Santa Brígida de Kildare, abadesa
fecha: 1 de febrero
n.: c. 453 - †: c. 525 - país: Irlanda
otras formas del nombre: Bride, Bridget, Brigit, Ffraid
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 453 - †: c. 525 - país: Irlanda
otras formas del nombre: Bride, Bridget, Brigit, Ffraid
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En
Kildare, de Hibernia, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros
monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de
evangelización iniciado por san Patricio.
patronazgo: Patrona de
Irlanda junto con los santos Patricio y Columba.
refieren a este santo: San Conleto de
Kildare, San Melis de
Ardagh
Las
numerosas «vidas» de santa Brígida escritas por sus compatriotas en los cuatro
primeros siglos después de su muerte, no ofrecen material para una relación
completa de su vida. Sin embargo, no cabe duda de que hay que contarla entre
los santos más grandes y venerados, cuya virtud ha dado gloria a Irlanda y
ayudado, al menos indirectamente, a la cristianización de Europa. Los vivos
recuerdos conservados en el corazón del pueblo, llevan un extraordinario
espíritu de caridad. La mayoría de los numerosos y fantásticos milagros que
figuran en las crónicas de su vida fueron su respuesta a súplicas que
provocaron su compasión o despertaron su sentido de justicia. Sacaríamos una
conclusión completamente falsa si pensáramos, como muchos lo han hecho, que
siendo tan increíbles los incidentes que de ella se refieren, la existencia de
la santa es un mito. El pueblo irlandés, más que otros, es imaginativo y
entusiasta y, en consecuencia, muy celoso de sus objetos de veneración. Hubiera
parecido como rebajar su dignidad el apuntar sólo cosas ordinarias y posibles
de la que llaman «la María de los irlandeses», a quien consideraban como
patrona de todas las buenas irlandesas. Así como a san Patricio y también a los
héroes menores de la santidad se atribuyeron extrañas maravillas, así no le
podía faltar a ella su corona: pues ¿no eran Patricio y Brígida «las columnas
de Irlanda»? No valía la pena un relato de hechos prosaicos; en otras palabras,
estos eran indignos de una persona tan excelsa. Es importante que nos demos
cuenta clara de esta curiosa mentalidad, si no queremos confundirnos con las
extravagancias que abundan en colecciones como la de Plummer «Bethada Náem
Erenn» o en el «Book of Lismore». Análoga precaución hay que tener con toda la
hagiografía medieval; pero especialmente en las leyendas trasmitidas por los
celtas. Había que relatar maravillas y prodigios heroicos; y si faltaban, el
escritor sufría el castigo de ver que su obra era despreciada por rancia e
inútil. Este gusto por lo sensacional entre almas sencillas y candidas, explica
por qué en la primitiva hagiografía, por cada manuscrito de las «acta sincera»
-o informes verídicos sobre el martirio- poseemos otros cincuenta, con tantas
deformaciones y ornamentos, que bien podrían pasar por una novela.
Así
pues, lo que podemos afirmar con certeza respecto a la vida de santa Brígida es
realmente poco. Probablemente nació a mediados del siglo quinto en Faughart,
cerca de Dundalk. Es indudable que desde temprana edad se consagró a Dios; pero
parece muy dudoso que haya recibido el «velo» de manos de san Maccaille en Mag
Teloch y que haya sido consagrada por san Mel en
Ardagh. La dificultad aumenta por la glosa añadida al himno de
san Broccan: «San Mel le confirió la dignidad de obispo», y por ello la
sucesora de Brígida «tiene derechos y honores episcopales». El P. John Ryan
discute el problema en Irish Monasticism, y concluye que «esta historia fue el
resultado de los honores excepcionales tradicionalmente tributados a la
sucesora de santa Brígida en Kildare, y que en algunos aspectos pueden
compararse con los que se tributan a los obispos en la Iglesia». Pero es
bastante extraño, que fuera del relato de Cogitosus, no se insista en las
"vidas" de la santa en la fundación del monasterio de Kildare; tanto
más, cuanto que dicha fundación parece haber sido el gran hecho histórico de su
carrera, y que en cierto sentido la convirtió durante muchos siglos en la madre
ejemplar de las vírgenes irlandesas.
