San Pedro Chanel, presbítero y
mártir
fecha: 28 de abril
n.: 1803 - †: 1841 - país: Wallis y Futuna
canonización: B: León XIII 17 nov 1889 - C: Pío XII 12 jun 1954
hagiografía: Maristas
n.: 1803 - †: 1841 - país: Wallis y Futuna
canonización: B: León XIII 17 nov 1889 - C: Pío XII 12 jun 1954
hagiografía: Maristas
San
Pedro Chanel, presbítero de la Sociedad de María y mártir, que dedicó su
ministerio a atender a campesinos y niños, pero enviado después con algunos
compañeros a evangelizar Oceanía occidental, llegó a la isla francesa de
Futuna, donde no había aún comunidad cristiana, y a pesar de las muchas
dificultades que encontró, con su singular mansedumbre convirtió a algunos a la
fe, entre los cuales estaba el hijo del rey del lugar, el cual, furioso, lo
mandó matar, convirtiéndole en el primer mártir de Oceanía.
patronazgo: protomártir
y patrono de Oceanía
oración:
Señor, tú que has concedido la palma del martirio a
san Pedro Chanel cuando trabajaba por extender tu Iglesia, concédenos a
nosotros que, en medio de las alegrías pascuales, celebremos de tal modo el
misterio de Cristo muerto y resucitado, que seamos verdaderamente testigos de
una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén
(oración litúrgica)
Nació en La Potière, aldea del pueblo de Cuet en el
departamento del Ain (Francia), el día 12 de julio de 1803. Era el quinto hijo
de los ocho que tuvo la familia compuesta por los humildes agricultores
Francisco Chanel y María Ana Sibellas. Bautizado 4 días después, en la fiesta
de Nuestra Señora del Carmen, con el nombre de Pedro, añadiría más tarde los de
Luis María con ocasión de la confirmación, nombres que señalan su devoción a
san Luis Gonzaga y a la Sma. Virgen.
A los diez años encuentra al abate Trompier, cura
párroco del cercano pueblo (4 km) de Cras-sur-Reyssouze, donde los por dos
inviernos Pedro fue a la escuela, bajo la tutela del sacerdote y el alojamiento
en casa de una tía. Cuando su protector fue nombrado en 1815 párroco de Monsols
(en las montañas del Beaujolais), propuso a sus padres llevarlo consigo y
encargarse de su educación, cosa que aceptaron.
Junto al párroco se inicia en la vida de piedad y
servicio, visitando enfermos, ayudando en misa, etc. con 16 años de edad, el
párroco de Cras envió a su protegido a continuar sus estudios al seminario
menor de Meximieux, donde Pedro se destacó muy pronto como brillante alumno y
como ferviente miembro de la Congregación de la Sma. Virgen, asociación en la
que se agrupaban los mejores. Permaneció allí hasta 1823, año en que terminó de
cursar la retórica; para completar sus estudios con la filosofía debería
trasladarse al seminario menor de Belley, donde Monseñor Devie acababa de ser
nombrado obispo de la nueva diócesis.
En octubre de 1824 Pedro Chanel inicia su teología en
el seminario mayor de Belley que Monseñor Devie había instalado en el antiguo
convento de los Agustinos reformados. Su ordenación sacerdotal tan ansiada
llegaría el 15 de julio de 1827. Y enseguida fue nombrado vicario parroquial en
Ambérieu-en-Bugey.
Uno de sus primeros actos como vicario parroquial fue
la introducción del mes de María. Y muy pronto sus actividades pastorales le
hicieron soñar con las misiones. Pero su obispo no le dio autorización sino que
el 1º de septiembre de 1828 lo nombró cura párroco de Crozet, pequeña población
de 800 almas en las montañas del Jura. Allí debería afirmar su débil salud a la
vez que ejercitar su apostolado misionero en una población de mayoría
calvinista.
Si duro era el apostolado en ambiente protestante, sus
múltiples obras de misericordia le conquistaron todos los corazones. Pero la
vocación misionera no se apartaba de su cabeza. Vocación que se afianzó al
conocer al sacerdote Juan Claudio Colin que dirigía las misiones parroquiales
de la diócesis de Belley con un grupito de compañeros que se llamaban ya
Maristas. Después de varias entrevistas, de mucha reflexión y oración, y de
pertinentes consultas, el cura párroco Pedro Chanel manifestó su deseo de
ingresar en la Sociedad de María, entre cuyas misiones figuraba la
evangelización de los infieles.
