San Teobaldo de Provins, presbítero y eremita
fecha: 30 de junio
n.: c. 1017 - †: 1066 - país: Italia
otras formas del nombre: Thibault, Theobaldo
canonización: C: Alejandro II 1070
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 1017 - †: 1066 - país: Italia
otras formas del nombre: Thibault, Theobaldo
canonización: C: Alejandro II 1070
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Salánica, en el territorio de
Vicenza, san Teobaldo, presbítero y eremita, que habiendo nacido en la familia
de los condes de Champagne, nobles de Francia, junto con su amigo Gualterio
renunció a las riquezas y a los honores, y por Cristo abrazó la soledad y la
pobreza.
patronazgo: patrono de agricultores,
viticultores, curtidores y zapateros, carboneros; protector contra la fiebre,
gota, problemas oculares, tos seca, infertilidad, la ansiedad.
Este Teobaldo era de la familia de los
condes de Champagne, hijo del conde Arnoul, nacido en Provins, en la región de
Brie, en 1017. En su temprana juventud, leyó obras sobre la vida que llevaban
los padres del desierto y quedó muy impresionado por los ejemplos de
abnegación, renunciamiento, contemplación y perfección cristiana que se le presentaban;
la existencia de san Juan Bautista, san Pablo el Ermitaño, san Antonio y san
Arsenio en las yermas soledades, le apasionaban y no deseaba otra cosa que
imitarlos. Cuando su padre le mandó que se pusiese a la cabeza de un cuerpo de
la tropa para emprender una campaña, el muchacho le contestó, con mucho
respeto, que estaría dispuesto a obedecerle si no fuera porque había hecho el
voto de apartarse del mundo. A regañadientes, el conde Arnoul acabó por dar su
consentimiento.
Junto con otro joven de la nobleza,
llamado Walter, se refugió en la abadía de Saint Remi, en Reims. Los dos,
vestidos como mendigos, salieron a poco del monasterio; se dirigieron, primero
hacia Suxy, en las Arderías y luego, a los bosques de Pettingen, en Luxenburgo,
donde encontraron la absoluta soledad que buscaban. Ahí construyeron dos
pequeñas celdas para vivir en ellas. Como el trabajo manual es un deber
necesario en la vida de ascetismo o de penitencia, y ellos no sabían tejer
esteras ni cestos, iban diariamente a la población más próxima para ofrecerse,
por jornadas, como peones de los albañiles, ayudantes de los labradores, o para
acarrear piedras, recoger cosechas, cargar y descargar carretas, limpiar los
establos o mover los fuelles para los hornos de los herreros. Gastaban sus
jornales en comprar un poco de pan de centeno, que era todo lo que comían, y
daban el resto a los pobres. Mientras trabajaban con sus manos, tenían el
corazón puesto en la plegaria; por las noches, se mantenían en vela para cantar
juntos los salmos. La fama de su santidad les molestaba hasta el extremo de que
decidieron partir de aquel lugar en que ya no podían vivir ignorados.
Emprendieron una peregrinación a Santiago de Compostela y de ahí se fueron a
Roma. Luego de visitar todos los lugares de veneración en Italia, eligieron,
para retirarse, un bosquecillo llamado Salanigo, cerca de Vicenza. Dos años
después, Dios llamó a su seno a Walter. Teobaldo tomó la pérdida de su amigo
como una advertencia de que a él mismo le quedaba poco por vivir y, entonces,
multiplicó sus penitencias, austeridades y oraciones. Numerosos discípulos se
reunían en torno a él y el obispo de Vicenza le elevó a las órdenes
sacerdotales para que pudiera atenderlos con mayor provecho.
Su fama se extendió tanto que no tardaron
en descubrirse sus antecedentes, su dignidad y su linaje; los padres de
Teobaldo recibieron la noticia de que el hijo a quien creían muerto estaba
vivo, y que era nada menos que aquel ermitaño de Salanigo, de quien habían oído
tantas historias de santidad, milagros y profecías. Tanto el conde como su
mujer eran ya muy ancianos, pero inmediatamente emprendieron el viaje a Italia
para ver a su hijo. Gisele, la condesa, obtuvo el permiso de su marido para
quedarse junto al ermitaño hasta el fin de sus días y Teobaldo construyó para
ella una choza a corta distancia de la suya. Poco tiempo después, san Teobaldo
cayó enfermo, pero no fue para morir: le sobrevino un mal doloroso y repulsivo
que él soportó con infinita paciencia. Poco antes de morir, mandó llamar a un abad
de los ermitaños camaldulenses, de cuyas manos había recibido los hábitos. A él
le hizo su profesión, le confió a su madre y a sus discípulos y, tras de
recibir el viático, murió en paz, el último día de junio de 1066. Menos de
siete años después, le canonizó el Papa Alejandro II.
Una muy completa biografía contemporánea,
escrita por Pedro, abad de Vangadizza, fue impresa por Mabillon y por los
bolandistas en el Acta Sanctorum, junio, vol. VII. Por una confusión muy
curiosa, Teobaldo fue honrado durante tiempo, erróneamente, como el fundador de
la iglesia y la ciudad de Thann, en Alsacia. Ver Analecta Bollandiana, vol.
XXIV (1905), p. 150. El santo es el patrón de los carboneros y, a veces, se le
llama "le Charbonnier".
