domingo, 17 de abril de 2022

Domingo Pascua de Resurrección C (17.04.2022): Juan 20,1-9 ( CONFIESO QUE ME EMOCIONA Y HUMANIZA) y CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos

 

LLEGARÁ LA PASCUA, PROBABLEMENTE.

En pleno mes de abril y en el día-noche de la primera luna llena de primavera nos llega la fiesta de Pascua. Curiosamente, en las procesiones de esta semana, en nuestra tierra de España, ya no hay pasos que pasen, ¡oficialmente!, por las calles con el resucitado. Todo parece que se acabó con el dolor silencioso del sepultamiento. ¿Cuántas cofradías tienen su motivo de encuentro en la alegría de la Pascua? Esto es ya 'harina de otro costal' que se dice entre las gentes de mi aldea y popularmente. La Pascua diaria que vivimos los resucitadores de Jesús de Nazaret no ha llegado a empapar la religiosa espiritualidad del sufrimiento redentor. Se diría que el Dios de los cristianos de la llamada Contrarreforma tridentina sigue necesitando dolor y sangre para olvidar la transgresión imaginada desde la línea de salida de la humanidad simbolizada en los bíblicos Adán y Eva.

La fiesta de la vida hecha naturaleza...

La fiesta de la vida hecha hija o hijo...

La fiesta de la vida hecha alegría y desbordamiento...

La fiesta de la vida hecha humanización entrañable...

La fiesta de la vida que debiera ser la Pascua, ¿por qué no tiene su semana como la llamada santa, la del dolor, la del desvivimiento, la de la cruz, la de la muerte?

Mi sentido común me dice que algo no anda bien en esta espiritualidad santa que no concede a la alegría de vivir, al menos, tanta importancia como a la experiencia del acabamiento doloroso, el sufrimiento y la muerte.

Seguramente que alguno me dirá o recordará o invocará al 'descanso definitivo en la patria del más allá, pascua celestial, inmortal seguro, paraíso de la gloria, esperanza cumplida'...

Perdona, mi leyente, que recuerde en esta hora de la pascua de la religión y de su liturgia aquel 'Córtala', que el Evangelista Lucas colocó en labios de su Jesús de Nazaret para referirse a la higuera del templo de Jerusalén (Lucas 13,1-9). 

Será una pandemia de provocación soñar con la desaparición de una semana santa para que amanezca, por fin, una nueva semana de alegría desbordada y de humanidad entrañable. Progresivamente, menos semana santa y más semana de pascua. ¿Será éste el nuevo contexto del aprendizaje de la fe? 

Menos Religión y más Evangelio. Progresivamente.

A continuación se encuentran los comentarios para este domingo de la Pascua de la Alegría.

Carmelo B. H. 

 

Domingo Pascua de Resurrección C (17.04.2022): Juan 20,1-9

Me lo escribo CONTIGO: CONFIESO QUE ME EMOCIONA Y HUMANIZA

En este domingo de Resurrección se nos leerá el relato de Juan 20,1-9 y el próximo domingo se nos leerá Juan 20,19-31. Y, otra vez más lo denuncio, ¿por qué no se nos lee el texto intermedio de Juan 20,10-18? ¿Por qué esta LITURGIA CATÓLICA silencia una vez más la narración de la primera aparición del Resucitado a una MUJER, María Magdalena?

 

Creo que en algún lugar de esta casa del mundo alguna mujer debería de levantar la voz entre los días 11 a 16 de abril para que públicamente se proclame todo el capítulo vigésimo de este cuarto Evangelio. Este relato sobre María Magdalena ha pasado sepultado y sin voz veinte siglos de historia en las católicas liturgias dominicales. ¡Basta ya! ¡Ni uno más!

 

“El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto” (Juan 20,1-2).

 

Me llama la atención la expresión ‘sabemos’ puesta por el Evangelista en labios de María Magdalena. Evidentemente es un plural. ¿Acaso alguien más está acompañando a María Magdalena en este acontecimiento que se nos narra? ¿Se refiere este plural a María Magdalena, Simón Pedro y al otro discípulo?

 

“Sabemos”; me quedo con esta expresión y me atrevo a leer Marcos 16,1-8, y también Mateo 28,1-8, y también Lucas 24,1-12. En estas narraciones del mismo acontecimiento de la madrugada del primer día de la semana se entiende muy bien esta expresión verbal en plural: ‘sabemos’. Se trata de María Magdalena y las demás mujeres que la acompañan. ‘Todas saben’.

