martes, 2 de febrero de 2016

Santa Juana de Lestonnac, viuda y fundadora - San Nicolás Saggio de Langobardis, religioso (2 de febrero)

Santa Juana de Lestonnac, viuda y fundadora

fecha: 2 de febrero
n.: 1566 - †: 1640 - país: Francia
canonización: 
B: León XIII 23 sep 1900 - C: Pío XII 15 may 1949
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Burdeos, en Francia, santa Juana de Lestonnac, que, siendo niña, rechazó la invitación y los esfuerzos de su madre para apartarla de la Iglesia católica. Al quedar viuda, y después de educar convenientemente a sus cinco hijos, fundó la Sociedad de Hijas de Nuestra Señora, a imitación de la Orden de la Compañía de Jesús, para la educación cristiana de las muchachas.
El padre de Juana de Lestonnac pertenecía a una distinguida familia bordelesa y, aun cuando florecía el calvinismo en Burdeos, se conservó como un buen católico. En cambio su madre, Juana Eyquem de Montaigne, hermana del famoso Miguel de Montaigne, no sólo renegó de su religión, sino que trató de cambiar la fe de su hija, y cuando sus intentos fracasaron, maltrató cruelmente a Juana. Estas penalidades impulsaron el corazón de la joven hacia Dios y, desde entonces anheló una vida de oración y mortificación. No obstante su deseo, cuando tenía diecisiete años se casó con Gastón de Montferrant, quien estaba emparentado con las casas reales de Francia, Aragón y Navarra. El matrimonio fue muy feliz, pero el marido murió en 1597, dejando a su mujer con cuatro hijos, al cuidado de los cuales se dedicó enteramente hasta que pudieron bastarse por sí solos (el matrimonio tuvo siete hijos, pero tres de ellos murieron de pequeños). Con el tiempo, dos de sus hijas entraron en religión.
A la edad de cuarenta y siete años, Juana de Lestonnac ingresó al monasterio cisterciense de «Les Feuillantes», en Toulouse. Su hijo se opuso enérgicamente a su decisión, pero ella se mantuvo firme y, transida de dolor al contrariar a su hijo y apartarse de su hija menor, abandonó su hogar. Madame de Lestonnac, convertida en hermana Juana, pasó seis meses en el noviciado cisterciense observando una conducta edificante. Pero aquella existencia tan dura acabó por quebrantar su salud y, a pesar de que suplicaba que le permitieran quedarse en el convento hasta su muerte, los superiores le mandaron abandonarlo, advirtiéndole que tenía obligación de cuidar su vida para servir a Dios. Antes de partir, se le permitió pasar la noche orando en la capilla y se afirma que, mientras repetía las palabras de Cristo en el Huerto de los Olivos: «Señor si es posible, haz que pase de mí este cáliz», sintió en su fuero interno la absoluta certeza de que ella sería la fundadora de una nueva orden para la salvación de las almas, y le vino a la mente el lineamiento de la futura Congregación de Nuestra Señora.
No bien abandonó «Les Feuillantes» recobró la salud, casi milagrosamente. Volvió a Burdeos y se trasladó a Périgord, donde reunió en torno suyo a varias jóvenes que, con el tiempo, serían sus primeras novicias. Pasó después dos años de tranquilidad en su casa de campo, «La Mothe», preparándose para la realización de su gran obra. Al regresar a Burdeos, sus directores espirituales le aconsejaron que se contentara con una vida ordinaria dedicada a obras de caridad, sin emprender grandes proyectos.
Cuando la peste hacía estragos en Burdeos, Madame de Lestonnac y un grupo de valientes mujeres, se dedicaron a cuidar a las víctimas. En aquellos trabajos, Juana conoció a dos sacerdotes jesuitas, el P. De Bordes y el P. Raymond, los cuales ejercieron gran influencia sobre ella, inculcándole la idea de la enorme devastación que el calvinismo causaba entre los jóvenes de todas las clases sociales privadas de una firme educación católica. Al parecer, ambos sacerdotes, mientras celebraban simultáneamente la misa, tuvieron el presentimiento de que era la voluntad de Dios que prestaran ayuda a Juana de Lestonnac en la fundación de una orden que contrarrestara los daños de la herejía. Así comenzó la obra, y prosperó rápidamente. La señora de Lestonnac fue la primera superiora de la congregación naciente, afiliada a la Orden de San Benito, aunque sus reglas y constituciones se fundaron en las de San Ignacio. La primera casa se abrió en el antiguo priorato del Espíritu Santo, en Burdeos.
Madame de Lestonnac y sus compañeras recibieron el hábito de manos del cardenal Sourdis, arzobispo de Burdeos, en 1608. Dos años más tarde, bajo el prudente gobierno de la madre Lestonnac, la orden funcionaba maravillosamente, y comenzaron a acudir las candidatas al noviciado. A éstas se les instruía sobre la vida religiosa con el único fin y propósito de formar y enseñar a las jóvenes de todas las clases sociales. Las escuelas prosperaron más allá de toda expectación. Se hicieron fundaciones en muchas poblaciones, siendo la de Périgord una de las primeras. Las monjas llevaban una vida de gran pobreza y mortificación, todas estaban contentas; las cosas marchaban bien y en el convento reinaba la paz. Pero entonces comenzaron a llover las pruebas más duras sobre la fundadora. Una de sus monjas, Blanche Hervé, y el director de una de las escuelas, conspiraron contra ella, y por algún tiempo triunfaron en sus tortuosos designios. Urdieron calumnias, inventaron ignominiosas historias acerca de ella y, lo más sorprendente fue que el cardenal de Sourdis las creyó. La madre Lestonnac fue destituida y su lugar lo ocupó Blanche Hervé quien, desde su puesto de superiora, comenzó a tratar a la destituida Juana con un despotismo cruel, sin perder ocasión de insultarla en todas las formas posibles, llegando a maltratarla con violencias físicas. Semejante estado de cosas se mantuvo por algún tiempo; pero finalmente, la inalterable paciencia de santa Juana conmovió el corazón de Blanche, que sinceramente arrepentida, trató de reparar los daños; sin embargo, la madre de Lestonnac, sintiéndose ya vieja y cansada, no quiso aceptar el cargo de superiora, y designó a la madre Badiffe.
La fundadora pasó sus últimos años en el recogimiento, preparándose para la muerte. Falleció cuando todas sus religiosas habían renovado sus votos, en la fiesta de la Purificación, el año de 1640. Se dice que su cuerpo permaneció fresco y flexible, exhalando una dulce fragancia aun dos días después de su muerte, y que la multitud que acudió a rezar junto a él dio testimonio de la belleza de su rostro y de una brillante luz que rodeaba el catafalco. En los años siguientes se obraron diversos milagros en su tumba. Varias causas demoraron el proceso de beatificación, que al fin quedó interrumpido por el estallido de la Revolución. Las religiosas se dispersaron y el cuerpo de su fundadora quedó perdido hasta principios del siglo diecinueve. AI cuerpo recuperado se le dio sepultura, con gran solemnidad, en Burdeos, y por fin gracias a los esfuerzos de la madre Duterrail, se introdujo la causa en Roma, y Juana de Lestonnac fue canonizada en 1949.
Véase Duprat, La digne Filie de Marie: Jeanne de Lestonnac (1906); P. Mércier, La vén. Jeanne de Lestonnac (1891); y Paula Hoesl, Ste. Jeanne de Lestonnac (1949).

