LLEGARÁ
LA PASCUA, PROBABLEMENTE.
En
pleno mes de abril y en el día-noche de la primera luna llena de primavera nos
llega la fiesta de Pascua. Curiosamente, en las procesiones de esta semana, en
nuestra tierra de España, ya no hay pasos que pasen, ¡oficialmente!, por las
calles con el resucitado. Todo parece que se acabó con el dolor silencioso del
sepultamiento. ¿Cuántas cofradías tienen su motivo de encuentro en la alegría
de la Pascua? Esto es ya 'harina de otro costal' que se dice entre las gentes
de mi aldea y popularmente. La Pascua diaria que vivimos los resucitadores de
Jesús de Nazaret no ha llegado a empapar la religiosa espiritualidad del
sufrimiento redentor. Se diría que el Dios de los cristianos de la llamada
Contrarreforma tridentina sigue necesitando dolor y sangre para olvidar la
transgresión imaginada desde la línea de salida de la humanidad
simbolizada en los bíblicos Adán y Eva.
La
fiesta de la vida hecha naturaleza...
La
fiesta de la vida hecha hija o hijo...
La
fiesta de la vida hecha alegría y desbordamiento...
La
fiesta de la vida hecha humanización entrañable...
La
fiesta de la vida que debiera ser la Pascua, ¿por qué no tiene su semana como
la llamada santa, la del dolor, la del desvivimiento, la de la cruz, la de la
muerte?
Mi
sentido común me dice que algo no anda bien en esta espiritualidad santa que no
concede a la alegría de vivir, al menos, tanta importancia como a la
experiencia del acabamiento doloroso, el sufrimiento y la muerte.
Seguramente
que alguno me dirá o recordará o invocará al 'descanso definitivo en la patria
del más allá, pascua celestial, inmortal seguro, paraíso de la gloria,
esperanza cumplida'...
Perdona,
mi leyente, que recuerde en esta hora de la pascua de la religión y de su
liturgia aquel 'Córtala', que el Evangelista Lucas colocó en labios de su Jesús
de Nazaret para referirse a la higuera del templo de Jerusalén (Lucas
13,1-9).
Será
una pandemia de provocación soñar con la desaparición de una semana santa para
que amanezca, por fin, una nueva semana de alegría desbordada y de humanidad
entrañable. Progresivamente, menos semana santa y más semana de pascua. ¿Será
éste el nuevo contexto del aprendizaje de la fe?
Menos
Religión y más Evangelio. Progresivamente.
A
continuación se encuentran los comentarios para este domingo de la Pascua de la
Alegría.
Carmelo
B. H.
Domingo Pascua de
Resurrección C (17.04.2022): Juan 20,1-9
Me lo escribo
CONTIGO: CONFIESO QUE ME EMOCIONA Y HUMANIZA
En este
domingo de Resurrección se nos leerá el relato de Juan 20,1-9 y el
próximo domingo se nos leerá Juan 20,19-31. Y, otra vez más lo denuncio, ¿por
qué no se nos lee el texto intermedio de Juan 20,10-18? ¿Por qué esta LITURGIA
CATÓLICA silencia una vez más la narración de la primera aparición del
Resucitado a una MUJER, María Magdalena?
Creo que
en algún lugar de esta casa del mundo alguna mujer debería de levantar la voz
entre los días 11 a 16 de abril para que públicamente se proclame todo el
capítulo vigésimo de este cuarto Evangelio. Este relato sobre María Magdalena
ha pasado sepultado y sin voz veinte siglos de historia en las católicas
liturgias dominicales. ¡Basta ya! ¡Ni uno más!
“El
primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando
aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue
donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”
(Juan 20,1-2).
Me
llama la atención la expresión ‘sabemos’ puesta por el Evangelista en labios de
María Magdalena. Evidentemente es un plural. ¿Acaso alguien más está
acompañando a María Magdalena en este acontecimiento que se nos narra? ¿Se
refiere este plural a María Magdalena, Simón Pedro y al otro discípulo?
“Sabemos”;
me quedo con esta expresión y me atrevo a leer Marcos 16,1-8, y también Mateo
28,1-8, y también Lucas 24,1-12. En estas narraciones del mismo acontecimiento de
la madrugada del primer día de la semana se entiende muy bien esta expresión
verbal en plural: ‘sabemos’. Se trata de María Magdalena y las demás mujeres
que la acompañan. ‘Todas saben’.
