viernes, 9 de octubre de 2015

San Dionisio de París y compañeros - Beato Clemens August Graf Von Galen - San Juan Leonardi 09102015

San Dionisio de Paris

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San Dionisio de París y compañeros, mártires
Santos Dionisio, obispo, y compañeros, mártires. Según la tradición, Dionisio, enviado por el Romano Pontífice a la Galia, fue el primer obispo de París, y allí, junto con el presbítero Rústico y el diácono Eleuterio, padecieron todos en las afueras de la ciudad,
San Gregorio de Tours, que escribió en el siglo VI, cuenta que san Dionisio de París nació en Italia. El año 250 fue enviado con otros obispos misioneros a las Galias, donde sufrió el martirio. El Hieronymianum menciona a san Dionisio el 9 de octubre, junto con los santos Rústico y Eleuterio. Ciertos autores posteriores afirman que Rústico y Eleuterio eran respectivamente el sacerdote y el diácono de san Dionisio, que se establecieron con él en Lutetia Parisiorum e introdujeron el Evangelio en la isla del Sena. Debido a las numerosas conversiones que obraban con su predicación, fueron arrestados; al cabo de largo tiempo de prisión, los tres murieron decapitados. Los cuerpos de los mártires fueron arrojados al Sena, pero los cristianos consiguieron rescatarlos y les dieron honrosa sepultura. Más tarde se construyó sobre su sepulcro una capilla, junto a la cual se erigió la gran abadía de Saint-Denis.
Dicha abadía fue fundada por el rey Dagoberto I, quien murió el año 638. Probablemente un siglo más tarde, empezó a introducirse la identificación de san Dionisio Areopagita con el obispo de París o, por lo menos, la idea de que san Dionisio de París había sido enviado por el papa Clemente I en el primer siglo. Pero tal idea no se popularizó sino hasta la época de Hilduino, abad de Saint-Denis. El año 827, el emperador Miguel II regaló al emperador de Occidente, Luis el Piadoso, la copia de unos escritos que se atribuían a san Dionisio Areopagita. Por desgracia, dichos escritos llegaron a la abadía de Saint-Denis precisamente la víspera de la fiesta del santo. Hilduino los tradujo al latín y, algunos años más tarde, cuando el rey le pidió una biografía de san Dionisio de París, el abad escribió un libro que llegó a convencer a la cristiandad de que el obispo de París y el Areopagita eran una sola persona. En su obra titulada «Areopagitica», el abad Hilduino empleó muchos materiales falsos o de poco valor, y resulta difícil creer que haya procedido así de buena fe. La biografía que escribió es un tejido de fábulas. El Areopagita va a Roma, donde el Papa San Clemente I le recibe personalmente y le envía a evangelizar París. Los habitantes de París intentan en vano darle muerte, arrojándole a las fieras, echándole al fuego y crucificándole, hasta que por fin, Dionisio muere decapitado en Montmartre, junto con Rústico y Eleuterio. El cuerpo decapitado de San Diniosio, guiado por un ángel, caminó, tres kilómetros, desde Montmartre hasta la abadía que lleva su nombre, portando en las manos su propia cabeza y rodeado de coros de ángeles; por ello fue sepultado en Saint-Denis.
 El culto de san Dionisio fue muy popular en la Edad Media. Ya en el siglo VI, Venancio Fortunato le reconocía como el patrono de París ("Carmina", VIII, 3, 159) y el pueblo le considera como el protector de Francia, además de ser uno de los «Catorce santos auxiliadores». El elogio del martirologio actual no descarta que haya sido enviado a París por el Sumo Pontífice -como afirma el relato tradicional-, pero evita dar nombres, ya que no se sabe con certeza los años en que vivió.
En Acta Sanctorum, oct., vol. IV, hay un largo artículo sobre san Dionisio. El relato más antiguo del martirio se atribuía erróneamente a Venancio Fortunato; B. Krusch, Monumenta Germaniae Historica, Auctores Antiq., vol. IV, pte. 2, pp. 101-105, hizo una edición crítica de dicho relato, en el que no se identifica a san Dionisio con el Areopagita, pero se dice que fue enviado a París por san Clemente I.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI





Oremos

Dios nuestro, que enviaste a San Dionisio y a sus compañeros a anunciar el Evangelio a pueblos que no te conocían y les concediste una gran fortaleza en su martirio, haz que también nosotros, siguiendo su ejemplo, tengamos en menos los favores de este mundo y no temamos nunca sus desprecios. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Beato Clemens

