En las fiestas de la fe en la vida
Fin de semana de CARNAVALES.
Felices días. Buenos descansos. Excelentes fiestas. Serenas. Para todos.
Humanizadoras. Musicales. Sostenibles. Sanadoras.
Nosotros, al menos tú y yo,
nos seguimos empapando del texto escrito en el llamado Evangelio de Marcos porque
seguimos comprendiendo que aquel judío de Galilea llamado Jesús de Nazaret
sigue vivo y viviente en cada uno de quienes nos hemos atrevido a ser sus
resucitadores.
Y como ya anuncié en la
semana pasada, sigo transcribiendo otra colección de siete advocaciones que los
humanos se han atrevido a dedicar a la señora María de Nazaret, esposa de José
de Nazaret y madre de su hijo, siempre judío y siempre laico, Jesús. Para mi
comprensión de las cosas de la fe en la vida, me suelo repetir diariamente:
Buenos días,
humanísima
trinidad de Nazaret,
Jesús, José
y María.
008.
Santísima Virgen de las Lágrimas
009. Santísima Virgen de la
Serenidad
010. Santísima Virgen de la
Misericordia
011. Santísima Virgen de los
Dolores
012. Santísima Virgen del
Amor Hermoso
013. Santísima Virgen de la
Fresa
Y 014. Santísima Virgen de
la Miel de Romero
Mi jaculatoria: Que me
devuelvan a la Señora María.
A
continuación se encuentran los comentarios del Evangelio del domingo 11 de
Febrero.
Carmelo
Bueno Heras
Domingo
6º del Tiempo Ordinario B (11.02.2024): Marcos 1,40-45. Respiro, vivo y sigo escribiendo
CONTIGO:
La lepra está en la piel
o, ¿en la fe?
Para
este nuevo domingo del mes de febrero se nos propone a los oyentes de la
palabra el relato de Marcos 1,40-45 con el que se concluye el primer
capítulo de este Evangelio. El relato suele titularse en las diversas
traducciones como ‘La curación de un leproso’.
Anticipo
que, a partir del siguiente miércoles, 14 de febrero, comienza el tiempo que en
la iglesia se llama ‘La Cuaresma’. Esto implica, entre otras cosas, que
se abandona la lectura seguida del Evangelio de Marcos y se selecciona para
cada domingo lo que le importó siempre al dicasterio vaticano sobre la sagrada
liturgia: ser la expresión del dogma de la fe católica. En cambio, la
buena noticia del Evangelio queda usada al servicio de la Religión y de sus
dogmas.
Así,
pues, desde este domingo, 11 de febrero, hasta el domingo, 9 de junio, la
autoridad religiosa vaticana nos irá proponiendo para cada domingo la lectura
de un texto evangélico siempre descontextualizado por no saber qué se escribió
anteriormente en el Evangelio del que se ha tomado el texto para cada uno de
los domingos de estos cuatro meses (11 de febrero a 9 de junio). Repetiré una
vez más este mantra: cuando a un texto se le descontextualiza suele ser por
algún pretexto. Y este pretexto nunca bien explicado no admitido, me parece, es
siempre el servicio explícito al dogma de la Religión del Vaticano, la
católica.
En Marcos
1,40-55 se nos dice: “Si quieres, puedes limpiarme… Le tocó y le dijo:
quiero, queda limpio… él se fue y se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar
la noticia de manera que ya Jesús no podía presentarse en público en ninguna
ciudad… y se quedaba en las afueras y acudían a él de todas partes”. Este
mismo relato, con sus variantes peculiares, lo podemos leer también en los
otros dos Evangelios sinópticos; en Mateo 8,2-4 y en Lucas 5,12-16.
Y
cuando se lee alguno de estos tres relatos de los narradores sinópticos se debe
leer también el extenso relato que se encuentra en el Libro segundo de los
Reyes 5,1-27 donde se cuenta la curación realizada por el profeta Eliseo en
favor del jefe del ejército de Aram llamado Naamán, más o menos en torno a los
años 850-800 a.C.). Este hecho lo recuerda un sábado en la sinagoga de Nazaret
el Jesús del Evangelista Lucas en 4,16-30.
Y
otro dato que tampoco se debería olvidar en la meditación responsable de estos
acontecimientos bíblicos: la permanencia de la lepra en nuestra casa común de
la TIERRA se alarga después de Jesús de Nazaret durante siglos, muchos, hasta
llegar a ser un mal perfectamente estudiado, combatido y casi erradicado
gracias a los trabajos del investigador noruego Gerhard Henrick Armauer Hansen
(Bergen 29 de julio de 1841-Floro 12 de diciembre de 1912). Por esta razón
suele decirse que la lepra es la enfermedad de Hansen. A partir de entonces la
curación de la lepra sí que fue un auténtico milagro para la salud de los
humanos.
