domingo, 16 de enero de 2022

Domingo 2º del Tiempo Ordinario C (16.01.2022): Juan 2,1-11.(Agua, no; vino, nuevo y bueno. Religión, no; EVANGELIO) y Semana 8ª: 16.01.2022. Cita de: Deborah Feldman, UNORTHODOX. Mi verdadera historia, Lumen, 2020,

 Tradiciones ancestrales

Hemos abandonado en el ámbito eclesiástico el tiempo y el ritmo de las festividades 'de peso', como las Navidades. Y queda tiempo hasta que se acerquen las nuevas fechas de las nuevas festividades. Estas nuevas celebraciones comenzarán con la Cuaresma. Poco o nada tienen que ver las Navidades con la Cuaresma. Sin embargo tienen un denominador común con raíces muy profundas. Las tradiciones. Y en ambos casos, estas tradiciones podríamos calificarlas de 'ancestrales'. Espero que se llegue a leer hasta el final el texto de la página del libro seleccionado para esta semana. 'Tradiciones ancestrales'.

Las tradiciones de la religiosidad popular son tan hondas que deberán pasar siglos para que nuevas prácticas pastorales lleguen a 'consagrarse y hasta casi tenerse como dogmas'.

Pensaba en estos asuntos y me quedaba sin palabras al constatar que desde que se inició la práctica litúrgica en el seno de la Iglesia Católica jamás se le ha propuesto al pueblo la lectura de, al menos, un Evangelio completo y de manera ordenada. Ya sé que esto lo he dejado escrito en estas presentaciones de mis comentarios en muchas ocasiones. En veinte siglos de celebraciones de santa misa o eucaristía jamás se leyó con el pueblo un Evangelio ordenado y completo. Lo diré de nuevo: la liturgia de la iglesia rechaza, impide e imposibilita que el pueblo lea el Evangelio. Alguno de los lectores me echará en cara que me olvido de la iniciativa de Francisco papa con la reciente decisión de institucionalizar el domingo de la palabra de Dios (por cierto, que se celebrará el próximo domingo 23 de enero). La práctica que propone el papa es otra cosa, que suena más a práctica reverencial. 

La iglesia católica y toda su institucionalización litúrgica se ha colocado descaradamente al servicio del dogma de la religión y se ha olvidado de leer cada uno de los cuatro Evangelios.

Esta religión de la que estoy hablando es 'el agua de las seis tinajas del relato de la boda judía en Caná' tal y como se nos presenta en el comienzo del capítulo segundo del cuarto Evangelio.

El vino de aquella boda no es otra realidad que el Evangelio, la propia persona de Jesús de Nazaret de la que escribieron los cuatro Evangelistas, cada uno a su modo y a su tiempo.

No sé cuántos sambenitos se me colocarán por dejar escrito que la inmensidad de las tradiciones ancestrales de nuestras solemnidades y fiestas pertenecen a la vida y sentido de una religión, como la católica para nosotros, y no al Evangelio. Y en estas seguimos...

A continuación se encuentran los comentarios del domingo día 16 de enero. 

      

 Domingo 2º del Tiempo Ordinario C (16.01.2022): Juan 2,1-11.

Así lo comento y comparto CONTIGO: Agua, no; vino, nuevo y bueno. Religión, no; EVANGELIO

 

El relato evangélico de este nuevo domingo del Ciclo C, el de Lucas, es el recordadísimo episodio de ‘la boda en Caná de Galilea’ o llamado ‘El milagro de la conversión del agua en vino’. También se le suele identificar como el primer signo o milagro realizado por Jesús de Nazaret. En la proclamación de este evangelio en la liturgia nunca se suelen leer las primeras palabras que nos dejó escritas el Evangelista y que son éstas: “Al tercer día” (Juan 2,1).

 

Esta expresión, en el lenguaje de los Evangelios, suele ser la anáfora con la que se inicia un relato de resurrección o de aparición del resucitado: “al tercer día resucitó”. Por esta razón dejo en el aire de este párrafo la pregunta que siempre me hago cuando leo este texto: ¿Aquel primer signo de Jesús en Caná o la conversión del agua en vino es, en realidad, el relato de la primera aparición del resucitado Jesús de Nazaret? Y mi respuesta es sí, porque la vida de este judío laico de Galilea fue su primera y única presencia histórica. Su única aparición.

 

Según este relato del Evangelio de Juan, en Caná sucedieron, o encontramos los lectores, muchas cosas y sorprendentes todas ellas. Jesús no estuvo solo, le acompañaron sus seguidores que nunca se nos dice si ya eran doce o tan sólo los que se han nombrado en el capítulo anterior, como por ejemplo uno llamado Natan-el. Está también su madre, ¿la biológica o la teológica? ¿Por qué este Evangelista nunca nos dice que su madre se llamaba María? ¿Se molestó Jesús por la presencia de esta mujer y por haberse atrevido a intervenir en sus tareas? ¿Qué se nos dice a los oyentes o lectores cuando se pone en boca de Jesús el asunto de ‘la hora’?  ¿La hora de qué? ¿No resulta increíble que la naturaleza del agua deje de ser tal para convertirse en un buen vivo?

 

Se dice que ante este acontecimiento sus acompañantes o seguidores creyeron en Jesús. ¿Cómo explicar, pues, que poco tiempo después hubo quien le negó, quien le abandonó y hasta quien le traicionó? Y otro interrogante más: ¿Qué fue -o es o será- ‘la gloria’ de aquel Jesús de Nazaret que se nos dice que se manifestó en aquella boda del agua transustanciada en vino?

