Beato Andrés Jacinto Longhin, obispo
fecha: 26 de junio
n.: 1863 - †: 1936 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 20 oct 2002
hagiografía: Vaticano
n.: 1863 - †: 1936 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 20 oct 2002
hagiografía: Vaticano
En Treviso, en Italia, beato Andrés
Jacinto Longhin, obispo, que, en las dificultades de la guerra, acudió generoso
a las necesidades de los prófugos y cautivos, y en medio de la agitación de su
tiempo, con singular solicitud defendió los derechos de los obreros, de los
agricultores y de todos los necesitados.
Nació el 23 de noviembre de 1863 en
Fiumicello di Campodarsego, provincia y diócesis de Padua (Italia), en una
familia de campesinos pobres y muy religiosos. Al día siguiente fue bautizado
con los nombres de Jacinto Buenaventura. Muy pronto manifestó su vocación al
sacerdocio y a la vida religiosa. A los 16 años ingresó en el noviciado de la
Orden de los Frailes Menores Capuchinos, con el nombre de Andrés de
Campodarsego. Después de realizar sus estudios humanísticos en Padua y los
teológicos en Venecia, fue ordenado sacerdote, a los 23 años, el 19 de junio de
1886.
Durante dieciocho años desempeñó los
cargos de director espiritual y profesor de los religiosos jóvenes, mostrándose
guía segura y maestro sabio. En 1902 fue elegido ministro provincial de los
capuchinos de Venecia, cuyo patriarca, Giuseppe Sarto -futuro Papa san Pío X-
lo comprometió en la predicación y en múltiples ministerios dentro de la
diócesis.
El 13 de abril de 1904, Pío X, Sumo
Pontífice desde hacía pocos meses, lo nombró personalmente obispo de Treviso y
quiso que fuera consagrado en Roma por el cardenal Merry del Val. Monseñor
Andrés tomó posesión de la diócesis el 6 de agosto sucesivo, y al año siguiente
inició su primera visita pastoral, que duró casi un lustro: quería conocer bien
su diócesis, una de las más vastas y pobladas de la región, entablar un
contacto personal especialmente con su clero y con el laicado organizado.
Concluyó la visita con la celebración del Sínodo, para aplicar las reformas
puestas en marcha por el Santo Padre. Reformó el seminario diocesano, elevando
la calidad de los estudios y cuidando con esmero la formación espiritual.
Promovió los ejercicios espirituales de los sacerdotes y les trazó un programa
de formación permanente.
Cuando estalló la primera guerra mundial,
Treviso se encontró en la línea del frente. Sufrió invasiones y bombardeos
aéreos que destruyeron la ciudad y más de cincuenta parroquias. Monseñor
Longhin permaneció en su puesto, incluso cuando las autoridades civiles se
fueron, y quiso que también sus sacerdotes se quedaran para atender a los
fieles. Impulsó la asistencia a los soldados, a los enfermos y a los pobres.
En los años duros de la reconstrucción
material y espiritual, reanudó la segunda visita pastoral, que había
interrumpido por causa de la guerra. En medio de graves tensiones sociales, con
fortaleza evangélica indicó que la justicia y la paz social exigían el camino
estrecho de la no violencia y de la unión de los católicos.
De 1926 a 1934 realizó su tercera visita
pastoral para fortalecer la fe de la comunidad diocesana. El Papa Pío XI lo
nombró visitador apostólico, primero en Padua, luego en Údine, para devolver la
paz a esas diócesis afectadas por el enfrentamiento del clero con el obispo. Su
obra de reforma le procuró muchas cruces y sufrimientos, tanto de parte del
clero que no estaba dispuesto a seguirlo por el camino de la renovación como de
numerosos laicos. Sufrió la oposición del fascismo, que prefirió vengarse en
los sacerdotes y los laicos organizados, causando a monseñor Longhin un dolor
más profundo que si lo hubieran herido a él personalmente. Nunca cedió ni a la
violencia ni a los halagos.
