San Erasmo, obispo y mártir
fecha: 2 de junio
†: c. 303 - país: Italia
otras formas del nombre: Elmo, Telmo
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: c. 303 - país: Italia
otras formas del nombre: Elmo, Telmo
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Formia, de la Campania, san Erasmo,
obispo y mártir.
patronazgo: patrono de los marineros, los
mozos de cuerda, torneros, tejedores, protector de los animales domésticos, y
contra los calambres, cólicos, dolor de estómago, dolores de parto, y molestias
abdominales; contra las enfermedades del ganado.
refieren a este santo: Beato Pedro
González «Telmo»
Ver más información en:
Los 14 santos auxiliadores
Los 14 santos auxiliadores
San Erasmo, llamado también san Elmo, muy
venerado en la antigüedad como patrón de los marineros y como uno de los
«Catorce Auxiliadores Celestiales». En Acta Sanctorum se le describe como
obispo de Formia, en la Campania y, por san Gregorio el Grande sabemos que sus
reliquias se conservaban en la catedral de la ciudad, en el siglo VI. En 842,
los sarracenos destruyeron Formia, y el cuerpo de san Erasmo fue trasladado a
Gaeta, ciudad ésta que le considera todavía como su patrón principal. Nada en
concreto se sabe de su historia, puesto que sus llamadas «Actas» son
recopilaciones posteriores de leyendas donde se le confunde con un obispo y
mártir de Antioquía. De acuerdo con la más antigua de estas biografías
espurias, san Erasmo de Formia era un obispo sirio que huyó durante la
persecución de Diocleciano para refugiarse en el Monte Líbano, donde vivió como
un ermitaño solitario a quien alimentaba un cuervo. Al descubrírsele,
compareció ante el emperador, quien le mandó azotar y apalear con garrotes
claveteados; luego se le envolvió en pez a la que se prendió fuego. Como a
pesar de todo aquello, el obispo seguía ileso, se le arrojó en un calabozo para
que muriera de hambre. Sin embargo, un ángel lo sacó de la prisión y lo condujo
a la provincia romana de Iliria. Ahí consiguió convertir a muchos, pero también
fue sometido a otras torturas incluidas la silla y las corazas de hierro
calentadas al rojo. De nuevo quedó indemne, y el ángel volvió a salvarlo,
llevándolo a Formia donde al fin murió, a consecuencia de sus heridas.
En Bélgica, Francia y otras partes, las
representaciones populares de san Erasmo lo muestran con una enorme cortadura
en su costado, por la cual le salen los intestinos para enredarse en un
molinete que está junto a él. En consecuencia, se le invoca contra los
calambres y los cólicos, especialmente entre los niños. Pero en la historia
legendaria de san Erasmo, no hay ningún dato o indicio que lo relacione con
esta forma de tortura. Las linternas de color azul que suelen encenderse en el
tope de los mástiles cuando amenaza una tormenta y después de que ésta ha
pasado, eran conocidas por los marinos napolitanos como signos de la protección
de su santo patrono, y por eso se las llama hasta hoy «fuegos de san Elmo» y
«fuegos de San Telmo». No hay razones para dudar de que el nombre de san Elmo o
san Telmo se derive del de san Erasmo, puesto que éste se transformó en Eramo,
en Elamo y finalmente en Enermo. De ahí se extrajo el apelativo de Elmo, así
como el de Catalina proviene de Catarina. En la actualidad, las descargas
eléctricas de color azul que se producen bajo ciertas condiciones atmosféricas
especiales sobre los mástiles y palos mayores de los barcos, se llaman
oficialmente en el lenguaje de la navegación, «fuegos de san Telmo», porque San
Erasmo, honrado al principio como patrono de navegantes, mostraba su protección
de esta manera, según era creencia arraigada entre las gentes de mar. Cuando
los navegantes portugueses adoptaron al beato Pedro
González como patrón, los «fuegos de san Telmo» se
convirtieron en «luces de Pedro»; pero los marineros portugueses optaron por
sostener que el beato Pedro había sido el verdadero san Telmo y siguieron
llamando a los fuegos como siempre.
