Santa Lucía, virgen y mártir
fecha: 13 de diciembre
†: c. 304 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: c. 304 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Memoria de santa Lucía, virgen y mártir, la cual, mientras vivió,
conservó encendida la lámpara esperando al Esposo, y llevada al martirio en
Siracusa, ciudad de Sicilia, mereció entrar con Él a las bodas y poseer la luz
indefectible.
Patronazgos: patrona de Siracusa y Venecia, de los pobres, los ciegos, las
prostitutas arrepentidas, los niños enfermos, los campesinos, trabajadores del
vidrio, tejedores, talabarteros, tapiceros, sastres, costureras, electricistas,
cocheros, guardianes, agentes, vendedores ambulantes, porteros, oficinistas,
abogados, escritores (en Inglaterra), protectora contra los problemas de los
ojos, dolor de garganta, disentería, flujo de sangre y enfermedades
Infecciosas.
Tradiciones, refranes, devociones: Por Santa Lucía, acorta la noche y alarga el
día. (y muchas variantes, el 13 de diciembre es el día más corto del año en el
hemisferio norte). este refrán no se verifica luego de la reforma del
calendario de 1582, por ello una versión de la época decía: «por Santa Lucía
mengua la noche y crece el día, pero ni menguó ni creció hasta que el Niño
nació.»
San Marcos llena los charcos, Santa Rosa los rebosa y Santa Lucía los vacía.
Para una basurita en el ojo:
«Santa Lucía, quítame esa porquería / San Antón, apártamela t'a un rincón / San Blas, no me la vuelvas más», o en la versión corta (y más conocida): «Santa Lucía, quítame esa porquería»
«Después del ojo sacado, no vale santa Lucía.» (posiblemente signifique que hay que ser previsor y actuar a tiempo).
«Santa Lucía, todas las fiestas envía»
«Lo que no se hace en Santa Lucía, se hace al otro día», a lo que responde con burla: «Por Santa Lucía no hay uva "podría"» (juego de palabras entre "podría...", que se queda en veremos y "podría" de podrída, porque efectivamente ya acabó la vendimia y no queda ni uva podrida).
El refranero de Lucía es muy amplio, aunque en esta selección se recogen los temas centrales de la tradición.
San Marcos llena los charcos, Santa Rosa los rebosa y Santa Lucía los vacía.
Para una basurita en el ojo:
«Santa Lucía, quítame esa porquería / San Antón, apártamela t'a un rincón / San Blas, no me la vuelvas más», o en la versión corta (y más conocida): «Santa Lucía, quítame esa porquería»
«Después del ojo sacado, no vale santa Lucía.» (posiblemente signifique que hay que ser previsor y actuar a tiempo).
«Santa Lucía, todas las fiestas envía»
«Lo que no se hace en Santa Lucía, se hace al otro día», a lo que responde con burla: «Por Santa Lucía no hay uva "podría"» (juego de palabras entre "podría...", que se queda en veremos y "podría" de podrída, porque efectivamente ya acabó la vendimia y no queda ni uva podrida).
El refranero de Lucía es muy amplio, aunque en esta selección se recogen los temas centrales de la tradición.
Oración: Santa Lucía, que de la luz recibiste
tu nombre, a Ti confiadamente acudo para que me alcances la luz celestial que
me preserve del pecado y de las tinieblas del error. También te imploro me
conserves la luz de mis ojos, con una abundante gracia para usar de ellos según
la voluntad de Dios. Haz, Santa Lucía, que, después de haberos venerado y haber
agradecido este ruego, pueda finalmente gozar en el Cielo de la luz eterna de
Dios. Amén.
