Obedece y calla
El peso de una tradición
suele ser inmenso. Su fuerza, irresistible. Su recalcitrancia, incalculable.
Candileta se dijo y candileta se dirá. Obedece y calla. A veces se habla
no de tradición, sino de paradigma. Toda tradición, con su inmovilismo
incorporado, se alimenta de dogmas. El virus de una tradición, normalmente
dogmática, suele ser el cambio, la desobediencia, la disidencia, la disonancia,
la herejía, el verso suelto, la alternativa...
En este mapa conceptual de la
tradición arraigó con fuerza inusitada la práctica del bautismo de los recién
nacidos. La iglesia que ahora conocemos la casi totalidad de los vivientes
reconocidos como cristianos practicó, practica y practicará el llamado
sacramento del bautismo de niños.
No voy a hablar aquí de
cuándo, cómo y por qué se sembró en el movimiento del seguimiento de Jesús de
Nazaret esta tradición tan inamovible del bautismo de niños. Sólo deseo
evocar su presencia. Y, de paso, tal vez, más de una mente se atreva a pensar
despacio en el asunto. Esta tradición eclesiástica de bautizar a niños no
se encontrará jamás en ninguno de los cuatro Evangelios de nuestras bíblias. Es
decir, la práctica del Bautismo de niños no pertenece a la Buena Noticia de
Jesús de Nazaret.
Si alguien se atreve a
argumentar que Jesús se bautizó habrá que recordarle que, según ¡la tradición!
de los Evangelios, Jesús se bautizó con unos treinta años de aquella época.
Esto es lo que se nos recuerda en la celebración eucarística de este domingo
día 9 del mes de enero de 2022.
Seguramente que para muchos
leyentes de estas líneas estoy equivocado. El sacramento del Bautismo no es lo
que estoy tratando de sugerir, un bautismo de niños. Seguramente que esto ya no
sucede. Ya no se bautiza a los niños. ¿Se celebra el bautismo de adultos? Y por
fin, ¿importa tanto bautizarse o dejar de hacerlo?
Se también que para una
mayoría cualificada de las gentes de la iglesia el bautismo, de niños o de
adultos, es la puerta de entrada en la propia Iglesia. Bautismo e iglesia se
asemejan a la madre y a su hijo. Es inconcebible la una sin el otro.
Estamos ante una tradición de
dimensiones seculares. Nunca trataré de destruirla, sólo trato de conocerla en
todas sus dimensiones. Y no dejo de pensar que Jesús de Nazaret se bautizó con
treinta años de entonces, de su llamado siglo primero de la historia.
Y recuerdo, con la sencillez
del Evangelio, que aquel bautizo de Jesús con Juan el Bautizador en el Jordán
desencadenó el enfentamiento, abierto y manifiesto, del Poder Religioso Judío
con la fe y vida del laico y galileo de Nazaret.
A continuación se encuentran
los comentarios del texto de Lucas 3,15-22 y la página del libro del lúcido
Tony de Mello.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo del Bautismo de
Jesús B (09.01.2022): Lucas 3,15-16. 21-22. Así lo comento y comparto CONTIGO: Jesús se bautizó con treinta años.
A este día, en la tradición eclesiástica, se le llama domingo
del Bautismo de Jesús de Nazaret. Y por estar en este nuevo año eclesiástico
(NAE) en su llamado Ciclo C se nos leerá en las eucaristías el relato que el
Evangelista Lucas nos dejó escrito sobre este acontecimiento. Pero a nuestras
autoridades de la liturgia les parece muy oportuno no leer este relato tal cual
nos lo dejó el Evangelista, sino un relato 'purgado' o 'recortado' o
'manipulado'. ¿Por qué? Porque alguien se cree con una autoridad más poderosa
que la propia autoridad evangélica, en este caso la autoridad de Lucas.
En mi celebración de este día no sólo me leeré los versículos
de Lc 3,17-20, que no los escuchará nadie que participe en la celebración de la
palabra, el pan y el vino, sino que me leeré completo el capítulo tercero de
este Evangelista donde se pone en profunda relación la tarea del judío creyente
Juan el Bautista con la del otro judío también creyente Jesús de Nazaret.
Aquel, al parecer, originario de la sureña tierra judía de la región de Judea y
éste, originario de la tierra norteña de la Galilea, la de los gentiles o no
judíos.
El relato que se nos propone escuchar y meditar tiene dos
apartados. El primero es Lucas 3,15-16. Este mensaje ya se nos leyó hace
un mes en el tercer domingo del Adviento. Más de uno lo va a recordar por la
referencia explícita al asunto de ‘las correas de la sandalia’. Quienes nos
leímos entonces Deuteronomio 25 recordaremos bien, o al menos mejor, de qué va
este mensaje. En Israel, toda mujer casada tiene derecho a denunciar
públicamente al hombre pecador por no cumplir la Ley que Yavé Dios dejó escrita
y sellada por medio de Moisés a propósito de las relaciones familiares. En
concreto la legislación sobre las cuñadas y cuñados.