La iglesia parroquial del pequeño puerto
de Faversham, en Kent, tenía, hasta antes de la Reforma, un altar dedicado a
san Erasmo y, por aquel entonces, había un dicho popular muy arraigado en el
que se afirmaba que «un hombre está condenado a vivir mientras tenga algo que
dar, a menos que haga un legado para que se mantengan encendidas las luces que
arden ante el altar de san Erasmo». No puede haber dudas de que san Erasmo
existió realmente, por muy improbables que sean les leyendas que se contaron
después sobre él. Su nombre se conmemora en el Hieronymianum, lo mismo que en
el Félire de Oengus y su historia se relata en el Antiguo Martirologio Inglés
del siglo IX.
El texto que más ha circulado sobre la
historia legendaria de san Erasmo está impreso en el Acta Sanctorum, junio,
vol. I. Una reseña más amplia sobre las varias revisiones de esta narración
mítica, se encuentra en BHL., nn. 2578-2585. Véase también a F. Lanzoni, Le
Diócesi d'ltalia, pp. 163-164; R. Flahault, 5. Erasme (1895); E. Dümmler, en
Neues Archiv, vol. v (1880), pp. 429-431; y M. R. James. El aspecto artístico
del asunto lo trata Künstle en Ikonographie Worterbuch des deutschen
Aberglaubens, vol. II, cols. 791, 866.
Imagen: Matías Grünewald: Coversación entre san Erasmo y san Mauricio, el líder de la Legión Tebana, obra de entre 1517-1523, Alte Pinakothek de Munich
Imagen: Matías Grünewald: Coversación entre san Erasmo y san Mauricio, el líder de la Legión Tebana, obra de entre 1517-1523, Alte Pinakothek de Munich
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?ids=1868
San Eugenio I, papa
fecha: 2 de junio
†: 657 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: 657 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Roma, en la basílica de San Pedro,
san Eugenio I, papa, que fue sucesor de san Martín, mártir.
Eugenio fue un romano que había sido
educado en el servicio de la Iglesia y que, al parecer, se distinguió por su
bondad, su generosidad y su gentileza. Más o menos un año después de que el
papa san Martín I había
sido llevado fuera de Roma, pero cuando aún estaba con vida, se nombró a
Eugenio para que ocupase su lugar y san Martín aprobó el nombramiento antes de
morir. Se dice que Eugenio era candidato del emperador Constancio II, adicto al
monotelismo; pero de ser cierta tal afirmación, el emperador debe haber quedado
muy desilusionado por la actitud de su protegido. A raíz de su elección, el
papa Eugenio envió delegados a Constantinopla, pero Constancio los hizo
regresar a Roma con la exigencia de que el Papa manifestara públicamente estar
de acuerdo con Pedro, el patriarca de Bizancio.
Los delegados eran portadores de una carta
del jerarca bizantino, llena de ambiguos propósitos teológicos. Dicha epístola
fue públicamente discutida en la iglesia de Santa María la Mayor y causó tal
indignación a los clérigos y laicos presentes, que impidieron al papa Eugenio
celebrar la misa, a menos que se comprometiera a responder con una rotunda
negativa a las pretensiones del emperador. Tal vez se mostraron exigentes hasta
este extremo, como una compensación por la ligereza con que habían aceptado a
Eugenio, si éste era, efectivamente, el candidato de Constancio. De todas
maneras, es muy posible que Eugenio hubiese corrido con la misma suerte que su
antecesor, de no haber sido porque el emperador estaba muy ocupado en la guerra
contra los árabes. Probablemente fue este papa quien recibió a san Wilfrido cuando
el futuro santo, aún muy joven, partió de Inglaterra para hacer su primera
visita a Roma.
Ver el Acta Sanctorum, junio, vol. I; Duchesne, Liber Pontificalis, vol. I, p. 341.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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