miércoles, 25 de diciembre de 2013

¿Dónde haremos la fiesta? 25122013


¿Dónde haremos la fiesta?

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2013-12-25 Radio Vaticana

Jesuita Guillermo Ortiz – Reflexiones en Frontera  (RV).- (Con audio)  La vida tiene sus celebraciones y en estas celebraciones sentimos necesidad de la fiesta. Es importante la fiesta.  Hay un nacimiento, un bautismo, ¿dónde haremos la fiesta?, hay que comprar regalos y comida y bebidas y tienen que venir los padrinos con los que ya nos comprometimos y vienen de lejos. ¿Cuánto necesitamos para la fiesta?, y la hija cumple 15 y el nene se casa, ¿dónde haremos la fiesta? Aquel salón es muy bonito pero es caro, no podemos pagarlo. Y todo esto, la fiesta la plata que gastamos hasta tirar la casa por la ventana, es por el cariño, porque necesitamos que se sepa y que se celebre que nuestros hijos, padres y hermanos son importantes, son lo más grande que tenemos. http://es.radiovaticana.va/global_images/mp3_icon.gif
La celebración del nacimiento del Hijo de Dios tendría que ser entonces una fiesta extraordinaria, pero el amor de Dios es tan grande que se arrima a nosotros por la puerta del fondo de la casa o de la ciudad. El salón será una gruta, la cuna una pesebrera, el lugar donde ponen el pasto para los animales, sin calefacción ni aire acondicionado.
Algunos dejan de hacer la fiesta porque no tienen plata, o porque no tienen para comprarse el vestido y la fiesta queda de lado. Con el nacimiento del Hijo de Dios la fiesta la hace el amor, la ternura, el derroche no es de dinero, sino que el mismo Dios tira el cielo por la ventana, entregándonos el Hijo que tanto ama. Él mismo es la fiesta por eso no tenemos otra alternativa nosotros que ofrendarle el regalo de nuestro corazón.
El poder de Dios no está en crear un salón de fiestas extraordinario, para celebrar el nacimiento de su Hijo. El poder de Dios es la omnipotencia y a la vez la impotencia del amor que nos llama a estar juntos bajo el mismo techo, techo de estrellas de la gruta de Belén al calor de la carne viva de los corazones despojados de armaduras, sospechas y resentimientos, al calor de la reconciliación profunda en la verdad y no en la superficialidad de la mentira.
Que la bendición del Padre y del Hijo y del Espíritu santo desciendan sobre Uds. en esta Navidad.

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