Quizá
nos demos cuenta del tono general de las "vidas" primitivas, con
algunos párrafos de las lecciones del Breviarium Aberdonense:
Santa
Brígida, a quien Dios previo y predestinó para que creciera a semejanza suya,
nació de noble familia escocesa [i.e. irlandesa]; su padre fue Dubthac y su
madre Brocea, y desde su niñez progresó en todo bien. Esta doncella elegida por
Dios, muy juiciosa y llena de sabiduría, siempre buscó lo más perfecto. Su
madre la enviaba a recoger la mantequilla que hacían las mujeres con la leche
de las vacas y ella se la daba toda a los pobres. Cuando las demás volvían con
la carga, la joven trataba de restituir el producto que había tomado y, con
tierna confianza, volvía su corazón al Señor y le pedía, por intercesión de su
Madre, que devolviese la mantequilla con creces. A su debido tiempo, cuando sus
padres desearon que contrajera matrimonio, hizo voto de castidad; lo hizo en
presencia de un santo obispo y tocó con la mano el pilar de madera sobre el
cual se apoyaba el altar. En memoria de la acción de esa joven, hace largos
años esa madera permanece todavía verde, y como si no hubiera sido cortada y
despojada de su corteza, florece en sus raíces y sana a innumerables tullidos.
Santa
y fiel como era, viendo Brígida que se acercaba el tiempo de sus esponsales,
pidió al Señor le enviara alguna deformidad para frustrar la importunidad de
sus padres: se le reventó un ojo y se le derramó por dentro. Y así, habiendo
recibido el santo velo, Brígida, junto con otras vírgenes consagradas,
permaneció en la ciudad de Meatr, donde Nuestro Señor, por su intercesión, se
dignó obrar muchos milagros. Curó a un extranjero por nombre Marcos;
proporcionó cerveza de un solo barril a dieciocho iglesias, y la bebida alcanzó
desde el Jueves Santo hasta el fin del tiempo pascual. A una mujer leprosa que
le pedía leche, le dio agua fría, porque no tenía otra cosa; el agua se
convirtió en leche, y cuando la mujer la hubo bebido, quedó sana. Curó a un
leproso y dio vista a dos ciegos. Una vez cuando iba de viaje para acudir a un
llamado urgente, al cruzar un arroyo se resbaló y se hirió en la cabeza; con la
sangre que manó de la herida dos mujeres mudas recobraron el habla. Un buen
día, a un criado del rey se le cayó de las manos una preciosa vasija y se
rompió; para que no lo castigaran, Brígida la compuso totalmente.
Entre
éstas y muchas otras extravagancias parecidas, hay algunas hermosas leyendas;
especialmente la que se refiere a una monja ciega, Dará, cuyo relato no podrá
hacerse mayor que con las propias palabras de Sabire Baring-Gould:
Una
tarde, al ponerse el sol, Brígida estaba sentada con la hermana Dará, una santa
monja que estaba ciega: hablaban del amor de Jesucristo y de los gozos del
paraíso. Sus corazones rebosaban en tal forma, que la noche voló mientras
conversaban y no se dieron cuenta de que habían pasado muchas horas. Entonces
salió el sol tras las montañas de Wicklow, y su luz pura y blanca vino a
iluminar y a alegrar la faz de la tierra. Brígida suspiró al ver la hermosura
del cielo y de la tierra: sabía que los ojos de Dará estaban cerrados a toda
esta belleza. Inclinó entonces la cabeza y rezó; extendió su mano e hizo la
señal de la cruz sobre las apagadas órbitas de la dulce hermana. Entonces cesó
la oscuridad, y Dará vio la esfera dorada en el oriente y los árboles y las
flores, que brillaban, con el rocío a la luz de la mañana. Se quedó mirando un
instante y luego, volviéndose a la abadesa le dijo: «querida Madre, le ruego
vuelva a cerrar mis ojos, porque cuando el mundo está así de visible a los
ojos, el alma ve menos claramente a Dios». Entonces Brígida oró una vez más, y
los ojos de Dará volvieron a obscurecerse.
Poco
o nada digno de confianza sabemos de la gran fundación religiosa en Kill-dara
(el templo del encino) y de la regla ahí practicada. Se supone generalmente que
era un «monasterio doble», es decir que incluía hombres y mujeres, pues tal era
la práctica común entre los celtas. Es muy posible que santa Brígida presidiera
ambas comunidades, y no sería caso único. Pero el texto de las reglas -en la
Vida de san Kieran de Clonmacnois se menciona la «regula Sanctae Brigidae»- no
parece haber sobrevivido. Más de seis siglos después, Giraldus Cambrensis
coleccionó algunas curiosas tradiciones referentes a esta fundación. Dice, por
ejemplo: «En Kildare de Leinster, renombrado por la gloriosa Brígida, hay
muchas maravillas dignas de mención. Principalmente el fuego de Brígida, que
llaman inextinguible; no porque no se pueda apagar, sino porque las monjas y
santas mujeres alimentan y avivan el fuego tan ansiosa y puntualmente, que
desde la época de la virgen, ha permanecido encendido durante siglos y nunca se
han acumulado cenizas, aunque en tanto tiempo se haya consumido tan grande
cantidad de madera. En tiempos de Brígida, veinte monjas servían aquí al Señor.
