sábado, 22 de marzo de 2025

Gente - 2025, 23 de marzo. Domingo 3º de Cuaresma C: Lucas 13,1-9 (EVANGELIZAR es, antes de nada, aprender y enseñar a LEER) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 17ª (23.03.2025): Lucas 5,17-26. Todos-Todas. ¿Por qué, a veces, Lucas exagera?).

 Gente

Hay gente que con sólo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas
y nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente que con sólo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca guirnaldas;
que con sólo empuñar una guitarra
provoca que una sinfonía entre en casa.

Hay gente que con sólo abrir la boca
llega hasta los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después como si nada.

Y uno se va de novio con la vida, 
desterrando una muerte solitaria,
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así,
¡tan necesaria!

Hamlet Lima Quintana

Nada más en el comienzo de este domingo, día 23 de marzo de 2025. 
A continuación encontrarás, primero, el comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para las Eucaristías. Y, en segundo lugar, el comentario del relato que correspondería proclamar, si decidiste en su día leer el Evangelio de Lucas desde el comienzo hasta el final, ordenadamente.


Carmelo Bueno Heras

 

Comentario primero:

2025, 23 de marzo. Domingo 3º de Cuaresma C: Lucas 13,1-9. Leo y escribo Contigo, Leyente.

EVANGELIZAR es, antes de nada, aprender y enseñar a LEER

     Denuncio a la autoridad vaticana responsable de las lecturas del Evangelio de la liturgia del domingo. Lo hago una vez más en este primer párrafo de mi comentario. ¿Por qué se leyó en el primer domingo de la Cuaresma un trozo del capítulo cuatro del Evangelio de Lucas (4,1-13)? ¿Y por qué en el siguiente domingo nos hicieron saltar hasta el capítulo noveno para leer sólo el relato de la Transfiguración (9,28-36)? ¿Y por qué, en este tercer domingo de la Cuaresma católica, nos hacen saltar en el texto de Lucas hasta el capítulo decimotercero?

     Que cada cual lea y deduzca sus conclusiones. Todos somos adultos en la vida y en la fe, aunque la religión no nos lo permita. ¿Por qué no se ofrece la posibilidad de leer el relato de Lucas completo, domingo tras domingo? Creo que es por esta sola razón: mantener la venda de la ignorancia tapando los ojos, para no leer; y cegando las mentes, para que quien lea o escuche ‘la palabra’ no piense. Lo único que les importa a estas autoridades es que se las obedezca… Pues, en mi caso, va a ser que no.

     En este domingo último de febrero se nos lee Lucas 13,1-9. Y yo me atrevo a sugerir que, ya puestos a leer, léase, por lo menos, el capítulo completo. Sobre todo, los versículos siguientes. Es decir, del diez al diecisiete: El asunto de aquella mujer tan encorvada que llegaba ya a tener su nariz a un palmo de sus rodillas. ¿Increíble? Tal encorvamiento era imposible que tuviera enderezamiento. Me refiero a este suceso porque los magisteriales de la liturgia de este año no nos lo van a proponer nunca en los más de cincuenta domingos del curso eclesial.

     La religión judía del sábado, del templo y del sacerdocio era la única causa de tal encorvamiento, a la vez físico, psicológico, religioso, espiritual y eterno, en el aquí y ahora de la vida y luego en el más allá. Sin embargo, Jesús vio a aquella mujer (y ¿a todas las mujeres de ayer y de hoy?), se acercó, la abrazó y le habló: olvídate de esta religión del sábado y de la ley y de sus dogmas y de sus tradiciones, y de sus dioses. Todo esto es el origen de tu enfermedad. Olvídalo, libérate, respira y vive. Creo que todo esto se lo iba diciendo muy despacio mientras el abrazo de ambos se mantenía a la vista de todos en aquel sábado y en medio de aquella sinagoga en la que sólo había hombres. Muchos hombres. Todos escandalizados, empezando por el jefe de la sinagoga. Todos hipócritas (13,10-17).

     Y ahora que ya disponemos de esta herramienta de interpretación se puede leer, también tan despacio como el abrazo público de ese hombre y esa mujer, el relato de Lucas 13,1-9 que será el texto oficial de proclamación en toda basílica mayor o en la más perdida de las ermitas de cualquier rincón del universo. Parece ser que la política autoridad romana en la provincia de Siria-Palestina, Pilato, mangoneaba a su antojo en el pueblo e intervenía sin escrúpulos en las tradiciones religiosas judías del templo de Jerusalén. Era un proceder intolerable e insoportable.