La fiesta de Santa Lucía es celebrada en
Occidente y Oriente el mismo día, 13 de diciembre, y su nombre figura en el
canon romano de la misa («Canon I»). Sus actas legendarias carecen de valor
histórico, pero han tenido tal difusión, que no deben dejarse de lado, ya que
forman parte indisoluble de la iconografía y el culto. Según esa historia
tradicional, Lucía nació de ricos y nobles padres hacia el año 283; su padre
era de origen romano, pero su temprana muerte la dejó a cargo de su madre, cuyo
nombre, Eutychia, parece indicar un origen griego. Como muchos de los primeros
mártires, Lucía había consagrado su virginidad a Dios, y esperaba poder dedicar
todos sus bienes materiales al servicio de los pobres. Sin embargo, no había
obtenido autorización de su madre para hacerlo, e incluso había sido prometida
a un joven pagano.
Sin embargo, Eutychia sufría de una
hemorragia que no se le curaba, y Lucía la persuadió de emprender juntas una
peregrinación a Catania, a unos 80 km de Siracusa, donde estaba la tumba de
santa Ágata, virgen y mártir de la persecución de Decio, unos 50 años antes, en
la que se obraban muchos milagros. La madre de Lucía resultó allí curada, y
Lucía pudo persuadirla de que le permitiera realizar sus proyectos de
consagración y caridad. Pero su prometido, despechado, la denunció a Pascasio, el
gobernador de Sicilia, en el año 303, durante la feroz persecución de
Diocleciano.
Primero fue condenada a ser entregada a la
infamia en un prostíbulo, pero con la fuerza de Dios quedó inmóvil y los
guardias no la pudieron llevar. Qusieron entonces quemarla, pero de nuevo Dios
la salvó. Por último, fue condenada a morir por la espada. Pero antes de
morir predijo el castigo de Pascasio y el pronto fin de la persecución,
añadiendo que Diocleciano no reinaría más, y Maximiano encontraría su fin. Así
que, fortalecida por el Pan de Vida, ganó la corona de la virginidad y el
martirio. Algunas variantes de la leyenda, muy posteriores a las Actas, añaden
historias relativas a sus ojos, por ejemplo que les fueron arrancados, pero
igual podía ver, o que ella misma se los quitó para darlos a una joven que
envidiaba su belleza. Este tema pictórco-simbólico, que se refleja en la
iconografía en la que Lucía suele llevar sus propios ojos en una bandeja,
probablemente venga sugerido más por el significado del nombre («luminosa») que
por detalles milagrosos de la historia.
El desarrollo de la historia es demasiado
convencional y acomodado a un tipo de relato sobre los mártires que la fantasía
popular reproducía casi automáticamente cuando carecía de datos sobre un santo.
Sin embargo, si esto conviene al conjunto de la historia legendaria, la
existencia de Lucía y su culto genuinamente antiguo están fuera de toda duda, y
algunos detalles de la historia pueden ser aceptados:
-El lugar y el momento de su muerte no pueden ser cuestionados, ocurrieron en ese tiempo y lugar episodios de martirio constatables.
-Es notable la conexión con santa Ágata y la curación milagrosa de Eutychia, y es poco probable que haya sido introducida por un compilador piadoso que haya pretendido enlazar dos santos nacionales, ya que la historia se remonta a las Acta, probablemente originadas en el siglo quinto, una fecha temprana para suponer que ese enlace de historias se realizara artificialmente.
-No puede haber ninguna duda de la gran veneración que se muestra a santa Lucía en la iglesia primitiva: es una de las pocas mujeres santas cuyos nombres aparecen en el canon de San Gregorio, y hay oraciones especiales y antífonas para ella en su «Sacramental» y «Antifonario».
-En el cementerio de San Juan de Siracusa se descubrió una inscripción sobre santa Lucía, que data del siglo IV o de principios del V.
-Por una carta de San Gregorio Magno, sabemos que en su época se dedicaron a Santa Lucía varias iglesias en Roma.
-El lugar y el momento de su muerte no pueden ser cuestionados, ocurrieron en ese tiempo y lugar episodios de martirio constatables.
-Es notable la conexión con santa Ágata y la curación milagrosa de Eutychia, y es poco probable que haya sido introducida por un compilador piadoso que haya pretendido enlazar dos santos nacionales, ya que la historia se remonta a las Acta, probablemente originadas en el siglo quinto, una fecha temprana para suponer que ese enlace de historias se realizara artificialmente.
