domingo, 12 de septiembre de 2021

Domingo XXIV TO Ciclo B (12.09.2021): Marcos 8,27-35. ¿Quién es TU Jesús de Nazaret? y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 42º: 12.09.2021-CUATRO POZOS PARA CUATRO BODAS

 

Lectura en el Evangelio según san Marcos

Palabra más o palabra menos y en las eucaristías del fin de semana del 11-12 de septiembre, estas siete palabras del título serán el anuncio del inicio de la lectura del Evangelio y, ya, con toda la asamblea puesta en pie. En el noventa por ciento de estas liturgias será el sacerdote celebrante quien diga estas palabras y lea el relato de Marcos 8,27-35. Dudo que alguno de estos lectores-celebrantes se atreva a decir en alto y en claro los nombres de los números del capítulo y de los versículos: capítulo séptimo, desde el versículo vigesimoséptimo hasta el versículo trigésimoquinto. 

Deseo repetirlo una vez más y por escrito: Marcos 7,27-35. No estaremos en este domingo con la lectura del mismo hecho en ninguno de los demás Evangelios. Hoy sólo leeremos en el Evangelio de  Marcos. Este texto es tan importante como todos los demás textos de este Evangelio.  Pero es cierto que está colocado por la mano redactora, más o menos, en el centro del libro completo del Evangelio. ¿Me puedo permitir decir que se trata del centro y culmen de este Evangelio? Centro y culmen. Dicho lo dejo.

El asunto es una pregunta que sale de la boca del Jesús que lleva dentro la experiencia de fe de su Evangelista: ¿Quién decís que soy yo? Y junto a la pregunta, la respuesta de quienes están en aquellos momentos alrededor de aquel Jesús de Nazaret. Y estas gentes son hombres y mujeres que le han acompañado por la tierra de Galilea. Importa caer bien en la cuenta de quiénes son tales personas. Hombres y mujeres. Mujeres y hombres. Estas personas están. Escuchan. Acogen las preguntas y responden. Aquellos hombres y mujeres, según el relato del Evangelista, respondieron. Y, luego, se callaron, porque aquel Jesús volvió a hablar... Y el diálogo, que no es otra cosa que los diversos caminos de la palabra, comenzó a fluir.

Según el Evangelista llamado Marcos este asunto del diálogo de 'el preguntar y el responder' se hace asunto central. El Evangelista es Marcos. Mateo y Lucas estuvieron informados como lo estuvo Marcos y escribieron cosas muy distintas, aunque a muchos les puedan sonar tan semejantes. Y lo más sorprendente de todo: el cuarto Evangelio, el de Juan, dejó este asunto de 'el preguntar y el responder' en 'el huerto de los callados'.

A veces me da por imaginar que sólo hubiera existido este primer Evangelio escrito por María Magdalena o llamado también Evangelio de Marcos. En mi imaginación, los asuntos eclesiales y eclesiásticos seguramente hubieran seguido otros caminos a los que ya conocemos por la historia de tantos siglos. Pienso, a veces, que proclamar (anunciar en alto o a voces) este Evangelio de Marcos es como atreverse a regalar, con inmenso cariño, un solemne sopapo a tanta institucionalización eclesiástica.

Según este primer Evangelio, este hecho tan central del preguntar y responder concluyó con una de las más enérgicas prohibiciones realizadas por aquel Jesús de Nazaret: 'Prohibido decir nada de esto a nadie'. Y esta conclusión está recogida por los tres sinópticos. 

Una vez más, la historia de la experiencia humana vuelve a dar la razón a una constatación antropológica universal: Basta que algo esté prohibido para que el ser humano, personal o colectivamente, se empeñe a su manera en transgredirlo, silenciarlo y anularlo. Y hasta llega a suceder que 'aquello prohibido desde su origen acaba convirtiéndose en dogma de la fe del obligado cumplimiento'. Tan tremendo y tan humano. ¿Pecado original? Probablemente.

A continuación se encuentran los comentarios de los relatos evangélicos.

