El menú de vivir
El calendario no se detiene.
Va despacio, pero va. Tengo la sensación de que a veces este calendario vuela,
pero será sólo mi percepción. Creo que para algunos, el calendario se parece al
quelonio tortuga por su insoportable lentitud. Tenía razón aquel grupo de
pensadores que nos dijeron que los asuntos del tiempo son una cuestión
subjetiva, propia de los adentros de las personas y no una cuestión de relojes,
sean éstos de pared, de pulsera, de cuco, analógicos o digitales. El tiempo
viaja con cada uno y con todas las circunstancias que nos rodean. Dejo el
tiempo a un lado, aunque no me olvido de él. Feliz, venturoso y buen mes de febrero de este nuevo
año 2022. El enero de las dos caras se está despidiendo y nos deja un regalo en
este su último domingo anónimo (cuarto del tiempo ordinario, preciso y no sé si
también precioso modo de hablar en la iglesia y sus ceremonias y ritos). Este
enero del buen tempero nos deja puñados de sus semillas en las entrañas o a
flor de piel de la tierra. Escribo esta presentación de mis comentarios en
viernes, el último del mes. Y caigo en la cuenta
que la memoria de aquel Jesús de Nazaret me trae a la pantalla de mi actualidad
las tareas evangelizadoras de aquel judío de la Galilea pagana. Me constata, el
Evangelista que me ilustra, que aquella evangelización fue considerada blasfema
y herética, digna a fin de cuentas de la pena capital. Y los contemporáneos de
aquel laico decidieron acabar con él. Callarlo. Desvivirlo. Despeñarlo. Pero un aire desconocido lo impidió. ¿Un
aire desconocido? Así me lo imagino cuando leo ese capítulo cuarto del
Evangelio de su narrador Lucas. A punto de ser empujado abismo abajo aquel
Jesús de Nazaret se llenó de aire por fuera y por dentro y como que desapareció
hasta volver a dejarse ver una semana después. Así actúa aquel aire
desconocido. El aire es la vida, desde el grito del nacimiento hasta el
silencio inmóvil del último suspiro. El aire es la vida. En el comienzo de
esta reflexión la primera palabra fue el tiempo. Y la segunda el aire. Todos
los días son tiempo y aire. Y así, toda
la vida es tiempo y aire. Y no sé por qué a este menú de la vida le conviene
una pizca de algo más. Un algo, como dicen las mentes especialistas y
especializadas. Tengo una semana más para continuar con la elaboración del menú
de vivir. Y tú también dispones de una semana más. Disponemos de tiempo y de
aire y de... ¡ti!
A continuación, los
comentarios, del libro de Lucas y del Libro de un tal H. K.
Domingo 4º del
Tiempo Ordinario B (30.01.2022): Lucas 4,21-30.
Así lo comento y comparto
CONTIGO: Según su costumbre, entró Jesús en la sinagoga. Era sábado.
El domingo último de este mes de enero se nos lee
en la celebración el relato de Lucas 4,21-30. En él cuenta Lucas a sus
lectores las consecuencias de lo que hizo y dijo su Jesús de Nazaret un sábado
en la sinagoga de su tierra de Nazaret. ¿Se atreve alguien a imaginar qué
sucedería tal día como este domingo si en plena catedral de una diócesis y en la
eucaristía de las doce de la mañana presidiera de principio a fin, desde el
perdón de los pecados, la homilía y hasta los rituales completos de la
consagración del pan y del vino, no el señor obispo, como es la tradición, sino
una mujer bien conocida en los ámbitos de la vida pública de esa ciudad?
Tal
vez imaginar lo que acabo de sugerir no cueste demasiado, pero osar hacerlo y
de manera reiterada es harina de otro costal. No me atreveré a provocarlo, pero
no dejo de ser consciente de que aquello que dijo e hizo Jesús de Nazaret sigue
siendo humanamente muy peligroso. Las tradiciones religiosas se obedecen, en
todos sus extremos y sin rechistar.
En
cambio, el Evangelista Lucas nos cuenta a su modo cómo practicaba su Jesús de
Nazaret el arte de la provocación. Sugiero que se le preste atención al texto
de Lc 4,22: “Todos los presentes en aquella asamblea lo apoyaban y se
admiraban de las palabras que había pronunciado”. Esta es la traducción
habitual del texto de nuestras Biblias. Se encuentran también otras biblias con
una traducción tan opuesta como esta: “Todos los presentes en aquella
asamblea se declaraban en contra de él por las palabras que había pronunciado” (consúltese
La Nueva Biblia española de Ediciones Cristiandad).
