Pactos Lateranenses: conciliación entre Iglesia y Estado
(RV).- Uno de los compromisos más anhelados por Papa Pío XI quien elige la paz como lema de su pontificado «Pax Christi in regno Christi », fue el de la pacificación: la conciliación entre religión y patria, entre fe y política; y uno de los medios fue la constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano, desde el cual el Sucesor de Pedro pudiera desarrollar su misión pacificadora.
Los Pactos lateranenses son el nombre de los acuerdos de mutuo reconocimiento entre Italia y la Santa Sede, firmados el 11 de febrero de 1929 gracias a los cuales, por primera vez desde la Unidad de Italia, fueron establecidas regulares relaciones bilaterales entre Italia y la Santa Sede. Los pactos lateranenses reconocen la independencia y soberanía de la Santa Sede y se constituye el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Ya en su primera encíclica, Achille Ratti expresa: “El Papa, quienquiera que sea, repetirá siempre: Tengo pensamientos de paz, no de aflicción; pensamientos de paz verdadera, y por eso mismo, no separada de la justicia, para que pueda decirse: La justicia y la paz se han besado…”
Posteriormente, cuando la unidad de Italia se rompe, particularmente entre setiembre de 1943 y junio de 1944, con la ocupación nazi fascista de Roma, se desvela la importancia de este tratado, con la segura existencia del Estado Vaticano, desde el cual la Iglesia puede desarrollar su rol de reconstructora civil, además de defensora de la humanidad, rol que, hay que preguntarse, si y cómo hubiera sido posible, sin los títulos jurídicos y las garantías que estos Pactos habían establecido.
Griselda Mutual, RV
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