sábado, 5 de abril de 2025

Primer domingo de abril. - 2025, 06 de abril. Domingo 5º de Cuaresma C: Juan 8,1-11(EVANGELIZAR es aprender a humanizar) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 19ª (06.04.2025): Lucas 6,1-11. La RELIGIÓN del sábado judío no fue la Buena Noticia de Jesús de Nazaret).

 Primer domingo de abril. 

Ya ha llegado. Y parece que los robles de las montañas del norte de Madrid aún duermen; no se han enterado de que la primavera anda buscando piso para instalarse definitivamente. En el jardín de la casa donde duermo y despierto hay un arbusto que aún sigue transmutado en palitroque. Parece el fantasma de la muerte, aunque será ya por poquito tiempo. La hierbaluisa, citronela que otros así la bautizan, comienza a despuntar diminutas lágrimas verdosillas. Primero una, luego dos más, después más y más y más hasta acabarse de perfumar para volver a pasear su primavera hasta finales del otoño. 
La naturaleza 
de por aquí
es así:
serena,
constante,
perfumada
y perfumadora,
silenciosamente radiante,
humana
humana
y tan 
humana
como un evangelio
nuevo.
Seguro que recordaré todo esto cuando me vuelva a leer aquel encuentro del galileo laico Jesús de Nazaret donde se quebraron todos los moldes de la legalidad con la provocación de su abrazo en aquella primavera del adulterio florecido en el imaginario vergel de todas las mentiras. 
Fue entonces cuando aquel Jesús de María y José comenzó a ajustar las cuentas de los viejos códigos de aquel otro Moisés judío. ¡Cuánto ha llovido desde entonces! Y lo que aún queda y no está escrito. 
El mes de abril,
por aquí,
suele seguir
siendo así. 

A continuación, encontrarás primero el comentario del Evangelio propuesto desde la liturgia vaticana para las Eucaristías (Juan 8,1-11). Y, en segundo lugar, el comentario del relato que correspondería proclamar, si decidiste en su día leer el Evangelio de Lucas desde el comienzo hasta el final, ordenadamente.


Carmelo Bueno Heras


Comentario primero:

2025, 06 de abril. Domingo 5º de Cuaresma C: Juan 8,1-11. Leo y escribo Contigo:

EVANGELIZAR es aprender a humanizar

Domingo a domingo caminábamos a salto de mata y de ‘texto en texto’ por el Evangelio de Lucas. Pero se quebró esta senda y en este nuevo domingo de la Cuaresma se nos anuncia la palabra del Evangelio de Juan en el conocido relato de una mujer: “Los escribas y fariseos le llevan [a Jesús de Galilea] una mujer sorprendida en adulterio. La ponen en medio y le dicen… Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?” (Juan 8,3ss). Esto era, en toda regla y sin escapatoria posible, una tentación. Si Jesús decía sí a Moisés, ¿dónde quedaban sus denuncias de la Ley, el templo y el sacerdocio? Si el laico y galileo decía no a la Ley, él mismo se declaraba maldito (Juan 7,45-52). Aquellos escribas y fariseos se colocaron frente a Jesús y éste los miró despacio de pies a cabeza y se sorprendió al ver la cantidad de piedras que guardaban en sus bolsillos. Tantas llevaban que sus pantalones podían bajarse en cualquier momento. Aquellos hombres deseaban ardientemente lanzar las primeras piedras, ¡las que más duelen!, contra el cuerpo de pecado de aquella mujer.

 

Jesús se calló, se inclinó, se escuchó y muy despacio comenzó a dibujar en el suelo las siluetas de dos personas dispuestas para el abrazo. A la vista de ‘todo el pueblo y en medio del sagrado Templo’ (Juan 8,2) Jesús dibujaba en silencio un abrazo que nadie se atrevió ni a borrar ni a grabar. Y puesto en pie gritó, no lo que yo me imagino, sino lo que cuenta el texto: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra” (8,7). Volvió Jesús a inclinarse y seguía dibujando ‘su abrazo’ a la vista de todos… A la vista de menos, y de menos y de casi nadie. Al final, a la vista sólo de los ojos de aquella mujer, porque todos los demás se habían ido. Todos con las piedras en los bolsillos de sus pantalones.

 

Según el narrador de este suceso, todo el pueblo asistente se sintió y reconoció pecador. Ni uno solo se creyó cumplidor de aquella Ley del Dios-Yavé. ¿Qué ley es esa que nadie es capaz de cumplir? La más absurda que pueda uno imaginar, la más deshumanizadora, la más injusta e inhumana… Esto es lo que proclamó a gritos el silencio y la huida de ‘todo el pueblo’ en el Templo de Jerusalén en torno a Jesús y la mujer adúltera que, al final de aquella celebración de la mañana (8,2), se regalaron un cálido abrazo interminable mientras sus pies difuminaban la silueta del abrazo. Así es como aquel Jesús de Galilea iba siendo luz… (8,12 y siguientes).

 

Podría acabar el comentario y dejar a cada uno con sus meditaciones, pero debo aún decir dos cosas. La primera, en esta Ley del Dios de Moisés nunca se apedreaba al adúltero. Sólo a las adúlteras. Este dato es una prueba de que la ‘Ley de Moisés’ era solo la ley de unos varones cegados por el poder de sus propios intereses. La segunda cosa es una curiosidad de los investigadores. El relato de Juan 8,1-11 es un texto que no pertenece a este Evangelio. Está aquí, porque alguien (no precisamente el Espíritu Santo) lo copió en este lugar y ahí seguirá. En los manuscritos más antiguos del cuarto Evangelio no existe este relato. Y hay manuscritos del Evangelio de Lucas con este relato de ‘la adúltera’ copiado al final del Evangelio. ¿Importa algo esto? Un poco sí, pero lo importante es comprender que sólo el relato de este abrazo ante todo el pueblo y en el Templo de Jerusalén es ‘un evangelio’, pleno. ¡El quinto evangelio!

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 13 de marzo de 2016. Y en Madrid, 06 de abril de 2025.


Comentario segundo:

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 19ª (06.04.2025): Lucas 6,1-11.

La RELIGIÓN del sábado judío no fue la Buena Noticia de Jesús de Nazaret

Sigo leyendo en el relato del Evangelio llamado de Lucas: “Sucedió un sábado cuando cruzaba Jesús por unos sembrados…” (Lucas 6,1). Y otro poco más adelante leo: “Sucedió otro sábado cuando entró Jesús en la sinagoga…” (Lucas, 6,6). Y leo por tercera vez en este mismo capítulo de la narración: “Sucedió por aquellos días cuando Jesús se fue al monte…” (Lucas 6,12). Así comienzan cada una de las tres unidades narrativas de este capítulo sexto del Evangelio. En este comentario nos detenemos en el mensaje de Lucas 6,1-11, en las dos primeras unidades. En ambas unidades literarias se habla de qué se puede o no se puede hacer en el sagrado día del sábado para los judíos y creyentes en Yavé, su Dios. Y esto lo sabe y recuerda cada persona judía desde que se leyó y asimiló la primera página de su libro santo que es su colección de libros que se inicia con el relato de los orígenes: El libro del Génesis (1,1 hasta 2,4a). Éstas son, pues, las primeras palabras de la Ley, la Tora de Israel, la Luz que caldea e ilumina al pueblo.

 

“Bendijo Yavé Dios el día séptimo y lo santificó, porque en este día dejó de trabajar en la obra creadora que Yavé Dios había modelado”. Según estas orientaciones legales ordenadas por el sacerdocio del templo de Jerusalén, trabajar en sábado era un pecado que atentaba contra el mismo Dios Yavé y le enfurecía tanto que no podía reprimir sus castigos contra los pecadores.

 

Los fariseos y escribas, conocedores-cumplidores de esta Ley del sábado laboral y religioso hasta en su letra más pequeña, denunciaban a Jesús y a sus seguidores: “¿Por qué hacéis lo que no está permitido hacer en sábado?” (Lucas 6,2). Ante esta realidad, cuenta el evangelista en estas dos unidades literarias, Jesús se dedica a evangelizar. Es decir, a enseñar a pensar. Es decir, a interrogar a quienes le interrogan. En decir, a tener sentido común. Es decir, a pensar en la persona, en el ser humano antes que pensar, querer y creer en Dios y en las supuestas leyes que dicen que vienen de él. Primero el ser humano, luego el sábado y sus orientaciones.

 

Romper una Ley que se creía que venía directamente de Dios era blasfemar contra Dios. Y esto es lo que hizo con cierta frecuencia el adulto, laico y galileo Jesús de Nazaret. Rompió con manifiesta reiteración los mandatos de la Ley del Dios de su religión judía y enseñó cuándo, cómo y por qué debe y puede todo ser humano desobedecer tales orientaciones, normativas, deseos o voluntades de una Ley como la llamada de Moisés y de su Dios. Este Jesús del Evangelista Lucas dice explícitamente a los escribas y fariseos de entonces y de todos los tiempos y de todas las religiones: “Yo os pregunto, ¿qué hay que hacer en el sagrado día del sábado? ¿Hay que hacer el bien o el mal? ¿Hay que cuidar y curar al enfermo o hay que dejar que se destruya? (Lucas 6,9). Quiero pensar que a este Jesús y al Dios en quien él creía le gustaba más que cada persona pudiera vivir y sentirse viva y más, mucho más, que si en sábado se hacía o no se hacía algo o nada en la sinagoga o en el templo de Jerusalén.

 

Si una ley (divina, humana, religiosa, laica…) no sirve para el bien-estar, el buen-vivir y la con-vivencia humanizadora de las personas, es una ley que debe transformarse o desaparecer. Nada, ni nadie es más importante que la persona... Y ahora, ‘¿qué hacemos con Jesús?’ (6,11).

Carmelo Bueno Heras. En Madrid,08 de abril de 2018. Y también en Madrid, 06 de abril de 2025.  

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 08 de abril de 2018. Y también en Madrid, 06.04.2025.

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