miércoles, 23 de enero de 2019

El momento para curar (Evangelio meditado) 23012019

El momento para curar
Santo Evangelio según San Marcos 3, 1-6. Miércoles II del tiempo ordinario


Por: H. José Romero, L.C. | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ayúdame a siempre poder amar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poder acusarlo. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”. Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?”. Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.

Entonces se salieron los fariseos y comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes para matar a Jesús.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Recuerdo una ocasión cuando una amiga se peleó con su novio; estaba tan molesta que me llamó para que fuera a su casa para así poder desahogarse. No podía calmarse y todo era una rabieta. Realmente no recuerdo la causa del problema, pero sí recuerdo lo que pasó un poco más de 40 minutos después que llegué. Mi amiga escribió un mensaje a su novio para asegurarse si él se había tomado los medicamentos que tenía recetados, luego que él le respondió siguió con su enojo. Hoy en día son esposos.

Mi amiga me dejó en la mente que nunca se puede dejar de amar, que pase lo que pase el amor siempre sobresale. Ella no se preocupó de recordarle a su novio que debía tomar la medicina por una obligación o deber por ser su novia, ¡no! Lo hizo porque el amor es algo que no se puede contener.

En el Evangelio, Cristo me muestra que, ante todo, el amor es lo que importa, que el verdadero culto que un cristiano le da a Dios es amando, que todo precepto se complementa con el amor, porque no se puede amar mañana, se ama hoy, se ama ahora.

Orar, ir a la Santa Misa, evangelizar son medios y muestras del amor que le tengo a Dios y del amor que Dios me tiene. Cristo cura un sábado porque me ama, yo me coloco en el centro de la sinagoga y extiendo mi brazo solo porque me sé amado por Dios; el amor es lo que prevalece entre Dios y yo, sin importar lo que cueste. ¿Cómo amo en la Santa Misa? ¿Me siento amado al momento de orar? Si todavía no estoy urgido de amar, voy ahora a curar enfermos sin importar que sea sábado, voy amar a mi hermano y a Dios en todo los momentos de mi vida a ejemplo de Cristo, sin importar que los fariseos luego planeen matarme, ¿me atrevo a amar hoy?

«No me extraña que a ustedes también a veces los vigilen o los persigan y tampoco me extraña que a los soberbios no les interese lo que ustedes digan. Jesús, ese sábado, se jugó la vida porque después de sanar esa mano, fariseos y herodianos dos partidos, dos enfrentados entre sí, que temían al pueblo y también al imperio, hicieron sus cálculos y se confabularon para matarlo. Sé que muchos de ustedes se juegan la vida. Sé -lo quiero recordar, la quiero recordar- que algunos no están hoy acá porque se jugaron la vida… pero no hay mayor amor que dar la vida. Eso nos enseña Jesús.»
(Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2016).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer, hoy, una obra buena, por amor, a una persona.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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