Ella era la vigésima y cuando gloriosamente partió, quedaron diecinueve y no
han pasado de ese número. Los monjas se van turnando cada noche para cuidar el
fuego, y cuando llega la vigésima noche viene la última doncella y colocando
suficiente leña dice: "Brígida, cuida ese fuego tuyo, porque a ti te toca
esta noche." Y por la mañana encuentran el fuego todavía encendido y el
combustible consumido en la forma acostumbrada. El fuego está rodeado por una
valla circular de arbustos, dentro de la cual ningún hombre entra, y si alguno
se atreviera a entrar, como algunos temerarios lo han intentado, no escapa de
la venganza divina».
Esta
es la historia a la cual aludió el poeta Tom Moore cuando escribió:
La lámpara rutilante que alumbró
el santo templo de Kildare,
ardió constante a través
de las edades de sombras y tormenta.
Pero
no obstante que el material legendario predomina, es inconfundible el
entusiasmo que la memoria de santa Brígida suscitó entre sus paisanos. No sería
fácil encontrar algo más fervoroso en su expresión que las rapsodias del
"Book of Lismore":
Todo
lo que Brígida pedía al Señor se lo concedía inmediatamente. Pues todo su deseo
era: socorrer al pobre, aliviar cualquier pena y ayudar a todos los desvalidos.
Ahora bien, nunca hubo mujer más tímida o más modesta, más dulce o más humilde,
más juiciosa o que tuviera una más armoniosa proporción en todo que Brígida.
Nunca se lavaba ni las manos, los pies o la cabeza, delante de otras personas.
Nunca miró rostro de hombre alguno. Nunca hablaba sin sonrojarse. Era abstemia,
inocente, piadosa, paciente; se gozaba con los mandamientos de Dios; era firme
y humilde, perdonaba y amaba; era un estuche consagrado para guardar la sangre
y el cuerpo de Cristo; era templo de Dios. Su corazón y su mente formaban un
trono para que descansara el Espíritu Santo. Tenía puesto su corazón por entero
en Dios; compadecía a los desgraciados, era pródiga en milagros y maravillas.
Por todo esto, su nombre en medio de las cosas creadas, es Paloma entre los
pájaros, Viña entre los árboles, Sol entre las estrellas. El padre de la santa
virgen, es el Padre Celestial; su hijo es Jesucristo; su aliento (quien la
alienta y la nutre) es el Espíritu Santo. Por eso, esta santa virgen ejecuta
tan grandes prodigios e innumerables milagros. Ella es quien ayuda a todos los
que están en aprietos y peligros, la que disminuye las pestes; la que calma la
ira y la borrasca del mar. Es la profetiza de Cristo; la reina del sur; la
María de los gaélicos (celtas).
Pero
el lenguaje de otros escritores nativos de época más primitiva es aún más
novelesco. Probablemente comprendemos muy poco de la psicología gaélica para
estar bien ciertos del verdadero significado de las frases que encontrarnos en
documentos como el Himno de san Brocean, pero nuestros traductores dan a
entender que, realmente, se identificaba a Brígida con la Santísima Virgen
María. Por ejemplo leemos:
Brígida madre de mi supremo rey (de mi Altísimo Rey) del reino de los Cielos, nació superior en todo.
Brígida madre de mi supremo rey (de mi Altísimo Rey) del reino de los Cielos, nació superior en todo.
Es
posible que algunos ecos de la primitiva mitología pagana se mezclaran con todo
esto porque Brig parece haber sido una abstracción que significa
"valor" o "poder" y se personificaba como una diosa,
particularmente asociada con el culto al fuego el 1° de febrero. Esto pudiera
ser la causa de algunos de los detalles en la descripción de Kildare en la obra
de Giraldus, ya citada anteriormente; pero todo el tema está envuelto en la más
profunda oscuridad. De acuerdo con Charles Plummer (VSH., vol. I, p. 136), «el
nombre de Brígida tiene una etimología caprichosa: "breosaiget"
significa flecha ardiente y por cierto que su leyenda expone muchos rasgos de
esta naturaleza. Además Brígida tiene homónimo pagano, como por ejemplo,
"Erigid banfiéle," es decir la poetisa-madre de las tres edades de la
poesía. Esta identidad entre los nombres es buena ocasión para la transferencia
de mitos.»
En
tiempos antiguos se veneraba mucho a santa Brígida en Escocia y también en
aquellas partes de Inglaterra, más directamente en contacto con influencias
celtas. Hay varios lugares en Gales, llamados Blansantffraid, Iglesia de Santa
Brígida. En Irlanda, las iglesias a ella dedicadas son innumerables; en
Inglaterra sabemos de diecinueve que le fueron consagradas antes de la Reforma.