La Sociedad de María aún no estaba aprobada
canónicamente, y sus dos ministerios hasta entonces eran las misiones
parroquiales y el colegio de Belley, que Monseñor Devie había puesto bajo la
dirección del Padre Colin. A la espera, pues, del apostolado en las misiones
entre infieles, la primera misión que se le encargó fue la de profesor en el
colegio-seminario menor de Belley (1831). En el curso siguiente, octubre de
1832, se le confió la dirección espiritual del colegio, cargo donde mostró toda
su capacidad. Una de sus principales funciones como director espiritual era la
predicación en la capilla del colegio. Preparaba con minuciosidad todas las
instrucciones, y para afianzar sus frutos estableció entre los alumnos, según
el modelo de Meximieux, la Congregación de la Sma. Virgen y la de los Santos
Ángeles. La confesión le ocupaba igualmente buena parte de su tiempo, pues
numerosos alumnos lo preferían como confesor.
Aprobada oficialmente la Sociedad de María por Su
Santidad Gregorio XVI, con el breve Omnium gentium salus del 29 de abril de
1836, se le asignó como campo de evangelización misionera Oceanía occidental.
Elegido el Padre Pompallier como Vicario Apostólico, con el título de obispo de
Maronea, quedaba por encontrar el grupo de misioneros acompañantes. Habiéndose
ofrecido varias veces para dicho apostolado, grande fue la dicha del Padre
Chanel al ser aceptado para la primera partida. El grupo misionero estaba
constituido por Monseñor Pompallier (Marista asociado, pues siendo ya obispo no
podía profesar como religioso), los Padres Maristas Chanel, Bataillon, Servant
y Bret, y los Hermanos Maristas Marie-Nizier, Miguel y José Javier (este último
Hermano Marista Coadjutor). La salida del puerto del Havre se efectuó el 24 de
diciembre de 1836 en el buque llamado «La Delphine».
El viaje fue largo y con numerosas peripecias. En
Santa Cruz de Tenerife debieron permanecer 52 días para reparar la nave
averiada. Cuando por fin pudieron de nuevo ponerse a la mar, el Padre Bret fue
presa de fuertes dolores de cabeza y violenta fiebre. Administrado el Santo
Viático y la Extremaunción por el P. Chanel el domingo de Ramos, el misionero
falleció el día siguiente, 20 de marzo de 1837. El 28 de junio anclaban en Valparaíso
(Chile) donde acababa su viaje La Delphine. Después de mes y medio de
gestiones, los misioneros consiguieron embarcarse el 10 de agosto rumbo a la
Polinesia en un buque norteamericano, el «Europa». En Tahití debieron de nuevo
cambiar de embarcación: una mísera goleta que llevaba el nombre de «Raiatea».
Llegados el 1º de noviembre de 1837 a la isla de
Wallis (llamada entonces Uvea), dejaron allí 2 misioneros, el P. Bataillon y el
Hno. José Javier Luzy: quedaba fundada la primera misión católica de Oceanía
occidental. El sábado 11 de noviembre hacían escala en la isla de Futuna. Allí
quedaron el Padre Chanel y el Hermano Marie-Nizier. Para el P. Chanel sería su
definitivo campo de apostolado y de martirio. El Padre Servant y el Hermano Miguel
irían a Nueva Zelanda.
Futuna y Alofi constituyen dos pequeñas islas: la
primera de 40 km de perímetro, la segunda de 20; un total de 115 km cuadrados.
Montañas volcánicas de hasta 750 m y profundos valles; acantilados abruptos y
sólo algunos espacios llanos al borde del mar; temblores de tierra permanentes.
Poca población: apenas 1.000 almas constituirían la grey a evangelizar, todas
en la isla mayor. En ella hay dos facciones: los Vencedores y los Vencidos, en
guerra permanente, ambos con su propio rey, el primero en Alo, el segundo en
Sigave. Los misioneros son acogidos como huéspedes por el rey de los
Vencedores, Niuliki, en Alo. Más tarde los instalarían, con casa propia, en
Poi. Si al principio los misioneros fueron bien acogidos por el rey Niuliki, a
medida que la predicación iba haciendo catecúmenos, las relaciones se fueron
enfriando ya que veía su religión amenazada. Los familiares del rey y el
consejo de ancianos empezaron a ponerles toda clase de dificultades, empezando
por escasearles la comida e incitando a sus súbditos a robarles el producto de
su trabajo en la huerta propia. El hambre los llevó a tener que comerse hasta
el perro de casa. Pronto, no se contentaron con robarles los frutos, sino que
iban llevándose ropa y otros objetos: apenas quedaron con la ropa puesta.
