108 Mártires polacos durante la ocupación nazi (1939 - 1945)
El papa Juan Pablo II ha
beatificado, el 13 de junio de 1999 en Varsovia, durante su séptimo viaje
apostólico a Polonia, a 108 mártires, víctimas de la persecución contra la
iglesia polaca, ocurrida durante la ocupación alemana nazi, de 1939 a 1945.
En este grupo:
Extracto de la homilía en la ceremonia de
beatificación:
«Fortaléceme, Señor Jesucristo (...), con
el signo de tu santísima cruz, y concédeme (...) que así como llevo sobre mi
pecho esta cruz, que encierra reliquias de tus santos, de la misma manera
siempre tenga presente en mi mente el recuerdo de tu pasión y las victorias de
tus santos mártires»: ésta es la oración que reza el obispo al ponerse la cruz
pectoral. Esta invocación ha de ser hoy la oración de toda la Iglesia en
Polonia que, al llevar desde hace mil años el signo de la pasión de Cristo,
siempre se regenera con la semilla de la sangre de los mártires y vive del
recuerdo de la victoria que lograron en esta tierra.
Precisamente hoy estamos celebrando la
victoria de los que, en nuestros tiempos, dieron la vida por Cristo; dieron la
vida temporal, para poseerla por los siglos en su gloria. Es una victoria
particular, porque la han conseguido representantes del clero y laicos, jóvenes
y ancianos, personas de todas las clases y estados. Entre ellos podemos
recordar al arzobispo Antoni Julián Nowowiejski, pastor de la diócesis de
Plokc, torturado hasta la muerte en Dzialdowo, y a monseñor Wladyslaw Goral, de
Lublin, torturado con especial odio sólo porque era obispo católico. Hubo
también sacerdotes diocesanos y religiosos, que prefirieron morir con tal de no
abandonar su ministerio, y otros que murieron atendiendo a sus compañeros de
prisión enfermos de tifus; algunos fueron torturados hasta la muerte por
defender a los judíos. En ese grupo de beatos había religiosos no sacerdotes y
religiosas, que perseveraron en el servicio de la caridad, ofreciendo sus
tormentos por el prójimo. Entre estos beatos mártires había también laicos.
Había cinco jóvenes formados en el oratorio salesiano; un activista celoso de
la Acción católica, un catequista laico, torturado hasta la muerte por su
servicio, y una mujer heroica, que dio libremente su vida en cambio de la de su
nuera, que esperaba un hijo. Estos beatos mártires son inscritos hoy en la
historia de la santidad del pueblo de Dios que peregrina desde hace mil años en
Polonia.
Si hoy nos alegramos por la beatificación
de 108 mártires, clérigos y laicos, lo hacemos ante todo porque son un
testimonio de la victoria de Cristo, el don que devuelve la esperanza. En
cierto sentido, mientras realizamos este acto solemne se reaviva en nosotros la
certeza de que, independientemente de las circunstancias, podemos obtener una
plena victoria en todo, gracias a aquel que nos ha amado (cf. Rm 8, 37). Los
beatos mártires nos dicen en nuestro corazón: Creed que Dios es amor. Creedlo
en el bien y en el mal. Tened esperanza. Que la esperanza produzca como fruto
en vosotros la fidelidad a Dios en cualquier prueba.
Puede leerse la homilía completa en el sitio del
Vaticano. Cada uno de estos beatos se celebra en el día concreto
de su nacimiento a la vida eterna, y podrá encontrarse allí lo que podamos
recoger de sus respectivos datos biográficos.
fuente: Vaticano
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