domingo, 2 de marzo de 2025

Letra pequeña - 2025, 02 de marzo. Domingo 8º del T.O. C: Lucas 6,39-45 (Vida humana y humanizadora: Esto es el EVANGELIO) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 14ª (02.03.2025): Lucas 4,31-44. Jesús enseñó a leer, a su manera, la Ley de Moisés y del Templo)

 Letra pequeña

La letra pequeña es como la voz baja. Ambas están ahí, pero parece como que no existieran. Sólo en casos 'muy especiales' se les presta atención. En la letra pequeña suelen esconderse mensajes importantes para circunstancias poco normales o para situaciones particularmente comprometidas. En casi todos los ámbitos en los que nos movemos los humanos encontramos presencias de letras pequeñas. A veces he pensado que estas letras pequeñas son tesoros escondidos que las mentes inteligentemente privilegiadas ocultan a las masas de personas para aprovecharse de ellas, siempre con cierto ánimo de lucro 'inconfesable'.
En los días de esta semana me voy a permitir 'perder-invertir' cierta parte de mi tiempo en tratar de rastrear cuánta letra pequeña me mira en silencio desde un pie de página de un escrito hasta las contraindicaciones de una receta médica o los componentes de un producto envasado para el consumo alimenticio. Y, si viene al caso, iré cambiando de gafas, cerca-lejos, para tratar de descifrar las condiciones de productor llamados financieros...
Sospecho que en los ámbitos educativos, políticos y religiosos existe también 'letra pequeña' muy interesada para intereses poco confesables. Y creo que en mi corta distancia del pensar y del hacer de mis tareas y responsabilidades existen 'letras pequeñas' que nadie más que mis neuronas se atreven a leerme y descifrarme. 
Esto de la 'letra pequeña' suele ser como la otra cara del 'bombo y platillo'. Sea como sea, ¡cuánto cuesta poder mantener la serenidad de la confianza en los demás. ¡Cuánto nos queda por aprender!
Y con todo esto se me hace más evidente la figura de María, la de Nazaret, a quien las estrategias transfiguradoras de la RELIGIÓN nos la han convertido en una DIOSA. No me cansaré de seguir escribiendo '¡Que me devuelvan a la señora María!'.

Hace algo más de un año iniciaba el recorrido diario de advocación en advocación de la señora María, la madre de Jesús de Nazaret y esposa de su marido José de Nazaret. Conscientemente he dejado para el final las dos últimas advocaciones:

365. Nuestra Señora la Virgen de Fátima

366. Nuestra Señora la Virgen de Lourdes

Y cuando las escribo, una vez más, me atrevo a repetirme la jaculatoria que me enraíza en la realidad de los hechos: ¡Que me devuelvan a la Señora María! Comprendo que en la llamada 'religiosidad popular' no se deben mencionar tales indicaciones a propósito de esta mujer, transfigurada en Diosa, como se ha podido constatar.  

Junto a esta jaculatoria me sigo identificando con esta otra que voy repitiendo como un nuevo mantra del aire de mis adentros: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.


Nada más en este nuevo domingo del día 2 de marzo de 2025. 
A continuación se encuentra, primero, el comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para las Eucaristías. Y, en segundo lugar, el comentario del relato que correspondería proclamar, si se decidió en su día leer el Evangelio de Lucas desde el comienzo hasta el final, ordenadamente.


Carmelo Bueno Heras

Comentario Primero:

2025, 02 de marzo. Domingo 8º del T.O. C: Lucas 6,39-45. Leo y escribo Contigo:

Vida humana y humanizadora: Esto es el EVANGELIO

El próximo domingo, día 9 de marzo, será ya el primer domingo de la Cuaresma y la liturgia de esta iglesia nuestra inicia una etapa en la que se olvida de la lectura ordenada y seguida del relato del Evangelista Lucas. Durante más de tres meses estaremos de salto en salto en la selección de las narraciones evangélicas.  La liturgia no escucha el Evangelio, lo domestica.

En este domingo último antes de la Cuaresma tendremos la oportunidad de seguir escuchando palabras del discurso de las bienaventuranzas que desgrana a su modo este Jesús del Evangelista Lucas. Nos dicen que nos leamos Lc 6,39-45.

Y yo sugiero que, ya puestos, nos leamos un poco más, es decir, Lucas 6,39-49. De este modo podremos conocer en toda su extensión la secuencia unitaria de este narrador: Lc 6, 1 hasta Lc 6,49. Todo el capítulo sexto.

“Les añadió Jesús una parábola” (Lc 6,39, donde se inicia la lectura de este domingo) escribe el Evangelista a sus lectores para que éstos no pierdan el hilo del mensaje del discurso puesto en boca de Jesús. En realidad, no va a ser una parábola, sino una tras otra. Varias. Enlazadas. Complementarias. Sugerentes. Contemplativas. Me gusta imaginar estas parábolas como si fueran la síntesis de las bienaventuranzas y de sus pretensiones.

Creo que la primera parábola que encuentro en el relato es ésta: “¿Puede un ciego guiar a otro ciego?” (6,39). Y la segunda parábola es también una nueva pregunta: “¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en el tuyo?” (6,41). Son preguntas o, ¿son parábolas? Ambas cosas a la vez. Una pregunta como parábola y viceversa, una parábola como pregunta. Creo que Lucas se inspiró en Mateo (15,14) para contárnoslas.

