San Valentín, mártir
fecha: 14 de febrero
†: s. inc. - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: s. inc. - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Roma, en la vía
Flaminia, cerca del puente Milvio, san Valentín, mártir.
Patronazgos: patrono de la
juventud, los enamorados, los viajeros, los apicultores, para la preservación
de la inocencia virginal, el compromiso, el buen matrimonio, e invocado contra
los desmayos, la locura, la epilepsia y la peste.
Hay razones
teóricas y prácticas que hacen muy difícil una hagiografía de san Valentín: La
razón teórica es, desde luego, la escasísima certeza sobre el personaje; su
existencia y culto antiguo resultan indudables, pero poco más puede agregarse.
La dificultad práctica proviene de que hasta la edición anterior del
Martirologio -es decir hasta hace apenas unos años- se celebraban en esta fecha
dos san Valentín, uno -laico o quizás presbítero- de Roma, y el otro -obispo-
de Terni, también en Italia; así que las hagiografías que pueden conseguirse,
incluso de los autores que con preferencia utilizamos en El Testigo Fiel,
oscilan en atribuir a uno u otro los mismos rasgos, o se van en discusiones
sobre cuál de los dos será más auténtico, discusiones que han perdido ya todo
su valor del momento en que el Martirologio conserva ahora uno solo. Claro que
como el Martirologio no aclara si el que quedó es laico, presbítero u obispo,
sino sólo que es mártir y murió en Roma (que es todo lo que sabemos de él), la
diócesis de Terni sigue reivindicando a su santo mártir, mientras que los
santorales de otras procedencias prefieren identificarlo con el presbítero (un
obispo mártir solía dejar más rastro en la historia). La misma ambivalencia se
detecta en la iconografía, que lo representa en distintas figuras, de soldado a
obispo, podríamos decir. Toda esa filigrana historiográfica parece importarle
poco a la devoción popular, que mientras se queja de la «comercialización» de
los santos, no renuncia a considerarlo el santo de los enamorados (y ayudar a
que los centros comerciales «hagan caja»), bien que recogiendo para esta
tradición distintos orígenes y significados.
Veamos
entonces escalonadamente tres aspectos: qué sabemos sobre san Valentín, qué
afirman las leyendas tradicionales, y de dónde proviene la vinculación de esta
devoción con los enamorados.
Qué sabemos
sobre san Valentín
-Lo que
sabemos, como he dicho, es bien poco: hubo una catacumba cristiana en la Vía
Flaminia cuyos restos se atribuían a un cristiano llamado Valentín, martirizado
en la persecución de Claudio Gótico, alrededor del año 269 o poco más; sobre
esa catacumba, como fue práctica luego de la legalización de nuestra fe, se
construyó, hacia el año 350, una basílica dedicada al santo. Podría ser que
este mártir fuera el obispo de la ciudad de Interamna (actual Terni), llamado
Valentín, y que haya sido llevado a Roma para su martirio en tiempos del cónsul
Furio Plácido, en 273, apenas unos años después del dato que la memoria
tradicional -con toda su imprecisión- conservaba. El nombre de Valentín como
mártir en Roma (pero no necesariamente «de» Roma) aparece en todos los
martirologios antiguos. Y aquí acaban las certezas históricas.
Qué afirman
las leyendas tradicionales
-Aunque
posiblemente sobre la base de la misma persona histórica, las leyendas se han
desarrollado de manera separada en Roma y en Terni; fenómeno que no es nada
infrecuente y que a lo largo de los siglos ha llenado de duplicaciones (o
triplicaciones y más) el catálogo de santos. Las líneas principales de esas
leyendas lo hacen un intrépido defensor de cristianos, ya sea visitándolos en
la cárcel, ya sea arriesgando su vida para unirlos en matrimonio, aunque este
desarrollo es muy posterior, y parece que sólo para racionalizar el patronazgo
de los enamorados. La edición original del Butler (del siglo XVIII) nos
transmite aun que «fue un santo sacerdote de Roma, quien, con san Mario y su
familia, socorría a los mártires durante la persecución de Claudio II. Fue
aprehendido y enviado por el emperador al prefecto de Roma, quien al ver que
todas sus promesas para hacerlo renunciar a su fe eran ineficaces, mandó que lo
golpearan con mazas y después lo decapitaran», rasgos que formaban parte de la
versión romana. La diócesis de Terni, por su parte se basa en
que «textos del siglo VI cuentan que san Valentín, ciudadano y obispo de Terni
desde el 197, resultó famoso por su santidad de vida, por su caridad y
humildad, por su celo apostólico, y por los milagros que realizaba, por lo que
fue invitado a Roma por un cierto Cratón, orador griego y latino, para que le
curase a su hijo, enfermo desde hacía unos años». Una vez allí, hechas las
curaciones y logradas las conversiones correspondientes, «fue aprisionado bajo
el emperador Aureliano, y decapitado en Roma. Era el 14 de febrero del 273. Su
cuerpo fue transportado a Terni, en el 58 miliario (es decir, la marca de
millas) de la Vía Flaminia». La imaginación, a Dios gracias, no tiene los
estrechos límites de los documentos históricos, y todo puede compaginarse con
todo, el enterramiento en la Vía Flaminia con el traslado a Terni, y muchísimos
detalles más, que omito para no abundar, aunque no sin advertir que la
ramificación de estos «hechos» llega hasta san Cosme y san Damián, los que es decir
hasta tocar los mismísimos pies de los Apóstoles.