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2182
San Ladislao, rey
fecha: 30 de junio
fecha en el calendario anterior: 27 de junio
n.: 1040 - †: 1095 - país: Eslovaquia
otras formas del nombre: Lancelot, Laszlo, Ladislas
canonización: C: Celestino III 1192 (?) - PC
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 27 de junio
n.: 1040 - †: 1095 - país: Eslovaquia
otras formas del nombre: Lancelot, Laszlo, Ladislas
canonización: C: Celestino III 1192 (?) - PC
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Nitra, en los montes Cárpatos, muerte
de san Ladislao, rey de Hungría, que restableció en su reino las leyes
cristianas dictadas por san Esteban, reformando las costumbres y dando él mismo
ejemplo de virtud. Propagó fervientemente la fe cristiana en Croacia, que había
sido incorporada al reino húngaro, estableciendo la sede episcopal de Zagreb.
Murió cuando se disponía a una guerra con Bohemia y fue enterrado en Varadino,
en Transilvania.
Si bien es verdad que Hungría debe a san Esteban el
establecimiento de su monarquía y la organización de su Iglesia, no es menos
cierto que tiene una deuda igual con otro santo rey de la misma casa real de
Arpad. Porque Ladislao extendió las fronteras del reino, mantuvo a raya a sus
enemigos y, desde el punto de vista político, lo convirtió en un gran Estado.
Pero no se canoniza a los hombres por semejantes actividades (si es que alguna
vez se canonizó formalmente a Ladislao, lo que parece dudoso), sino que se
rinde la debida veneración a su memoria por su vida privada y su trabajo por la
cristiandad.
Pasó la niñez y la juventud en un ambiente
cargado de intrigas políticas y dinásticas y, sin modificaciones en el estado
de cosas, Ladislao ocupó el trono de Hungría en el año 1077. Inmediatamente
fueron negados sus derechos reales por su hermanastro Salomón, quien tomó las
armas contra él; pero a fin de cuentas, el rey lo derrotó en el campo de batalla.
Se afirma que el joven monarca era un dechado de gracias y que, desde temprana
edad, dio muestras de poseer todas las virtudes que deben adornar a un hidalgo
y noble caballero. A una estatura descomunal, que le permitía sacar la cabeza y
hasta los hombros por encima de cualquier muchedumbre, unía la fuerza de un
toro y el valor de un león, pero todos estos atributos estaban en él atenuados
por una cortés afabilidad, y una gentileza que conquistaba a todos
inmediatamente. Su piedad, tan fervorosa como bien equilibrada, se expresaba en
su celo por la fe, en el escrupuloso cumplimiento de sus deberes religiosos, en
su estricta moral y en la austeridad de su vida. Se había despojado de toda
ambición personal y, sólo por su sentido de la obligación, aceptada la dignidad
que le habían echado sobre las espaldas. En persecución de una política dictada
por sus sentimientos religiosos y patrióticos, Ladislao se vinculó
estrechamente al Papa Gregorio VII y a los otros oponentes del emperador
Enrique IV de Alemania. Abrazó la causa del rival de Enrique, Ruperto de
Suabia, y se casó ron Adelaida, la hija del duque Welfo de Baviera, el más
poderoso de los aliados de Ruperto. Dentro del propio territorio de Hungría el
rey tuvo que soportar numerosas invasiones por parte de los «kuman» y otras
tribus, pero a todas las rechazó triunfalmente e hizo lo más que pudo para
atraer a los bárbaros a la civilización y al cristianismo; al mismo tiempo, en
su reino otorgó la libertad religiosa a los judíos y los ismaelitas (mahometanos).
A solicitud suya, la Santa Sede reconoció como dignos de veneración al rey
Esteban I, a su hijo Emeric,
así como a Gerardo,
el obispo mártir.
Ladislao gobernó con mano firme, tanto en
los asuntos civiles como en los eclesiásticos; así se puso de manifiesto en el
curso de la dieta de Szabolcs, y en el año 1091, cuando su hermana Elena, la
reina de los croatas, le pidió ayuda en contra de los asesinos de su esposo,
Ladislao en persona acudió a socorrerla, restableció el orden en Croacia y
estableció la sede de Zagreb. Cuando Elena murió sin haber tenido hijos,
Ladislao anexó Croacia a Hungría y Dalmacia a la República de Venecia, no
obstante las promesas y las amenazas del emperador de Constantinopla. Sin
embargo, el Papa Urbano II recurrió al Emperador en busca de apoyo para
organizar la primera Cruzada y, los reyes de Francia, España e Inglaterra,
eligieron a Ladislao como el comandante en jefe de la expedición. Pero no tuvo
ocasión de partir con los cruzados, porque la muerte le sorprendió
repentinamente en la ciudad de Nitra, en Bohemia, a principios del año 1095.
Sólo tenía cincuenta y cinco años de edad.
El cuerpo de San Ladislao se llevó a Nagy
Varad (Oradea Mare, en Transilvania) para sepultarlo en la ciudad que había
fundado y en la catedral que construyó. Desde el momento de su muerte, se le
honró como a un santo y a un héroe nacional. Sus proezas dieron el tema para
innumerables baladas, trovas y leyendas populares entre los magiares. Sus
reliquias fueron solemnemente guardadas en un santuario, en el año 1192. En ese
mismo año se afirma que fue canonizado por el papa Celestino III (aunque no
parece que se haya conservado la bula correspondiente).
En el Acta Sanctorum, junio, vol. VII, los
bolandistas imprimieron una serie de leyendas litúrgicas, acompañadas de las
acostumbradas disertaciones históricas. Probablemente sea una fuente de
información más digna de confianza, la biografía editada por S. L. Edlicher, de
su Rerum Hungaricarum Monumento Aspadiana (1849), pp. 235-244 y 324- 338.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
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