miércoles, 7 de octubre de 2015

San Marcos de Roma - Beata Ana María Janer - San Marcelo de Capua - Santa Justina de Padua 07102015

San Marcos de Roma

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San Marcos, papa
En Roma, san Marcos, papa, que fundó el título «in Palacinis» y edificó una basílica en el cementerio de Balbina, en la vía Ardeatina, donde fue sepultado.
San Marcos era romano de origen y sirvió a Dios en el clero de dicha Iglesia. Fue el primer Papa elegido después de que Constantino dio carta de ciudadanía a la Iglesia. El santo no se dejó llevar por la bonanza de las nuevas circunstancias, sino que redobló su celo en aquella era de paz, sabedor de que el demonio jamás concede una tregua a los cristianos. San Marcos, que había trabajado ardientemente por la Iglesia durante el pontificado de San Silvestre, fue elevado a la sede apostólica el 18 de enero de 336. Sólo ciñó la tiara pontificia durante ocho meses y veinte días, ya que murió el 7 de octubre del mismo año. Probablemente fue él quien fundó la iglesia de su nombre, pero además, construyó otra en el cementerio de Balbina. No es imposible que la costumbre de que el obispo de Ostia consagre al obispo de Roma date de su época. Algunos autores atribuyen a san Dámaso un poema sobre san Marcos, que dice:

Fue la vida de Marcos, como todos sabemos,
con la boca de Dios enseñar a rechazar el mundo,
conservando -tal como enseñaba a todos-
la honorabilidad de la vida;
penetrados de virtud los rincones del corazón,
siendo [él] tu guardián fuiste perfecto amigo de Cristo.
Dámaso rinde homenaje a tu túmulo:
aquí [descansa] Marcos, la vida de Marcos,
en la fe, compartiendo el Nombre y los méritos [de Cristo].

Acta Sanctorum, oct., vol. III. Véase también Liber Pontiftcalis (ed. Duchesne), vol. I, pp. 202-204. El epitafio de san Dámaso en Migne PL, 1,387 
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI





Beata Ana María Janer

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Ana María Janer será beatificada este sábado
La fundadora del Instituto de hermanas de la Sagrada Familia de Urgell será beatificada el próximo sábado, en una ceremonia presidida por el cardenal Angelo Amato S.D.B, en representación del papa Benedicto XVI.
Ana María nació el 18 de diciembre de 1800 en Cervera, una pequeña población ubicada en la Diócesis de Solsona, provincia de Lérida - España. Estudió en el Real Colegio de Educandas y colaboró en el cuidado de enfermos en el Hospital Castelltort. Allí se dio cuenta que Dios la llamaba a consagrarse en el hospital de Cervera.
En 1833 estalló la primera guerra carlista y el hospital de Castelltort se convirtió en hospital militar.“La situación con la que se encontró la Madre Janer en los campos de batalla no fue fácil y aunque no contaba con los medios suficientes, supo organizar e infundir serenidad en aquellas personas, supo dar alivio, consolar”, cuenta la hermana Cecilia.
Los heridos de guerra la llamaban “la madre” porque “lo arriesgaba todo para vendarle las heridas y la madre que los ayudaba a morir pacificados por dentro y con Dios”, dice la religiosa. Un amor que no distinguía de qué bando venían y que reconocía la misma dignidad en cada uno de los combatientes. Pero en 1836, la junta del hospital expulsó a las hermanas.
Y después de la batalla de Gra se dirigió a Solsona donde se puso a disposición de la diócesis. El infante Carlos de Borbón le pidió que coordinara los hospitales de la zona carlista y ella así lo hizo.
En 1844 retornó al hospital de Cervera. Cinco años después pasó como directora a la Casa de Caridad o de Misericordia de la misma ciudad. Albergaba a niños huérfanos, jóvenes discapacitados y ancianos. También daban clases a niños y niñas externos.
En 1859 aceptó la petición del obispo de Urgell, Josep Caixal Estradé, y estableció una hermanad de caridad en el hospital de pobres enfermos de La Seu d’Urgell.
Las respuestas que la futura beata comenzó a dar a las necesidades de la Iglesia y la sociedad fueron la semilla para la fundación del Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell el 29 de junio de 1859.
Hoy el carisma e identidad de estas hermanas es la caridad que pretende ser el reflejo del amor de Dios, especialmente en los más débiles y vulnerables.
Actualmente el  Instituto está presente España, Andorra, Italia, Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, México, Perú y Guinea Ecuatorial. Trabajan en escuelas, hospitales y residencias, misiones, parroquias, y otros apostolados acordes con este carisma. 
También existen loslaicos janerianos. Se trata de jóvenes o adultos que se identifican con el carisma de la madre Janer y se sienten llamados por el Señor a colaborar de cerca en la misión del Instituto. Para ello se forman y hacen suyo el carisma. Ellos en la práctica se comprometen a llevar adelante muchas de las obras fundadas por la futura beata.
Para esta familia espiritual, la beatificación de su fundadora resulta una invitación a “gozarnos con la Iglesia por la vida de esta nueva beata, una mujer que amó y sirvió en y a la Iglesia siempre y en todo ámbito eclesial: en la comunidad, en la Iglesia local, en la fidelidad y colaboración incondicional con los Pastores”, dice la hermana Cecilia.
Así mismo, trae una responsabilidad: “hacer opciones de vida, a aportar lo que somos y tenemos para que esta historia que comenzó con el sí de Ana María, pueda continuar y dar frutos de vida para la Congregación, para la Iglesia”, comenta la religiosa.
La madre Janer tenía un amor especial por la cruz. Mirar a Cristo crucificado se convirtió para ella en un aliciente que le permitía ser “signo y testimonio claro de aquel que nos amó primero, de aquél que nos ama hasta dar la vida”, dice la hermana Cecilia.
Ana María murió el 11 de enero de 1885 y pidió morir en el suelo como penitente por amor a Cristo “que por mí expiró clavado en la cruz”, dijo la beata.


