Llover sobre mojado
Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la Señora María
Y nada más para este nuevo domingo del 03 de noviembre de 2024.Y también esta otra: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
Domingo XXXI TO Ciclo B (03.11.2024): Marcos 12,28b-34. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
El único Dios es… ¡el prójimo!
El tiempo nos ha traído hasta el cuarto domingo antes del final del año. Esto quiere decir que nos quedan cuatro semanas para acabar de leer el Evangelio que traemos entre manos desde el adviento de 2017 y 2023. El domingo pasado leímos por recomendación de la jerarquía litúrgica el final del camino de Jesús en el final del capítulo décimo del relato de su autora, María Magdalena. En este día tres de noviembre se leerá Marcos 12,28-34. Y, ¿todo el capítulo undécimo y la primera mitad del duodécimo, por qué no se lee? ¿Tan peligroso es? Mucho.
Silenciar todo este relato del encuentro de Jesús de Nazaret con las autoridades del Templo en su propia casa es una de las manipulaciones marginadoras del Evangelio que se pueden perpetrar tan alevosamente dentro de la iglesia y de la celebración de la fe. ¿Por qué se les llena la boca a los pastores, desde el papa hasta el último ordenado, con el asunto de la misión evangelizadora si luego se nos impide leer y contemplar críticamente el texto donde se exponen las razones para entender por qué murió aquel laico judío y de Galilea llamado Jesús?
Una vez más confieso mi renuncia a participar en una celebración que margina y manipula el Evangelio. Me quedaré con mis adentros para leerme muy despacio Marcos 11,1 hasta 12,27. Y ahora y aquí comparto mi comentario de su continuación que es Marcos 12,28-34.
El texto que van a leer los sacerdotes en la santa misa del domingo día tres de noviembre comienza así: “En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó”. En cambio, en cualquiera de las biblias que uno pueda consultar se lee esto otro que es muy parecido, pero con matices importantes: “Se acercó uno de los escribas que los había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó” (Mc 12,28).
La pregunta del escriba a Jesús, cuenta la narradora María de Magdala, está formulada en un contexto que, según parece, la autoridad eclesiástica de la liturgia desea que no se conozca.
Ese contexto del relato es el Templo de Jerusalén donde Jesús anda enfrentado con los Sumos Sacerdotes, los Ancianos, los Escribas, los Fariseos y hasta con los Saduceos. Con todos dialoga, a todos denuncia y alto y claro anuncia que no es necesaria una religión de templo, ni de mediaciones sacerdotales o pastorales, ni de liturgias, ni de rituales o leyes...
Por eso el escriba del relato pregunta sorprendido a este desconocido laico y galileo Jesús que cuál es el mandamiento de su proyecto, de su reinado, de su religión, de su buena noticia.
La respuesta de Jesús de Nazaret fue tan desconcertante entonces y ahora que, cuando se escucha, nadie se atreve a seguir dialogando con él. Todo y todos se callan sin saber si aceptar o negar lo que expresa el galileo. El mandamiento de este Jesús de Nazaret es amar al prójimo (12,31), que es el único dios que existe, -visible, tocable, hablable, audible, besable, abrazable, acariciable, perdonable, amable-. Así es la religión de este hombre de carne y hueso.
Esto nos lo cuenta María Magdalena en su Evangelio llamado de Marcos en 12,28-34. Pero esto mismo lo cuenta así en el cuarto Evangelio Juan 13,35. Y dicho de otra manera lo leo a cada paso en el Evangelio de Mateo 7,12 y en el Libro de Lucas 17,21. ¿Más claro? Imposible.
Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 04 de noviembre de 2018 y 03 de noviembre de 2024
CINCO MINUTOS con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 49ª (03.11.2024): Marcos 15,1-32.
Jesús murió… ¡porque lo mataron!
La narradora de los hechos de su Jesús de Nazaret nos ha dejado un capítulo decimoquinto muy bien ordenado, literariamente, siguiendo las horas del día: “Muy de madrugada” (15,1); “Al llegar el mediodía” (15,33) y “Al caer la tarde” (15,42).
Para este comentario nos leemos Marcos 15,1-32: “Muy de madrugada prepararon una reunión los Sumos Sacerdotes, con los Ancianos, los Escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato (15,1) … Después... entregó a Jesús para que fuera crucificado (15,15) … El Cristo, el Rey de Israel, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos. También le injuriaban los que estaban con él crucificados” (15,32).
A este relato se le llama ‘el juicio político’. El poder religioso judío de entonces pone en manos del poder político romano de entonces al ya condenado Jesús de Nazaret para que se le vuelva a condenar y ejecutar. Es decir, crucificado hasta morir en una cruz. Una tragedia muy lamentable que cada uno de los cuatro Evangelista narra a su manera. Tal vez, la más teatral y teologizada de todas sea la que nos dejó escrita el cuarto Evangelio (Juan 18,28-19,16).
La lectura atenta y crítica de este episodio crucial en la experiencia de este hombre laico y de la Galilea no puede dejar de expresar y responderse algunas preguntas de sentido. Al llegar a este punto del relato no se me olvida un dato que ya me sobrecogió en los inicios del capítulo tercero del Evangelio de María Magdalena:
“En cuanto salieron los fariseos de aquella sinagoga, se confabularon con los partidarios de Herodes contra él para ver cómo eliminar a Jesús” (Marcos 3,1-6).
¿Qué sucedió aquel sábado y en aquella sinagoga de Galilea? En ese tiempo y lugar considerados sagrados, un hombre laico se atrevió a humanizar tanta sacralidad divinizada. En medio de tales, tiempo y lugar, colocó al ser humano atrofiado, uno o toda la asamblea enmudecida y paralizada. Y se atrevió a hacer lo que se creía que estaba prohibido y que era blasfemo. Tocar y liberar al ser humano esclavizado y deshumanizado por las falsas divinidades interesadamente creadas… Desde entonces Jesús de Nazaret quedó sentenciado.
Esa sentencia queda ratificada en los encuentros, narrados por la Evangelista, que su Jesús de Nazaret mantiene en los días sagrados de la Pascua y en lugar del Templo consagrado a Yavé Dios. Y será aquí, en tiempo y lugar sagrados, donde la autoridad ejerza su poder: “El Sumo Sacerdote dice: Habéis oído la blasfemia… Y todos juzgaron que era reo de muerte” (Marcos 14,63-64). ¿En qué Religión institucionalizada se permite la herejía o la disidencia blasfema?
¿Por qué muere Jesús de Nazaret? Porque el poder establecido dentro de su Religión de la Ley, Sumo Sacerdocio y Sanedrín, lo ha juzgado hereje y blasfemo y como tal debe ser crucificado. Así son los datos de la realidad, aunque es posible que la interpretación de estos datos no sea la misma para unas personas que para otras. Quien hoy lee también se atreve a interpretar a su modo estos datos. Por eso, no aceptaré la interpretación redentora que confesaba Anselmo en la que se imaginaba a Dios ya satisfecho con Jesús frente Adán y su primer pecado. Carmelo Bueno Heras. Madrid, 29 de octubre de 2017
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