miércoles, 7 de octubre de 2015

San Hugo de Génova - Santas Tais y Pelagia - Beato San Juan Calabria - Santa Pelagia de Antioquía 08102015

San Hugo de Génova

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San Hugo, religioso
En Génova, en la Liguria, san Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo tiempo en Tierra Santa, fue designado para regir la Encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén en esta ciudad, y se distinguió por su bondad y su caridad hacia los pobres.
De san Hugo, muy venerado en Génova (Italia), se cuenta un milagro que hace par con uno de Moisés: uno y otro han hecho salir agua de una roca; Moisés para dar de beber en el desierto al pueblo sediento, Hugo para que las lavanderas de un hospital pudieran lavar la blanquería de los enfermos pobres.

Hugo nació en Castellazzo Bormida (Alejandría de Italia) y vivió en Génova, entre los siglos XII y XIII. Fue capellán de la Orden religiosa y caballeresca de San Juan de Jerusalén, fundada un siglo antes para luchar contra los infieles musulmanes. En realidad los Caballeros habían sido expulsados por los musulmanes y obligados a abandonar el oriente, refugiándose en la isla de Rodas, primero, y luego en la de Malta. Es sabido que los Caballeros de Malta tienen su origen precisamente en esta migración de los antiguos combatientes cristianos.

Como capellán de la encomienda en Génova nunca ejerció las actividades de armas, sino que su combate se llevó a cabo en la caridad: se cuenta que sus oraciones salvaron del naufragio, frente a Génova, de una nave, o que en otra ocasión, al igual que Jesús, cambió el agua en vino durante un banquete. Pequeño de estatura, magro, con un cilicio en su carne, san Hugo era conocido y querido por los genoveses, a pesar de que su espíritu de mortificación y su gran modestia contrastaban con el espíritu soberbio del siglo, que afectaba incluso a los caballeros, casi siempre de origen aristiocrático, de los cuales era celoso capellán.

En Génova, a pocos pasos del puerto, todavía está la iglesia de San Giovanni di Pré, sobre la antigua iglesia en la que vivía el capellán de la Orden de caballería, y en la que san Hugo fue enterrado después de su muerte, hacia el 1233.

fuente: Santi e Beati




Santas Tais y Pelagia

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Santa Pelagia
TAIS Y PELAGIA Figuras de pecadoras que se arrepintieron, con dos historias que cautivaron la imaginación de la antigüedad: Tais, la meretriz de Alejandría, y Pelagia, bailarina de Antioquía.  
Pafnucio, monje del desierto, fue a Alejandría para convertir a Tais, así lo cuenta en su cándido latín Roswita, y la cortesana más bella y rica de Egipto hizo una pira con su palacio y se recluyó en un convento de la Tebaida para hacer penitencia hasta su muerte.      
Pelagia , una vez bautizada fue a Jerusalén y vivió tres años en un monasterio del Monte de los Olivos. Es patrona de cómicas y arrepentidos, y tiene por atributo una máscara teatral.





oremos

Señor todopoderoso y eterno, que nos has dado como ejemplo para imitar la vida de las santas Pelagia y Tais, concédenos también que su valiosa intercesión venga siempre en nuestra ayuda. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Beato San Juan Calabria

