Pasión
'Pasión' es la primera
palabra que he escrito en la presentación de estos comentarios del domingo
24 de marzo. En el Diccionario de la RAE encuentro hasta nueve acepciones bien
distintas y hasta distantes entre sí. Pasión alude a ponerse en movimiento ya
mismo, de inmediato. Y también a todo lo contrario, a dejar de hacer, padecer,
sufrir, aguantar...
Vuelvo a confirmarme que
'pasión' es la palabra justa y acertada para toda esta semana del mes de marzo
y de todo el año.
Pasión es un relato. De todo
Evangelio, por supuesto.
Pasión es un concierto, una
partitura, mil sonidos. De Mozart, de Hakuna Group Music, por ejemplo, entre
muchísimos...
Pasión es un paso, una
escultura, una procesión, un lamento, una saeta, un silencio...
Pasión es una emoción, un
estado de ánimo, una exaltación, un éxtasis
Pasión es padecer, también
padecer, sobre todo padecer...
Pasión es nacer
Pasión es morir, también.
Pasión es vivir. Ante todo,
con todo, sobre todo, por todo, para todo... VIVIR.
Pasión, en fin, es ser uno
mismo, ahora y hacia adelante.
Pasión es... ¡aquel y este
judío laico de la Galilea llamado Jesús de Nazaret!
Y 'pasión' es también
proseguir la meditación contemplativa de 'esas cositas de la fe' que tienen que
ver con nuestras populares, o no tan populares, tradiciones pastorales o
pastoriles. Por eso, me vuelvo a repetir el mantra de mis saludos o
silencios en una semana más de este curioso año de mis preocupaciones:
Buenos días,
humanísima
trinidad de Nazaret,
Jesús, José
y María.
050. Santísima Virgen de la
Mosca
051. Santísima Virgen de la Huerta
052. Santísima Virgen del Pajarito
053. Santísima Virgen de la Paloma
054. Santísima Virgen de la Manzana
055. Santísima Virgen del Pan
056. Santísima Virgen del Romero
Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la Señora María.
A continuación se encuentran los comentarios del domingo
de Ramos, 24 de marzo.
Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
Carmelo Bueno Heras
Domingo de Ramos B (24.03.2024): Marcos 14,1 a
15,47. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
‘Siempre supe que me condenarían a muerte’ (Amélie
Nothomb, Sed, Anagrama, página 7)
Con las palabras que acabo de escribir en el comienzo de este
comentario y que tú, Acompañante asiduo, acabas de leer, inicia esta novelista
belga su atrevida narración en la que el propio Jesús de Nazaret narra ‘SU
PASION’. En estas ‘siete palabras’ se condensa lo que el llamado
Evangelio de Marcos nos anuncia como comienzo de la Pasión de ‘su’ judío y
laico Jesús: “Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos
sacerdotes y los escribas buscaban cómo prender a Jesús con engaño y matarle.
Pues decían: Durante la fiesta, no; no sea que haya alboroto del pueblo” (Marcos
14,1-2).
En la liturgia de este domingo de Ramos, día 24 de marzo, se
proclama para el pueblo de la celebración eucarística la narración completa de
la Pasión tal como nos la ha transmitido la primera biografía de Jesús de
Nazaret que fue escrita, según la mayoría de los actuales estudiosos, hacia el
año 70 d.C. y que encontraremos siempre en los capítulos decimocuarto y
decimoquinto de este Evangelio de Marcos.
Recordaré que este relato de la Pasión y Muerte de Jesús nos
lo han contado los cuatro Evangelios canónicos (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) y
todos los llamados Evangelios Apócrifos y también las más de cien mil
biografías, más o menos, que sobre esta persona de nuestra Tierra del Cosmos se
han escrito desde su muerte, en los comienzos de la tercera década del aquel
siglo primero, hasta nuestros días.
Es la novena vez que escribo un comentario de estas
narraciones de la Pasión, porque siempre se proclaman en la liturgia católica
del domingo de Ramos. Y en cada una de estas ocasiones me he permitido
seleccionar y comentar, sólo, alguno de los hechos que componen el inmenso
mosaico de este singular relato de los días finales de la vida de este muy
peculiar creyente judío ajusticiado, condenado y ejecutado por los poderes
religiosos y políticos de entonces.
Deseo concentrar la atención, ahora, en ‘un hecho muy
concreto’ situado por los Evangelistas en un preciso momento en el Huerto de
los Olivos. Sólo los Evangelios de Marcos y de Mateo nos confiesan que “todos
cuantos acompañaban a Jesús en aquellas horas le abandonaron y huyeron” (Mc
14,43-52 y Mateo 26,47-56). ¿Por qué huyeron? ¿Hacia dónde se fueron? ¿Lo
hicieron juntos o cada cual por su camino? Tal vez, no lo abandonaron ‘todos’. Permanecieron
con él las mujeres, según cuenta este Mc 15,40-47. ¡Imaginar es libre…!
