Beatas Magdalena Fontaine, Francisca Lanel, Teresa Fantou y Juana Gérard, vírgenes
y mártires
fecha: 26 de junio
fecha en el calendario anterior: 27 de junio
†: 1794 - país: Francia
canonización: B: Benedicto XV 13 jun 1920
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 27 de junio
†: 1794 - país: Francia
canonización: B: Benedicto XV 13 jun 1920
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Cambrai, de nuevo en Francia, beatas
Magdalena Fontaine, Francisca Lanel, Teresa Fantou y Juana Gérard, vírgenes y
mártires, de la Compañía de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que
durante la Revolución Francesa fueron condenadas a muerte y conducidas al
suplicio coronadas a modo de burla con el Rosario.
Estas cuatro mártires eran Hermanas de la
Caridad de San Vicente de Paul, en el convento de Arras. Fueron la madre
superiora, beata Magdalena Fontaine, de 71 años; la beata Francisca Lanel, 42
años; la beata Teresa Fantou, una bretona de 47; y la beata Juana Gerard, de 42
años.
En plena Revolución Francesa, las cuatro
hermanas, de acuerdo con el criterio de su regla, se negaron a prestar el
juramento de fidelidad que exigía la Convención a clérigos y religiosas y, por
lo tanto, se las apuntó en la lista de sospechosos. Pocos meses más tarde, el
14 de febrero de 1794, fueron detenidas por infidelidad. Con base en cierto
documento que había sido introducido clandestinamente en el convento por alguno
de sus enemigos, fueron interrogadas sobre «sus actividades
contrarevolucionarias». El tristemente célebre sacerdote renegado Joseph Lebon,
solicitó a la Convención el envío de las cuatro hermanas a la ciudad de
Cambrai, para ser juzgadas por él. Las prisioneras llegaron a Cambrai el 26 de
junio y, el mismo día, comparecieron ante el tribunal donde se acusó a la
superiora Magdalena de ser «una piadosa contra-revolucionaria» y a las otras
tres como sus cómplices, por lo que fueron condenadas a muerte, sin apelación.
Sin tardanza, las cuatro hermanas de la
caridad fueron conducidas al cadalso y las gentes se detenían a mirarlas,
conmovidas, porque todas ellas iban cantando a voz en cuello el Ave Maria.
Sobre la plataforma de la guillotina se produjo un suceso notable: la madre
Magdalena que fue la última en subir, luego de haber visto rodar las cabezas de
sus tres hijas, se volvió hacia la multitud y gritó: «¡Oíd, cristianos!
Nosotras hemos sido las últimas víctimas. La persecución se detendrá; las
guillotinas serán destruidas y los altares de Jesucristo se levantarán de
nuevo, llenos de gloria». La profecía se realizó al pie de la letra. Tras la
ejecución de las cuatro religiosas y ante críticas tan violentas que amenazaban
con transformarse en ataques armados, Lebon se vio obligado a detener la
matanza y, menos de seis semanas después, su propia cabeza cayó en el cesto.
Las cuatro hermanas de la caridad fueron beatificadas en 1920.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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