La mayoría de éstas se encuentran en la parte occidental del país, pero hay una
iglesia famosa en Londres, la de Santa Brígida, en Fleet Street. Bridewell,
originalmente un palacio real, parece haber adquirido su nombre por su
contigüidad a la iglesia de Santa Brígida. Su fiesta se observa en toda
Irlanda, Gales, Australia y Nueva Zelandia.
Las
biografías primitivas de santa Brígida, escritas en latín fueron editadas por
Colgan, en sus Trias Thaumaturga, incluyendo la de Cogitosus, que entre la
mayoría es la que más se acerca a una biografía propiamente dicha. En los
Proceedings of the R. Irish Academy, vol. XXX, (1912), pp. 307 ss., Esposito ha
dado razones para pensar que Cogitosus escribió allá del 620 al 680. El himno
panegírico de san Brocean está impreso en la Irish Liber Hymnorum de la Henry
Bradshaw Society, vol. II p. 193. Canon O´Hanlon en LIS., vol. II, dedica más
de 200 pp. a santa Brígida, y también se encuentra una relación completa en
LBS., vol. I pp. 264-288.
Véase también The Book of Lismore (ed. Whitley Stokes); J. Ryan, Irish Monasticism
(1931), pp. 134-136, 179-184; Alice Curtayne, Saint Brigid of Ireland (1933);
F. O. Briain, Sí. Erigid, her Legend, History and Cult, (1938); y la obra The
Old Irish Life of St. Brigid por M. A. O"Brien en Irish Historical
Studies, vol. I (1938-1939), pp. 121-134, sobre el culto
de Brígida en Suecia, véase, Analecta Bollandiana, vol. LXI (1943), pp.
108-116. Cf. L. Guogaud, Christianity in Celtic Lands (1932).
fuente: «Vidas
de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1950 veces
ingreso
o última modificación relevante: ant 2012
Estas
biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia
completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor,
al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel)
y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=401
San Urso, presbítero
fecha: 1 de febrero
†: a. s. IX - país: Italia
otras formas del nombre: Ours
canonización: culto local
hagiografía: Santi e Beati
†: a. s. IX - país: Italia
otras formas del nombre: Ours
canonización: culto local
hagiografía: Santi e Beati
En
Augusta Pretoria, en los Alpes Grayos, san Urso, presbítero.
San
Urso es el santo más popular del Val d'Aosta, protector contra las calamidades
naturales y muchas enfermedades, entre ellas el reumatismo; su iconografía lo
representa con un pájaro posado en su hombro, para recordar que reservaba una
parte de sus cosechas para los pájaros. Las noticias sobre el santo provienen
de la tradición oral, y de una «Vita Beati Ursi», de la que hay dos
redacciones, la más antigua y breve proviene de fines del siglo VIII o inicios
del IX, mientras que la más reelaborada y extensa, del siglo XIII.
Gracias
a estas fuentes sabemos que Urso fue un presbítero que vivió entre los siglos V
y VIII, y que tenía el encargo de cuidar y celebrar en la iglesia del
cementerio de San Pedro. Esta figura de custodio y celebrante de una capilla o
iglesia de cementerio estaba muy difundida en siglos pasados, y cuando estos
edificios se encontraban en zonas apartadas, estos custodios-celebrantes
tomaban el nombre de eremitas, a los cuales se dirigían los fieles para sus
necesidades espirituales.
El
desconocido autor de la «Vita...» lo describe como simple, dulce, humilde,
pacífico y altruista, un hombre de Dios que conjugaba la oración continua con
las obras de caridad, visitando a los enfermos, ayudando a los pobres,
consolando a los afligidos y apoyando a los oprimidos, viudas y huérfanos.
Dedicado al trabajo de su huerto para procurarse lo necesario, Urso dividía el
producto en tres partes: para sí, para los pobres, y para los pájaros, los
cuales, según dice la leyenda, en agradecimiento se posaban en su cabeza, en su
hombro, en sus manos. También tenía un pequeña viña, cuyo vino tenía la virtud
de curar a los enfermos.
El
día de su muerte fue seguramente un 1 de febrero, porque en esta fecha se
celebra su culto inmemorial, aunque el año nos es desconocido por completo. La
tradición le atribuye multitud de milagros. Uno de ellos fue que en un período
de gran sequía, cuando el agua escaseaba ya no sólo para los campos sino
también para los propios fieles, Urso abrió una vertiente en una roca con su
bastón; esa fuente aun existe, es la «Fontana di Sant’Orso», cuyas aguas se
consideraban milagrosas, por lo que se hizo en 1649 una capilla para albergarla,
restaurada en el siglo XIX.
Extractado
y traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli. En Acta Sanctorum,
febrero I, pág 97ss se discuten las distintas variantes del culto al santo,
entre ellas que fue mártir de los arrianos, aunque esto debe descartarse por
completo.
fuente: Santi e Beati
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o última modificación relevante: ant 2012
Estas
biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia
completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor,
al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel)
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