lunes, 27 de febrero de 2017

San Gregorio de Narek. Monje y Doctor de la Iglesia (27 de febrero)

San Gregorio de Narek. Monje y Doctor de la Iglesia

 
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San Gregorio de Narek llegó a convertirse en un distinguido teólogo y uno de los poetas más importantes de la literatura armenia

 

Fiesta: 27 de febrero

San Gregorio de Narek fue un monje armenio, poeta, filósofo místico, teólogo y santo de la Iglesia Apostólica Armenia y de la Iglesia Católica, nacido en una familia de escritores. Ffue "el primer gran poeta de Armenia", famoso por sus poemas dedicados a la Virgen María. Declarado Doctor de la Iglesia Universal por el Papa Francisco
Martirologio Romano: En el monasterio de Narek armenio: San Gregorio, monje, doctor de los armenios, famoso por la doctrina, los escritos y la ciencia mística. Andzevatsik, alrededor de 950 - Narek, sobre 1005. (territorio armenio, hoy turco)

Biografía de San Gregorio Narek

Este sacerdote y monje nació en Andzevatsik (territorio armenio, hoy Turquía) alrededor del año 950, en el seno de una familia de escritores. El padre, Khosrov, fue arzobispo. La mamá de Gregorio murió mientras él todavía estaba en una edad temprana.
Su padre Khosrov, quien más tarde se convirtió en Arzobispo, confió a Gregorio y a su hermano Juan, a su primo Anania de Narek, a quien le llamaban «el filósofo» y era el fundador de la escuela del pueblo donde vivía.
Gregorio de Narek vivió en la época de la separación de la Iglesia Apostólica Armenia de la Iglesia de Aostólica de Roma.
La influencia religiosa de su Tío Ananías en su vida, fijó el curso de su vocación. Ingresa al Seminario y a la edad de 25 años es ordenado sacerdote y se convirtió en el Abad del Monasterio, formador de los novicios.
San Gregorio Narek Vivió allí la mayor parte de su vida en humildad y caridad, llena de trabajo y oración, animada por un ardiente amor por Cristo y su Santísima Madre.
Gregorio de Narek llegó a convertirse en un distinguido teólogo y uno de los poetas más importantes de la literatura armenia. Entre sus obras destacan un Comentario sobre el Cantar de los Cantares y una colección de noventa y cinco oraciones en forma poética llamada "Narek", llamado así por el monasterio en el que vivió.
San Gregorio era un gran devoto de la Virgen María, y según la tradición, María también le habria aparecido en una visión. Cantaba con acentos y tonos sumamente inspirados.
Entre sus composiciones son de destacar el "Discurso panegírico a la Santísima Virgen María" y la Oración 80, titulado "Desde el fondo del corazón, hablar con la Madre de Dios."
En el discurso, que parece inspirado en el Himno Akathist, San Gregorio profundizó la doctrina de la Encarnación, vio la oportunidad para mejorar y cantar con una tierna compasión y con un estilo sublime, la dignidad única y magnífica belleza de la Virgen Madre. «80, La oración», es una obra un poco más madura. En él, el santo, abrumado por muchas razones a la desesperación, expresó con ardiente amor, la certeza de ser ayudado por la Madre del Divino Juez.

Su muerte

San Gregorio murió alrededor del año 1010 y fue enterrado en el mismo monasterio en el que vivió. Su tumba fue el destino de peregrinaciones hasta la época de las masacres perpetradas por los turcos.
La Iglesia Armenia lo incluye entre los doctores. La Iglesia latina, además de reconocer la santidad de este monje, y a quien calificó de "excepcional para la doctrina, los escritos y la ciencia mística", lo recuerda en el Martirologio Romano el día 27 de febrero y fue proclamado "Doctor de la Iglesia Universal" por el Papa Francisco

Oración a la Madre de Dios

Hacia Ti me vuelvo, santa Madre de Dios, Tú que has sido fortificada y protegida por el Padre Altísimo, preparada y consagrada por el Espíritu que sobre Ti reposó, embellecida por el Hijo que habitó en Ti: ayúdame con tus oraciones, a fin de que socorrido siempre por Ti y colmado con tus beneficios; habiendo hallado refugio y luz junto a tu santa maternidad viva yo para Cristo, tu Hijo y Señor.
Sé mi abogada, demanda, suplica; pues, así como creo en tu inefable pureza, así creo también en la buena acogida que se hace a tu palabra.
Glorifica en mí a tu Hijo: que Él se digne obrar divinamente en mí el milagro del perdón y de la misericordia, ¡oh, servidora y Madre de Dios! ¡qué por mí tu honor sea exaltado, y que por Ti mi salvación se manifieste!
Así ocurrirá, ¡oh Madre del Señor!; si en mi búsqueda incierta me acoges, ¡oh Tú, toda disponible!; si en mi agitación me tranquilizas, ¡oh Tú, que eres reposo!; si la inquietud de mis pasiones Tú la transformas en paz, ¡oh pacificadora!; si Tú, que eres dulzura, endulzas mis amarguras; si Tú, que has superado toda corrupción, me despojas de mis impurezas; si Tú, ¡oh gozo! de repente detienes la voz de mis sollozos.
¡Oh Tú, Madre del Altísimo Señor Jesús, creador del universo y de todo, a Quien, de un modo indecible, Tú diste a luz, con toda su humanidad y toda su divinidad, Él que, con el Padre y el Espíritu Santo, es glorificado en su misterio de Dios y en su misterio de Hombre; Él, que es todo en todas las cosas! ¡Para Él sea la gloria por los siglos de los siglos, Amén!
Escrita por San Gregorio de Narek - Extracto del Libro de las oraciones
 

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