Lamento de esclavitud
2004-05-13
La Pasión de Cristo continúa a lo largo de los siglos en el cuerpo de los crucificados. Jesús agonizará hasta el fin del mundo, mientras uno solo de sus hermanos esté todavía pendiendo de una cruz. Con esta convicción, la Iglesia Católica, en la Liturgia del Viernes Santo, pone en boca de Cristo estas palabras lacerantes:
"Pueblo mío elegido, ¿qué te te he hecho? ¡Dime, ¿en qué te he ofendido! ¿Qué más podía haberte hecho, en qué te falté? Yo te saqué de Egipto, te alimenté con maná, te preparé una hermosa tierra. Tú, preparaste una cruz para tu Salvador”.
Al celebrar la abolición de la esclavitud, hoy 13 de mayo, nos damos cuenta de que aún no se ha completado. Todavía se oye el eco de los lamentos de la esclavitud y de la liberación. "Hermano mío blanco, hermana mía blanca, pueblo mío, ¿qué te he hecho?, ¿en qué te he ofendido? ¡Respóndeme!"
Yo te inspiré la música cargada de nostalgia y de ritmo contagiante. Te enseñé cómo usar el bombo, la cuica y el atabal. Fui yo quien te dió el rock y la cadencia de la samba. Y tú tomaste lo que era mío, hiciste nombre y renombre, acumulaste dinero con tus composiciones y nada me devolviste.
Yo bajé de los cerros, te mostré un mundo de sueños, de una fraternidad sin barreras. Creé mil fantasias multicolores y te preparé la mayor fiesta del mundo: dancé el carnaval para ti. Y tú te alegraste y me aplaudiste puesto en pie. Pero pronto, muy pronto, me olvidaste, reenviándome al cerro, a las favelas.
"Hermano mío blanco, hermana mía blanca, pueblo mío, ¿qué te he hecho?, ¿en qué te entristecí? ¡Respóndeme!"
Yo te di en herencia el plato de cada día: el frijol y el arroz. De las sobras que me dabas hice la feijoada, el vatapá, el efó y el acarajá: la cocina típica de Brasil. Tú me haces pasar hambre. Y permites que mis niños mueran de hambre, y que sus cerebros se afecten irremediablemente, infantilizándolos para siempre.
Yo fui arrancado violentamente de mi patria africana. Conocí el barco-fantasma de los negreros. Fui hecho cosa, «pieza», esclavo. Fui la madre-negra para tus hijos. Cultivé los campos, planté el tabaco y la caña. Hice todos los trabajos. Y tu me llamas perezoso y me detienes acusándome de vagabundo. Me discriminas por el color de mi piel y me tratas todavía como a un esclavo.
"Hermano mío blanco, hermana mía blanca, pueblo mío, ¿qué te he hecho?, ¿en qué te he ofendido? ¡Respóndeme!"
Yo supe resistir, conseguí huir y fundar «palenques»: sociedades fraternales, de gente pobre pero libre. A pesar del látigo en mi espalda, trasmití cordialidad y dulzura al alma brasileña. Y tú me cazaste como si fuera un animal, arrasaste mis palenques, y todavía hoy impides que la abolición de la miseria que esclaviza, sea para siempre verdad cotidiana y efectiva.
Yo te mostré lo que significa ser templo vivo de Dios. Y, por eso, cómo sentir a Dios en el cuerpo lleno de axé* y celebrarlo en el ritmo, en la danza y en las comidas. Y tú reprimiste mis religiones llamándolas ritos afro-brasileros o simple folclore. No pocas veces hiciste de la macumba caso de polícia.
Y cuando se buscaron políticas que reparasen la perversidad histórica, permitiéndome lo que siempre me negaste, estudiar y formarme en las universidades, la mayoría de los tuyos grita: ¡va contra la Constitución, es una injusticia social!
"Hermano mío blanco, hermana mía blanca, pueblo mío, ¿qué te he hecho?, ¿en qué te he ofendido? ¡Respóndeme!"
[*Axé: en la tradición de las religiones nagô y del candomblé es la fuerza espiritual básica del universo, la vitalidad que atraviesa todos los seres y se condensa en determinadas personas y objetos. Viene de la divinidad suprema Olorum y es comunicada por los Orixás. Llenarse de axé es el propósito de la actitud verdaderamente religiosa. El águila y la gallina: una metáfora de la experiencia humana. Trotta, Madrid 32003, p.106].
http://servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=064
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