sábado, 18 de junio de 2022

Domingo del Stmo. Cuerpo y Sangre de Cristo C (19.06.2022): Lucas 9,11-17. Multiplicar la humanidad entrañable y CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos (Semana 30ª: 19.06.2022: Cita de León Felipe, Antología rota. Epílogo por Guillermo de Torre, Losada).

 

Paciente Leyente

Fiesta del CORPUS. 

No es preciso añadir nada más para identificar el inmenso universo de evocaciones que se despiertan ante tal festividad.

Dos sacramentos de la Religión se ponen en escena con sus mejores ropajes e iconografías: el sacerdocio y la eucaristía. 

Cualquier lujo de ostentación y grandeza es poco.

Se proclama que Él está real y verdaderamente presente. Y ante esta realidad parece que todo a su alrededor palidece.

Detenerse a contemplar tal misterio sobrecoge.

Es la máxima expresión de la Religión Católica Apostólica Romana y Vaticana. Esta es su fe y no debe ponerse en duda.

Por esa razón de poderosa seguridad me pareció oportuno sugerir la lectura de los poemas de un poeta zamorano llamado León Felipe. El piojo, le decían, por ser ese picor que escuece y nunca se sabe bien en qué pliegue de las costuras se le encuentra.

Ante la grandiosa magnificencia del CORPUS se levanta la vocecilla del Evangelio de este mismo día y que se nos proclama en el relato de Lucas: Dadles vosotros de comer.

Se necesita pan para comer

Se necesita paz para convivir

Se necesita... HUMANIDAD y a ser posible que sea ENTRAÑABLE. ¿No es esto el Evangelio? ¿No es esto el Reino o Reinado de los relatos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan? 

¿Este CORPUS no debería ser esta HUMANIDAD ENTRAÑABLE y no otra cosa? Esto es lo que me dice ese piojo del León Felipe que no dejó de hacerse presente como se nos hace presente aquel laico y galileo llamado Jesús de Nazaret.

A continuación se encuentran los comentarios para este domingo del CORPUS.

 

Domingo del Stmo. Cuerpo y Sangre de Cristo C (19.06.2022): Lucas 9,11-17.
Multiplicar la humanidad entrañable. Me lo comento y escribo CONTIGO,

Ascensión, Pentecostés, Santísima Trinidad y, el cuarto y último dogma de la catolicidad del cristianismo vaticano, el Cuerpo y Sangre de Cristo. A partir del domingo 26 de junio, todos los domingos pertenecen al llamado ‘Tiempo Ordinario’ del Ciclo C. Así, volveremos a llegar a los días del Adviento del nuevo Año Eclesiástico. Estaremos entonces a finales de noviembre. Nos queda un buen puñado de semanas para seguir la lectura del Evangelista Lucas, el del toro.
Y, precisamente, para este domingo del dogma del Cuerpo y Sangre de Jesucristo se nos leerá el relato evangélico de Lucas 9,11-17 donde se nos cuenta la multiplicación de los panes y los peces. La única multiplicación sucedida en la historia de Jesús de Nazaret, para este Evangelista.
Juan (capítulo sexto) también nos cuenta una sola multiplicación. En cambio, Marcos (capítulos 6º y 8º) y Mateo (capítulos 14º y 15º) nos constatan dos multiplicaciones. ¿De quién nos fiamos? ¿Hubo una o dos o más? Con cierto humor fácil suelo decir a veces que si hubo una sola multiplicación podemos pensar que fue ‘un milagro’, pero si hubo más de una, las tales multiplicaciones dejaron de ser un ‘milagro’ para convertirse en un ‘negocio’.
Me centro, ya, en la escucha de Lucas 9,11-17: “Les hablaba [Jesús a sus apóstoles y a las gentes que le seguían] acerca del Reino de Dios y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero comenzaba a atardecer y los DOCE le dijeron: despide a la gente para que vaya a los pueblos y aldeas del entorno y busquen alojamiento y comida, porque estamos en lugar deshabitado. Él les dijo: Dadles vosotros de comer…” (Lucas 9,11-13).
Aquel Jesús de Nazaret del Evangelista Lucas parece que realizó estas tres cosas: Hablar, curar y alimentar; hablar del Reino de Dios, curar todo dolor o enfermedad y multiplicar la comida, pan y pescado. ¿Sucede algo de todo esto en las misas-eucaristías de nuestro día del Corpus?
Cuando leo esto y por vivir en una gran ciudad, en muchas ocasiones me quedo con tres palabras: Educación, Sanidad y Agroalimentación; Colegio, Hospital y Mercado.
No resulta fácil conectar este asunto de los panes y peces del relato evangélico con el ámbito de la Religión, la Iglesia o la Parroquia. Y quizá, más complicado aún resulta centrar la atención en el Cuerpo y la Sangre de Jesús de Nazaret. Por más que se lea Lucas 9,11-17 nunca se encontrará ahí lo que se afirma en el número 88 de la Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonía (2020) de Francisco papa:
“El sacerdote es signo de esa Cabeza [Cristo] que derrama la gracia ante todo cuando celebra la Eucaristía, fuente y culmen de toda la vida cristiana. Esa es su gran potestad, que sólo puede ser recibida en el sacramento del Orden sacerdotal. Por eso únicamente él puede decir: ‘Esto es mi cuerpo’. Hay otras palabras que sólo él puede pronunciar: ‘Yo te absuelvo de tus pecados’. Porque el perdón sacramental está al servicio de una celebración eucarística digna. En estos dos sacramentos está el corazón de su identidad exclusiva.”
El Evangelio y su buena noticia, expresada tan limpiamente en ese ‘dadles vosotros de comer’, están profundamente arraigados en la multiplicación de la ‘humanidad entrañable’, siempre utópica, que nos empuja a ir más allá. En cambio, la Religión de la Institucionalización sacramental nos ordena repetir el rito que se cree ser ‘la presencia real y verdadera de Jesús de Nazaret, el Cristo’. Carmelo Bueno Heras

CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos
Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

Ahora, Semana 30ª: 19.06.2022: Cita de León Felipe, Antología rota. Epílogo por Guillermo de Torre, Losada, Buenos Aires, 8ª edición (20-X-1977), 232 páginas.

PROVISIONAL TODO
Las antologías son siempre una suerte de prestidigitación… Escamoteos y preferencias… Un juego cortesano y temporal… Juglaría selecta… TRAMPAS.
Podemos elegir los mejores naipes, descartarnos de peones y servidumbres… y quedarnos con la gran baza en la mano…, con la baza brillante donde no haya más que triunfos.
Provisional todo.
La Historia y la Poesía las hace el Viento… Y las antologías también, claro está.
El hombre trabaja, inventa, lucha, canta… Pero el Viento es quien organiza y selecciona las hazañas, los milagros, las canciones.
Contra el Viento no puede nada la voluntad del hombre… Yo, cuando el Viento ha huido a su caverna, me tumbo a dormir. Me despierto cuando Él me llama ululante y me empuja. Escribo cuando Él me lo manda. Luego con lo que escribo hace Él un revoltijo de cartas de las que no se salvarán seguramente mañana ni el As ni la Reina.
El viento es un exigente cosechero:
el que elige el trigo, la uva y el verso…
el que sella el buen pan,
el buen vino
y el poema eterno…
Y al fin de cuentas, mi último antólogo fidedigno será Él; el viento. El Viento es quien me lleva a la aventura el discurso y la canción… ¡El Viento!
Antólogos, historiadores, arqueólogos, coleccionistas… ¡el que decide es el Viento!

Pero a veces a mí se me quedan en la memoria, en mi mala memoria, sin saber por qué, poemas o versos desglosados de un poema largo y antiguo, versos míos rebeldes que se me agarran al ojal de la solapa como una consigna o se me clavan en la cinta del sombrero como una escarapela, para desafiar al Viento. Versos como éstos, por ejemplo:
Y es inútil que compongáis el viejo clavecín,
Que volváis a castrar a los acólitos
Y que digáis en los concilios:
cebaremos tiplones para suplir a los poetas…
porque lo que se ha roto… “es la canción”
¿oísteis?
Lo que se ha roto… “es la canción”.
De aquí he sacado el título que lleva esta Antología. Pero no me hago ilusiones de que puedan salvarse ni éstos, versos siquiera.
Me entrego, humildemente al Viento

Y ahora que no hay nadie aquí en mi casa ni en el campo, y comienza a soplar el vendaval, abro la ventana otra vez y tiro al voleo, casi sin orden ni concierto, mi viejo discurso y… mi rota canción.
Texto completo, en las páginas 7-8.

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