Las
palabras finales del texto que se nos lee este domingo -Lc 4,28-30-
dejan poco lugar para las dudas a propósito de la elección de una u otra
traducción. El contexto literal y literario no permite equivocarse: “Oyendo
estas palabras, todos los de la sinagoga se llenaron de ira... le arrojaron
fuera de la ciudad... para despeñarlo”. Lucas es muy claro: ‘todos’, sin
excepciones.
Según
este documentado Evangelista, en aquellos momentos su Jesús de Nazaret no tenía
aún seguidores. Este Jesús actúa en solitario. Recorre su tierra de Galilea y
de sábado en sábado acude a las sinagogas para enseñar a leer e interpretar la
llamada entonces ‘Palabra de Yavé Dios’. Digo esto y añado que un curioso
contemplativo no puede dejar de leer Lucas 4,31-44, que nunca se nos lee
al pueblo en las asambleas de la misa o mesa eucarística.
¿Cuánto
tiempo anduvo este Jesús del Evangelista Lucas arriesgándose semana tras
semana, provocando el enfrentamiento, proponiendo su alternativa a la tradición
ancestral de las enseñanzas de la religión de Moisés y del templo de Salomón?
Constata este narrador que su Jesús ‘hablaba con autoridad’ (Lc 4,31). Cuando
medito estas tres palabras me digo que la fuente de esa autoridad de Jesús no
eran sus estudios o certificados, sino su propia interioridad, su decisión. Y así
nos lo dejó confirmado en Lc 17,21, que no dejaré de recordar mientras
compartamos la lectura de este Evangelio. Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS
con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos. Tú y yo, entre otras muchas actividades,
solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es
más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera
gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a
compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros.
Creo, creemos, que en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo
de toda persona, ¡todo está relacionado!
Ahora, Semana 10ª: 30.01.2022. Cita de:
Hans Küng, 20 tesis sobre ser cristiano. 16 tesis sobre el puesto de la mujer
en la Iglesia y la Sociedad, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1977, 96 páginas.
"4.
Cristo no es otro que el histórico Jesús de Nazaret: ni sacerdote, ni
revolucionario político, ni monje asceta, ni moralista piadoso; sino provocador
en todos los sentidos.
a)
No un personaje del ‘establishment’ sacerdotal. En Jerusalén había un
‘establishment’ político-religioso (los saduceos), y muchos, después, han visto
en Jesús un defensor del ‘establishment’ religioso-eclesiástico.
Mas
Jesús no fue sacerdote. Fue ‘laico’, soltero (cosa rara entonces) e iniciador
de un movimiento de laicos. Tampoco fue teólogo profesional: no construyó
grandes teorías y sistemas. Predicó la inminente llegada del reino de Dios con
las palabras más sencillas, nada científicas, por medio de comparaciones,
historias, parábolas.
b)
No un revolucionario político. También había entonces un partido
revolucionario...
Mas
Jesús no fue en ningún caso un revolucionario político o social...
c)
No un monje asceta. En tiempos de Jesús existía asimismo en Palestina un
monacato perfectamente organizado (los esenios, Qumrán) y de muy buena gana han
referido a Jesús su forma de vida los monjes de todos los tiempos.
Mas
Jesús nunca se retiró del mundo, ni él mismo se apartó...
d)
No un moralista piadoso. También, en fin, existía entonces un movimiento
de reactivación moral (los fariseos). Y con harta frecuencia se ha visto
después en Jesús un nuevo legislador.
Mas
Jesús no predicó una nueva ley, ni enseñó nuevas técnicas de piedad, ni se
interesó en absoluto por la casuística moral o jurídica, ni por las cuestiones
de la interpretación de la Ley. Predicó una nueva libertad respecto a la Ley:
el amor sin fronteras.
Por
consiguiente: mucho ha captado ya de Jesús el que no intenta encuadrarlo en
el esquema de esas coordenadas: establishment y revolución, evasión y
compromiso. Jesús rompe todos los esquemas. Es provocador, sí, pero hacia la
derecha y la izquierda: manifiestamente más cercano a Dios que los sacerdotes,
más libre frente al mundo que los ascetas, más moral que los moralistas, más
revolucionario que los revolucionarios. ¿Por qué Jesús no se dejó encasillar?
Esto va ligado a lo que él mismo quiso. Y él, ¿qué quiso realmente?" Texto
completo en las páginas 27-29.
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