     Y para el narrador Lucas también el proceder de las sacerdotales autoridades religiosas judías era insoportable e intolerable. En medio de la viña del pueblo de Israel, en tiempos de Jesús de Nazaret, crecía ostentosamente estéril la higuera del poder del templo. ¿Qué hacer ante esta situación? Convertirse para no morir. Y convertirse era, entonces y ahora, cortar la higuera que era el templo aquel y todos cuantos siguen siendo como él.

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 28 de marzo 2018; también en Madrid, 23.03.2025

 

Comentario segundo:

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 17ª (23.03.2025): Lucas 5,17-26.

 Todos-Todas. ¿Por qué, a veces, Lucas exagera?

“Un día que estaba Jesús enseñando” (Lucas 5,17) es la expresión que usa este Evangelista para iniciar una unidad narrativa nueva como lo es ‘la curación de un paralítico’. Y para saber dónde acaba esta unidad basta caer en la cuenta de esta otra expresión: “Después de esto, salió Jesús y vio a…” (Lucas 5,27). Leemos, pues, en este momento el relato de Lucas 5,17-26. También se puede leer este mismo relato en el Evangelio de Mateo (9,1-8) y en el de Marcos (2,1-12). Cada Evangelista sitúa el relato de esta curación en un contexto distinto. Lucas nos dice que Jesús enseña y que han venido a escuchar esta enseñanza nada más y nada menos que ‘fariseos y doctores' de la Ley de todas las poblaciones de Galilea, Judea y Jerusalén. ¿Es importante el detalle de ‘todas’?

 

¿Qué enseñó en aquella ocasión? Seguramente lo que ya venía enseñando los sábados de sinagoga en sinagoga. Desde Lucas 4,14 hasta este momento sabemos que este su Jesús de Nazaret anuncia la buena noticia de un Dios que solo y siempre es bueno. Y por esto, a las gentes que se le acercan y le escuchan les enseña a ser personas, a sentirse y creerse libres y liberadas de la esclavitud de la enfermedad y del pecado, como afirmaba la Ley de Moisés.

 

Esta enseñanza de Jesús es siempre una palabra de sentido y de vida. Por eso le dice al paralítico que le han traído y que está a la vista de quienes se han reunido y, sobre todo, a la vista de fariseos y doctores de la Ley de todo Israel: “Hombre, tus pecados te quedan perdonados” (5,20). Y esto es lo mismo que decir: “Levántate y anda” (5,23). ¿Quién pecó para que este hombre fuera un paralítico? Toda enfermedad, en este Israel de Moisés, era castigo de su Yavé Dios por algún pecado. Lo sabían y enseñaban así los doctores y fariseos de la Ley. Si estas autoridades religiosas de todas las poblaciones de Israel conocían ya a Jesús y su enseñanza, ¿por qué han venido a oír y ver a este EVANGELIZADOR Jesús?

 

El hablar y el hacer de este Jesús de Lucas es una evangelización liberadora del mal que se ha sembrado en el interior del ser humano. Esta evangelización de Jesús es una blasfemia para las mentes e instituciones de aquella Religión del templo: “¿Quién es este hereje y blasfemador?” (5,21). Me seguiré preguntando, aquí y ahora, ¿qué es blasfemar? Los doctores y fariseos piensan que Jesús blasfema porque habla y actúa como prohibía hacerlo la Ley de su religión judía. Y Jesús piensa que los doctores y fariseos blasfeman porque mantienen e imponen una enseñanza y una práctica religiosa que paraliza y esclaviza a las personas.  Un laico como Jesús no podía perdonar pecados porque éstos sólo se perdonaban en el templo de Jerusalén por los sacerdotes si el pecador presentaba el sacrificio prescrito en la Ley o en la tradición de su práctica religiosa.

 

Concluye Lucas este relato de la curación del paralítico subrayando que el asombro se adueñó de las mentes de las personas porque habían visto y oído ‘cosas increíbles’ (5,26). También hoy y siempre, como en los días de Jesús, hay que hacer ‘cosas increíbles’ dentro de la (su) iglesia.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 25 de marzo de 2018; también en Madrid, 23.03.2025.

 

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