Dios quiso purificarlo con una enfermedad
que lo privó progresivamente de las facultades mentales y que sobrellevó con
extraordinaria fe y total abandono a la voluntad divina. Murió el 26 de junio
de 1936. Ya en vida tenía fama de santidad por su heroica caridad y por su
sabia prudencia evangélica. La espiritualidad franciscana, con el rigor de la
Orden capuchina, guió siempre a monseñor Longhin por el camino de una vida
ascética, exigente y fidelísima -oración y penitencia-; de una obediencia
religiosa a la Iglesia; de una pobreza como libertad con respecto a todas las
cosas del mundo; y sobre todo de una caridad generosa y abnegada.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2147
Beato Santiago Ghazir Haddad, presbítero y fundador
fecha: 26 de junio
n.: 1875 - †: 1954 - país: Líbano
otras formas del nombre: Abuna Yaaqub El-Haddad
canonización: B: Benedicto XVI 22 jun 2008
hagiografía: Zenit.org
n.: 1875 - †: 1954 - país: Líbano
otras formas del nombre: Abuna Yaaqub El-Haddad
canonización: B: Benedicto XVI 22 jun 2008
hagiografía: Zenit.org
En Beirut, en el
Líbano, beato Santiago Ghazir Haddad, presbítero y fundador.
Abuna Yaaqub El-Haddad,
tercero de cinco hermanos, nació en Líbano el 1 de febrero de 1875. En 1892,
mientras estaba en Egipto, donde trabajaba como profesor, sintió la vocación
sacerdotal. Decidió entrar en el convento capuchino de Khashbau al año
siguiente. Yaaqub hizo los votos perpetuos en 1898 y llegó a ser sacerdote en
1901.
Fué asignado al
monasterio de Bab Idriss en Beirut. Desde allí, trabajó con dedicación para
construir escuelas elementales para los niños de zonas rurales. Además, dió
vida a la tercera orden para hombres y mujeres. En las huellas de san Francisco
de Asís, el beato libanés fue un incansable apóstol de la caridad, plasmada en
su solicitud por las necesidades físicas y morales del prójimo.
Inmediatamente después
de la guerra mundial, el padre Yaaqub adquirió la colina de Jall-Eddib, donde
quería construir una iglesia y erigir una cruz, y que se convirtió enseguida en
lugar de acogida de sacerdotes enfermos y de otros pobres que pedían
asistencia. Para dar continuidad a su trabajo, en este lugar, fundó en 1930 la
congregación de religiosas de las Hermanas Franciscanas de la Cruz del Líbano,
que desde entonces se dedican al cuidado de minusválidos físicos y mentales, de
personas ancianas e incurables, abandonadas por sus familiares y por los
hospitales, y a la educación de los huérfanos.
El postulador de la
causa de beatificación, el padre Florio Tessari, en una entrevista a la Radio
Vaticana, habló de su incansable obra de predicación en Líbano, Palestina, Irán
y Siria: «Sus 24 volúmenes manuscritos de discursos en árabe -añadió-
atestiguan el empeño de su vida en la evangelización. Luego, su actividad
social. Fundó escuelas, hospitales, orfanatos. Ha sido definido como ‘otro san
Vicente de Paúl' así como ‘el Don Bosco' y ‘el san José Cottolengo del Líbano'
por sus obras de beneficencia que brotaban de su cristocentrismo franciscano.
Su inmensa caridad, expresada en múltiples iniciativas, nacía de la vital
incorporación al Cristo sufriente en sí y en sus miembros, cuya Cruz tan amada
fue la teología y la praxis de su larga vida sacerdotal».
No hay cielo sin cruz
-escribía el padre Yaaqub-, quien quiere el cielo sin sufrimiento, es como
quien quiere comprar mercancías sin pagar.
Murió el 26 de junio de
1954, abrazando una cruz. Fue beatificado en el Líbano el 22 de junio de 2008.
Traducido del italiano
para Zenit por Nieves San Martín, publicado originalmente el 23 de junio de
2008.
fuente: Zenit.org
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