Santa María Micaela del Santísimo Sacramento Desmaisières, virgen, fundadora de la Congregación de las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, que, con tenaz empeño e inflamada en el deseo de ganar almas para Dios, consagró su vida a hacer volver al buen camino a las jóvenes descarriadas y a las meretrices, y falleció en Valencia, ciudad de España, el 24 de agosto.
Conmemoración de san Amós, profeta, que, siendo pastor en Tecoa, y cuidador de sicómoros, fue enviado por Dios a los hijos de Israel para reafirmar su justicia y santidad divinas contra las abominaciones.
En Silistra, lugar de Mesia, san Esiquio, soldado, que fue detenido junto con san Julio, y después de él obtuvo, bajo el prefecto Máximo, la corona del martirio.
En Lucania, san Vito, mártir.
En Auvernia, en Aquitania, san Abrahán, monje, el cual, nacido a orillas del río Éufrates, se dirigió a Egipto para visitar a los eremitas, pero, detenido por los paganos, estuvo encarcelado durante cinco años. Más tarde, viajando a la Galia, se estableció entre los arvernios y se retiró al monasterio de Saint-Cyr, donde murió ya muy anciano.
En Saint-Crespin, en Hainaut, san Landelino, abad, que, convertido por san Autberto de una vida de latrocinio al ejercicio de la virtud, fundó el monasterio de Lobbes y, seguidamente, el de Saint-Crespin, donde terminó piadosamente sus días.
En Séez, lugar de Neustria, san Lotario, obispo, que, depuesto de sus funciones, se afirma que esperó su final viviendo como ermitaño.
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Benilde, mártir, que, ya anciana, encontró la muerte en la persecución desencadenada por los sarracenos.
En Mont-Joux, en Valais, san Bernardo de Menthone, presbítero, que, canónigo y arcediano de Aosta, durante muchos años habitó en las cumbres de los Alpes, donde construyó un renombrado monasterio y, para acoger a los viajeros, también dos refugios que llevan aún su nombre.
En Ratzeburg, de Holstein, en Germania, san Isfrido, obispo, quien, manteniendo la observancia de vida de los canónigos premonstratenses, trabajó en la conversión de los vendos.
En Londres, en Inglaterra, beato Tomás Scryven, mártir, monje de la Cartuja de esta ciudad, que en tiempo del rey Enrique VIII fue encarcelado por su fidelidad a la Iglesia católica, y alcanzó la corona del martirio al morir de hambre en prisión.
En York, también en Inglaterra, beatos mártires Pedro Snow, presbítero, y Rodolfo Grimston, los cuales, reinando Isabel I, fueron condenados a muerte y subieron juntos al patíbulo, el primero por ser sacerdote, y el segundo, por haber intentado liberarle.
En Pibrac, en la región de Toulouse, santa Germana, virgen, que, hija de padres desconocidos, desde niña fue sometida a una vida servil pese a sus enfermedades, pero todo lo aguantó con ánimo decidido y rostro risueño, hasta fallecer con sólo veintidós años.
En Bérgamo, ciudad de Italia, beato Luis María Palazzolo, presbítero, que fundó la Congregación de Hermanitas de los Pobres y la de Hermanos de la Sagrada Familia.
Cerca de la ciudad de Liushuitao, en el territorio de Qianshengzhuang, en la provincia china de Hebei, santa Bárbara Cui Lianzhi, mártir, que habiendo presenciado la muerte de su hijo, de noche escapó para salvarse, pero detenida por los enemigos de los cristianos, fue sometida a crueles torturas hasta que murió.
En Saõ Luís, Imaruí, Brasil, beata Albertina Berkenbrock, virgen y mártir.
EN Mong Ping, Myanmar, beato Clemente Vismara, presbítero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, que por su trabajo apostólico y social en favor del pueblo birmano mereció ser llamado "Patriarca de Birmania".
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