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Juan Calabria (1873-1954) presbítero, Fundador de las Congregaciones de los Pobres Siervos y de las Pobres Siervas de la Divina Providencia 
Nació en Verona el 8 de octubre de 1873, séptimo y último hijo de Luis, zapatero, y de Angela Foschio, empleada al servicio doméstico, mujer de grande fe, educada por el Siervo de Dios Padre Nicolás Mazza en su escuela de niñas pobres.
Desde el nacimiento, para el niño Juan, la pobreza fue su maestra de vida. Cuando murió su papá, tuvo que interrumpir el cuarto año de escuela primaria para buscar un trabajo como ayudante.
Descubriendo las virtudes del joven, el rector de San Lorenzo, Padre Pedro Scapini, lo preparó en privado para los exámenes de ingreso al seminario. Una vez superados, fue admitido y frecuentó el liceo como alumno externo. Al tercer año tuvo que interrumpirlo para hacer el servicio militar.
Ya joven se distinguió sobre todo por su gran caridad. De hecho, se puso al servicio de todos haciendo los trabajos más humillantes y peligrosos. Se ganó la admiración de sus compañeros y superiores, llevando a muchos de ellos a la conversión y a la práctica de la fe.
Cuando terminó el servicio militar, retomó los estudios. Una fría noche de noviembre de 1897, cuando hacía su primer año de teología, volviendo de visitar a los enfermos en el hospital, encontró un niño acurrucado delante de su puerta; era fugitivo de los gitanos. Lo recogió y lo llevó en casa. Estuvo con él y al final lo acomodó en su pequeño dormitorio. Fue el principio de sus obras a favor de los huérfanos y abandonados.
Algunos meses más tarde, fundó la "Pía Unión para la asistencia de los enfermos pobres", reuniendo en torno a sí un buen grupo de seminaristas y de laicos.
Eran éstos los inicios de una vida totalmente caracterizada por la caridad. "Cada instante de su vida fue la personificación del maravilloso cántico de San Pablo sobre la caridad", escribe en una carta postulatoria a Pablo VI una doctora hebrea salvada por el Padre Calabria de la persecución nazi y fascista, escondiéndola vestida de hermana, entre las religiosas de su Instituto.
Ordenado sacerdote el 11 de agosto de 1901, fue nombrado ayudante vicario en la parroquia de San Esteban y confesor en el seminario. Se dedicó con un particular celo a la confesión y al ejercicio de la caridad privilegiando sobre todo a los más pobres y marginados.
En el 1907, nombrado Vicario de la Rectoría de S. Benito del Monte, comenzó también a recibir y cuidar espiritualmente a los soldados. El 26 de noviembre de aquel año, en "Vicolo Case Rotte", dio inicio oficial al Instituto "Casa Buoni Fanciulli", que el año siguiente encontró la estabilidad definitiva en la calle San Zeno in Monte, en la actual Casa Madre.

