De sueños, realidades y
otras cosas
Durante varias noches del
largo mes de enero me han asaltado sueños muy diversos, pero hubo uno que me
dejó especialmente sorprendido. Pude contemplar con serenidad a María
Magdalena, al menos eso creí comprender de cuanto vi y escuché. O me imaginé.
Ya no lo sabría precisar o asegurar.
Lo que importa es que en el
sueño, visión, aparición o como se le desee considerar, mi señora la
Evangelista del Relato llamado de san Marcos me inspiró la proclamación de
todas aquellas advocaciones, letanías, títulos, denominaciones, veneraciones o
misterios atribuidos y atribuidas a la madre de Jesús de Nazaret y esposa de su
marido José, también de Nazaret. Me manifestó en el sueño de su 'Aparecida
presencia' que llevara a cabo la tarea de recoger todos y cada uno de los
másteres de aquella mujer, porque en su relato de 'la biografía de su Jesús de
Nazaret' no le había otorgado la mención y presencia que, tal vez, había
merecido y me dejaba entre manos el trabajo de llenar ese vacío, olvido,
omisión o ausencia tan notoria.
Así es como he decidido,
semana a semana, hasta completar el presente año, bisiesto por la gracia de las
contabilidades del tiempo por los humanos, los 366 días con su correspondiente
'advocación' confirmada o en proceso de constatación, real o imaginada, de mi
tierra y de aquellas otras que conozco y de aquellas otras muchas más que
desconozco, pero que tengo referencias suficientes para afirmar
cuanto afirmaré a partir de esta semana de siete días, siete
letanías, siete títulos marianos.
Con esta encomienda de María
Magdalena no pretendo llegar a poner al mismo nivel la Buena Noticia del
Evangelio de Marcos y las 366 letanías marianas con sus correspondientes
jaculatorias. Más bien, pretendo sólo con estas siete advocaciones y
jaculatorias despertar el apetito lector de quienes están interesados en la
comprensión del relato de María Magdalena llamado Evangelio de Marcos, el
propio del Ciclo B en el que se encuentra la Asamblea de la Liturgia dominical
y vaticana.
Dejo ya constancia de
las primeras siete advocaciones marianas y su jaculatoria.
001.
Santa María Virgen de Inodejo
002. Santa María Virgen de la
Calle
003. Santa María Virgen de las
Candelas
004. Santa María Virgen de la
Ciudad o de la Almudena
005. Santa María Virgen de la
Granada
006. Santa María Virgen de Atocha
o del Esparto
007. Santa María Virgen de
Valvanera o de Vall-Vanera
Mi jaculatoria: Que me devuelvan
a la Señora María.
A
continuación se encuentran los dos comentarios del Evangelio para el domingo
día 4 de febrero
Carmelo
Bueno Heras
Domingo 5º del Tiempo Ordinario B (04.02.2024):
Marcos 1,29-39. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
Todos te buscan, Jesús.
Leo, medito y escribo.
Para el primer domingo del mes de febrero se nos propone
a los leyentes y audientes del Evangelio el texto de Marcos 1,29-39. En
este relato se agrupan tres breves, en apariencia, acontecimientos: la curación
de la suegra de Pedro (1,29-31), la curación de los enfermos de Cafarnaúm
durante el atardecer de aquel día (1,32-34) y el éxodo o salida de Jesús de la
ciudad de Cafarnaúm durante la madrugada del día siguiente para recorrer toda
la Galilea (1,35-39).
Sería apasionante pararnos en cada uno de estos tres
acontecimientos para contemplar e imaginar a aquel Jesús de Nazaret en los días
de su vida allá por los años 10 a 30 del siglo primero. Y, a la vez, hacerse a
la idea de las andanzas de aquellas tres mujeres del sepulcro (16,1-8) por
estos mismos lugares, y ya bien entrada la década de los treinta, ‘buscando el
encuentro con aquel Jesús ya muerto, pero viviente en los adentros de su
memoria de creyentes’. Buscaban y, al parecer, encontraron a su Jesús
resucitado, el portador del Evangelio. Y lo escribieron aquí...
Al leer el acontecimiento de la suegra de Pedro, me digo
que me hubiera gustado poder leer algunas palabras en este Evangelio sobre la
esposa de este Pedro pescador y de su familia. Y mi curiosidad sobre los
silencios me lleva a preguntarme por la cantidad de todos los enfermos y
endemoniados agolpada en la puerta de la ciudad y quiénes fueron curados y
quiénes no, porque ‘todos’ fueron llevados (1,32) y sólo ‘muchos’ fueron
curados (1,34). Investigar estos interrogantes da pie para más de una tesis
doctoral en teología bíblica. Seguramente.
Para esta ocasión y comentario, me voy a detener en una
expresión muy ‘atractiva’ del tercero de los acontecimientos: “Todos te
buscan” (1,37). La expresión está colocada en boca de Simón, Pedro, y
de sus compañeros. Y la expresión está directamente dirigida a Jesús de Nazaret
al que acaban de encontrar en el despertar de aquel día fuera de la ciudad a
donde se había retirado para ‘orar’. ¿Cómo supieron aquellos buscadores que
estaba en oración? Y si era cierto que estaba así, orando, ¿Cómo se atreven a
interrumpir tan sagrada acción? ¿Recordarían todos y cada uno de estos
pormenores de la historia y de su Jesús aquellas tres mujeres del sepulcro cuando
regresaron a estos lugares para ‘ver’ a su Jesús resucitado al que van
buscando?