Qué relación
tiene con los enamorados
-La
tercera cuestión es que ha devenido el patrono de los enamorados, y bien que lo
ha hecho, ya que como todo lo débil, el amor, sobre todo juvenil, necesita de
protección -y cuanto más celestial sea ese apoyo, mejor- para afianzarse y
madurar. Ahora bien, como sucede muchísimas veces, es muy difícil saber por qué
ha llegado a ser tal. Que se base en algún rasgo de la leyenda es poco
probable, aunque ya hemos visto que hay un desarrollo más bien tardío que hace
de Valentín un obispo casamentero. La explicación que parece más probable
proviene del ámbito sajón: parece que hacia esta época los pájaros hacen su
nido, por lo que comenzó a acostumbrarse a «pedir la mano» para la fiesta de
san Valentín. La edición 1964 del Butler reproduce un delicioso epistolario que
entreteje este pedido de manos con san Valentín, y que reproduciré:
Una de
las más antiguas referencias a esa costumbre se encuentra en The Pasión Letters
(No. 783). En febrero de 1477, Isabel Drews, quien tenía una hija casadera y
deseaba unirla en matrimonio con su pariente John Paston, escribía al futuro
novio:
Primo, el viernes es día de San Valentín, cuando todos los pájaros escogen pareja; si gustas venir el jueves por la noche, y preparado para quedarte hasta el lunes, confío en Dios que hablarás a mi marido, y yo rezaré para que llevemos el asunto a conclusión, porque, primo, no es sino un roble delgado el que se corta al primer golpe.
Durante el mismo mes, Margarita, la joven casadera en cuestión, dirigió la siguiente carta a John Paston:
Para ser entregado este billete a mi bien amado Señor Don Valentín John Paston.
Reverendísimo y honorable bien amado Valentín: me recomiendo a usted, de todo corazón, deseando saber de su salud, rogándole a Dios Todopoderoso que lo conserve mucho tiempo en todo bienestar según Su beneplácito y deseo de vuestro corazón.
Su carta siguiente no es tan ceremoniosa, y en el curso de la misma dice:
Si vosotros podéis estar contentos con ese bien (su pequeña dote) y mi pobre persona, yo sería la joven más feliz de la tierra; una buena, verdadera y amante Valentina, para que ya no se hable nunca más del asunto, y pueda ser su verdadero amor y compañera de lecho toda mi vida.
Otra
explicación, que se reproduce en muchos webs (la recojo de corazones.org)
dice que «Para abolir
la costumbre pagana de que los jóvenes sacaran por suerte nombres de
jovencitas, en honor de la diosa del sexo y la fertilidad llamada Februata
Juno, celebrada el 15 de este mes, algunos pastores substituyeron esta
costumbre, escribiendo nombres de santos. Así con el tiempo la fiesta sería
cristianizada y se celebraba en vez San Valentín.» Pero parece
una explicación improbable, porque la idea de un «listado de santos» es algo
muy posterior a la época antigua en la que existía la fiesta de Februata Juno.
Esta explicación se registra recién en el siglo XVII, cuando ya existen muy
afianzados los catálogos de santos, y a la vez la fiesta de Februata Juno es
apenas una nebulosa en la memoria. Aunque si de abolir se trata, escribiendo el
otro día la noticia en torno a la fiesta de «Presentación del Señor» hice notar
que la improbable relación que establece Beda el Venerable entre las Lupercalia
romanas (fiesta de la fertilidad), y la procesión con velas que se vinculó en
Roma con el 2 de febrero podía ser que se relacionara con la sustitución que
hace el Papa Gelasio hacia el siglo V de las Lupercalia por una procesión de
candelas, que caería hacia el 14 de febrero, y que a lo mejor desde allí podía
rastrearse la relación entre la fiesta de san Valentín y la de los enamorados.
Pero como puede verse, en este terreno la mayor certeza es apenas la de la
conjetura.
Imágenes:
-Jacopo Bassano: San Valentín bautizando a santa Lucilla, 1575, óleo sobre tela, Museo Civico, Bassano del Grappa.
-Estampa tradicional (en la caracterización de presbítero).
-Reliquias de san Valentín, en Santa María in Cosmedin, Roma.
-Jacopo Bassano: San Valentín bautizando a santa Lucilla, 1575, óleo sobre tela, Museo Civico, Bassano del Grappa.
-Estampa tradicional (en la caracterización de presbítero).
-Reliquias de san Valentín, en Santa María in Cosmedin, Roma.
Abel Della Costa
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modificación relevante: ant 2012
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santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta
ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y
servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta
hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_572
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