jueves, 28 de abril de 2016

Santa Gianna Beretta (28 de abril)

Santa Gianna Beretta

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Santa Gianna Beretta
Gianna nació el 4 de octubre de 1922 en Magenta, Italia. En una familia con 13 hermanos, se orientó a la profesión de médica, que era una tradición de familia, y se casó en 1955 con Pietro Molla, ingeniero industrial también militante de Acción Católica. Estaba decidida a formar una familia cristiana y combinar su vida familiar, profesional y apostólica en su proyecto de vida.
Ingresó a la Acción Católica Italiana desde muy joven, en 1943, y sirvió a sus hermanos a través de distintos cargos, en el campo estudiantil y parroquial.   A los 39 años, embarazada de su cuarto hijo, comenzó a tener complicaciones de salud. Hoy, su marido de 82 años lo recuerda con detalles: «Durante el cuarto embarazo, en septiembre de 1961, apareció un gran fibroma en el útero, por lo cual –a los dos meses y medio- se hizo necesaria una intervención quirúrgica.
Este fue el inicio de su holocausto. Fidelísima a sus principios morales y religiosos, dispuso sin dudar que el cirujano se ocupase primero de salvar la vida de su criatura».   En vísperas del parto no dudó en reunir junto a su lecho al marido y a los médicos para decirles: «Si deben elegir entre el niño o yo, ni lo duden: elijan, y se los exijo, al niño. ¡Sálvenlo!».   Con estas convicciones profundas y sabiendo lo que le esperaba –Gianna era pediatra- entró en la clínica de Monza y el 20 de abril de 1962, Viernes Santo,  tuvo a su hija, Gianna Manuela. La hasta hoy beata falleció ocho días después.
El Papa Juan Pablo II la declaró venerable en julio de 1991 y el 24 de abril de 1994, en su beatificación, la propuso como modelo para todas las madres.





  Oremos

Himno

Un amor casto y puro

Calladamente: Más grande que la vida

Y que la muerte.   Dulce su casa,

Y su marido en ella Se contemplaba.

Era su amor de madre Como una rosa:

Pétalos de fragancia Y espinas rojas.

Y era su seno Un arrullo de lirios Y de silencios.

Olor a roja viña Y a tierna hogaza:

Y su mano prudente Acariciaba

Sus dedos limpios Iban tejiendo lana Para sus hijos.

Y Dios desde su cielo Se sonreía,

Por la casta frescura De fuente limpia.

Amor callado Que vestía al Cordero De rojo blanco.

Amén





Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a Santa Gianna Beretta, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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