Cada
sano y sabio lector de los relatos bíblicos citados en este comentario puede, y
creo que debe, elaborar su propia interpretación sobre la curación de leprosos
en los tiempos tanto del profeta Eliseo como en los de Jesús de Nazaret.
Aquellos leprosos, ¿fueron curados físicamente o se trata de curaciones en la
manera de comprender la relación de las personas sanas con los pacientes de la
enfermedad? Estar leproso y contagiar tal enfermedad, entonces, era un pecado y
así lo había determinado la Ley de la Religión de Moisés y de su Yavé dios. El
profeta Eliseo y el Evangelizador Jesús de Nazaret parece ser que manifestaron
su desobediencia a la Ley por atreverse a tocar, perdonar (¿¡abrazar!?) a tales
leprosos. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS semanales con
el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de
forma ordenada, de principio a fin. Semana 11ª (11.02.2024): Marcos
2,23-28.
¿Ley de Dios? ¿Dios de la Ley? Hemos llegado al final del relato de cuanto aconteció en
la que se puede identificar como ‘la casa de Jesús en Cafarnaún’, según
nos cuenta María Magdalena que va buscando encontrarse con su Jesús, que lleva
dentro (Marcos 16,6-7). Ya decíamos en el comentario anterior que esta casa del
capítulo segundo del Evangelio es una síntesis de la misión que realizó Jesús
en sus tierras de Galilea: enseñar, sanar, perdonar, llamar, comer, beber y
amar.
La
narración final de este capítulo está centrada en un tiempo explícito, el
sábado, y en un lugar, el campo sembrado. Todo lector contemplativo imagina que
ese lugar propio del sábado es la sinagoga. Pero quien escribe el relato
procura no nombrarla. ¿Silenció este dato de forma consciente? No lo sé. Sólo
nos lo podría aclarar la propia María Magdalena (15,40-47), que guardaba estos
datos en su memoria de primera seguidora del galileo Jesús de Nazaret. Además,
de la presencia de Jesús en la sinagoga va a escribir inmediatamente en 3,1-6.
Me
encanta constatar algunas sencillas cicatrices del arte narrativo del relato: “Un
día…”, leo en 2,18; “Un sábado…”, leo en 2,38. Y en ambas
narraciones se presenta la persona de Jesús abiertamente enfrentada con
‘elsiempre’ o ‘elnunca’ de la tradición dogmática de la Religión de Israel, que
es paradigma de cualquier otro esquema religioso-dogmático: ‘Esto siempre se ha
hecho así’, que es como decir también que ‘tal cosa nunca se hizo de esa
manera’.
Vuelvo
a leer y a copiar para mi meditación sinóptica (conjunta) la pregunta que se le
formula a Jesús en cada uno de estos días: la primera, “¿Por qué los
discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan y en cambio los
tuyos no?” (2,18). La segunda, “Los discípulos comenzaron a cortar
espigas… Los fariseos le dijeron a Jesús: ¿te das cuenta que hacen en sábado lo
que no está permitido?” (2,23-24).
En
ambos casos y muy explícitamente, este Jesús enseña a desobedecer a la llamada
‘Ley que Moisés recibió explícitamente de Yavé Dios’. Esta desobediencia es una
blasfemia (Éxodo 20, entre otros muchos). ¿Enseñaba a blasfemar?
Y
como respuesta a ambas preguntas meditadas conjuntamente, dos afirmaciones que
no admiten discusión alguna porque son fruto del sentido común, que parece ser
más inteligente que las declaraciones dogmáticas de las religiones: la primera,
“A vino nuevo, odres nuevos” (2,22). La segunda, “El sábado fue hecho
para la persona, no la persona para el sábado” (2,27). ¿Dónde queda la
obediencia? No se debe obedecer al Dios de esta Ley o a la Ley de este Dios.
¿Quién
y qué es este Jesús de Nazaret que enseña a pensar y a ejecutar estas ‘cosas’
tan desobedientes, heréticas y blasfemas? Este Jesús, ¿es el Hijo único de Dios
(Mc 1,1 y 1,11), segunda persona de la Trinidad divina, el Redentor que salva
del pecado primero, un Dios? Este Jesús de Nazaret, dice explícitamente Marcos
2,28, es un hombre, de carne y hueso, como tú y yo, un galileo y laico,
un ser humano, libre y liberador...
¿No
es esto lo que tú, María Magdalena, nos quisiste anunciar como ‘la buena
noticia’ con la expresión ‘hijo de hombre’ que encontraste entre los escritos
de tu Religión -de la Ley, del Templo y del Sacerdocio- como lo es el libro de
Daniel, el profeta del ayer, del hoy y del futuro?
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