San Porfirio de Gaza, eremita y
obispo
fecha: 26 de febrero
†: 421 - país: Palestina (ANP)
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: 421 - país: Palestina (ANP)
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En
Gaza, en Palestina, san Porfirio, obispo, que, nacido en Tesalónica, vivió como
anacoreta en Scete durante cinco años y otros tantos al otro lado del Jordán,
siendo célebre por su benignidad hacia los pobres. Elegido obispo de Gaza, hizo
demoler muchos templos de ídolos, cuyos seguidores le hicieron la vida dificil
hasta que descansó, venerable, con los santos.
La
familia de Porfirio era originaria de Tesalónica, en Macedonia (actualmente
Salónica). Volviendo las espaldas al mundo, abandonó a sus amigos y su país a
los veinticinco años. Se dirigió a Egipto, donde se consagró a Dios en un
monasterio del desierto de Esquela. Cinco años más tarde, pasó a Palestina y
estableció su morada en una cueva cerca del Jordán; pero a los cinco años las
enfermedades le obligaron a volver a Jerusalén. Allí visitaba diariamente los
Santos Lugares, apoyándose en un bastón, pues estaba sumamente débil. Por
aquella época, llegó a Jerusalén un peregrino asiático, llamado Marcos, que un
día sería el biógrafo de san Porfirio. Marcos, muy edificado por la devota
asiduidad con que Porfirio visitaba el sitio de la Resurrección del Señor y
otras estaciones, le ofreció un día ayudarle, al ver que el santo tenía gran
dificultad en subir la escalinata de una iglesia. Porfirio se negó a aceptar su
ayuda, diciéndole: «No está bien que, habiendo venido a implorar el perdón de
mis pecados, permita que me ayudes a subir; déjame sufrir un poco para que Dios
se apiade de mí». Por débil que estuviera, Porfirio no omitió jamás su visita
de los Santos Lugares, ni la comunión diaria. Su única preocupación era que no
había vendido todavía la herencia de su padre para repartir el producto entre
los pobres. Confió esta misión a Marcos, quien partió con rumbo a Tesalónica
para regresar tres meses después, cargado de dinero y objetos de gran valor.
Marcos
pudo apenas reconocer a Porfirio, porque, entretanto, se había mejorado
prodigiosamente. Su rostro, antes pálido, estaba ahora fresco y rosado. Al ver
el asombro de su amigo, Porfirio le dijo: «No te sorprendas de verme en
perfecto estado de salud, pero admira en cambio la inefable bondad de Cristo,
quien cura fácilmente las enfermedades que los hombres no pueden aliviar».
Marcos le preguntó cómo se había efectuado la curación, a lo que Porfirio
replicó: «Hace cuarenta días, en un momento de grandes dolores, me desmayé al
subir al Calvario y entré en una especie de trance o éxtasis. Me parecía ver al
Señor, crucificado junto al buen ladrón. Entonces dije a Jesucristo: 'Señor,
acuérdate de mi cuando estés en tu Reino'. En respuesta, el Señor ordenó el
buen ladrón que viniese en mi ayuda. El buen ladrón me ayudó a levantarme y me
ordenó ir a Cristo. Yo corrí hacia Él, y el Señor descendió de la cruz y me
dijo: 'Encárgate de cuidar mi cruz'. Obedeciendo a sus órdenes, a lo que me
parece, me eché la cruz sobre los hombros y la transporté algo más lejos. Poco
después me desperté; el dolor había desaparecido, y desde entonces no he vuelto
a sufrir de ninguna de mis antiguas enfermedades».
Las
palabras y el ejemplo del siervo de Dios impresionaron tanto a Marcos, que
decidió quedarse a vivir con él. Porfirio, que había distribuido toda su
herencia entre los pobres, se vio obligado a trabajar para ganarse la vida.
Aprendió a fabricar zapatos y a trabajar el cuero, en tanto que Marcos, un
hábil escribano, se hizo famoso copiando libros. Marcos quería que Porfirio
viviese de lo que él ganaba, pero el santo replicó citando al Apóstol: «Que no
coma quien no trabaja». Porfirio continuó su vida de trabajo y penitencia hasta
los cuarenta años de edad. Entonces el obispo de Jerusalén le ordenó sacerdote
y confió a su cuidado la reliquia de la cruz. Esto aconteció el año 393. El
santo no cambió nada en su austera forma de vida; se alimentaba exclusivamente
de raíces y pan ordinario, y generalmente no comía antes de la caída del sol.
Hasta su muerte, continuó en este género de vida. El año 393 fue elegido obispo
de Gaza. El obispo de Cesárea escribió al de Jerusalén, pidiéndole que enviase
a Porfirio, pues quería consultarle sobre unos pasajes difíciles de la Sagrada
Escritura. El obispo de Jerusalén ordenó a Porfirio que volviese a los ocho
días.