Todas
estas mujeres ‘sabias’ por saber, y que no son pocas, acompañan a su Jesús de
Nazaret hasta después de que éste es sepultado. Le habían conocido ‘desde
cuando estuvieron con él en Galilea’. Y con él subieron desde Galilea hasta
Jerusalén de Judea en más de una ocasión. Y con él permanecieron en Jerusalén
cuando los acontecimientos se le atravesaron en el camino de su vida y acabaron
con ella. Ellas siempre estuvieron ahí, con él. Por eso, ¡sabían tanto!
Frente
a estas mujeres, encontramos a los seguidores, Simón Pedro, el discípulo amado
y todos los demás que ‘no habían comprendido los mensajes de las Escrituras’: Jesús
debía resucitar de entre los muertos (Jn 20,9). Lo que acabo de
escribir en letra cursiva y en negrita es para que no se me olvide nunca y que
enseguida lo reconozca como muy importante cuando mis ojos se paseen por estos
surcos...
Tanto
aquellas mujeres como estos hombres han llegado a saber y comprender que son
los vivos quienes tienen como misión resucitar a sus muertos de entre los
muertos. ¿Quién nos ha descubierto a ti y a mí la luz y el calor de esta misión
resucitadora? En primero y principal lugar, la vida y el misterio que la empapa
de sentido y de humanidad entrañable. La muerte será siempre la penúltima
palabra, un punto y seguido, porque siempre nos va a quedar la presencia de los
vivos, de los resucitadores de sus muertos. Confieso que me emociona y humaniza
contemplar la presencia y la tarea resucitadora de María Magdalena y sus
acompañantes en esa experiencia tan cotidiana de la muerte de su ser querido.
¿No fue así y todo esto y para ella su Jesús de Nazaret? Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS con la otra
Biblioteca de la BIBLIA entre las manos
Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos
también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y
nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado
haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a
compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros.
Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda
persona, ¡todo está relacionado!
Ahora,
Semana 21ª: 17.04.2022: Cita de Amélie Nothomb, Sed, Barcelona, febrero 2022,
123 páginas.
Siempre supe que me condenarían a muerte. La ventaja
de esta certeza es que pude centrar mi atención en lo que la merece: los
detalles.
Creía que mi juicio sería una parodia de justicia. Y
efectivamente lo fue, aunque no del modo que había creído. En lugar del trámite
apresurado y formal que había imaginado, sacaron la artillería pesada. El
fiscal no dejó nada al azar.
Uno tras otro, los testigos de cargo fueron
desfilando. No di crédito cuando vi llegar a los recién casados de Caná, los
beneficiarios de mi primer milagro.
-Este hombre tiene el poder de transformar el agua en
vino -declaró, muy serio, uno de los cónyuges-. Sin embargo, esperó al final de
la boda para ejercer su don. Se complacía con nuestra angustia y humillación
cuando podría habernos ahorrado ambas perfectamente. Que el mejor vino se
sirviera después del mediocre fue culpa suya. Fuimos el hazmerreír de todo el
pueblo.
Miré con calma a los ojos de mi acusador. Me sostuvo
la mirada, convencido de tener la razón […]
En realidad, no solo no fue necesario convencerlos
para que testificaran, sino que lo estaban deseando ardientemente. La
complacencia con que cada uno declaró en mi contra me llenó de asombro. Más aún
por cuanto no era en absoluto necesario. Todos sabían que sería condenado a
muerte […]
Pilatos se levantó y declaró: Acusado, serás
crucificado. Me gustó su economía del lenguaje. Lo bueno del latín es que nunca
comete pleonasmos. Habría odiado que dijera: Serás crucificado hasta la muerte
[…] Entonces tuve un pensamiento divertido […]
Estoy aquí. Nunca he dejado de estar aquí. De un modo
distinto, es cierto, pero aquí estoy. No hace falta creer en algo para indagar
sobre el misterio de la presencia. Se trata de una experiencia habitual.
¿Cuántas veces estamos en un lugar sin estar realmente presentes? No siempre
sabemos a qué se debe. ‘Concéntrate’, piensas. Esto significa ‘reúne tu
presencia’. Cuando hablamos de un alumno distraído estamos evocando el fenómeno
de una presencia que se dispersa. Para eso es suficiente estar distraído.
La distracción nunca ha sido mi fuerte. Ser Jesús quizá sea eso: alguien que
está presente de verdad. Me resulta difícil comparar. En eso soy igual que los
demás, sólo puedo acceder a mi propia experiencia. Mi llamada omnisciencia me
deja en la más vasta de las ignorancias […]
Morir es el acto de presencia por excelencia […]
Empecé mi vida eterna […]
Estar muerto es agradable […]
Si amáis a vuestros muertos, confiad en ellos hasta el
punto de amar su silencio. Texto completo, en las páginas 7-14. 105-114.
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