De la primera abogada de la historia, una monja española del s. XVII llamada Juliana Morell | |||||||||||
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Sí señor, una mujer excepcional que por ser española no tiene película todavía, y no la conoce ni su padre. ¿Se imaginan Vds. que hubiera sido norteamericana, pongo por caso? Tortas habría entre la progresía de Hollywood para encarnarla. ¿Se imaginan que hubiera sido inglesa o francesa? ¿Se imaginan si, además, ni siquiera hubiera sido monja? Juliana Morell o Morella, que de las dos maneras es conocida, nace en Barcelona el 16 de febrero de 1594, en una familia descendiente de judeo-conversos, hija del banquero Juan Antonio Morell, hombre de gran erudición y talante avanzado para su época. Con apenas tres años de edad, Juliana pierde a su madre. Desde muy pequeña exhibe indiscutibles precocidad y talento, de lo que da buena cuenta el hecho de que con apenas cuatro años, Juliana ya supiera leer y escribir, algo muy raro entonces para un niño de su edad, -más aún si se trataba de una niña-, y todavía más, que con siete años, según aseguran las crónicas, ya conociera las tres lenguas clásicas que entonces conocían sólo los más avezados después de largos años de estudio, latín, griego y hebreo, lenguas que, conviene recordarlo, no guardan parentesco entre sí, lo que da mayor valor a la proeza. Por si ello fuera poco, a los doce años dominaba el árabe, el siriaco, el italiano y el francés, y a los diecisiete hablaba, leía y escribía en catorce idiomas: un caso notable de poliglosis. Cuando Juliana tiene unos siete años, la desgracia visita de nuevo su hogar, y su padre se ve envuelto en un homicidio, lo que obliga a padre e hija a abandonar Barcelona rumbo a Lyon, donde Juliana se entrega a sus estudios del trívium, que comprendía la gramática, la dialéctica y la retórica, y el cuadrivium, que comprendía la aritmética, la geometría, la música, y la astronomía, a los que añadiría filosofía y derecho civil y canónico. De Lyon parte para Avignon, ciudad papal entonces, donde ante el Papa defenderá una tesis que dedica a Margarita de Austria, reina de España, lo que habla del vínculo que, a pesar de su azarosa vida y de su "internacionalidad", conserva en todo momento con su patria natal española, obteniendo un doctorado en leyes que, al decir de muchos, es el primero obtenido nunca por una mujer. En el convento dominico de San Práxedes de la ciudad, patrocinada por la Condesa de Comté, el 20 de junio de 1610, con poco más de dieciséis años de edad, Juliana toma los votos. Parece que huía del matrimonio que por aquel entonces le preparaba su padre. Tres años después, con casi veinte por lo tanto, verdadero dechado del saber, no tiene dificultad en verse elegida priora del convento, cargo en el que repetirá varias veces. Amén de ello, Juliana lleva a cabo una labor literaria de cierta importancia. Traduce al francés la “Vita Spiritualis” de San Vicente Ferrer bajo el largo título de “Traité de la vie spirituelle par Saint Vincent Ferrier de l’Ordre de S. Dominique, traduit de Latin en Francez avec des remarques et des annotations sur chaque chapitre”, con sus propios comentarios. Traduce también la regla de San Agustín, bajo el título “La regle de Saint Agustín traduite en François, enrichie de diverses explications etre marques pour servir d’istruction”, es decir, también comentada. Amén de ello escribe unos “Exercices spirituales sur l’éternité, avec quelques autres méditations de divers sujets, et un petit exercice préparatoire pour la sante profession”. Además escribe su autobiografía, una historia del convento que gobernaba, otros escritos entre los cuales la “Oración recitada ante Paulo V”, y varios poemas en latín y en francés. A los cincuenta y nueve años de edad, tras cinco de padecer penosa enfermedad, el 26 de junio de 1653, Juliana viene a morir, siendo enterrada en el convento en que había pasado nada menos que cuarenta y seis años de su vida, convertido hoy en la “Chambre de métiers et de l'artisanat”, “Cámara de oficios y artesanado” de la ciudad. De la admiración que ya en su época suscitó y de la fama de la que gozaba también en España, dan buena cuenta los versos que veinte años después de su muerte, le dedica el Fénix de los ingenios, Félix Lope de Vega, en la Silva segunda de su “Laurel de Apolo”, los cuales rezan como sigue:
O Juliana Morella o gran Constancia
con quien fuera plebeya la arrogancia hoi de argentaria Pola aunque fue como tu docta española. Porque mejor por ti que has hecho cuatro las gracias y las musas diez, pudiera que por safo antípatro decir aquella hipérbole que fuera más ajustada a un ángel, pues lo ha sido, la que todas las ciencias ha leído públicamente en cátedras y escuelas con que ya las casandras y marcelas pierden la fama, y a tu frente hermosa rinden en paz la rama victoriosa. Que en tus sienes heroicas y divinas las del laurel son hojas sibilinas haciéndoles en toda competencia ventajas tus virtudes y tu ciencia. No es el único que se hace eco admirado de la vida de Juliana. Su contemporánea la madre Marie de Merle de Beauchamps escribe su primera biografía, y cincuenta y dos años después de su muerte, en 1662, lo hace también Gabriela de Vellay. Posteriormente también se referirán a ella Benito Jerónimo Feijoo en el s. XVIII, y, en sus “Memorias de la Academia de Buenas letras de Barcelona”, Joaquín Roca y Cornet en el XIX. En el paraninfo de la Universidad de Barcelona aparece su nombre, siendo la única mujer citada en él. Tarrasa y Barcelona adornan su callejero con el nombre de tan sapientísima mujer. Y bien amigos, como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. ©L.A. Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día, o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter @LuisAntequeraB Otros artículos del autor relacionados con el tema (haga click en el título si desea leerlos) De la primera mujer doctorada de la historia de España De la mujer que logró el voto para todas las españolas, Clara Campoamor De las primeras mujeres diputadas de la historia de España De una de las primeras mujeres compositoras de la historia de la música, Maddalena Casulana De la única mujer mencionada por su nombre en el Corán: la Virgen María |
miércoles, 14 de febrero de 2018
De la primera abogada de la historia, una monja española del s. XVII llamada Juliana Morell 13022018
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