Junto a los jóvenes el Señor le mandó laicos deseosos de compartir con él la propia donación al Señor. Con este puñado de hombres donados totalmente al Señor en el servicio a los pobres, con una vida radicalmente evangélica, hizo vivir a la Iglesia de Verona el clima de la Iglesia Apostólica. Y aquel primer núcleo de hombres fue la base de la "Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia" que será aprobada por el Obispo el 11 de febrero de 1932 y obtendrá la Aprobación Pontificia el 25 de abril de 1949.
Inmediatamente después de la aprobación diocesana, la Congregación se extendió en varias partes de Italia, siempre al servicio de los pobres, de los abandonados y marginados. Prolongó su acción a los ancianos y a los enfermos dando vida para ellos a la "Cittadella della caritá ". El corazón apostólico del Padre Calabria pensó además en los Parias de la India, mandando en el 1934 cuatro Hermanos a Vijayavada.
En el 1910 fundó también la rama femenina, las "Hermanas", que fue aprobada como Congregación de derecho diocesano el 25 de marzo de 1952 con el nombre de " Pobres Siervas de la Divina Providencia " y el 25 de diciembre de 1981 obtuvieron la Aprobación Pontificia.
A las dos Congregaciones, el Padre Calabria, confió la misma misión que el Señor le había inspirado cuando joven sacerdote: "Mostrar al mundo que la Divina Providencia existe, que Dios no es extranjero, sino Padre, y piensa en nosotros, siempre que nosotros pensemos en Él y le correspondamos buscando en primer lugar el Santo Reino de Dios y su justicia" (cf. Mt 6, 25-34).
Y para testimoniar todo esto, acogió gratuitamente en sus casas, jóvenes, material y moralmente necesitados. Hizo hospitales y casas de acogida para asistir en el cuerpo y en el espíritu a enfermos y ancianos. Abrió casas de formación para jóvenes y adultos pobres, a fin de ayudarlos a alcanzar la propia vocación sacerdotal o religiosa. Los asistió gratuitamente hasta la teología o a la definitiva decisión por la vida religiosa. Después los dejaba libres para elegir aquella diócesis o congregación que el Señor les hubiera inspirado. Estableció que sus religiosos ejercieran el apostolado en las zonas más pobres, "donde nada hay, humanamente, para recibir".
"Resplandeció como un faro luminoso en la Iglesia de Dios"
Son exactamente éstas las palabras que el Card. Schuster hizo esculpir sobre su tumba.
De hecho al comenzar desde el 1939-40 hasta la muerte, en contraste con su innato deseo de anonimato, alargó sus horizontes hasta alcanzar las fronteras de la Iglesia, "gritando" a todos que el mundo se puede salvar sólo si se retorna a Cristo y a su Evangelio.
Fue así que se convirtió en una voz profética, un punto de referencia. Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos vieron en él un guía seguro para ellos mismos y para sus iniciativas.
Por eso los Obispos de la Conferencia Episcopal del Trivéneto, en la propia carta postulatoria al Papa Juan Pablo II, pudieron escribir: «El Padre Calabria, justo para preparar la Iglesia del Dos Mil -expresión a él familiar- hizo de su vida un continuo sufrir y una cuidadosa llamada a la conversión, a la renovación, a la hora de Jesús, con tonos impresionantes de perentoria urgencia... Nos parece que la vida del Padre Calabria y su misma persona constituyen una " profecía " de vuestro apasionado grito a todo el mundo: "Aperite portas Christo Redemptori!"».
Comprendió que en esta radical y profunda renovación espiritual del mundo tenían que ser comprometidos también los laicos. Para esto, en el 1944 fundó la "Familia de los Hermanos Externos", integrada, en efecto, por laicos.
Rezó, escribió, actuó y sufrió por la unidad de los cristianos. Por eso, mantuvo fraternas relaciones con protestantes, ortodoxos y hebreos. Escribió, habló, amó, nunca discutió. Conquistó con el amor. El mismo pastor luterano Sune Wiman de Eskilstuna (Suiza) que tuvo con él un copioso intercambio epistolar, dirigió el 6 de marzo de 1964 una carta postulatoria al Santo Padre Pablo VI para pedirle la glorificación de su venerado amigo.

Fue este período el más misteriosamente doloroso de su vida. Parecía que Cristo lo hubiera asociado a la angustia del Getsemaní y del Calvario, aceptando su ofrecimiento como "víctima" para la santificación de la Iglesia y para la salvación del mundo. El beato card. Schuster lo comparó al Siervo de Jahvé.
Murió el 4 de diciembre del 1954. En la vigília, hizo su último gesto de caridad ofreciendo su vida al Señor por el Papa Pío XII, que agonizaba. El Señor había aceptado su oferta y, mientras él moría, el Papa, misteriosa e improvisamente recuperaba la salud viviendo con eficiencia otros cuatro años.
El mismo Pontífice, sin saber del último gesto del Padre Calabria pero conocedor profundo de toda su vida, cuando recibió la noticia de su muerte, en un telegrama de condolencia a la Congregación, definió "campeón de evangélica caridad".
Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 17 de abril de 1988