 

Domingo XXIV TO Ciclo B (12.09.2021): Marcos 8,27-35. ¿Quién es TU Jesús de Nazaret? Me lo comento y lo escribo CONTIGO,

El pasado domingo día 5 de septiembre se nos anunció la Buena Noticia de Marcos 7,31-37. Y en este nuevo domingo día 12 de septiembre se nos propone la lectura de Marcos 8,27-35. Invito con insistencia a que se abra la Biblia y se busquen ambas citas para constatar que el relato de Marcos 8,1-26 se nos ha quedado en el olvido, en el silencio, en la papelera de los desperdicios. ¿Qué autoridad de la Religión es la responsable de este atraco al Evangelio? El Vaticano.

La narradora María Magdalena-Marcos nos ha dejado constancia de las últimas tareas realizadas por su Jesús de Nazaret en las tierras de la Galilea. Estas tierras son ‘el lugar privilegiado’, centro y culmen, del encuentro con este Jesús de Nazaret que no está en el sepulcro (o ‘huerto de los callados’, como dice mi amiga Rosa) sino resucitado y viviente. Quienes deseen verlo deben volver siempre a esta Galilea de la vida de Jesús en nuestra historia.

Lo que acabo de expresar no me pertenece, me lo ha regalado la experiencia de esta mujer, la narradora María Magdalena, como nos lo comparte cuando nos dejó escrito el relato de Marcos 15,39 hasta 16,8. ¿Dónde encontrar real y verdaderamente al resucitado? En Galilea.

Parece ser que sólo quien se ha encontrado con este tal Jesús de Nazaret se siente atraído para recorrer con él un camino muy peculiar, el que va desde esta Galilea que ya conocemos hasta Jerusalén, la capital del reino de Israel, con su Templo, centro y culmen entonces de la religión de los judíos. Así comienza el relato que se nos proclamará en este domingo segundo de septiembre en las eucaristías de la catolicidad:

“Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?... ¿Quién decís vosotros que soy yo?

Conviene leerse, por sanidad mental, estas mismas preguntas y sus respuestas aquí y ahora en Marcos 8,27-30 y también en Mt 16,13-20 y también en Lucas 9,18-21. En Lucas ha desaparecido la realidad del camino y el lugar llamado Cesarea de Filipo. Sólo en Mateo su Jesús le dice a Pedro que sería papa de la Iglesia (así se lee y comprende en el Vaticano). En los tres Evangelios su Jesús de Nazaret prohíbe a sus acompañantes que le llamen Mesías o hablen de él como si fuera el Mesías. En Marcos y en Mateo al seguidor Pedro se le llama ‘Satanás’ por no estar dispuesto a comprender que el mesías debe (imperativo) ser un servidor y nunca o jamás un servido. Lucas no ha querido saber nada de este asunto de Pedro y su ‘satanidad’. En estos tres Evangelios y en este momento y lugar hay muchas mujeres que están con Jesús y, entre ellas, María Magdalena. Y, por fin, que nadie busque en el Evangelio de Juan nada de todo esto que estamos leyendo y saboreando en los tres Evangelios sinópticos.

Desde estos acontecimientos relatados en nuestros Evangelios, la pregunta sigue en pie día a día y año tras año para quien se detiene en el texto y lee: ¿Quién decís vosotros que soy yo? Resulta prácticamente imposible recopilar cada una de las respuestas a la pregunta. Cada uno sabemos que de esto se habló en la preparación para su primera comunión. Cada uno sabemos qué Catecismo tuvimos entonces entre manos. Cada uno sabemos que este Jesús de Nazaret suele ser Él o ÉL, el Señor, el Cristo, Jesucristo, el Mesías, la segunda persona de la santísima Trinidad, verdadero Dios y verdadero hombre, una persona con dos naturalezas, el Unigénito, el que pasó haciendo el bien, un hombre, una persona, como tú y como yo, el hijo de José y de María, el profeta, el provocador. Carmelo Bueno Heras.      