Como soportaban todo con paciencia y continuaban con
su apostolado y sus obras de misericordia, vinieron las amenazas. "Que se
los mate, que desaparezca su religión" era el grito que empezaba a oírse
por parte de los opositores. Los misioneros lo sabían y estaban dispuestos a
sufrir el martirio si esa era la voluntad de Dios. Por temor al rey, la gente
bien dispuesta con los misioneros no osaba prestarles ayuda. Los catecúmenos
tenían que reunirse en forma secreta. Lo que llevó a la exasperación total del
rey fue la conversión a la fe cristiana de su propio hijo mayor, Meitala, quien
más tarde sería su sucesor. Dio entonces la orden de asesinar a los misioneros.
Su yerno Musumusu asumió el encargo y fue preparando el plan reclutando para el
golpe a un grupito de adeptos. Todo se hacía en secreto para no despertar las
sospechas de los catecúmenos. Y para asegurarse el buen resultado, se buscó un
día en que el Padre estuviera solo.
Ese día no tardó en llegar. Impedido por la fiebre y
una llaga en el pie, el Padre Chanel envió al Hermano Marie-Nizier al valle de
los Vencidos, Sigave, distante 3 leguas y media, para visitar a un enfermo y
bautizar a los niños en peligro de muerte. Era el 27 de abril de 1841. Musumusu
y su banda aparecieron temprano en la mañana del 28 armados de lanzas y
cachiporras con extremos metálicos. Se dirigieron primero a la casa de los
catecúmenos que estaban durmiendo, a los que golpearon y dispersaron. Al hijo
del rey no lo encontraron en la casa ; lo buscaron y lo golpearon violentamente,
al igual que a su hermana Flora : tenían carta blanca del rey. Luego se
encaminaron a la casa de los misioneros en Poi.
Se adelanta uno de los asesinos y le pide un remedio
al Padre. Mientras el misionero va a buscarlo, los demás invaden la casa y comienzan
el pillaje. Enfurecido, Musumusu grita: ¿Qué esperan para matarlo? El que había
pedido el remedio agarra entonces al sacerdote y lo empuja con violencia; otro
del grupo lo golpea con su cachiporra quebrándole el brazo que ha levantado
para parar el golpe. Un segundo golpe lo hiere en la sien izquierda y sangra
abundantemente. Una lanza con punta de hierro lo hiere en el pecho. El
misionero retrocede y cae. Pero todos están ávidos de llevarse algo y atienden
más al pillaje que a obedecer al jefe de la banda. Furioso Musumusu, y no
encontrando su cachiporra, salta por la ventana y entra en la habitación del
Hermano Marie-Nizier. Allí topa con una azuela escondida debajo de la cama, la
toma y se lanza contra el herido: con un golpe feroz le clava el hierro en el
cráneo y el mártir cae exánime. Musumusu lo depoja de su sotana y otros se
llevan sus otras vestimentas.
El compañero de apostolado, el Hermano Marie-Nizier se
salvó milagrosamente. Regresando a Poi ese 28 de abril, se encuentra con uno de
los asesinos que viene a contarle lo sucedido y prevenirle de huir, cosa que,
luego de algunas peripecias, consiguió. Las mujeres indígenas se mostraron
piadosas, entre ellas la esposa y dos hijas del rey asesino. Lavaron el cuerpo
de Pedro, lo ungieron con aceite de coco, lo envolvieron en esteras y lo
enterraron en la fosa que los mismos Niuliki y Musumusu ayudaron a cavar a unos
pasos de la casa misionera. Esta fue destruida como signo de su triunfo
completo y para borrar todo rastro de cristianismo. «El sacerdote ha muerto
-decían- y su religión con él. Ya no tenemos más que temer, nuestra isla vuelve
a ser feliz».
Pero sus previsiones fallaron. En Futuna volvió a
cumplirse el dicho «La sangre de los mártires es semilla de cristianos». El 18
de enero de 1842 aparecía en la isla la goleta «Sancta Maria», embarcación de
la misión, con el Padre Viard y el Hermano Marie-Nizier. Por precaución, la
corveta francesa L'Allier los acompañaba para intervenir en caso de necesidad.
Lo primero fue rescatar el cuerpo del mártir. Transportado primero a la Bahía
de las Islas, fue enviado a Sydney en 1850, y en 1851 transportado a Lyon.