Santa Pelagia de Antioquía

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Santa Pelagia, virgen y mártir
En Antioquía, de Siria, santa Pelagia, virgen y mártir, a la que san Juan Crisóstomo dedicó grandes alabanzas.
El nombre de santa Pelagia destaca en el canon de la misa ambrosiana de Milán, y le dedicaron alabanzas san Ambrosio y san Juan Crisóstomo, además de que este último le tributó una, y posiblemente dos, de sus homilías. Pelagia era una jovencita cristiana de quince años nacida en Antioquía y discípula tal vez de san Luciano. Se hallaba sola en su casa cuando llegaron los soldados para aprehenderla, en tan gran número, que rodearon todo el sector, como si se tratase de un peligroso criminal. Algunos soldados entraron a la casa, y Pelagia, con la seguridad de que antes de darle muerte abusarían de ella, recurrió a una estratagema para salvar el honor: graciosamente pidió permiso para cambiarse de ropa y volver a ellos mejor presentada. Los soldados accedieron muy complacidos y la joven corrió escaleras arriba hasta llegar a la azotea de su casa y, desde ahí, sin el menor titubeo, se echó a la calle. Los soldados, que esperaban abajo, la mataron en el mismo lugar donde había caído. Pelagia había salvado su castidad que, evidentemente, apreciaba más que la vida. San Juan Crisóstomo afirma que la jovencita actuó inspirada por Dios, a quien llevaba en su corazón y que la exhortaba, la fortalecía y le evitaba sentir temor.

Esta es la santa Pelagia histórica cuyo nombre fue utilizado por dos biógrafos, o mejor dicho, novelistas, para fabricar sobre él un par de historias enteramente distintas e igualmente fantásticas. La conmemoración original de Pelagia ocurría -como ahora ha sido restaurado en el Martirologio Romano- el 8 de octubre; con esa fecha aparece en el breviario sirio y en el Hieronymianum. Sin embargo la celebración pasó durante siglos al 9 de junio. Quizás por compensación, porque la «memoria popular» conserva todo, aunque sea de forma confusa, el 8 de octubre comenzó a celebrarse a otra santa Pelagia, enteramente ficticia, surgida de una de esas novelas que menciona el Butler. Se la llamaba santa pelagia la penitente, y su «historia» -de una bailarina y pecadora arrepentida que se retira a la vida eremítica- no tiene relación alguna con la de la Pelagia histórica; pero la hagiografía legendaria ha tenido buen cuidado de mezclar sus historias con los sermones del Crisóstomo (que se referían al 8 de octubre), de modo que Pelagia la penitente quedó prestigiada y sobrevivió hasta la última reforma del calendario santoral.

Es una lástima que se pierda la historia de Pelagia la penitente, porque es una bonita fábula, pero el Martirologio de la Iglesia no es una colección de fábulas bonitas sino el auténtico recuerdo de quienes -con toda su vida y muchos de ellos con su muerte- nos señalan el modo de hacer completamente presente a Cristo en nuestra vida. En la iconografía tradicional los atributos de Pelagia mártir se confunden con los de Pelagia penitente, y no es raro que una imagen muestre a una mártir, pero mayor que la niña de apenas quince años de la historia, o que a la palma (mártir) se sume la calavera (penitente), o que aparezcan como accesorios de la escena instrumentos músicos (por el oficio de bailarina de la penitente). la historia de la penitente se repite en otras santas penitentes tradicionales, legendarias pero muy famosas, como santa Tais o santa Marina (que no debe confundirse con «La gran virgen santa Marina», del 20 de julio).

Las alusiones de san Ambrosio pueden verse en Migne Patrología Latina, vol. XVI, cc. 229 y 1093; el sermón del Crisóstomo en Migne Patrología Griega, vol. I, cc 579-585. Hay una segunda homilía atribuida al Crisóstomo sobre el mismo tema de santa Pelagia, pero no hay acuerdo sobre su autenticidad. Delehaye en Légendes Hagiographiques (ed. 1927), pp. 186-195, discute la cuestión de la leyenda de Pelagia la penitente. El texto de las actas imaginarias se encontrará en Acta Sanctorum, oct., vol. IV. En el Butler-Guinea, vol IV, México, 1965, págs. 63-64, se encuentra un resumen de la leyenda y más detalles bibliográficos. este artículo se basa en los dos del Butler, el de la santa histórica (que se encuentra n el tomo II, 9 de junio) y en el de la novelada, del 8 de octubre.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




 
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