Beato Francisco Zirano, presbítero y mártir
fecha: 25 de enero
n.: ca. 1564 - †: 1603 - país: Argelia
canonización: C: Francisco 12 oct 2014
hagiografía: Orden de los Hermanos Menores Conventuales
n.: ca. 1564 - †: 1603 - país: Argelia
canonización: C: Francisco 12 oct 2014
hagiografía: Orden de los Hermanos Menores Conventuales
Elogio: En la ciudad de Argel, beato
Francisco Zirano, presbítero y mártir, profeso de los franciscanos
conventuales.
Francisco Zirano nació en Sassari, Italia, aproximadamente en 1564, ingresó
a los Franciscanos Conventuales, y en 1602 fue a rescatar esclavos a Argelia,
donde fue asesinado por odio a la fe el 25 de enero de 1603.
El nuevo beato se movía en el espíritu del
capítulo XVI de la Regla no bulada que indica a los hermanos que sienten la
particular misión de estar “inter sarracenos” cuál ha de ser la actitud
con que dar el bello testimonio de Evangelio: “No promuevan disputas ni
altercados, mas sométanse a toda criatura por amor a Dios y confiesen que
son cristianos”. Ni palabras ni discursos, y menos aún predicaciones,
sino presencia ofrecida con total discreción y, sobre todo, con corazón
pacífico y fraterno.
Francisco Zirano muere, como Cristo,
encomendándose totalmente a las manos de Dios (“A tus manos, Señor,
encomiendo mi alma”, fueron sus últimas palabras), guardando en el
corazón aquella caridad que le impide -aun en el crisol de la prueba-
cualquier animosidad hacia quien desgarra su cuerpo. Lo mismo que quedó
firme ante el apremio a renegar de su fe: “Soy cristiano y religioso de mi
padre san Francisco y como tal quiero morir. Y suplico a Dios que os ilumine
para que lleguéis a conocerlo”. Se repite la expresión, mansa e intrépida
al mismo tiempo, del “christianus sum” presente en casi todas las actas
de los mártires; expresión con la que los mártires de los primeros siglos
respondían a los procuradores romanos que los halagaban, invitándoles a
renegar de la fe. Tan clara y vibrante la referencia a “mi padre san
Francisco”, habla de su radicada y amorosa integración en la Orden. Sin
que falte, en fin, el deseo hecho casi oración de que los perseguidores
se arrepientan y perciban y acojan en sus vidas la luz de la fe a través
del encuentro con Cristo.
La convicción de que su muerte era la de
un verdadero mártir quedó inmediatamente manifestada por los esclavos
cristianos, que recogieron sus huesos y su piel como reliquias; enseguida
recibió culto público popular.
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ingreso o última modificación relevante: 18-10-2014
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