augusto de Bourges - San Paladio de Saintes - Santos Sergio y Baco - Beato Juan Hunot 07102015

San Augusto de Bourges

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Cerca de Bourges, en Aquitania, san Augusto, presbítero y abad, a quien una enfermedad le tenía manos y pies anquilosados, de manera que se apoyaba sobre las rodillas y codos, y que fue milagrosamente curado por intercesión de san Martín. Reunió a muchos monjes y se dedicó a la plegaria continua.



San Paladio de Saintes

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En la ciudad de Saintes, también en Aquitania, san Paladio, obispo, que erigió una basílica sobre el sepulcro de san Eutropio y fomentó el culto de los santos en su ciudad episcopal.



Beato Martín Cid

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Beato Martín Cid, abad
En el monasterio de Bellafuente, llamado después Valparaíso, en el reino de León, beato Martín, llamado Cid, que fundó este cenobio y lo agregó a la Orden Cisterciense.
San Martín, decoroso ornamento de la reforma del Císter, nació en la Ciudad de Zamora o en su territorio. De su infancia y juventud no tenemos noticias, sino que lo conocemos ya clérigo. Y aunque la conducta que observaba Martín no podia ser mas recta, como le llamaba Dios a un grado eminente, le inspiró ardientísimos deseos de vida mas retirada. Eligió así para su retiro una espantosa cueva cerca de Paleas, pueblo del Obispado de Zamora, donde se entregó a los rigores de una penitencia sin límites.
Supo que la misma gruta habia servido de abrigo a varios ladrones, y queriendo convertir la que fue morad» de malhechores en casa de edificacion, erigió en ella un famoso Hospital para refugio de los pobres, a quienes asistía con caridad junto con algunos otros piadosos compañeros, que reunidos con el Santo, se ejercitaban a su ejemplo en obras de misericordia. Agradó mucho a Martín la observancia del célebre Monasterio de Moreruela, que siendo de la Orden de San Benito abrazó la reforma del Císter, y encendido en vivísimos deseos de profesar en un instituto que merecia tantos elogios de los hombres más eminentes, rogó al Obispo de Zamora que interpusiese su autoridad con san Bernardo, Abad de Claraval, a fin de que enviase algunos Monjes a su Hospital, a establecer en él la reforma del Císter, ofreciéndose Martín a abrazarla con todos sus compañeros.
Hizo el Obispo de Zamora el empeño con san Bernardo, y condescendiendo éste con las súplicas de aquel prelado, envió algunos Monjes de Claraval, para que estableciesen la nueva reforma en el Hospital de Martín. Era preciso nombrar Superior de aquella comunidad, y conociendo todos que en el venerable Fundador concurrían todas las cualidades que exigia el cargo, le eligieron Abad muy contra su voluntad, puesto que sus deseos no eran otros que los de santificarse en las humillaciones. Persuadido Martín que el Superior debe serlo tanto en las virtudes, como en la dignidad, se dedicó enteramente a que en sus acciones viesen los súbditos lo mismo que persuadia con sus palabras.
Se esparció por toda la región la fama del insigne Abad, y edificado el Rey Don Alonso VII de ver la penitente vida de Martín, le concedió las Villas de Cubo y de Cubeto, para que erigiese un nuevo monasterio en honor de la Santísima Virgen, como consta por su Real Privilegio del año 1137. Labró en efecto el Siervo de Dios el Monasterio conforme a la voluntad del Rey, el que se llamó de Santa María de Vellofonte, tomando esta denominacion de una fuente cristalina inmediata, y tambien se llamó de Paleas por estar junto a este Pueblo. Lo Gobernó Martín por espacio de quince años, y aunque no nos dicen los Escritores de sus Actas las acciones expecíficas del insigne Abad en todo este tiempo, todos convienen, en que condujo a un gran número de religiosos a la perfección.
Murió, «esclarecido en triunfos, y glorioso en milagros», el dia 7 de Octubre del año 1152. Depositaron los monjes el cuerpo en el mismo Monasterio de Santa María de Vellofonte, y dignándose el Señor hacer célebre el sepulcro de su siervo con repetidos prodigios, se aumentó considerablemente su devocion.
Padecían los Monjes muchos trabajos por las grandes incomidades que les causaba la desigualdad del temperamento del sitio, y condolido Fernando III, Rey de Castilla y de León, célebre por su piedad, trasladó aquella ilustre comunidad al nuevo Monasterio que hizo construir a sus expensas en un sitio ameno, queriendo que se llamase en adelante Val-paraíso, o bien por lo delicioso del lugar, o bien por la ventajosa proporcion que ofrecía a la conversación de muchos santos, lo que consta por su Real Privilegio despachado en Ávila a 2 de Noviembre de 1232. Con este motivo se trasladó el cuerpo de san Martín a la capilla bajo su advocacion en el nuevo monasterio, en la que se mantuvo la gran veneración por espacio de trescientos ochenta y siete años, hasta que se hizo la última traslación de sus reliquias, el dia 7 de octubre de 1619, a un magnífico tabernáculo cerca del Altar mayor.
P. Juan Croisset, S.J. (Juan de Croiset, dice la portadilla), en redacción correspondiente de D. Juan Julián Caparrós, tomo II, pág 259 a 263, edición de 1797. El monasterio desapareció a fines del XIX. La traslación de los restos servía en la época como signo de canonización, aunque propiamente hablando no hay del beato Martín ni canonización formal ni confirmación de culto.