Descansa hoy en una magnífica urna en el Seminario de Misiones Marista en
Sainte-Foy-les-Lyon. También fue rescatada su sotana sacerdotal.
Los jefes de la isla, animados por algunos regalos, se
presentaron al Comandante de L'Allier y manifestaron su pesar por la muerte de
quien decían: «El Padre no hizo sino el bien en el país; siempre fue un hombre
caritativo con todos». Y rogaron al Hermano Marie-Nizier se quedara con ellos y
enviaran un nuevo Padre. Cuando el 29 de mayo de 1842 Monseñor Pompallier trajo
en su embarcación «Sancta Maria» a 3 Padres y 2 Hermanos, se encontraron con un
cambio total en el ánimo de los jefes de Futuna. Todos acudieron a recibirlos,
incluso Musumusu y los demás asesinos. Muchos isleños pedían el bautismo.
Después de 10 días de preparación, Monseñor bautizó y confirmó a 114, primicias
de la numerosa cosecha que se anunciaba.
El proceso indagatorio para la beatificación comenzó
casi inmediatamente, y ya en 1857 era declarado Venerable, primera etapa en
firme del camino a los altares. La beatificación tuvo lugar el 17 de noviembre
de 1889 por el Papa León XIII. Y finalmente la canonización el 12 de junio de
1954 por el Papa Pío XII.
Sintetizado a partir de una extensa biografía en el
sitio marista de
Argentina, con mapas y buena cantidad de fotos, que puede
visitarse para profundizar en la narración.
fuente: Maristas
accedida 12137 veces
ingreso o última modificación relevante: ant
2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?ids=1398
San Luis María Grignion de Montfort, presbítero
y fundador
fecha: 28 de abril
n.: 1673 - †: 1716 - país: Francia
canonización: B: León XIII 22 ene 1888 - C: Pío XII 20 jul 1947
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1673 - †: 1716 - país: Francia
canonización: B: León XIII 22 ene 1888 - C: Pío XII 20 jul 1947
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San
Luis María Grignion de Montfort, presbítero, que evangelizó las regiones
occidentales de Francia, anunciando el misterio de la Sabiduría Eterna, y fundó
dos congregaciones. Predicó y escribió acerca de la Cruz de Cristo y de la
verdadera devoción hacia la Santísima Virgen, y, después de convertir a muchos,
descansó de su peregrinación terrena en la aldea francesa de
Saint-Laurent-sur-Sévre.
refieren
a este santo: Santa Juana
Delanoue
oración:
Oh Dios, sabiduría eterna, que hiciste al presbítero
San Luis María insigne testigo y maestro de la total consagración a Cristo, tu
Hijo, por mano de su Madre, la bienaventurada Virgen María; concédenos que,
siguiendo su mismo camino espiritual, podamos extender tu reino en el mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración
litúrgica)
San Luis María era el mayor de los ocho hijos de Juan
Bautista Grignion, modesto ciudadano de Montfort que pertenecía, entonces, a la
diócesis de Saint- Malo. Allí nació el santo en 1673. Después de educarse en el
colegio de los jesuitas de Rennes, fue al cumplir veinte años a París, a
prepararse para el sacerdocio. Como era demasiado pobre para entrar en el
seminario de San Sulpicio, ingresó en otra institución dirigida por el P. de la
Barmondiére. A la muerte de éste, pasó a un seminario todavía más estricto, en
el que reinaba una gran pobreza. Los mismos seminaristas preparaban por turno
la comida, «para tener el gusto de envenenarse a sí mismos», según la irónica
expresión de uno de ellos. Luis cayó tan enfermo, que hubo de ser trasladado al
hospital. Cuando recobró la salud, consiguió ingresar en el seminario de San
Sulpicio, donde permaneció hasta el fin de sus estudios. Un año, tuvo el honor
de ser uno de los dos mejores estudiantes que, según la costumbre, visitaban un
santuario de Nuestra Señora. La peregrinación de aquel año fue a la catedral de
Chartres.
El éxito que obtuvo durante sus años de seminario en
la catequesis de los niños más abandonados de la ciudad, no hizo más que
confirmar su deseo de consagrarse al apostolado. Después de recibir la ordenación
sacerdotal, en 1700, estuvo algún tiempo en Nantes, con un sacerdote que se
encargaba de preparar a los jóvenes para diversas clases de apostolado y, al
fin, fue nombrado capellán del hospital de Poitiers. Pronto emprendió las
reformas que necesitaba aquella institución de caridad y organizó, entre el
personal femenino, el núcleo de lo que más tarde había de convertirse en la
Compañía de las Hijas de la Divina Sabiduría, cuyas reglas redactó entonces.
