Santos Saturnino y compañeros de Abitinia, mártires
fecha: 12 de febrero
fecha en el calendario anterior: 11 de febrero
†: 304 - país: África Septentrional
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 11 de febrero
†: 304 - país: África Septentrional
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Cartago, conmemoración de los santos mártires de Abitinia, que
durante la persecución desencadenada bajo el emperador Diocleciano, por haberse
reunido para celebrar la Eucaristía dominical en contra de lo establecido por
la autoridad, fueron apresados por los magistrados de la colonia y los soldados
de guardia. Conducidos a Cartago e interrogados por el procónsul Anulino, a pesar
de los tormentos que les infligían, se reafirmaron en su fe cristiana y
proclamaron no poder renunciar a la celebración del sacrificio del Señor, por
lo cual derramaron su sangre en lugares y momentos distintos. Estos son los
nombres: santos Saturnino, presbítero, con cuatro hijos: Saturnino junior y
Félix, lectores, y María e Hilarión, aún niño; Dativo o Sanator, Félix, otro
Félix, Emérito y Ampelio, lectores; Rogaciano, Quinto, Maximiano o Máximo,
Telica o Tacelita, otro Rogaciano, Rogato, Januario, Casiano, Victoriano,
Vicente, Ceciliano, Restituta, Prima, Eva, otro Rogaciano, Givalio, Rogato,
Pomponia, Januaria, Saturnina, Martin, Clautos, Félix junior, Margarita, Mayor,
Honorata, Victorino, Pelusio, Fausto, Daciano, Matrona, Cecilia, Victoria, Berectina,
virgen cartaginesa, Secunda, Matrona y Januaria.
refieren a este santo: Santa Restituta
El emperador Diocleciano había amenazado
con la muerte a los cristianos que no entregaran las Sagradas Escrituras para
ser quemadas. Hacía un año que esta persecución no daba tregua a los cristianos
del África, y ya muchos habían traicionado su fe por temor al martirio, y
muchos más la habían defendido con su sangre. En Abitina, una ciudad de Africa
proconsular, Saturnino, un sacerdote cristiano, estaba celebrando un domingo
los sagrados misterios, cuando los magistrados con sus guardias cayeron sobre
los cristianos y aprehendieron a cuarenta y nueve hombres y mujeres. Entre
ellos estaba el sacerdote Saturnino con sus cuatro hijos: Saturnino el joven y
Félix, que eran lectores, María, que se había consagrado a Dios y el pequeño
Hilarión. Además de estos constan los nombres de Dativo y otro Félix, que eran
senadores; Thelica, Emérito, Ampelio, Rogaciano y Victoria. Dativo y Saturnino
encabezaban la procesión de los cautivos hacia el tribunal. Cuando los
magistrados los interrogaron, confesaron su fe tan resueltamente, que los
mismos jueces aplaudieron su valor. Esto compensó la apostasía de Fundano,
obispo de Abitina, quien poco antes entregara los Libros Sagrados para que los
quemaran, aunque el acto no llegó a consumarse, porque, según se afirma, un
repentino aguacero extinguió las llamas. Los prisioneros arrestados en Abitina
fueron encadenados y enviados a Cartago, lugar de residencia del procónsul, y durante
su viaje iban cantando himnos y salmos a Dios, alabando su nombre y dándole
gracias.
El procónsul examinó primero al senador
Dativo, preguntándole quién y qué era y si había asistido a la asamblea de los
cristianos. Respondió que era cristiano y profesaba su culto. El procónsul
preguntó quién presidía estas reuniones y en casa de quién tenían lugar las
mismas, pero sin esperar la respuesta, ordenó que pusieran a Dativo en el potro
para hacerlo confesar. Cuando le preguntaron a Thelica quién era el promotor de
todo, respondió inmediatamente: «el santo sacerdote Saturnino y todos nosotros
con él». Emérito confesó abiertamente que las reuniones tenían lugar en su
casa. Por lo que se refería a la acusación de que guardaba allí las Sagradas
Escrituras, respondió que él las conservaba en su corazón. A pesar de los
tormentos, todos y cada uno confesaron ser cristianos y haber estado presentes
los domingos en las «colectas», o sea en la celebración de la liturgia. Las
mujeres fueron tan valientes como los hombres para soportar el sufrimiento y
proclamar a Cristo. Una joven llamada Victoria se distinguió particularmetne.
Cuando era muy jovencita se había convertido y consagrado al Señor, aunque sus
padres paganos habían insistido en desposarla con un joven de la nobleza. Para
escapar de él, saltó por una ventana el día de su boda. Escapó ilesa y se
refugió en una iglesia, donde se consagró a Dios. El procónsul, en
consideración a su alta dignidad y por su hermano que era pagano, trató
vivamente de inducirla a renunciar de su fe, pero ella persistió repitiendo
«¡soy cristiana!». Su hermano Fortunato se encargó de defenderla y trató de
probar que estaba loca y que los cristianos la habían embaucado para atraerla a
sus creencias; pero Victoria, temiendo perder la corona del martirio, puso en
claro que estaba cuerda, respondiendo muy sensatamente a sus preguntas; con lo
cual expresó que había elegido ser cristiana por su propia voluntad. Al
preguntarle si deseaba volver con su hermano, dijo que no podía reconocer ningún
parentesco con los que no guardaban la ley de Dios.
San Saturnino y todos sus hijos confesaron
noblemente su fe, incluyendo a Hilarión, que apenas tendría unos cuatro años.
«Soy cristiano -dijo-, «he ido a las 'colectas'. Fui porque quise, nadie me
obligó a ir». El juez, que le tenía compasión, trató de asustarlo con castigos
infantiles, pero el niño sólo se reía. Entonces el gobernador dijo: «te cortaré
la nariz y las orejas». Hilarión respondió: «puede usted hacerlo, pero de todos
modos soy cristiano». Cuando el procónsul ordenó que los llevaran nuevamente a
la prisión, Hilarión exclamó junto con todos «gracias a Dios». Parece que todos
murieron en la prisión, ya sea por la prolongada estancia o por los tormentos y
penalidades que habían sufrido.
Las «actas» de estos mártires son
indudablemente auténticas, aunque parece posible que algunas revisiones del
texto hayan sido modificadas por copistas simpatizantes de los donatistas.
Véase del P. Monceaux, Les Martyrs Donatistes en la Revue de Histoire des
religions, vol. LXVIII (1913), pp. 146-192. El texto de las actas se encontrará
en Ruinart; en el Acta Sanctorum, febrero, vol. II; y en Migne, PL., vol. VII,
ce. 705-715.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1206 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_549
No hay comentarios:
Publicar un comentario