Al
recibir esta orden de su obispo, Porfirio se turbó, pero dijo inmediatamente:
«Que se haga la voluntad de Dios». Esa misma noche llamó a Marcos y le dijo:
«Hermano Marcos, vamos a venerar los Santos Lugares y la cruz, porque pasará
mucho tiempo antes de que podamos volver a hacerlo». Marcos le preguntó por qué
lo decía y Porfirio le contó que el Salvador se le había aparecido la noche
anterior y le había dicho: «Renuncia a la custodia de la cruz, pues voy a darte
una esposa pobre y de humilde origen, pero de gran virtud y piedad. Adórnala
bien, pues, a pesar de su pobre apariencia, es mi hermana». Porfirio añadió:
«Esto me dijo Cristo anoche; esto me hace temer que tendré que cargar con los
pecados de los otros y no sólo expiar los míos, pero hay que obedecer a la
voluntad de Dios». Después de visitar los Santos Lugares, Porfirio y Marcos
partieron a Cesárea y llegaron sin novedad. Al día siguiente, el obispo Juan de
Cesárea ordenó a unos ciudadanos de Gaza que sujetaran a Porfirio, y le
consagró obispo ahí mismo. El siervo de Dios sufrió mucho al verse elevado a
una dignidad a la que no se sentía llamado. Los ciudadanos de Gaza le
consolaron, juntos emprendieron el viaje a dicha ciudad, a donde llegaron el
miércoles por la noche. El viaje había sido fatigoso, pues los paganos de los
pueblos de los alrededores, al enterarse de la noticia de la llegada del nuevo
obispo, habían destrozado y obstruido los caminos, hasta dejarlos casi
intransitables.
Aquel
año hubo una gran sequía, que los paganos atribuyeron a la llegada del obispo
cristiano, ya que, según ellos, el dios Mamas había profetizado que Porfirio atraería
muchas calamidades sobre la ciudad. Había en Gaza un famoso templo de ese dios.
El emperador Teodosio había mandado clausurarlo, pero no había querido
demolerlo, pues era muy hermoso. El gobernador había dado permiso de abrirlo
nuevamente. Como la sequía continuase dos meses después de la llegada de
Porfirio, los paganos se reunieron en el templo a implorar la protección del
dios Mamas. Los cristianos, después de un día de ayuno y una noche de oración,
se dirigieron en procesión a la iglesia de San Timoteo extra muros, cantando
himnos. A su vuelta encontraron cerradas las puertas de la ciudad. Entonces
Porfirio y su grey pidieron a Dios con renovado fervor que enviase la lluvia;
las nubes empezaron a acumularse, y pronto cayó una lluvia tan abundante, que
los paganos abrieron las puertas de la ciudad y se unieron a los cristianos,
gritando: «Cristo es el único Dios verdadero, el único capaz de acabar con la
sequía». Este hecho y la curación milagrosa de una mujer produjeron numerosas
conversiones. Viendo esto, los paganos que quedaban empezaron a hacer la guerra
a los cristianos, excluyéndoles del comercio y los oficios públicos y
molestándoles por todas las maneras posibles. Para proteger a su grey, Porfirio
envió a su discípulo Marcos a ver al emperador y más tarde acudió él mismo a
Constantinopla, acompañado del obispo Juan.
Gracias
a la intercesión de San Juan Crisóstomo y de la emperatriz Eudoxia, Arcadio
accedió a las súplicas de Porfirio y aun le otorgó el permiso de destruir los
templos paganos que había en Gaza. Para ello, el emperador publicó un edicto y
encargó de su ejecución a un patricio llamado Cinegio. Cuando los dos obispos
desembarcaron en Palestina, cerca de Gaza, los cristianos salieron a su
encuentro cantando himnos. Al pasar la procesión por la plaza de Tetrámfodos,
en la que había una estatua de Venus que, según la tradición pagana, aconsejaba
a las jóvenes en la elección de sus maridos, el ídolo cayó del pedestal y se
hizo pedazos. Diez días después, llegó Cinegio con un fuerte contingente de
soldados a ejecutar el edicto del emperador. Así desaparecieron ocho templos
paganos, entre ellos el de Mamas, devorados por las llamas. Después los
soldados registraron las casas y los patios, destruyeron o arrojaron a las
cloacas las estatuas de los ídolos y quemaron todos los libros de magia. Muchos
paganos pidieron el bautismo; pero otros, furiosos, se levantaron en armas, y
Porfirio escapó milagrosamente con vida (cfr. San Marcelo,
14 de agosto). Donde antes se levantaba el templo de Mamas se construyó una
iglesia en forma de cruz; la emperatriz Eudoxia envió desde Constantinopla
columnas y mármoles, y la nueva iglesia se llamó «Eudoxiana». El día en que se
empezó a construir, san Porfirio, acompañado del clero y los cristianos de la
ciudad, fue en procesión desde la iglesia de Erin, cantando el "Venid,
aclamemos al Señor" (Salmo 94) y otros salmos, a los que el pueblo
respondía con el «Aleluya». Todos pusieron manos a la obra, acarreando piedras
y otros materiales y excavando los cimientos, bajo la dirección del famoso
arquitecto Rufino. La construcción, que comenzó el año 403, duró cinco años.