Y esta inspiración que Lucas encuentra en Mateo se mantiene en la siguiente parábola: “Cada árbol se conoce por sus frutos” (Lc 6,44; Mt 7,16-18 y 12,33-35). Y también en la siguiente, que creo que es ya la última del discurso de las bienaventuranzas: “El que oye mis palabras se parece a un hombre que edifica su casa... sobre roca...  sobre arena...” (Lc 6,46-49; Mt 7,24-27).

Identifico estas cuatro parábolas en mi lectura del relato y deseo comprender por qué el narrador Lucas me dice que se trata de una sola parábola. Me acabo por decir que el mensaje de este Jesús, según nos lo cuenta Lucas, es único y está muy claro: la buena noticia que es Jesús es la roca sobre la que se puede levantar un permanente proyecto humano y humanizador. Esto sería impensable si el cimiento del proyecto de ser persona fuera la arena de la Ley de Moisés y de su Templo de Jerusalén con su Sacerdocio y sus Tradiciones.

Esta roca será siempre el árbol bueno con sus frutos buenos. Esta roca será siempre el ojo sano con la salud de su luz. Esta roca, árbol y ojo fue y lo seguirá siendo aquel hombre que recorrió su tierra de Galilea mientras sembraba con su vida y su presencia palabras de sentido en los adentros de quienes decidieron escucharle.

Esta roca de la parábola recibirá muy pronto un nombre nuevo en la narración de este Evangelio: ‘Reino o reinado de Dios’ (8,1), que crece dentro de cada uno (17,21). De ti. De mí...

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 03.03.2019 y también en Madrid, 02.03.2025.

 

Comentario segundo:

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 14ª (02.03.2025): Lucas 4,31-44.

Jesús enseñó a leer, a su manera, la Ley de Moisés y del Templo

El narrador Lucas cuenta que Jesús estuvo a punto de ser despeñado en Nazaret por haber evangelizado un sábado en su sinagoga (4,14-30) e inmediatamente nos cuenta que: “Bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba… con autoridad… Y su fama se extendió por todos los lugares de la región” (Lc 4,31-37).

¿Qué ha enseñado ese sábado y en esa sinagoga? Enseñó a tapar la boca a cuantos se creían tener autoridad para enseñar ahí y en sábado. Por eso dijo a cada uno de ellos: “Cállate y sal de aquí”. Aquella sinagoga estaba endemoniada, por haberla endemoniado cuantos ahí enseñaban. En esta sinagoga se enseñaba a leer la Ley de Moisés y el mensaje de los Profetas de una manera, y Jesús lo enseña a leer de manera muy distinta como así lo había hecho recientemente en Nazaret.

“Al salir de la sinagoga, entró en casa de Simón. Su suegra estaba con fiebre… se inclinó sobre ella…” (Lc 4,38-39). Una mujer está enferma y en su casa. Y está apartada para no contaminar la enfermedad de la fiebre y para no contagiar la enfermedad del pecado. Toda enfermedad no es otra cosa que un castigo por un pecado, así se enseñaba en la Sinagoga y en la Ley.  Y así lo denuncia Jesús con el solo gesto de inclinarse, tocarla, abrazarla y hablarla. ¿Quién lo había hecho así hasta entonces y en esa casa?

Parece que esta manera de actuar de Jesús provoca reacciones distintas entre quienes le acompañan y le observan hablar y hacer de aquella manera tan sorprendente y nueva. Unos se acercan a él para tocarle y sentirse tocados, porque así es como llegan a saberse curados de la enfermedad del miedo por creerse y sentirse castigados. Otros, en cambio, desearían divinizar a este Jesús de Nazaret, endiosarlo y proclamarlo ‘su Mesías’ todopoderoso (Lc 4,40-41).

Pero él, Jesús de Nazaret, dice este Evangelista: “Al amanecer salió de allí y se marchó a un lugar apartado. Y la gente le anduvo buscando… para retenerlo y que se quedara con ellos…” (Lc 4,42-44). Y al leer despacio y con criterio estas actitudes tan naturales no puedo dejar de recordar las tres tentaciones que el Evangelista contó al comienzo de su cuarto capítulo. El proceder de estas gentes es semejante al proceder del tentador Satán.

No he venido a ser el Mesías del poder, del tener y del placer de ostentar, rezar y mandar. “He venido a anunciar el Evangelio del Reino de Dios” (Lc 4,43). He venido a compartir la buena noticia de la convivencia que nace del servir, del ponerse a la altura de quien está más abajo y es más débil, para aprender juntos a levantarnos, curarnos, tocarnos, abrazarnos, enseñarnos, compartirnos… ¡Qué bien lo aprendió a expresar la abrazada suegra de Pedro! (Lc 4,39).

Ésta es la misión de este Jesús del Evangelista Lucas: Evangelizar, de sinagoga en sinagoga no sólo por Galilea (4,14), también por Judea (4,44). Más. Esta buena noticia del Evangelio del Reino la anunciará también este Jesús de Nazaret en Samaría, la región hostil y pagana, hasta acabar de romper todo esquema de credos y creencias con la parábola de ‘El samaritano bueno’ por haber decidido él tocar, levantar y acompañar, al herido abandonado (Lc 10,25-37).

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 04.03.2018 y también en Madrid, 02.03.2025.

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