fuente: P. Juan Croisset, SJ




Santos Sergio y Baco

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Santos Sergio y Baco, mártires
En Betsaloe, de la provincia de Augusta Eufratesia, en Siria, santos Sergio y Baco, mártires.
Se dice que estos mártires eran oficiales del ejército romano en la frontera de Siria. Sergio era el comandante de la escuela de reclutas y Baco era su subalterno. Ambos gozaban del favor del emperador Maximiano, hasta que un día éste cayó en la cuenta de que, cuando iba al templo de Júpiter a ofrecer sacrificios, ambos oficiales se quedaban en la puerta. Inmediatamente los mandó llamar para que tomasen parte en la ceremonia. Como se negasen a ello, ordenó que se les despojase de sus armas y sus insignias militares, que se los vistiese como mujeres y se los llevase así por toda la ciudad. Después, los desterró a Rosafa, en la Mesopotamia, donde el gobernador los mandó azotar tan cruelmente, que Baco murió en el tormento. Su cuerpo fue arrojado a la calle, donde los cuervos lo defendieron de la voracidad de los perros (lo mismo se cuenta de otros santos). San Sergio tuvo que caminar un largo trecho con cuchillas en los pies, hasta el sitio en que fue decapitado. Los martirologios y los escritores antiguos dan testimonio del martirio de estos dos santos, pero los detalles de su muerte no son fidedignos.

El año 431, Alejandro, metropolitano de Hierápolis, mandó restaurar y embellecer la iglesia que se levantaba sobre el sepulcro de san Sergio. En el siglo VI, los muros de dicha iglesia estaban cubiertos de plata. Alejandro gastó mucho dinero en la reconstrucción de la iglesia, de suerte que se molestó cuando, tres años después, Rosafa fue transformada en diócesis e independizada de su jurisdicción. En recuerdo del mártir, la ciudad tomó el nombre de Sergiópolis; Justiniano la fortificó y honró particularmente la memoria de los dos mártires. La iglesia de Rosafa era una de las más famosas del Oriente, Sergio y Baco, junto con los dos Teodoros, Demetrio, Procopio y Jorge, eran los protectores del ejército de Bizancio.

Según Le Bas y Waddington, en Voyage archéologique, vol. III, n. 2124, una iglesia de Siria oriental, dedicada a San Sergio y San Baco el año 354, es el santuario más antiguo de estos mártires. Sus actas se conservan en griego y en sirio. Véase Analecta Bollandiana, vol. XIV (1895) , pp. 373-395. Delehaye, Origines du culte des martyrs (1933), pp. 210-212, hace notar que no sólo las múltiples iglesias consagradas a San Sergio y San Baco dan testimonio de la extraordinaria popularidad de su culto en el Oriente, sino también la frecuencia con que el nombre de Sergio se encuentra en aquellas regiones (sin embargo, la popularidad del nombre en Rusia se debe, sobre todo, a San Sergio de Radonezh).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



Beato Juan Hunot

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Beato Juan Hunot, presbítero y mártir
En el mar, frente a Rochefort, en Francia, beato Juan Hunot, presbítero y mártir, que, por su condición de sacerdote, en la persecución contra la Iglesia fue encarcelado en una vieja nave, y en la cautividad siguió demostrando su fidelidad a Dios.
Juan Hunot nació el 21 de septiembre de 1742 en Brienon-l'Archevéque (Francia) en una familia muy religiosa. Su hermano Sebastián y su primo Francisco también fueron sacerdotes, canónigos como él, de la colegiata de su pueblo y mártires los tres en los pontones de Rochefort. A los 15 años recibió la tonsura y al año siguiente obtenía su canonicato en la citada iglesia colegial. Se ordenó sacerdote el 20 de septiembre de 1766. El cabildo lo nombró tesorero el año 1782 y a su muerte era el párroco de la dicha iglesia colegial. El 30 de enero de 1791 prestó el juramento constitucional pero, una vez condenada la Constitución civil del clero por Roma se volvió atrás de su juramento (15 de julio de 1792). Comenzaron para él los problemas y no le sirvió el que volviera a expresar su primer juramento pues no le valió y fue enviado a Rochefort tras haber sido arrestado. Consta que el 19 de junio de 1794 estaba ya a bordo del Washington. Su muerte tuvo lugar el 7 de octubre de aquel año 1794. Fue beatificado con los otros mártires de Rochefort el 1 de octubre de 1995 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

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