Por esta razón, en este mensaje de Lucas 3,16 se pone en boca
de Juan el perdonador de pecados que Jesús de Nazaret no es ningún pecador, que
él no rompe ninguna ley de la Ley de Yavé Dios. Juan Bautista proclama que
aquel hombre es un hombre según el corazón de Dios. Y así queda confirmado y
ratificado en el segundo apartado del relato, Lucas 3,21-22.
¿Aquel Jesús de Nazaret, ¿no era pecador?, ¿no había transgredido ninguna de
leyes de la Ley?, ¿no necesitaba el bautismo perdonador de pecados que
practicaba Juan lejos y al margen del templo?
Sin embargo, según Lucas 3,21-22 y los demás Evangelistas,
Juan bautiza a Jesús como a un pecador más de la fila de los pecadores. Y a lo
largo de su Evangelio, su Jesús de Nazaret será un evidente y manifiesto
transgresor de la Ley de Moisés y del Templo de Jerusalén. El Yavé Dios de
Israel no puede ser el mismo Yavé Dios en quien cree Jesús. Sin lugar a dudas,
creo que con este Jesús de Nazaret y su propia historia comienza una nueva
propuesta de vida en la que no habrá ya un cielo cerrado, que separa el arriba
y el abajo, el más allá y el más acá, lo divino y lo humano, lo celeste y lo
material, sino que ese cielo con toda su identidad está aquí. Cuando leo en
Lucas 20,1-20 vuelvo a comprender así esta narración del bautismo de Jesús. Y
dejo esto en la mesa del debate: ¡qué poco tiene que ver la realidad y práctica
del bautismo cristiano católico con esta buena noticia del bautismo de Jesús a
sus treinta años! Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las
manos. Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también
leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos
ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo
escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir
CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros.
Ahora, Semana 7ª:
09.01.2022. Cita de: Anthony de Mello, La oración de la rana 1, Sal
Terrae, Santander, 276 páginas.
Las personas
verdaderamente religiosas observan la Ley. Pero ni la temen...
¿Cómo
se gana usted la vida?, le preguntó una señora a un hombre joven durante un
cocktail. Soy paracaidista.
Debe
de ser tremendo saltar con paracaídas, dijo la señora. En fin... tiene sus
malos momentos, sí. ¿Y cuál ha sido su más terrible experiencia?
Bueno,
dijo el paracaidista, creo que fue una vez en que caí en un césped en el que
había un letrero que decía: PROHIBIDO PISAR LA HIERBA.
...Ni la reverencian...
Un
sargento preguntó a un grupo de reclutas por qué se usaba madera de nogal para
la culata del rifle...
...Ni la absolutizan...
Un empleado
del ferrocarril informó de un asesinato ocurrido en un tren...
...Ni la magnifican desproporcionadamente...
El
señor Smith había asesinado a su esposa y la defensa alegó enajenación mental
transitoria. El acusado se encontraba declarando, y su abogado le pidió que
describiera cómo había sido el crimen...
...Ni la explotan...
El
mullah Nasrudin se encontró un diamante al borde de la carretera. Según la ley,
el que encuentra algo sólo puede quedarse con ello si anuncia su hallazgo en
tres ocasiones distintas en el centro de la plaza del mercado.
Como
Nasrudim tenía una mentalidad demasiado religiosa como para hacer caso omiso de
la ley, y además era demasiado codicioso como para correr el riesgo de tener
que entregar lo que había encontrado, acudió durante tres noches consecutivas
al centro del mercado de la plaza, cuando estaba seguro de que todo el mundo
estaba durmiendo, y allí anunció con voz apagada: ‘He encontrado un diamante en
la carretera que conduce a la ciudad. Si alguien sabe quién es su dueño que se
ponga en contacto conmigo cuanto antes’.
Naturalmente
nadie se enteró de las palabras del mullah, excepto un hombre que, casualmente,
se encontraba asomado a su ventana la tercera noche y oyó cómo el mullah decía
algo entre dientes. Cuando quiso averiguar de qué se trataba, Nasrudim le
replicó: ‘Aunque no estoy en absoluto obligado a decírtelo, te diré algo: como
soy un hombre religioso, he acudido aquí esta noche a pronunciar ciertas
palabras en cumplimiento de la ley’.
Propiamente para ser malo no necesitas quebrantar la ley.
Basta con que la observes a la letra.
Texto completo en las páginas 116-124.
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