Mis tres ocupaciones:
Primavera, Nicodemo y María.
En unas horas será domingo,
día diez de marzo. Y tendremos, a su debido momento, un buen amanecer por los
cuatro costados de nuestra Tierra. El sol no olvida su tarea y la luna tampoco.
Y el aire seguirá. No sé cómo se organizan para estar. Además, es tan variada
su presencia que me despierta mil curiosidades. Curiosidades que seguirán
siendo siempre curiosidades. Nadie me las viene a contar o compartir desde el
Huerto de los Callados. A veces, me atrevo a imaginar y sueño más
curiosidades... ¡Cómo se me nota que ya estoy en primavera! Estamos.
Y primavera fue para el
entendido Nicodemo aquel encuentro con el galileo Jesús de Nazaret que imaginó
la mano narradora del llamado Evangelio de Juan. Ambos protagonistas del
Evangelio de este domingo compartieron sus curiosidades y ambos se quedaron con
sus adentros llenos de sueños. Qué poquito nos contó el Evangelista de los
posteriores encuentros de ambos personajes. O, tal vez, ni volvieron a verse.
Yo imagino que, desde aquel primer encuentro, ambos se llevaban el uno al otro
muy en sus adentros. En este día diez de marzo se lo volveré a preguntar a
aquel Juan, el narrador.
El tercero de
mis asuntos en esta presentación es proseguir la meditación contemplativa
de 'esas cositas de la fe' que tienen que ver con nuestras populares, o no tan
populares, tradiciones pastorales o pastoriles. Y me vuelvo a repetir el
mantra de mis saludos o silencios en las semanas de este curioso año de
mis preocupaciones:
Buenos días,
humanísima
trinidad de Nazaret,
Jesús, José
y María.
036. Reina y Madre Virgen del Pino
037. Reina y Madre Virgen del Palmar
038. Reina y Madre Virgen del Rocío
039. Reina y Madre Virgen del Recuerdo
040. Reina y Madre Virgen del Olvido
041. Reina y Madre Virgen de la Esperanza
042. Reina y Madre Virgen del Trabajo
Mi jaculatoria: Que me
devuelvan a la Señora María.
A continuación se
encuentran los comentarios de este domingo día 10 de marzo.
Muy feliz semana.
Vive Jesús en nuestros
corazones. Siempre.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 4º
de Cuaresma B (10.03.2024): Juan 3,14-21. Respiro, vivo y sigo
escribiendo CONTIGO:
La semilla y el tesoro es Juan 13,35
En el cuarto domingo de la Cuaresma de este año 2024, las
gentes de la autoridad litúrgica de la Iglesia desean que escuchemos y
meditemos el mensaje que nos oriente en el hoy del domingo y de la nueva semana
que comenzamos. Y este mensaje es todo aquello que los leyentes y pensantes
descubramos en el diálogo de Jesús de Nazaret con Nicodemo, dos judíos
relevantes, que el Evangelista Juan nos ha dejado en 3,1-21. Insisto en
que es conveniente leerse en la Biblia el texto que acabo de citar (Juan
3,1-21) y no nos debemos quedar sólo con la narración que se nos proclamará en
la Liturgia del domingo día 10 de marzo, que será Juan 3,14-21.
Nicodemo es un magistrado (un magister, de ¿máster?)
judío. Ninguno de los tres Evangelios Sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) nos
contó nada de la relación o encuentro de este tal Nicodemo con Jesús de
Nazaret. Según este Evangelista, el encuentro de estos dos judíos sucede en la
más premeditada privacidad. ¿Cómo llegó a ser posible que el exclusivo narrador
de este acontecimiento tuviera acceso a tal encuentro y a las palabras y
mensajes precisos que ambos se intercambiaron en aquella cita nocturna? Por más
vueltas que doy en mis adentros a tal cuestión siempre acabo diciéndome lo mismo:
Imagina, Carmelo, porque eso es lo que hizo el narrador del Evangelio de Juan.
Imaginar…
Con este único criterio me sigo preguntando ¿qué razón o
razones albergó Nicodemo para concertar y realizar tal encuentro con aquel
judío, laico y de la Galilea, llamado Jesús? Y al hilo del sentido común de la
imaginación del Evangelista y de mí mismo llegó él, y llego yo ahora, a la
conclusión de que Nicodemo, el magister de la Ley y Religión de Israel, pensaba
y creía que aquello que decía y hacía aquel Jesús de Nazaret no se ajustaba a
los dogmas del Templo y de la tradición religiosa judía.
Y, probablemente, aquel estudioso creyente llamado Nicodemo
sospechaba que aquel judío del norte no pertenencia a ninguna familia
sacerdotal o levítica y, tal vez, tampoco tuviera titulación explícita que le
capacitase para proclamar con solvencia la formación y docencia sobre la
teología de la Ley de Moisés y sobre las tradiciones populares de la fe en el
Yavé dios de Israel.
