Beato Felipe Powell, monje mártir
fecha: 30 de junio
n.: 1594 - †: 1646 - país: Reino Unido (UK)
canonización: B: Pío XI 15 dic 1929
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1594 - †: 1646 - país: Reino Unido (UK)
canonización: B: Pío XI 15 dic 1929
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Londres, en Inglaterra, beato Felipe
Powell, presbítero de la Orden de San Benito y mártir, el cual, originario del
País de Gales, en tiempo del rey Carlos I le detuvieron a bordo de una nave y,
por ser sacerdote e intentar entrar en Inglaterra, fue condenado al martirio en
Tyburn.
Ver más información en:
Mártires de la persecución en Inglaterra (1535 - 1681)
Mártires de la persecución en Inglaterra (1535 - 1681)
Felipe Powell nació en Trallwing, cerca de
Brecon, en 1594, y se educó en la escuela primaria de Abergavenny. A los
dieciséis años, fue enviado a Londres para estudiar leyes, bajo la dirección
del distinguido abogado que, más tarde, conquistaría mayor fama como el padre
Agustine Baker, el benedictino, escritor y director de almas. Unos dos o tres
años después, el joven Powell tuvo que viajar a Douai, por negocios, y ahí
mismo se sintió atraído por los benedictinos. En 1619, recibió el hábito en el
monasterio de San Gregorio, en Douai y, el 7 de marzo de 1622, se le envió a la
misión de Inglaterra. En aquellos tiempos de prohibición religiosa en
Inglaterra, los seminaristas y misioneros, como medida de precaución contra los
espías, acostumbraban cambiar de nombre; el padre Powell disimuló el suyo con
el de Morgan que era el apellido de soltera de su madre. Permaneció dieciséis
meses con el padre Baker y luego se trasladó a Devonshire, con una carta de
presentación para una familia católica. En el transcurso de veinte años o más,
ejerció su ministerio sacerdotal; administraba los sacramentos, reconciliaba a
los pecadores y convertía a los herejes, en los condados de Devon, Somerset y
Cornwall. En ese lapso, estableció su cuartel general de operaciones, primero, en
la casa de la familia a la que había sido recomendado, los Risdon, del sector
de Bableight, después, en la residencia de la familia de un hija de los Risdon,
la señora de Poyntz, en Leighland Barton, en Somersetshire.
Al iniciarse la guerra civil, las dos
familias se dispersaron. El padre Powell, luego de algunas vicisitudes, se unió
a las filas del general Goring para servir como capellán para los católicos de
su ejército. Pero también aquellas tropas se dispersaron y el sacerdote se
embarcó para navegar a Gales. El barco fue interceptado y abordado por las
autoridades que buscaban a un funcionario del vice-almirantazgo parlamentario,
llamado capitán Crowther. Dos miembros de la tripulación, reconocieron al padre
Powell y le denunciaron en seguida como a un sacerdote católico que, según
dijeron, «había seducido a la mayoría de los parroquianos de Yarnscombe y de
Parkham, en Devonshire, para que quebrantasen su juramento de lealtad a la
iglesia protestante». Prosiguió la navegación y, cuando el capitán de la nave
le interrogó sobre las acusaciones, frente a las costas de Penarth, el padre
Powell admitió francamente que era sacerdote. Inmediatamente se le encerró en
las bodegas, bajo la línea de flotación, despojado de sus ropas y apenas
cubierto por unos harapos que le arrojaron los marineros. Dos meses después,
fue conducido a Londres por mar. Durante corto tiempo estuvo encarcelado en
condiciones relativamente benignas; pero en la sala común de la prisión de
King's Bench, a donde fue trasladado, tuvo que soportar toda clase de penurias,
y no tardó en caer enfermo de pulmonía. Dos o tres veces fue arrastrado ante el
tribunal para ser interrogado y juzgado bajo los cargos fundados en su admisión
de que era un sacerdote católico.
En la última sesión de su proceso, hizo
una brillante defensa de su causa y alegó que la ley contra los sacerdotes no
comprendía a los barcos en alta mar, y que, cuando la bandera de Su Majestad se
despliega durante una guerra civil, cesan todos los procesos y, todavía más,
puesto que la persona del rey se hallaba ausente, no era posible organizar
alguna conspiración contra ella. Pero a pesar de todo se le declaró culpable y,
al pronunciarse la sentencia de muerte, el padre Powell dio gracias a Dios, en
alta voz y en presencia de todos los asistentes al juicio. Su personalidad y su
conducta en la prisión había impresionado tanto a sus compañeros de infortunio,
que todos ellos redactaron y firmaron una especie de testimonio o memorándum
que exponía sus cualidades y virtudes. Los dignatarios eran veintitrés
protestantes y seis católicos; a estos últimos, el padre Powell los había
reconciliado con Dios. Los mismos carceleros parecían muy bien dispuestos en su
favor.
El hombre que llegó a anunciarle la fecha
de su ejecución estaba tan emocionado que no podría leer en voz alta; pero el
padre Powell se le acercó, se asomó por encima de su hombro, leyó la nota
serenamente y luego pidió un vaso de licor para beber a la salud del buen
funcionario de la prisión. «¿Quién soy yo? -exclamó con el vaso en la mano y
acento de profunda alegría- ¿Qué soy yo, para que Dios me honre así y acepte
que yo muera por Su causa?» Sobre el cadalso pronunció un breve discurso para
anunciar que aquel era el día más feliz de su vida y que iba a morir por la
única razón de que era sacerdote y monje. Tras una breve plegaria, hizo una
señal y recibió la absolución por parte de un sacerdote, el beato Roberto
Anderton, que se hallaba entre la muchedumbre. Se le apretó la
cuerda al cuello y se le dejó colgado hasta que murió. Su cuerpo fue sepultado
en el cementerio de Moorfields. Uno de sus fieles compró sus ropas manchadas de
sangre por cuatro libras esterlinas.
Se encontrará un relato muy completo en Bede
Camm, Nine Martyr Monks (1931), pp. 318-343.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 765 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2186
No hay comentarios:
Publicar un comentario