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=423





San Nicolás Saggio de Langobardis, religioso

fecha: 2 de febrero
n.: 1649 - †: 1709 - país: Italia
otras formas del nombre: Juan Bautista Saggio
canonización: 
B: Pío VI 17 sep 1786 - C: Francisco 23 nov 2014
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
En Roma, san Nicolás Saggio de Langobardis, religioso de la Orden de los Mínimos, que ejerció con humildad y santidad el oficio de portero.
Juan Bautista Saggio era hijo de Fulvio Saggio y de Aurelia Pizzini, y nació en Longobardi, junto a Cosenza, el 6 de enero de 1649. Educado piadosamente por su madre, al llegar a la adolescencia ayudaba a su padre en las tareas del campo, al tiempo que llevaba una vida ejemplar. Había en su pueblo un convento de religiosos mínimos de San Francisco de Paula y a él acudió Juan Bautista para encauzar la vocación religiosa que intensamente sentía. Sus padres, pese a ser personas piadosas, se opusieron con toda energía, y hubo el joven con gran paciencia y la ayuda extraordinaria de Dios de vencer esta resistencia y poder realizar su vocación. Fue enviado a Paola a hacer su noviciado, recibiendo el hábito en calidad de oblato y tomando el nombre de hermano Nicolás.
Destinado a su propio pueblo natal por dos años, pasó luego al de S. Marco Argentano, donde desempeñó los oficios de cocinero, jardinero y limosnero. Posteriormente pasó por otros cuatro conventos con idénticos oficios. En todos los conventos dejaba una estela de ejemplaridad en el cumplimiento de la regla y en el espíritu de fervorosa piedad. El corrector general de la Orden, P. Pedro Curtí de Cosenza, se lo llevó a Roma, al convento de San Francisco de Paula ai Monti, donde fue sacristán y luego portero. Dios le concedió extraordinarios dones místicos que le hicieron notable en su comunidad y fuera de ella, por lo que tuvo general fama de santidad en Roma. Entre 1693 y 1697 vivió fuera de Roma, y dentro de esos años, uno en el convento de su pueblo natal, cuya iglesia logró restaurar con las limosnas recogidas. Vuelto a Roma, volvió a ser objeto de la veneración universal por su contagiosa piedad y su humildad evangélica. Cuando se puso enfermo, acudieron a visitar su pobre celda cientos de personas, entre ellos cardenales y prelados de la Curia. Murió el 2 de febrero de 1709, y fue beatificado por Pío VI el 11 de julio de 1786 y canonizado por Francisco el 23 de noviembre de 2014.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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ingreso o última modificación relevante: 12-1-2015
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=424

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