 

Comprendo que es molesto plantearse tanta pregunta. Entiendo que haya muchos lectores, ajenos a todo esto, que acepten la literalidad del relato como acontecimiento histórico tal cual. Muchos lectores comprenden que este Jesús de Nazaret está comenzando a ser el Cristo Mesías Hijo único del Dios único, verdadero y todopoderoso.

 

Sin embargo, jamás dejo en el olvido que el narrador nos dice que las seis tinajas de unos cien litros cada una estaban allí para recoger y conservar el agua para las purificaciones de los judíos. Agua limpia, sana, incontaminada que debe usarse para las purificaciones prescritas en la Ley de Moisés (como bien se puede leer en los Libros del Levítico y Deuteronomio). Aquellas tinajas estaban vacías. Y en mi mente añado, tan vacías como la religión judía a la que servían.

 

Y cuando pienso en esto, se me ilumina la luz de este Jesús, judío y creyente de carne y hueso, del que este Evangelista Juan nos dice que no tiene más que un único mandamiento: ‘que nos amemos unos a otros’ (Juan 13,35). Ni los diez mandamientos de las viejas Tablas, ni los dos mandamientos de la tradición en la que ‘se encerraban los diez anteriores’. Uno. Así es el Evangelio de Jesús, el hombre sin religión institucionalizada ni jerarquizada ni canonizada. Amaos unos a otros, el vino, nuevo y bueno.

Carmelo Bueno Heras

 

CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos 

Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. 

Ahora, Semana 8ª: 16.01.2022. Cita de: Deborah Feldman, UNORTHODOX. Mi verdadera historia, Lumen, 2020, 385 páginas. 

 

Nota de la autora. Satu Mare (Santa María en húngaro), o Satmar en yiddish, es una ciudad situada en la frontera entre Hungría y Rumanía. ¿A qué responde entonces que una secta jasídica lleve el nombre de una santa cristiana? Bien, en la misión personal que emprendió para rescatar a judíos prominentes de una muerte segura durante la Segunda Guerra Mundial, el abogado y periodista judío húngaro Rudolf Kastner salvó la vida al rabino de dicha ciudad, quien posteriormente emigró a Estados Unidos. Allí logró reunir a una amplia base de seguidores, supervivientes como él, con los que formó una secta jasídica a la que puso el nombre de su ciudad natal [...] Los judíos jasídicos de Estados Unidos retomaron con entusiasmo un legado que había estado a punto de desaparecer y decidieron vestir el atuendo tradicional y hablar sólo en yiddish, como habían hecho sus antepasados. Muchos se oponían con fervor a la creación del Estado de Israel, convencidos de que el genocidio de los judíos había sobrevenido como castigo por su integración y el sionismo. Sin embargo, lo primordial es que los judíos jasídicos se centraron en la reproducción con el firme propósito de reemplazar el gran número de fallecidos en el Holocausto y volver a aumentar así sus filas. A día de hoy, las comunidades jasídicas continúan creciendo rápidamente en lo que se considera la venganza definitiva contra Hitler. 

 

Prólogo. En la víspera de mi vigésimo cuarto cumpleaños entrevisté a mi madre [...] Antes de encontrarnos, le dije a mi madre que quería hacerle algunas preguntas. Aunque hemos pasado más tiempo juntas durante este último año que en toda mi adolescencia, hasta el momento casi siempre había evitado hablar del pasado. Tal vez prefería mantenerme en la ignorancia [...] Publicar la historia de mi vida exige una honestidad absoluta, y no sólo por mi parte. Hoy hace justo un año que abandoné la comunidad jasídica para siempre. Tengo veinticuatro, aún me queda toda la vida por delante, y ante mi hijo se abre un futuro lleno de posibilidades. Tengo la sensación de haber llegado a la línea de salida de una carrera justo a tiempo de oír el pistoletazo que dará inicio a la competición. Cuando miro a mi madre, sé que debe de haber similitudes entre ambas, pero las diferencias se me antojan mucho más evidentes. Ella era mayor que yo cuando se fue, y no me llevó consigo. Su trayectoria habla más de la lucha por la búsqueda de la seguridad que de la felicidad. Nuestros sueños se ciernen sobre nosotras como nubes [...] 

 

Desde que tengo memoria, siempre lo he querido todo de la vida, todo lo que pudiera concederme, un deseo que me aparta de quienes están dispuestos a conformarse con menos [...] No conozco a mi madre lo suficiente para comprender a qué aspira [...] Mi madre nació y creció en una comunidad de judíos alemanes en Gran Bretaña. Si bien se trataba de una familia religiosa, no eran jasidíes [...] Cuando se presentó la oportunidad de casarse con mi padre, aquello le pareció un sueño. Mi padre pertenecía a una familia acomodada que estaba desesperada por casarlo, y había varios hermanos esperando a que se comprometiera para poder emprender sus propias vidas [...] Rachel, mi madre, era su última oportunidad. Mi madre recuerda que su propia familia estaba encantada. ¡Iría a Estados Unidos! [...] Soy consciente de cómo funciona nuestro mundo y de que la gente acaba arrastrada por la impetuosa corriente de nuestras tradiciones ancestrales. 

Texto completo en las páginas 9-19.

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