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  Beato Clemens August Graf Von Galen 
El cardenal Clemens August von Galen es más conocido como el «León de Münster» por la manera en que alzó su voz contra Hitler.    Y es que siendo obispo de Münster durante el período nazi se hizo oír en defensa de los derechos de los pobres, de los enfermos, protestando con fuerza contra la eutanasia, contra el secuestro de monasterios y conventos y contra la persecución de judíos o la expulsión de religiosos.    Para no crear sublevaciones a causa de las denuncias contra la eutanasia pronunciadas por el prelado, Hitler dictó el 3 de agosto de 1941 una orden para bloquear oficialmente la ejecución del programa de eutanasia. Éste ya no se reanudó a gran escala, aunque se siguió con la práctica en situaciones particulares y más bien ocultas.    Pío XII, según se ha sabido por el proceso de beatificación, leía sus homilías y le presentó como un «héroe» a sacerdotes alemanes de Westfalia.    «Defendió al pueblo de los errores y de las agresiones del nacionalsocialismo, arriesgándose a la detención y a la muerte. El Sumo Pontífice Pío XII le creó cardenal, pero un mes después murió santamente de peritonitis», relató el cardenal Saraiva el pasado 20 de diciembre, fecha en que la Santa Sede promulgó un decreto de reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión.    El milagro que abrió las puertas a esta beatificación se refiere al caso de un joven estudiante de la India, Henrikus Nahak, que en 1995 quedó completamente curado de una enfermedad después de haber recurrido a la intercesión del futuro beato. De acuerdo con la investigación vaticana, se ha demostrado que no existe explicación médica posible a tal evento.


San Juan Leonardi

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San Juan Leonardi, presbítero y fundador
San Juan Leonardi, presbítero, que dejó la ciudad de Lucca, en la región italiana de Toscana, donde ejercía como farmacéutico, para llegar a ser sacerdote, y con el fin de enseñar a los niños la doctrina cristiana, restaurar la vida apostólica del clero y propagar la fe católica, instituyó la Orden de Clérigos Regulares, más tarde llamados de la Madre de Dios, lo que le llevó a sufrir muchas contradicciones. También inició el Colegio de Propaganda Fide, en Roma, donde, agotado por los trabajos, descansó piadosamente.
Juan Leonardi trabajaba en una farmacia de Lucca a mediados del siglo XVI. Dotado de un natural muy religioso, el joven, miembro de la cofradía fundada por el beato Juan Colombini, empezó a estudiar en privado con el objeto de recibir las órdenes sagradas. Una vez ordenado sacerdote, se consagró intensamente a su ministerio, particularmente en los hospitales y prisiones. Poco a poco fueron reuniéndose con él algunos jóvenes, que le ayudaban en su trabajo. Tenían su centro de reunión en la iglesia de Santa María de la Rosa, en Lucca y vivían en común en una casa de los alrededores. Era la época en que los destrozos causados por el protestantismo y el espíritu de renovación del Concilio de Trento habían infundido en los católicos fervorosos un gran deseo de reforma. Nada tiene, pues, de extraño que Juan Leonardi y sus discípulos, varios de los cuales se preparaban para el sacerdocio, hayan decidido fundar una nueva congregación de sacerdotes seculares. Pero cuando el proyecto llegó a oídos de los habitantes de la república de Lucca, suscitó una violenta oposición por motivos políticos que nos cuesta trabajo entender hoy en día. En todo caso, la oposición fue suficientemente violenta como para obligar a san Juan Leonardi a vivir el resto de su vida fuera de Lucca, y sólo consiguió visitar la ciudad bajo la protección del Papa.

En 1580, compró secretamente para los miembros de su congregación la iglesia de Santa María Cortelandini. Tres años más tarde, con la aprobación del Papa, el obispo de Lucca reconoció oficialmente la congreagción como una asociación de sacerdotes seculares con votos simples (el nombre actual de la congregación y el derecho de sus miembros a hacer votos solemnes datan de 1621). San Felipe Neri apoyó y ayudó a san Juan Ieonardi y le regaló sus posesiones de San Girolamo della Carita, confiándole al mismo tiempo el cuidado de su gato. También san José de Calasanz ayudó a nuestro santo, y durante algún tiempo las congregaciones fundadas por ambos se fundieron en una.

La congregación del P. Leonardi llegó a constituir una fuerza espiritual de tanta importancia en Italia, que Clemente VIII la confirmó en 1595. Dicho Pontífice tenía en tanto aprecio las virtudes y capacidades de san Juan que le nombró vicario apostólico, encargado de supervisar la reforma de los monjes de Valleumbrosa y Monte Vergine; además, le confió la iglesia de Santa María in Portico y nombró al cardenal Baronio protector de la congregación. Actualmente la congregación es muy pequeña. San Juan Leonardi colaboró con Mons. J. B. Vives en el primer proyecto de seminario de misiones extranjeras, por lo que puede considerarse uno de los fundadores del Colegio «De Propaganda Fide», que el papa Urbano VIII puso en práctica al fundarlo en 1627.

San Juan Leonardi contrajo la peste en 1609, cuando atendía a los enfermos durante una epidemia y murió en octubre de ese año. Su fiesta fue incluida en cl calendario general en 1941.

 L. Marracci, Vita del P. Giovanni Leonardi, Lucchese (1673). Las dos obras de F. Ferraironi (1938), estudian a San Juan como fundador y como colaborador en el proyecto del Colegio de Propaganda Fide. Próspero Lambertini (Benedicto XIV) menciona frecuentemente la causa de san Juan Leonardi en el lib. II de su gran obra «De beatificatione...». 
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI






Oremos                   
Señor, Dios fuente y origen de todo bien, que inspiraste a San Juan Leonardi el deseo ardiente de anunciar a los pueblos tu Evangelio, haz que, por su intercesión, la fe verdadera progrese siempre en todo el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.




 
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