-No puede haber ninguna duda de la gran veneración que se muestra a santa Lucía en la iglesia primitiva: es una de las pocas mujeres santas cuyos nombres aparecen en el canon de San Gregorio, y hay oraciones especiales y antífonas para ella en su «Sacramental» y «Antifonario».
-En el cementerio de San Juan de Siracusa se descubrió una inscripción sobre santa Lucía, que data del siglo IV o de principios del V.
-Por una carta de San Gregorio Magno, sabemos que en su época se dedicaron a Santa Lucía varias iglesias en Roma.
San Aldelmo (muerto en 709) es el primer
escritor que utiliza las Actas para realizar un relato completo de su vida y
muerte, en prosa en el «Tractatus de laudibus virginitatis» (Tratado de las
alabanzas de la virginidad) y de nuevo, en verso, en el poema «De Laudibus
Virginum» (Alabanzas de las vírgenes). Tras él, Beda el Venerable inserta la
historia en su martirologio.
Con respecto a sus reliquias, Sigeberto
(1030-1112), monje de Gembloux, en su «Sermo de sancta Lucia», dice que el
cuerpo permaneció intacto en Sicilia durante 400 años, antes que Faroaldo,
duque de Spoleto, capturara la isla y trasladara el cuerpo de la santa a
Corfinium, en la Italia continental. De allí fue llevada por el emperador Otón
I a Metz, en 972, y depositada en la iglesia de San Vicente; desde allí un
brazo de la santa fue trasladado al monasterio de Luitburg, en la diócesis de
Spira, hecho celebrado por Sigeberto en sus versos.
La historia posterior de las reliquias no
está clara. En su toma de Constantinopla de 1204, los franceses se encuentran
algunas de las reliquias de la santa en esa ciudad, y el dux de Venecia las
capturó para el monasterio de San Jorge en Venecia. En el año 1513 los
venecianos regalaron a Luis XII de Francia la cabeza de la santa, que la
depositó en la catedral de Bourges. Otro relato, sin embargo, afirma que la
cabeza fue llevada a Bourges desde Roma, a donde había sido transferida cuando
los restos descansaban en Corfinium. El culto se difundió muy rápidamente, y ya
en el 384 san Orso le dedicaba una iglesia en Rávena, y poco después el papa
Honorio I otra en Roma.
«Tractatus de laudibus virginitatis», en
PL, LXXXIX, 142, poema «De Laudibus Virginum», PL, LXXXIX, 266, o bien en
Monumenta Germaniae Historica, Auct. antiquiss., vol. xv (1919), pp. 293-294
(en prosa), y líneas 1779-1841 (en verso). Ver delehaye, Comentario sobre el
Martirologium Hieronymianum, p. 647. La iconografía es amplísima, ver Künstle,
Ikonographie, vol. II. El conjunto de la narración y la bibliografía se basan
en lso respectivos artículos de Butler-Guinea, vol IV, pág. 549-550 y James
Bridge, «St. Lucy»,
Catholic Encyclopedia (1910).
Imágenes:
Leandro Bassano: Lucía inmóvil por prodigio divino, no puede ser arrastrada a la infamia, 1596, Iglesia mayor de San Jorge, Venecia.
Giovanni Battista Salvi, "il Sassoferrato": Santa Lucía, Palazzo Chigi, Ariccia, mediados de S. XVII.
Quirizio da Murano: Historia de Santa Lucía, hacia 1470, Academia Concordi, Rovigo
Imágenes:
Leandro Bassano: Lucía inmóvil por prodigio divino, no puede ser arrastrada a la infamia, 1596, Iglesia mayor de San Jorge, Venecia.
Giovanni Battista Salvi, "il Sassoferrato": Santa Lucía, Palazzo Chigi, Ariccia, mediados de S. XVII.
Quirizio da Murano: Historia de Santa Lucía, hacia 1470, Academia Concordi, Rovigo
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