Pero las reformas que había introducido provocaron una violenta reacción, y el
santo tuvo que renunciar a su cargo. Enseguida, se dedicó a predicar misiones
entre los pobres que acudían en masa a oírle; pero el obispo de Poitiers, a
instancias de los enemigos del siervo de Dios, le prohibió predicar en su
diócesis. Sin desalentarse por ello, San Luis emprendió, a pie, el viaje a
Roma, donde fue recibido amablemente por el papa Clemente XI; al volver a
Francia, llevaba el título de misionero apostólico. Como Poitiers siguió
cerrándole las puertas, volvió a su tierra natal de Bretaña, donde emprendió
una serie de misiones hasta su muerte.
Cierto que la mayoría de las parroquias le recibían
con los brazos abiertos, pero no faltaban quienes le criticaban severamente,
hasta el grado de que varias diócesis jansenizantes le cerraron las puertas. El
santo exhortaba a sus oyentes a llevarle todos los libros impíos para quemarlos
públicamente en una gran hoguera, sobre la que colocaba la efigie de una mujer
mundana que representaba al diablo. En otras ocasiones, organizaba la
representación de la escena en que agonizaba un pecador, cuya alma se
disputaban el diablo y su ángel guardián. El santo representaba el papel del
pecador y otros dos sacerdotes, los del diablo y el ángel custodio. A pesar de
ello, su predicación no era puramente emocional y conseguía frutos prácticos y
duraderos, simbolizados por la restauración de alguna iglesia en ruinas, la
erección de gigantescas cruces misionales, limosnas muy generosas y profunda
reforma de las costumbres. Casi sesenta años después de la muerte del santo, el
párroco de Saint-Lô declaraba que muchos de sus feligreses practicaban todavía
las devociones que Luis María había inculcado en una de sus misiones. La
principal de ellas era la recitación del rosario, para promover la cual fundó
numerosas cofradías. Además, hacía aprender al pueblo oraciones rimadas e
himnos que él mismo componía y que se cantan aún en muchas regiones de Francia.
A lo que parece, su amor al rosario fue lo que le movió a ingresar en la
tercera orden de Santo Domingo.
Pero el esfuerzo de evangelización de san Luis no se
limitaba a las misiones, pues era de los que creían que debe predicarse la
Palabra de Dios oportuna e inoportunamente (2Tim 4,2). En una ocasión en que
navegaba por el río, entre Dinant y Rouen, sus compañeros de travesía empezaron
a entonar canciones obscenas; cuando el santo los invitó a rezar el rosario, se
burlaron de él, pero al fin, acabaron todos por arrodillarse a rezar y
escucharon atentamente el sermón que siguió a las oraciones. En otra ocasión,
un baile al aire libre terminó de la misma manera. Pero tal vez el santo obtuvo
sus mayores triunfos en La Rochelle, que era el centro del calvinismo, donde
predicó una serie de misiones famosas y reconcilió a numerosos protestantes con
la Iglesia. San Luis tenía, desde hacía tiempo, el proyecto de fundar una
asociación de sacerdotes misioneros; pero sólo pocos años antes de su muerte,
logró reunir a los primeros misioneros de la Compañía de María. La súbita
enfermedad que le llevó a la tumba le sorprendió cuando predicaba una misión en
Saint-Laurent-sur-Sévre. Entregó su alma a Dios en 1716, a los cuarenta y dos
años de edad. Además de sus versos e himnos, la más conocida de sus obras es el
tratado de «La verdadera devoción a la Santísima Virgen», que se divulgó
ampliamente de nuevo con motivo de su canonización, en 1947.
Aparte de las biografías de los contemporáneos, como
J. Grandet y el P. de Cloriviére (1775), hay que mencionar la obra de A.
Laveille, Le b. L.M. Grignion de Montfort d'aprés des documents inédits (1907).
Pero existen muchas otras biografías en francés, como las de G. Bernoville
(1946) y la del P. Morineau (1947). Acerca del testamento que dictó el santo
poco antes de morir, cf. Analecta Bollandiana, vol. LXVIII (1950), pp. 464-474.
En la Biblioteca de ETF se encontrarán obras y
referencias al santo, tanto en castellano como en francés.
fuente: «Vidas
de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 11537 veces
ingreso o última modificación relevante: ant
2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1399
No hay comentarios:
Publicar un comentario