San Porfirio consagró la iglesia el día de Pascua del año 408. Con esa ocasión,
distribuyó grandes limosnas a los pobres, cosa en la que se mostraba siempre
muy generoso. El santo obispo pasó el resto de su vida en el celoso
cumplimiento de sus deberes pastorales y, a su muerte, la idolatría había
desaparecido casi completamente de la ciudad.
La
biografía escrita por el diácono Marcos es un documento histórico de
excepcional interés. Además de la luz que arroja sobre el carácter de San
Porfirio, ofrece abundante información acerca de los últimos esfuerzos del
paganismo en el oriente cristiano. En 1913, G. F. Hill publicó una traducción
inglesa de dicho documento, y en 1927 apareció la traducción alemana, con
notas, del Dr. Jorge Rhode. Acta Sanctorum, febrero, vol. III, ofrece una
traducción latina. M. Haupt, en Abhandlungen de la Academia de Berlín (1874),
publicó por primera vez el texto griego; en 1895, la Sociedad Filológica de
Bonn hizo una edición más cuidadosa del mismo texto. H. Grégoire y M. A.
Kugener publicaron, en 1930, el texto griego, acompañado de una traducción francesa
y un comentario. Según dichos autores, el autor no es realmente Marcos, pues la
obra fue escrita por lo menos veintiséis años después de la muerte de Porfirio.
En Analecta Bollandiana, vol. LIX (1941), pp. 63-216, se encontrará una
traducción latina de una biografía georgiana de San Porfirio (de origen
probablemente sirio). Es interesante notar que el autor subraya que el
paganismo se extinguió en Gaza, sin que hubiere necesidad de recurrir a la
violencia, como en el caso de San Cirilio de Alejandría. Ver el excelente
ensayo de F. M. Abel, en Conférences de St Etienne (edic. Lagrange, 1910).
fuente: «Vidas
de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas
biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia
completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor,
al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel)
y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?ids=695
San Agrícola de Nevers, obispo
fecha: 26 de febrero
†: c. 594 - país: Francia
otras formas del nombre: Arigle, Arille
canonización: culto local
hagiografía: Abel Della Costa
†: c. 594 - país: Francia
otras formas del nombre: Arigle, Arille
canonización: culto local
hagiografía: Abel Della Costa
En
Nevers, de Neustria, san Agrícola, obispo.
San
Agrícola está muy bien atestiguado en los episcopologios de Nevers. Sabemos que
sucedió a san Eladio (incluso en un tiempo se celebraban juntos). El último
dato cierto de san Eladio es su participación en el Concilio de Lyon del 570.
La siguiente fecha cierta de un sucesor es el concilio de París del 614, donde
asiste el obispo Raucaro de Nevers. Entre esos dos términos se ubica -aunque es
imposible precisarlo más- el episcopado de san Agrícola, de quien sabemos que
asistió a los concilios de Mâcon y Lyon en el 581, y al de Mâcon en el 585.
Además
de estos datos, Agricola es uno de los obispos nombrados en la comisión que
investigó la revuelta del monasterio de la Santa Cruz de Poitiers, en el que
dos religiosas de familia real, Chrodechilda y Basina, se rebelaron airadamente
contra la abadesa Radegunda; tratándose de personas vinculadas a la corte, el
caso hubo de tratarse con firmesa pero mucho tacto. San Gregorio de Tours lo
cuenta con lujo de detalles a lo largo de varios capítulos de su «Historia
Francorum», gracias al cual conocemos esta actuación de nuestro santo.
Antes
de llegar al episcopado, el rey de Borgoña, Gontrano, lo había nombrado
gobernador de la región de Nevers, pero incluso en ese cargo civil su fama de
santidad se había ido difundiendo, y a la muerte de san Eladio, fue elegido
para sucederle. Murió posiblemente hacia el 594, y fue enterrado en la
iglesia de San Vicente, que con el tiempo tomó su nombre, y allí fue venerado,
hasta que en 1791 sus reliquias fueron profanadas por la Revolución Francesa.
Si embargo una parte de ellas se conservaron en la iglesia de San Esteban de
Nevers, y fueron vueltas a exponer a la veneración pública en 1848. Se afirma,
aunque con escaso fundamento, que fue amigo del poeta Venancio Fortunato, y
éste le dedicó un poema.
Ver
Acta Sanctorum, febrero III, pág. 664; Guerin, Petits Bollandistes, III, pág.
43, aporta la cuestión de las reliquias; Duchesne, Fastes Episcopaux, II, pág.
483-484. para el conflicto del monasterio de Poitiers, ver Historia Francorum,
IX, cap. 39ss.
Abel Della Costa
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biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia
completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor,
al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel)
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