domingo, 27 de abril de 2025

Todos somos libros vivos - 2025, 27 de abril. Domingo 2º de Pascua C: Juan 20,19-31(María Magdalena, cuenta el 4º Evangelio, vio a Jesús resucitado) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas ( Semana 22ª (27.04.2025): Lucas 7,18-35. Juan y Jesús, tan distintos como semejantes).

 Todos somos libros vivos

Hoy es el último sábado del mes de abril. Día primaveral. Hoy se cierra uno, entre muchísimos otros, de los libros de la humanidad. Cada persona que muere es semejante al hecho de haber acabado de escribir un libro y haberlo cerrado y haberlo dejado para siempre en las manos del tiempo. Todos somos libros vivos.
Hoy será enterrado el libro vivo del llamado, curiosamente por un colombiano, el argentino modesto, Francisco papa. ¡Qué curiosidades tiene el lenguaje!
Falleció el pasado lunes de pascua, 21 de abril. Y desde entonces nos toca a los vivientes la tarea de ser sus resucitadores. Y, como recuerdo siempre de mis tiempos de infancia porque fue entonces cuando lo aprendí, cada uno hablaremos de la feria como nos fue en ella.
Desde aquel día de san José, 19 de marzo, del año 2013, doce años y un mes vino del fin del mundo donde ya estaba para ser papa. Y como todos los papas, al menos los que yo he conocido, unos más y otros algo menos, no fueron capaces de erradicar el síndrome religioso de la papolatría.
En un par de semanas o poco más, volveré a visitar esta misma página de la presentación de los comentarios para hacerme eco de la noticia: "Habemus Papam". Y así, seguirá rodando el universo eclesiástico y mundial. Se hablará de nueva etapa, de nueva era, del cambio, de... ¡la Curia! Y todo esto comenzará de nuevo... ¡en primavera!
Pensaba haber dicho cuatro palabras a propósito de un libro vivo, también, que apareció en público el pasado día uno de abril. Pensaba y ya veré a ver cuándo y cómo. Dice el propio autor que él es un loco sin Dios que escribe 'El loco de Dios en el fin del mundo'. 485 páginas. Del extremeño de Ibahernando, Cáceres, Javier Cercas Mena. ¿Una locura de libro? Tal vez, pero merece la pena. El libro se lo ha dedicado a Blanca Mena Martínez, con toda seguridad. Su madre.
Nada más ya. A continuación, se encontrará primero el comentario del Evangelio propuesto para la eucaristía del domingo 27 de abril. Y, en segundo lugar, el comentario del relato que correspondería proclamar, si decidiste en su día leer el Evangelio de Lucas, desde el comienzo hasta el final, ordenadamente.  

Carmelo Bueno Heras


Comentario primero:

2025, 27 de abril. Domingo 2º de Pascua C: Juan 20,19-31. Leo y escribo Contigo:

María Magdalena, cuenta el 4º Evangelio, vio a Jesús resucitado

El pasado domingo la oficialidad de la iglesia nos silenció la narración del primer encuentro del ‘resucitado’ que, según este evangelio de Juan, sucedió en Jerusalén, en el huerto de la sepultura de Jesús de Nazaret y con una mujer, María Magdalena. Ocurrió en la mañana del día después de la gran semana de la Pascua de la Religión judía. Y como quien nada dice, diciéndolo todo, escribe estas palabras: “Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto a Jesús y que le había dicho esto: subo a mi padre y a vuestro padre, a mi dios y a vuestro dios” (Juan 20,17-18).

 

Ese mismo día, ya por la tarde noche, todos los amigos de ese Jesús están encerrados y atemorizados. Imagino que está también con ellos la propia María Magdalena. Y seguramente que también están las demás mujeres que pertenecen al grupo de los seguidores y apóstoles de Jesús, como se indica en Juan 19,25-27. De quien sí sabemos que no está es de Tomás, como nos explicita el evangelista (20,24). Recuerdo estas cosas sólo por si mi leyente no tiene ahora su biblia a mano. Conviene que se tenga, siempre que se hable del texto.

 

Así que excepto Tomás, María Magdalena, las demás mujeres y los otros seguidores de Jesús, aunque estén encerrados y llenos de miedo, reciben como un regalo precioso las palabras y encargos del resucitado. Vuelvo a repetirlo para que no se nos olvide: todas estas personas reciben explícitamente el Espíritu Santo y el poder de perdonar todos los pecados y a todas las personas. Esto es lo que el padre y dios de Jesús quiere… id, yo os envío (Juan 20,21-23).

 

Hace unos cuarenta años, cuando era estudiante de estas cosas de la Biblia, la Teología y la Evangelización se me decía que éste era uno de los momentos en los que Jesús, el resucitado, institucionalizaba el sacramento de la Penitencia o perdón de los pecados. Un sacramento que sólo estaba destinado al ejercicio eclesiástico explícito de unos varones. Y así sigue esta cosa. Sólo unos pocos ungidos, consagrados, ordenados, separados, masculinos tienen el poder, tienen el perdón, tienen el Espíritu (para lo de la confirmación, también). Lo tienen todo.