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 42º: 12.09.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

CUATRO POZOS PARA CUATRO BODAS

Enredado en la redacción de una página sobre el arte románico para un libro de Religión de cuarto de la ESO, leía cierto día lo siguiente: “El pozo es por sí solo un microcosmos reducido a lo esencial; numerosos cultos atestiguan su carácter sagrado. Pone en comunicación con la morada de los muertos; el eco cavernoso que de allí sube y los reflejos fugitivos del agua removida oscurecen más bien que aclaran el misterio...” (Gérard de Champeaux, Introducción a los símbolos, Ed. Encuentro, p. 183).

Si el documentado investigador citado dice lo que se acaba de leer, será verdad. Pero intuyo que las gentes de la Bíblia no estarían muy de acuerdo con tales afirmaciones. Por eso, invito al lector de estos minutos bíblicos que se tome la molestia de abrir su biblia y leer estas tres largas citas: Génesis 24, Génesis 29 y Éxodo 2.

Se habrá comprobado en la sabrosa lectura de estas historias que los famosos personajes del viejo pueblo de Israel Isaac, Jacob y Moisés encontraron a sus futuras esposas Rebeca, Raquel y Séfora en sus correspondientes “citas” junto a un pozo. Los tres encuentros en el pozo acabaron en boda. Dejo, pues, que cada cual responda ahora un par de sencillos interrogantes: ¿Qué evoca el pozo en el oyente o lector, de entonces y de ahora? ¿De qué es símbolo el pozo en la literatura bíblica?

La cuarta “cita” o encuentro de un hombre y una mujer junto a un pozo está contada en el Nuevo Testamento, en el cuarto capítulo del evangelio de Juan. Jesús y la samaritana son los protagonistas. Los discípulos de Jesús y el pueblo samaritano son los testigos, ¡sorprendidos!, de la nueva boda. La cuarta.

Junto a estos pozos de la Biblia, la historia de los encuentros siempre comienza con el tema del agua. “Dame de beber”, le dice a modo de saludo interesado Jesús a la samaritana. “Dame de esa agua...”, le pide la samaritana al nuevo pozo que acaba de descubrir en el breve diálogo con Jesús. En estas dos peticiones, que abren y cierran la conversación sobre el primer tema que abordan los interlocutores, el agua pasa de ser una refrescante bebida natural a evocar, a la vez, la vieja ley del judaísmo (que no apaga ninguna sed) o la nueva espiritualidad ofrecida gratuitamente por Jesús (que convierte a su bebedor en un manantial inagotable).

Este nuevo simbolismo del agua y del pozo se comprende definitivamente en toda su extensión al ponerlo en relación con los dos siguientes temas que tan animadamente abordan los contertulios del pozo: los maridos de la samaritana y los cultos religiosos de ambos pueblos. Cinco fueron en los orígenes “los maridos o dioses” del pueblo samaritano (ver 2Reyes 17,24-41) y el actual sexto marido es el “dios” samaritano del santuario de Garizim. Al escuchar la mujer la crítica radical de Jesús contra todo lugar sacralizado, abandona también a su “sexto marido”, porque, al fin, encontró en Jesús el verdadero y definitivo, su séptimo marido: el Mesías que esperaba y el Dios que en él se manifestaba como el Salvador del mundo.

Se comprenderá ahora, creo, el porqué del título de estas líneas y el significado profundamente humano y divino (espiritual, en el mejor de los sentidos) de estas cuatro bodas y de otros muchísimos matrimonios conocidos que nos evocan y transparentan la entrega gratuita y total, la cercanía y ternura, la misericordia entrañable y el amor del Dios de Jesús con todos los seres humanos.

Y, como guinda de este pastel, muchos agradecerán la lectura de las páginas 46-56 de “El Señor de los amigos” (PPC), donde Cortés comenta bellísimamente esta misma historia de amor de Jesús con la mujer, que también es la pagana y conquistadora Samaría. Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 86 (febrero.2003).

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