San Marcelo de Capua

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San Marcelo, mártir
En Capua, de la Campania, san Marcelo, mártir.
La liturgia romana conmemoraba tradicionalmente a san Marcelo junto con otro mártir, san Apuleyo, de quienes el martirologio de Ado decía que habían sido discípulos de Simón el mago (Hechos 8,9-25). Con esa mención pasaron al viejo Martirologio Romano. Sin embargo los datos tomados por Ado eran apócrifos, basados en la mención de un tal Marcelo en los «Gesta SS. Nerei et Achillei». Por ese motivo el Martirologio actual ha depurado esta conmemoración, y retirado la mención, tantod e san Apuleyo como de la relación con Simón el mago, sin embargo aun podemos afirmar, sin que puedan añadirse más datos, que la figura de san Marcelo, mártir en Capua, y cuya mención proviene del Martirologio Jeronimiano, sí es auténtica.

H. Quentin, Les martyrologes historiques, pp. 563, etc.; y Delehaye, Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, p. 544. Artículo del Butler enmendado.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


Santa Justina de Padua

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Santa Justina, virgen y mártir
En Padua, en los confines de Venecia, santa Justina, virgen y mártir.
San Venancio Fortunato, obispo de Poitiers a principios del siglo VII, considera a santa Justina como una de las vírgenes más ilustres cuya santidad y triunfo han sido consagrados por la Iglesia y afirma que su nombre hace tan famosa a Padua como el de santa Eufemia a Calcedonia y el de santa Eulalia a Mérida. El mismo autor, en el poema que dedicó a la vida de san Martín, exhorta a los peregrinos que van a Padua a besar el sepulcro de la bienaventurada Justina.

A principios del siglo VI, se construyó en Padua una iglesia en honor de la santa y se dice que sus reliquias fueron descubiertas allí en 1117. Por la misma época vio la luz una falsificación de las actas del martirio de la santa. Según ese documento, Justina fue bautizada por san Prosdócimo, «un discípulo del bienaventurado Pedro», el cual comunicó al autor los datos que poseía sobre la santa. Prosdósimo, según el relato al que nos referimos, fue el primer obispo de Padua y sufrió el martirio durante la persecución de Nerón. Santa Justina fue decapitada por haber permanecido fiel a la fe. El relato añade muchos detalles de cuya verdad no existe prueba alguna.

La «reforma» benedictina de Santa Justina, que data del siglo XV y es conocida actualmente en Italia con el nombre de congregación de Monte Cassino, tomó su nombre del de la abadía de Padua en la que fue fundada.

Acta Sanctorum, oct. vol. III. En Analecta Bollandiana vol. x, 1891, pp. 467-470, hay un texto aún más antiguo sobre el martirio de santa Justina ibid., vol XI, 1892, pp. 354-358, se encontrará un relato del presunto descubrimiento de las reliquias en 1117. Cf. Allard, Historie des persécutions, vol. Iv, pp. 430 ss., y Trifone, Rivista Storica Benedictina, 1910 y 1911. Por lo que se refiere a Prosdósimo, las primeras huellas de su culto datan del año 860, y puede verse una biografía espuria del siglo XII en Acta Sanctorum (nov., vol. III), con un comentario que pone las cosas en su punto.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




 
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