Todos te buscan, Jesús de Nazaret. Sucedió entonces, en tu vida. Y sigue sucediendo en cada
uno de los tiempos, siglos o milenios después de tu muerte. Todos te ‘buscamos’,
podría añadir ahora que leo, medito, valoro y escribo. Me atrevería, incluso y
siguiendo el criterio del texto, a precisar: TODOS te buscamos Jesús de Nazaret
y, ¿MUCHOS acertarán a encontrarte? Y, ¿el resto? Esto mismo volveré a tener
ante mis ojos cuando escuche un poco más delante de tus propios labios, Jesús
de Nazaret, aquel interrogante que nos dejaste en el aire de Cesarea de Felipe,
y ahí sigue, para quien desee atraparlo, comprenderlo y hacerlo carne de su
carne de ser humano: ¿Y vosotros quién decís que soy yo? (Mc 8,27-30).
Todos te buscamos, Jesús de Nazaret. Desde aquellos años
tuyos por Galilea y Samaría y Jerusalén… Desde aquellos años tuyos de la
presencia del imperio romano por esas mismas tierras… Desde aquellos años tuyos
de la todavía ostentosa belleza del Templo de la Jerusalén que se creía Morada
divina del Yavé Dios de Sión… ¿Deseaste ser Cristo como el Emperador? ¿Deseaste
ser Rey de todos los Reyes conocidos y por conocer? ¿Deseaste ser Sacerdote
Sumo, Máximo y Omnipotente de la Religión de la Ley de Moisés? ¿Deseaste ser
'servido o servidor'?
No dejaré de hacerme preguntas así mientras sigo ‘en
oración’ y ‘escribo’. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS semanales
con el Evangelio de Marcos entre las
manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin.
Semana 10ª (04.02.2024): Marcos 2,18-22
Jesús de Nazaret enseñaba con parábolas, no con dogmas. Recuerdo y cito el
comienzo del capítulo segundo del Evangelio de Marcos: “Después de algunos
días… corrió la voz de que [Jesús] estaba en casa” (2,1). Según el
texto, estamos en el capítulo de ‘la casa’ de Jesús en Cafarnaún. En esta casa
tan especial los paralíticos dejan de serlo (2,1-12), los recaudadores de
impuestos para Roma abandonan su negocio (2,13-15) y todos ellos en compañía de
pecadores, maestros de la ley y escribas comparten mesa, comida y bebida con
Jesús de Nazaret y sus seguidorxs -x de ‘a’ o de ‘e’- (2,15-17).
Es curioso también que esta casa
alarga sus paredes de acogida hasta la orilla del Lago-Mar de Galilea en donde
Jesús ‘enseña’ (2,13) como lo hizo en la sinagoga (1,21). En síntesis, en esta
‘su casa de Cafarnaún’, Jesús llama, cura, enseña, come y bebe con todos en una
única mesa. Releo y medito sereno y contemplativo: esta casa es la alternativa
de Jesús a toda religión con su templo, sacerdocio y sacramentos… Ignoro si
esto lo meditaba así quien nos lo escribió.
La lectura del texto sobre ’esta
casa’ (2,18-22) también me invita a continuar la contemplación meditativa de la
‘enseñanza’. Desde aquel ‘enseñaba en la sinagoga’ (del versículo 1,21), por
fin llegamos a ‘la enseñanza’ explícita que la narradora María de Magdala pone
en labios de Jesús como respuesta a la pregunta de quienes piensan que las
cosas de la Religión del Yavé Dios siempre fueron de una y única manera: “¿Por
qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan y en cambio
los tuyos no?” (2,18).
La respuesta de Jesús, tan sencilla
y clara, se expresa en tres parábolas que son una y la misma. Las tres
parábolas pertenecen al ámbito de la casa. Ninguna tiede referencias con templo o dios
alguno. La primera parábola: ¿Se puede y debe ayunar en una boda? Sólo el
sinsentido dice que sí. El sentido común dice que hay que comer, beber,
alegrarse y amar (2,19-20).
La segunda parábola: los jirones
del vestido viejo se arreglan con remiendos viejos. Con la tela nueva se cosen
vestidos nuevos. ¿No es ésta la sabiduría de los hombres y mujeres de su casa?
Hacer lo contrario es provocar que la ignorancia le
deje a uno al aire y sin tela ni vestido (2,21).
Y la tercera parábola, sencilla y
preciosa, está dedicada a las gentes del ámbito mediterráneo en cuyas tierras
de sabor y de saber se plantan y se cuidan viñas preñadas de uvas, de vino y de
sueños. Aquella sabiduría enológica se arraigaba y acuñaba,
entre otras expresiones, en el sentido común de una sentencia: a vino nuevo,
odres nuevos (2,22).
La evangelizadora María Magdalena
(según Marcos 15,40-47) aprendió de su Jesús de Nazaret a anunciar el mensaje
de la buena noticia del galileo en forma de parábolas y no en formulaciones
dogmáticas. Toda parábola es una evocación provocativa en la que no existen
límites como puede comprenderse al leer, por ejemplo, en el segundo libro de
Samuel 12,1-7.
En cambio, las declaraciones de los
dogmas religiosos tratan de ser precisas, cerradas, seguras e inamovibles. La
parábola es la palabra siempre nueva y fresca para compartir la experiencia de
la fe de unos con los otros. En cambio, el dogma y la ley son las expresiones
que, a modo de moldes inflexibles, usa toda Religión para proclamar sus
verdades. Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 29 de enero de 2017.
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