San Vigilio de Trento, obispo
fecha: 26 de junio
n.: c. 353 - †: 405 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 353 - †: 405 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Trento, en el territorio de Venecia,
san Vigilio, obispo, que, habiendo recibido de san Ambrosio de Milán las
insignias de su cometido y una instrucción pastoral, se esforzó por consolidar
en su región la tarea de evangelización y por extirpar a fondo lo que quedaba
de idolatría. Se asegura que consumó su martirio por el nombre de Cristo,
golpeado a muerte por hombres crueles.
patronazgo: patrono de los mineros.
refieren a este santo: Santos Sisinio,
Martirio y Alejandro
El patrono principal del Trentino y del
Tirol italiano es san Vigilio, quien completó la conversión de los habitantes
en esos distritos, al cristianismo. Parece haber nacido en Trento, de una
familia romana que, tras largos años de residencia, había adquirido la
ciudadanía trentina. Fue educado en Atenas; pero de ahí en adelante no se
vuelve a saber de él hasta el año de 385, cuando regresó a su ciudad natal de
Trento y fue elegido obispo, no obstante que era relativamente joven para
ocupar ese cargo. En una carta que le escribió su metropolitano, san Ambrosio,
arzobispo de Milán, y que aún existe, le insta vigorosamente para que combata
la usura y los matrimonios de cristianos con paganos y, le recomienda que
ejerza la hospitalidad con los extranjeros, especialmente con los peregrinos.
Aún había gran número de paganos en las
aldeas de la diócesis de Trento y hacia ellos fue san Vigilio en persona para
predicarles el Evangelio. Por intermedio de san Ambrosio, obtuvo la ayuda de
tres misioneros para su obra: los santos Sisinio,
Martirio y Alejandro. Estos, conquistaron la corona del martirio
el 29 de mayo de 395. San Vigilio escribió un relato sobre su muerte, en una
breve carta dirigida a san Simplicio, el sucesor de san Ambrosio, y en otra
misiva más extensa a san Juan Crisóstomo, a quien probablemente conoció en
Atenas. En las epístolas, Vigilio confiesa que siente envidia por la gloria de
esos apóstoles que dieron su vida por la fe y lamenta que su pobreza a los ojos
de Dios no le haya hecho digno de compartir el martirio con ellos. Sin embargo,
pronto habría de ser suya la corona que deseaba. Mientras predicaba una misión
en el remoto valle de Rendena, se sintió impulsado a derribar una estatua de
Saturno; los aldeanos, indignados, le lapidaron. Hasta hoy, Trento se ufana de
poseer sus reliquias, así como las de santa Majencia, san Claudiano y san
Mayoriano, de quienes se dice que fueron la madre y los hermanos de san
Vigilio.
Ver el Acta Sanctorum, junio, vol. VII,
donde se halla impresa la pasión. Ese mismo documento u otro semejante, fue
enviado a Roma, en la época y, al parecer, ése fue el motivo por el cual, el
Papa Benedicto XIV declaró que san Vigilio fue el primer mártir canonizado por
la Santa Sede. Ver a Perini, en Cenni della Vita di S. Vigilio (1863) y Scriti
di Storia e d'arte per il 15 centenaio di S. Vigilio (1905).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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