En aquel encuentro y en el diálogo de ambos (imaginado,
entonces, por el narrador y, ahora, por cualquiera de sus lectores), tanto
Nicodemo como el propio Jesús llegaron ambos a sorprenderse el uno del
otro: “Preguntó Nicodemo, ¿cómo puede ser eso de volver a nacer de
nuevo o meterse en el vientre de la madre? Jesús le respondió: ¿tú eres
maestro en Israel y no sabes estas cosas?... Nosotros hablamos de lo que
sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto. En cambio, vosotros no
aceptáis nuestro testimonio” (Juan 3,9-11).
¿Quiénes son estos ‘NOSOTROS’ y esos ‘VOSOTROS’ que el
Evangelista ha colocado en el mensaje explícito de su Jesús de Nazaret? ¿Cuál
es ese ‘TESTIMONIO’ que unos proclaman y que otros rechazan? Imagino que estos
interrogantes quedaron sembrados en la tierra de los adentros de Nicodemo
hasta que éste descubrió el tesoro de Juan 13,35. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS
semanales
con
el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de
forma ordenada, de principio a fin.
Semana
15ª (10.03.2024): Marcos 3,20-35
¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Reconozco
que he acotado un texto demasiado largo para un solo comentario. Pero es muy
importante aprender a leerlo completo (3,20-35). Este texto es, en él mismo y
en sus tres apartados, una preciosa y pequeña palindromía (20-21, 22-30,
31-35). Y esta palindomía es a su vez uno de los elementos de la palindromía
mayor de la que hablaba en el comentario anterior. Esta gran palindromía de lo
acontecido en Galilea tiene su ‘segunda vuelta’ situada en ‘la casa’: “Regresó
a casa y de nuevo se reunió tanta gente que no podían ni comer” (3,20). El
relato paralelo a este de 3,20-35 nos lo ha dejado escrito su autora en 6,1-6:
Jesús “salió de allí y fue a su pueblo acompañado de sus discípulxs (-os,
-as)… Y no pudo hacer allí ningún milagro… estaba muy sorprendido de su
falta de fe”. En esta segunda vuelta de la palindromía gigante de Galilea
se presenta la oposición que encontró Jesús de Nazaret en su propia familia,
casa, pueblo y sinagoga. Es un mensaje realmente sorprendente. ¿No sabían sus
familiares que él, este Jesús, era el Hijo único del Dios-Yavé único, la
segunda persona de la santísima Trinidad, el Salvador-Redentor, el Mesías
elegido y esperado? Parece ser que todo esto se ignoraba y hasta creo que la
propia María Magdalena que escribía nunca se imaginó que su Jesús de Nazaret
era un Dios así.
Y nos centramos ya en la sencilla palindromía de 3,20-35. El
primer dato que leemos es la constatación que nos pone delante la Evangelista:
los parientes de Jesús creen que éste se ha vuelto loco. Yo que leo esto pienso
en José y María, los padres de este Jesús ya adulto y loco. Las gentes de la
religiosidad popular me dirán que exagero. Y me atreveré a denunciar que
alguien ha llenado la cabeza de estas gentes de interpretaciones engañosas del
relato.
Los versículos 3,31-35 hay que leerlos en paralelo con los
versículos 3,20-21. Y al leer así, uno que soy yo me siento golpeado por la
pregunta de Jesús que se me cuela en las entrañas de mi cerebro como si fueran
un relámpago y su trueno antes de la tormenta: “Tu madre y tus hermanos
están fuera y te buscan. Jesús les respondió: ¿Quiénes son mi madre y mis
hermanos?” Esta casa y familia de Jesús, dice la Evangelista, son las
personas que andan sentadas alrededor del propio Jesús. Tan claro y sencillo
como revolucionario para entonces.
En la unidad central de esta pieza literaria y teológica que
es esta palindromía encontramos a los Maestros de la Ley, las personas de la
‘¿casa y familia de la Religión? Claro. Estos son los que acusan a este Jesús
de Nazaret de ser un Belcebú, Satanás, Lucifer, Diablo, Demonio, un blasfemo
poseído por un ‘espíritu inmundo’ (3,22-30). Estos Maestros de la Ley de
Moisés, como aquellos fariseos ya conocidos de 3,1-6, decidieron acabar con
Jesús, con su palabra, sus acciones y su vida. Piensan que este Jesús está loco
y es un desobediente blasfemo. Ahora comprendemos, con la propia Evangelista,
que el imperdonable ‘pecado del espíritu’ es permanecer, como les ocurre a los
maestros letrados y fariseos, en sus opciones de conservar la observancia de la
Religión de Moisés, del sábado, del Templo y sus sacerdotes. Ser de este Jesús
y sentarse con él es liberarse de las ataduras de esta Ley, Templo, Sacerdocio
y Religión. Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 1 de marzo de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario