sábado, 12 de abril de 2025

Un puente, aquel puente, el puente - 2025, 13 de abril. Domingo de Ramos C: Lucas 22,14 - 23,56 (¿Quiénes decidieron hacer desaparecer a Jesús de Nazaret?) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 20ª (13.04.2025): Lucas 6,12-49. Bienaventuranzas, sí. Malaventuranzas, también).

 Un puente, aquel puente, el puente

A veces, y cada vez con más frecuencia, se me ocurren cosas muy extrañas. Así lo pensaba hace no demasiado espacio ni mucho tiempo: cuando nació aquel judío de Galilea llamado Jesús de Nazaret ya existía una colonia llamada Mérida (la Augusta Emerita de la Lusitania romana), por ejemplo. Y poco tiempo después, un puñado de años tan solo, murió aquel judío, desapareció de la faz de la tierra y Mérida siguió en pié y ahí sigue desde entonces con la presencia de su testigo el imponente puente de sus 62 ojos y sus 800 metros de paseo. Ahí sigue el puente y el río, y la ciudad como iconos vivos no sé si de la inmortalidad, o de la sensatez, o de la resurrección permanente, o de la eterna fidelidad. Podría arriesgarme a proclamar que todos cuantos ahora estamos vivos dejaremos de respirar y acabaremos por permanecer quietos y mudos, muertos, y ese puente, con su río y su ciudad seguirán en pie, y respirando y vivos. ¿Hasta cuándo? Hasta mañana. Siempre hasta mañana, como así le sucede a la humanidad. La HUMANIDAD: Un puente con su río y su ciudad.
De alguna manera debía presentar los comentarios del domingo de Ramos, día 13 de abril de 2025. De alguna manera, tal vez de manera extraña, pero así lo pensaba. Iniciamos esta peculiar semana del año echando una mirada a un hombre enamorado de la humanidad llamado siempre Jesús de Nazaret, quizá una especie de puente singular, de otro río y de otra ciudad. O tal vez, y para siempre, EL PUENTE... 
A continuación, encontrarás primero el comentario del Evangelio propuesto desde la liturgia vaticana para las Eucaristías (Juan 8,1-11). Y, en segundo lugar, el comentario del relato que correspondería proclamar, si decidiste en su día leer el Evangelio de Lucas desde el comienzo hasta el final, ordenadamente.


Carmelo Bueno Herasue 

A continuación, encontrarás primero el comentario del Evangelio propuesto desde la liturgia vaticana para las Eucaristías (Lucas 24,14 hasta 23,56). Y, en segundo lugar, el comentario del relato que correspondería proclamar, si decidiste en su día leer el Evangelio de Lucas desde el comienzo hasta el final, ordenadamente.

Ambos comentarios se encuentran también en el archivo adjunto. 

Carmelo Bueno Heras


Comentario primero:

2025, 13 de abril. Domingo de Ramos C: Lucas 22,14 - 23,56. Leo y escribo Contigo:

¿Quiénes decidieron hacer desaparecer a Jesús de Nazaret?

Hemos llegado al domingo de Ramos. Y en las celebraciones de las liturgias católicas, de todo tipo, se lee hoy un texto evangélico larguísimo. Desproporcionadamente larguísimo. Tanto es así que se suele escuchar sentados, y no de pie como los domingos más normales. Y este texto tan extenso es siempre el relato de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret. Por estar en el año del evangelio de Lucas se nos leerán casi completos los capítulos 22º y 23º de su Evangelio, aunque se indica que no es necesario leer los trece primeros versículos del capítulo 22º. ¿Por qué? Nadie tiene idea. Seguro que cualquier explicación es válida. Da la impresión de que esta manía de trocear los relatos evangélicos es insaciable.

Espero no molestar demasiado a alguien si copio aquí los dos primeros versículos de este capítulo 22º. Dice Lucas en su relato lo que no se leerá el domingo de Ramos: “Se acercaba la fiesta de los Ázimos, llamada Pascua. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo hacerle desaparecer [a Jesús de Nazaret], pero tenían miedo del pueblo” (22,1-2). De esta manera tan sencilla, el evangelista ya nos ha informado de que quienes quitan de en medio y matan a Jesús son los sumos sacerdotes y los escribas. Las autoridades de la religión de Israel, del Templo y de la Ley. Pero estos responsables primeros y principales desean quedarse con las manos limpias. Pasa casi siempre así. Luego, en el ejercicio de la justicia habrá que buscar a un ¡chivo expiatorio! a quien le brillen los ojos ante un puñado de dinero. ¡SIEMPRE IGUAL!

La lectura de este relato en la eucaristía de este día comienza con estas afirmaciones: “Cuando llegó la hora, se puso a la mesa… Y recibiendo una copa…  dijo… Luego tomó  pan… lo partió y repartió y dijo… haced esto… Conmigo… Siempre… De igual modo, después de cenar, tomó la copa y dijo… haced esto… Conmigo… Siempre” (22,14-20). ¿Dos copas y un pan? Aquí, se dirá durante siglos que Jesús de Nazaret instituyó la santa misa, la fracción del pan, la santa comunión, la eucaristía. El sacramento centro y cima del seguimiento de Jesús de Nazaret. La primera transustanciación del pan y del vino en la carne y sangre de Jesús el Cristo de Nazaret e Hijo único de Dios, altísimo y todopoderoso. Sin él, persona del Cristo y Sacramento, deja de existir cualquier posibilidad de presencia real cristiana. Así y aquí, como interpretan que dijo y expresó Lucas, aconteció y se produjo la primera presencia real de Jesucristo. Y desde entonces los sucesores de los apóstoles son los únicos encargados y ministros servidores de hacer posible semejante transustanciación. Ellos, sólo ellos y nadie fuera de ellos. Sacerdotes siempre, consagrados-separados de todo para este sublime milagro desbordado de misterio.

Y realmente todo lo que se dice en este relato de Lucas (22, 1-10) es la cena de la pascua judía compartida de Jesús de Nazaret con el grupo de mujeres y hombres, no muy numeroso, que comparte también vida y destino con él. Una comida-cena como tantísimas comidas de Jesús como ya ha contado Lucas en los capítulos anteriores de su Evangelio. Cada vez reconozco más mis lagunas interpretativas por no alcanzar a ver aquí ningún sacerdocio ni ninguna transustanciación de presencias reales de un muerto que vive. Los que tienen RELIGION sí lo ven. Quienes creen y sienten tener FE reconocen que Jesús cena con sus amigas/amigos antes de que la autoridad del Dios Yavé en los sumos sacerdotes acaben con su vida. Así fue, pero su ausencia permanece. Y la/le sentimos presente cuando compartimos mesa y comida.

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 20 de marzo de 2016. Y en Madrid, 13 de abril de 2025.

 

Comentario segundo:

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 20ª (13.04.2025): Lucas 6,12-49.

Bienaventuranzas, sí. Malaventuranzas, también

En el anterior comentario constatamos que el capítulo sexto de este Evangelio llamado de Lucas está articulado en tres partes bien presentadas por el narrador. Ya comentamos las dos primeras partes en las que se nos narraba qué hizo y qué enseñó este Jesús de Lucas en dos sábados bien definidos. La tercera parte es la más extensa y se la puede llamar ‘el discurso de las bienaventuranzas’ según este Jesús de Lucas (6,12-49).

 

Estas ‘Bienaventuranzas’ del Evangelio de Lucas son semejantes a las ‘Bienaventuranzas’ del Evangelio de Mateo (capítulos cinco a siete). En ambos relatos nos encontramos con un número distinto de ‘bienaventuranzas’ puestas en boca del mismo y único Jesús de Nazaret por uno y otro Evangelista. ¿Cuántas pronunció aquel Jesús? ¿Las cuatro de Lucas? ¿Las nueve de Mateo? ¿Las ‘ninguna’ de Marcos y de Juan?

Y además de cuántas pronunció Jesús, ¿dónde, en qué lugar anunció sus bienaventuranzas? ¿En el monte sin nombre del que habla Mateo? ¿En el llano que está al pie de ese monte sin nombre al que previamente había subido este mismo Jesús para su oración de toda la noche?

Ni la indicación temporal (‘Sucedió por aquellos días’ 6,12), ni la indicación espacial (‘Se fue Jesús al monte’ (6,12) ni la indicación espiritual (‘la oración de Dios’ 6,12) son explícitamente precisas y claras. Las tres referencias son, ¿intencionadamente indefinidas y poco nítidas?

 

Empiezo por el final: ¿Alguien se atreve a precisar qué era esto de ‘la oración de Dios’ para este Evangelista Lucas? La oración de Dios, ¿era el padrenuestro? ¿Por qué no nos lo anuncia aquí? ¿Por qué razón lo deja para después? Los salmos de la tradición religiosa de Israel, ¿eran o no la oración de Dios? ¿Acaso este Dios de Lucas ora con una oración propia o hay una oración tan especial y única que solo ella recibe el nombre de ‘oración de Dios’?

 

Creo más bien que cada persona, como este Jesús del Evangelio de Lucas, ora cuando es consciente de que cada una de los millares de neuronas de la mitad de su cerebro dialoga sin límites con las neuronas de la otra mitad. Intuyo que sí, y más, después de leer Lucas 17,20-21. Siguiendo el relato de este Evangelista se constatan dos decisiones que toma Jesús como consecuencia de aquella su ‘oración de Dios’: una es la llamada a los DOCE (Lucas 6,13-15); y la segunda es la enseñanza del ‘reinado de Dios’ a todas cuantas personas se acercan a escucharle (Lucas 6,16-38). Éste es, propiamente hablando, ‘el discurso de las bienaventuranzas’ (cuatro bienav… más otras cuatro malav…) de este Jesús de Lucas.

 

A todas estas personas (los llamados DOCE, los llamados sus seguidores, todos cuantos se acercaron a oír su enseñanza evangelizadora y a cuantos desde entonces leemos y escuchamos) nos añadió una larga parábola (Lucas 6,19-49). Tan larga es esta parábola que son muchas o, tal vez, una sola explicada de muchas maneras: “Quien escucha a este Jesús es la persona que edifica su casa sobre roca firme…y no sobre arena” (Lucas 6,46-49)

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