Treinta años son menos que
una pizca
Corrían a su ritmo los días
del año mil novecientos noventa y uno. Eran días del siglo pasado o, si se
quiere ser más solemne en la antigüedad, eran días del milenio pasado. Recuerdo
esto por la sencilla razón de que, por entonces, dejé escrita una página en la
revista de La Salle llamada 'Educar hoy'. Esa página llevaba, y llevará
siempre, un título provocativo.
Personalmente, ese título lo
he recordado tantas veces y lo he compartido otras tantas con quienes nos hemos
atrevido a leer juntos algunas páginas de la Biblia. Después del tiempo pasado,
un milenio, un siglo, tres décadas o, tan poquita cosa como una semana... me
atrevo a escribirte ahora las vocales y consonantes de aquel titular de mi
página de los 'Cinco minutos' en Educar hoy: Los maridos de la samaritana
tienen nombres propios.
Seguramente, asiduo leyente
de esta pantalla, conoces con precisión tales nombres o, si no es así, sabes
perfectamente dónde encontrar esta información. Si no fuera este el caso,
sigue leyendo, por favor, y sin prisas. Después de unos cuantos párrafos
llegarás a encontrar la solución y podrás constatar que todo esto lo sabías, lo
sabes y nunca se te ha olvidado.
¿Tan importante es saber el
dato de los cinco nombres de los cinco primeros maridos de la mujer samaritana
del capítulo cuarto del Evangelio de Juan? Creo que sí es importante.
Creo que es tan importante
como saber con cierta precisión 'qué es estar con Jesús de Nazaret y qué es
hacer como Jesús de Nazaret'. Este es el título que se me despertó cuando acabé
de escribir el comentario del relato evangélico de Marcos 9,38-48. Creo que
'estar con' y 'hacer como' aquel judío, laico y galileo llamado Jesús de
Nazaret es importante para un elevadísimo número de hombres y mujeres que
fueron, son y serán vivientes de este cosmos, de este mundo y de esta tierra.
Podría contar un buen puñado
de anécdotas a propósito de esta ocasional ocurrencia de preguntarnos y
dialogar sobre el nombre de aquellos cinco maridos primeros de aquella mujer
samaritana a quien nadie conocía hasta que de ella nos escribió a finales del
siglo primero el cuarto Evangelista.
Desde aquellos tiempos del
Evangelista Juan han transcurrido hasta hoy unos dos mil años contados con
una pizca de exageración. ¿Qué son los treinta años de mi página de Educar hoy
en comparación con los dos milenios de la iniciativa de Juan Evangelista? ¡Como
para sacar pecho o tenerse por algo o alguien!
La lucidez del Evangelista sí
que mereció la pena. Por eso, tiene pleno sentido volver a aquel siglo primero
y a la propia vida del galileo de Nazaret más significativo.
No me alargo más en esta
presentación y acabo señalando esto último. ¿Una guinda del pastel?
Esta cuestión de los maridos de la samaritana tiene poquito que ver con
los asuntos del matrimonio, el divorcio, el repudio o los temas de la familia.
Parece ser que el asunto central que se ventila entre aquel galileo y aquella
samaritana se refiere a la realidad de la altísima política internacional con
todas sus repercusiones en el ámbito de las Religiones, los Poderes, las
Culturas, las Ideologías, el Progreso... Y MÁS... Puntos suspensivos.
A continuación se encuentran
los comentarios de los relatos evangélicos de este domingo día 26 de
septiembre.
Domingo XXVI TO
Ciclo B (26.09.2021): Marcos 9,38-43. 45. 47-48 ¿Qué es estar con y hacer como Jesús de Nazaret? Me lo pregunto CONTIGO,
Al comenzar este comentario quiero indicar una
curiosidad. Si se ha mirado detenidamente la cita del texto bíblico que se nos
leerá en este domingo se habrá caído en la cuenta de la ausencia de dos
versículos, el 44 y el 46. El texto de ambos versículos sí existe en la Biblia
llamada Vulgata. En cambio, tal texto no existe en los manuscritos de otras
traducciones que suelen considerarse más autorizadas. Y completo la información
si digo que el texto de estos dos versículos en la Vulgata dice exactamente lo
mismo que el versículo 48: “donde su gusano no muere y el fuego no se apaga”.
Las Biblias, algunas, lo suelen explicar en nota a pie de página.
Marcos
9,38-48 es el final del capítulo noveno de este Evangelio. Sabemos, lo
recuerdo, que la mano narradora nos está llevando con su Jesús de Nazaret por
la segunda etapa del camino de subida a Jerusalén. Es el camino del aprendizaje,
o el del acompañamiento, o el de la experiencia de la convivencia, o de la
enseñanza, o del compartir, o ... el camino de la comprensión del Reino Reinado
de Dios.
Es
probable que quedara ya muy claro que en este asunto del Reino Reinado de Dios
importa mucho el asunto de ‘el más grande’, el mayor, la autoridad. Nos lo
enseñamos y aprendimos en el relato del domingo pasado: servir siempre, no
servirse. Pero habiendo entendido esto, ¿ómo es posible que uno de los
DOCE, Juan, se atreva a afirmar increíblemente y sin pestañear lo que lleva en
sus adentros como seguidor de Jesús:
“Maestro,
hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y
hemos tratado de impedírselo porque no está con nosotros” (Marcos 9,38).
¿Con
qué nombre bautizamos esta actitud (más bien dogma, de la religión y práctica)
de Juan? ¿Religión única y verdadera? ¿Monopolio de la pastoral? ¿Autoritarismo
evangelizador? ¿Exclusividad en nombre de lo divino? ¿Nacionalismo absoluto?
¿Patrimonialización de la sociedad religiosa? ¿Credo y dogma totalitarios? Este
apóstol Juan, ¿puede un lector imaginarse que llegara a ser el escritor del
llamado cuarto Evangelio?
Al
Evangelista Mateo le debió de parecer inaceptable’ que fuera Juan el
responsable de tal mentalidad. Pero sorprende más aún que directamente se lo
haya atribuido por entero a Jesús de Nazaret, aunque se trate de un contexto
muy distinto (Mateo 12,30). Y el tercer narrador sinóptico está del lado de
Marcos y sitúa estos acontecimientos en el momento final y conclusivo de la
evangelización de Jesús en Galilea (Lucas 9,49-50).
Se
constata que este asunto del estar y hacer como aquel Jesús de Nazaret
puede llegar a ser objeto de posturas religiosas enfrentadas. Y desde aquellos
tiempos del Evangelio y del siglo primero hasta nuestros días, la historia nos
dice que estas actitudes atribuidas a Juan, según el primero y el tercero de
los Evangelistas, siguen teniendo peso específico y muchos defensores.
Y
en el cuarto Evangelio, ¿se puede rastrear alguna lámpara encendida que ilumine
el pensar y creer de quienes seguimos deseando estar con y hacer como Jesús?
Para mí, sí. Y lo volveré a repetir una vez más. Aquella palabra escrita en
Juan 13,35 será siempre lámpara encendida e inagotable: “Si os amáis unos a
otros, sabrán todos que sois mis seguidores”. Y otra lámpara encendida por
la mano narradora de este Evangelio es el relato del encuentro del judío laico
y galileo con la mujer samaritana que se inicia con “dame de esa agua” (Jn
4,5-42). Carmelo B. H.
CINCO MINUTOS
con la Biblia entre las manos. Domingo
44º: 26.09.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos
¡completos!...
LOS MARIDOS DE LA SAMARITANA
TIENEN NOMBRES PROPIOS
“La mujer
(samaritana) le dijo (a Jesús):
Señor, dame agua de ésa; así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí
a sacarla. Él repuso: Ve a llamar a tu marido y vuelve acá. La mujer le
contestó: No tengo marido. Jesús le dijo: Muy bien has dicho que no tienes
marido, porque has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has
dicho la verdad. La mujer le contestó: Señor, veo que eres un profeta.
Nuestros padres celebraban el culto en este
monte...” (Juan 4,15-20).
1. El diálogo de Jesús con la samaritana, según
nos lo presenta Juan, es uno de los más logrados de la literatura bíblica.
Primero dialogan sobre el tema del agua, luego sobre los maridos, después
sobre el culto y el templo...
2. Jesús, buen conocedor de las personas y mejor
especialista de los acontecimientos históricos, le dice a la mujer que «ha
estado casada con cinco maridos» y «el que ahora vive con ella no es su
marido». ¿De qué maridos se trata? ¿Quiénes son estos maridos? Lo digo pronto y
claro: Los maridos son «dioses» y la mujer samaritana es “el pueblo
samaritano”. Por eso, el texto de Juan no se refiere a una mujer concreta,
digámoslo naturalmente, de «vida alegre y fácil».
3. Sugiero que el lector lea en el segundo
libro de los Reyes y en el capítulo 17 los versículos 24-41. Ahí se dice
quiénes eran los cinco primeros maridos de la samaritana. Jesús, como profeta,
no es alguien que conozca la «vida y milagros» de la samaritana, sino alguien
que conoce la historia pasada. Y esta historia dice que los samaritanos se
conquistaron para ellos las tierras de Israel
(como la antigua Rusia con Afganistán, los
USA con Panamá, Irak con Kuwait...). Los muros de oposición
entre judíos y samaritanos eran muros de odio y de enemistad. Jesús lo sabía y
dio el primer paso para derribar esos muros. La mujer samaritana se extrañó de
la acogida, la hospitalidad, la cercanía del judío Jesús.
4. El marido-dios actual de la mujer-pueblo
samaritano es el dios que se venera en el monte Garizim; dios distinto al que
veneran los judíos en Jerusalén. La samaritana y Jesús lo saben. Dioses
distintos, pueblos enemigos. El Dios de Jesús, por el contrario, no es Dios
enemigo, sino Padre de todos. Por eso, Jesús y el pueblo samaritano, judíos y
samaritanos, no pueden ser pueblos enfrentados, sino hermanos. Entre ambos
pueblos no puede existir muro de separación, de odio, de muerte, sino puertas
abiertas al diálogo, la hospitalidad y la cercanía. Esto es lo que ofrece
Jesús. Esto es lo que acepta la samaritana, la liberación gozosa que
experimenta la samaritana es inmensa. Jesús es el profeta, porque de la
historia pasada actualiza acciones liberadoras nuevas según el proyecto de amor
de Dios Padre, en quien sí cree.
5. Y tú, que lees con saboreo y en profundidad el
texto, ¿verdad que esta acción de Jesús tiene muchísimas implicaciones
políticas, sociales y religiosas? ¿Verdad que no se trata de una acción
puramente dirigida a la «conversión» de una mujer de mala vida? ¿Verdad que se
trata de una «conversión» de familias bloqueadas, de grupos cristianos
enfrentados, de comunidades autónomas que sólo piden... (¿), de pueblos
enteros que se matan por defender fronteras de tierras, de...? Carmelo Bueno
Heras. Educar hoy 26 (abril.1991).
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