 

Sin embargo, aquí, en esta noche del primer día y según Juan, hay unas cuantas mujeres y sobre todo una, la primera que tocó con su mirada al resucitado. Todas ellas recibieron esos mismos preciosos regalos, que alguien conscientemente se los robó y no se atreve a devolvérselos.

 

Recuerdo que, y no es chiste, ninguno de los papas de Roma hasta la fecha de después de veinte siglos se atrevió a llamarse Tomás por miedo a que alguien le dijera que ya no tiene, entre sus poderes, este poder del Espíritu ni del perdón de los pecados. Ningún otro evangelista cuenta así estas cosas de las apariciones. Seguramente no las hubo. La gran aparición de Jesús fue su propia vida, como la tuya y la mía (20,30). La vida de su persona de carne y hueso. Y esa aparición de Jesús causó miedo en los dirigentes y responsables de su Religión judía y de sus estructuras. Para otras personas esta aparición de la vida y persona de Jesús de Nazaret abrió las esperanzas de humanización liberadora para todas y todos.

 

Y, al parecer, algunas mujeres lo vieron tan claro que se fueron a vivir con él y le acompañaron hasta donde las personas nos podemos acompañar conscientemente unas a otras. Hasta la muerte. Luego, sólo nos queda la palabra, el poder contarlo (Juan 1,1-18). Y el amor (Juan 13,35), el poder vivirlo.

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 03.04.2016. Y también, en Madrid, 27.04.2025


Comentario segundo:

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 22ª (27.04.2025): Lucas 7,18-35.

Juan y Jesús, tan distintos como semejantes

Creo que estamos ante la segunda gran unidad narrativa de este séptimo capítulo del relato del Evangelista Lucas. Como lectores que somos, seguimos escuchando aspectos muy semejantes y muy nuevos de la misión evangelizadora de este Jesús de Nazaret por Galilea: “Los discípulos de Jesús llevaron todas estas buenas noticias a Juan el bautizador…” (Lucas 7,18). Desde este versículo 18 hasta el versículo 35, leemos un excelente buen decir y hacer mutuo y compartido de este Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret.

 

Este reconocimiento mutuo de ambos evangelizadores nos lo deja el narrador Lucas sintetizado en estas palabras finales que coloca en boca de Jesús de Nazaret: “Vino Juan el Bautista que no comía pan ni bebía vino y decís que tiene un demonio dentro. Ha venido este hombre que come y bebe y decís que es un comilón y borracho, amigo de publicanos y de pecadores…” (Lucas 7,33-34).

 

Los oyentes y destinatarios de este mensaje tan conciso y nítido como denunciador y crítico son los fariseos y escribas contemporáneos de Juan y de Jesús (Lucas 7,28-30). Me gusta caer en la cuenta que este narrador Lucas vuelve a recordar a sus lectores la presencia de cuatro colectivos de personas alineados en dos modos muy distintos de vivir, creer, relacionarse… 

 

Por un lado, los fariseos y escribas, fieles defensores de la validez de la Ley de Moisés, del templo, del sacerdocio y de sus correspondientes tradiciones religiosas, sociales, familiares... Por otro lado, los pecadores y publicanos. Pecadores eran los desobedientes y transgresores de la misma Ley de Moisés y sus tradiciones. Publicanos eran aquellos que no pertenecían al pueblo y a la raza judía. Fariseos y escribas frente a publicanos y pecadores. Ante esta realidad socio-religiosa tan enfrentada, ¿qué dijeron e hicieron los evangelizadores Juan y Jesús?

 

Según vamos tomando conciencia del mensaje de este Evangelista más claramente comprendemos las decisiones de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret. La decisión de Juan fue evangelizar por medio de su bautismo que perdonaba pecados junto al Jordán y no en el templo de Jerusalén ante los ojos, oídos y narices del Altísimo Yavé Dios. La decisión de Jesús, una entre muchas y que aquí se destaca, fue la de compartir comida y bebida con los pecadores y los publicanos. ¡¡¡Qué bien lo recordará este Evangelista en su capítulo 15,1-32!!!

 

La decisión de Jesús es comer y beber, ¿con quiénes? Con los publicanos y pecadores tan desobedientes como ignorantes de la Ley, herejes y blasfemos. Como lector crítico debo poner este gesto de Jesús -compartir mesa y mantel- en paralelo con su gesto de cenar por última vez, como se cuenta en Lucas 22,14-30. Comer así fue una constante causa de provocación…

 

¿Provocación? Sí, y conflicto permanente que ya se nos anuncia a los lectores en este texto: “Respondió, Jesús: id y contad a Juan lo que estáis viendo y oyendo. Los ciegos ven. Los cojos andan. Los leprosos quedan limpios. Los sordos oyen, los muertos se levantan. Y se anuncia el Evangelio a los pobres” (Lucas 7,22).

 

Esto sucede no por cumplir la Ley, sino por ‘el evangelizar’ del galileo y laico Jesús de Nazaret, el comilón y borracho, blasfemo y escandalizador (Lc 7,23).

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 29.04.2028. Y también, en Madrid, 27.04.2025 

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