Y en este último párrafo del comentario me concentro en este
otro ‘curioso dato’: “Era la hora tercia cuando crucificaron a Jesús. Y
estaba colocada la inscripción de la causa de su condena: El Rey de los
Judíos”. Así lo escucharemos en el relato según la personalidad del
Evangelista Marcos en 15,23-27. Mateo, Lucas y Juan constatan este mismo
dato, pero tan diferente para cada uno de los cuatro. Merece la pena leérselo y
pensarlo despacio o consultar la respuesta a la pregunta ‘¿Tenía la cruz de
Jesús un cartel en tres idiomas?’ en las páginas 135-149 de “Nuevos enigmas de
la Biblia, 2” de Ariel Álvarez Valdés. Saber de estas cosas es saborearlas.
Carmelo Bueno Heras. Madrid, 24 de marzo de 2024.
CINCO MINUTOS
semanales
con
el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de
forma ordenada, de principio a fin.
Semana
17ª (24.03.2024): Marcos 4,21-35
María Magdalena sabía que Jesús de Nazaret era el reino de
dios
La anáfora “Les decía también” (4,21. 24. 26 y 30) nos
permite reconocer las cuatro parábolas que la mano sabia, que escribe, desea
que los oyentes o lectores recordemos con facilidad. Después de habernos
empapado de la primera parábola del Reino (4,1-20) es muy sencillo comprender
estas cuatro que ahora meditamos críticamente u otras cuatro mil que pudiéramos
inventar, imaginar, escribir, compartir... como parábolas todas del Reino.
Y al escribir ahora y aquí ‘Reino’ o, como les gusta a otros
especialistas más documentados que yo, ‘Reinado’ recuerdo lo que ya dije en el
comentario anterior: Este ‘mensaje-palabra-Reino’, ¿es un Cielo del más allá
de esta vida?, ¿es mi Iglesia con su religión de siglos de certezas y
sacramentos sacerdotales?, ¿o es tan poquita cosa, como tu persona y mi
persona, los otros y las otras, que como espigas de semillas se parten,
reparten y comparten? No lo sé…
Este ‘Reino o Reinado’ es una luz encendida entre otras
luminarias (4,21-23). Es una medida generosa junto a otras muchas medidas
(4,24-25). Es una semilla sembrada en la tierra como tantas otras semillas
(4,26-29). Y es también un grano de mostaza, diminuta semilla que crece hasta
hacerse pequeño arbusto de aquellas tierras de Galilea (4,30-32). Cuatro
parábolas arraigadas en el ámbito espacial y social de la casa, el pueblo y el
campo.
Este ‘Reino o Reinado’ del que habla Jesús de Nazaret no es
un palacio de reyes, como lo eran los de David, Salomón o Herodes. No es una
fortaleza como la Torre Antonia de Jerusalén. No es una ciudad amurallada como
la Cesarea del Mar. Y tampoco es un templo de tal o cual divinidad como el de
Jerusalén o los de Roma, capitales de su nación o su imperio.
Las palabras de estas parábolas no son sólo imágenes
ilustrativas de alguna simbología ecológica, sino denuncias de una realidad
social que clasifica a las personas en gobernantes frente a obedientes. Que
margina a las personas en pudientes frente a mendigos, en ricos frente pobres,
en buenos frente malos, en libres frente a esclavos, en judíos frente a
paganos…: “Quien tenga oídos, para oír, que oiga” (4,23).
Cuando leo y reflexiono esto de los ‘oídos’ en relación con
el mensaje de Jesús sobre la identidad o realidad del Reino, pienso también en
‘ojos’ que ven, en ‘manos’ que tocan, en ‘boca’ que habla y hasta en ‘pies’ que
pisan, sostienen, caminan o se asientan. Y me atrevo a unir estas referencias
con la llamada a dejarnos sorprender por la decisión humanizadora de las aves
que saben bien dónde asentar las casas de sus nidos (4,32).
¿Dónde anidan las aves? Escribo la pregunta y me
imagino a este galileo Jesús, de quien nos habla María Magdalena, como un buen
contemplativo de las gentes de su tierra, de sus casas, de sus campos, de su
lago tan inmenso como un mar. ¿Sabía este Jesús que las aves anidan donde
encuentran cobijo seguro, intimidad discreta, comida y bebida suficientes y
cercanas? ¿Estos nidos de las aves eran el reino de sus sueños? ¿Tan poca cosa
era su reino, su religión, su propuesta, su voluntad o la del Dios en quien
creía? Cuando este Jesús de Nazaret se reunía a solas con los Doce (4,33-34) a
explicarles estas cosas, ¿estuviste con ellos, María Magdalena?
Carmelo Bueno Heras. En Madrid,
19 de marzo de 2017
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