 

Todas estas mujeres ‘sabias’ por saber, y que no son pocas, acompañan a su Jesús de Nazaret hasta después de que éste es sepultado. Le habían conocido ‘desde cuando estuvieron con él en Galilea’. Y con él subieron desde Galilea hasta Jerusalén de Judea en más de una ocasión. Y con él permanecieron en Jerusalén cuando los acontecimientos se le atravesaron en el camino de su vida y acabaron con ella. Ellas siempre estuvieron ahí, con él. Por eso, ¡sabían tanto!

 

Frente a estas mujeres, encontramos a los seguidores, Simón Pedro, el discípulo amado y todos los demás que ‘no habían comprendido los mensajes de las Escrituras’: Jesús debía resucitar de entre los muertos (Jn 20,9). Lo que acabo de escribir en letra cursiva y en negrita es para que no se me olvide nunca y que enseguida lo reconozca como muy importante cuando mis ojos se paseen por estos surcos... 

 

Tanto aquellas mujeres como estos hombres han llegado a saber y comprender que son los vivos quienes tienen como misión resucitar a sus muertos de entre los muertos. ¿Quién nos ha descubierto a ti y a mí la luz y el calor de esta misión resucitadora? En primero y principal lugar, la vida y el misterio que la empapa de sentido y de humanidad entrañable. La muerte será siempre la penúltima palabra, un punto y seguido, porque siempre nos va a quedar la presencia de los vivos, de los resucitadores de sus muertos. Confieso que me emociona y humaniza contemplar la presencia y la tarea resucitadora de María Magdalena y sus acompañantes en esa experiencia tan cotidiana de la muerte de su ser querido. ¿No fue así y todo esto y para ella su Jesús de Nazaret? Carmelo Bueno Heras  

 

CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos

Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

Ahora, Semana 21ª: 17.04.2022: Cita de Amélie Nothomb, Sed, Barcelona, febrero 2022, 123 páginas.

 

Siempre supe que me condenarían a muerte. La ventaja de esta certeza es que pude centrar mi atención en lo que la merece: los detalles.

Creía que mi juicio sería una parodia de justicia. Y efectivamente lo fue, aunque no del modo que había creído. En lugar del trámite apresurado y formal que había imaginado, sacaron la artillería pesada. El fiscal no dejó nada al azar.

Uno tras otro, los testigos de cargo fueron desfilando. No di crédito cuando vi llegar a los recién casados de Caná, los beneficiarios de mi primer milagro.

-Este hombre tiene el poder de transformar el agua en vino -declaró, muy serio, uno de los cónyuges-. Sin embargo, esperó al final de la boda para ejercer su don. Se complacía con nuestra angustia y humillación cuando podría habernos ahorrado ambas perfectamente. Que el mejor vino se sirviera después del mediocre fue culpa suya. Fuimos el hazmerreír de todo el pueblo.

Miré con calma a los ojos de mi acusador. Me sostuvo la mirada, convencido de tener la razón […]

En realidad, no solo no fue necesario convencerlos para que testificaran, sino que lo estaban deseando ardientemente. La complacencia con que cada uno declaró en mi contra me llenó de asombro. Más aún por cuanto no era en absoluto necesario. Todos sabían que sería condenado a muerte […]

Pilatos se levantó y declaró: Acusado, serás crucificado. Me gustó su economía del lenguaje. Lo bueno del latín es que nunca comete pleonasmos. Habría odiado que dijera: Serás crucificado hasta la muerte […] Entonces tuve un pensamiento divertido […]

 

Estoy aquí. Nunca he dejado de estar aquí. De un modo distinto, es cierto, pero aquí estoy. No hace falta creer en algo para indagar sobre el misterio de la presencia. Se trata de una experiencia habitual. ¿Cuántas veces estamos en un lugar sin estar realmente presentes? No siempre sabemos a qué se debe. ‘Concéntrate’, piensas. Esto significa ‘reúne tu presencia’. Cuando hablamos de un alumno distraído estamos evocando el fenómeno de una presencia que se dispersa. Para eso es suficiente estar distraído.  La distracción nunca ha sido mi fuerte. Ser Jesús quizá sea eso: alguien que está presente de verdad. Me resulta difícil comparar. En eso soy igual que los demás, sólo puedo acceder a mi propia experiencia. Mi llamada omnisciencia me deja en la más vasta de las ignorancias […] 

Morir es el acto de presencia por excelencia […]

Empecé mi vida eterna […]

Estar muerto es agradable […]

Si amáis a vuestros muertos, confiad en ellos hasta el punto de amar su silencio. Texto completo, en las páginas 7-14. 105-114.

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