Domingo 3º de Adviento A (11.12.2022): Mateo 11,2-11. Una vez más, escribo CONTIGO.
JUAN Y
JESÚS, ¿BLASFEMOS Y HEREJES?
Estamos en la tercera semana de Adviento
según la programación litúrgica católica y vaticana. Estamos en el Ciclo A, el
destinado a leer y comprender la Buena Noticia de Jesús de Nazaret que nos dejó
escrita el Evangelista Mateo. Y recuerdo que el primer texto que nos propuso
nuestra Iglesia para la meditación de la Palabra fue Mateo 24,37-44. En el
segundo domingo se nos propuso la lectura de Mateo 3,1-12 y para este tercer
domingo deberemos escuchar y saborear Mateo 11,2-11. ¿Preciosa y pedagógica
manera de ir comprendiendo a este autor y su mensaje? ¿Tan imposible resulta
poder leer y meditar el primer capítulo de este Evangelio?
Me sigo convenciendo de que a esta Iglesia
nuestra no le importa demasiado la Palabra sino la planificación programada de
la teológica de su RELIGION católica romana vaticana. Religión y Evangelio de
nuevo interesadas en sus dogmas. Me permitiré escoger el camino de la Palabra y
dejar que la autopista del Catecismo siga fiel a su Religión.
Mateo 11,2-11 es el relato que el Evangelista
nos ha dejado como palabra propia de su Jesús de Nazaret inmediatamente después
del segundo discurso (Mateo 10,1 hasta 11,1) de este judío y laico de Galilea.
Transcribo ahora esas palabras finales del relato del Evangelista: “Sucedió
que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus DOCE discípulos, partió de allí
para enseñar y predicar en sus ciudades” (Mt 11,1). Este versículo parecer
ser tan intranscendente que no merece la pena ser leído en la asamblea de la
celebración de la santa misa-eucaristía.
Cuando se lee Mateo 11,2-11 se le priva al
relato de su contexto y sabemos muy bien que esta opción es una de las maneras
más refinadas de manipulación del contenido de una información. ¿Cuándo será
consciente el dicasterio romano de tales decisiones litúrgicas?
La enseñanza, predicación o evangelización de
este Jesús del Evangelista Mateo en las ciudades de Galilea comienza con un
breve relato en el que se presenta la identidad y misión de Juan el Bautizador.
Un buen judío como Jesús de Nazaret habla de otro buen judío como Juan el
Bautista. ¿Ambos eran ‘buenos’ judíos o, más bien se trataba de dos judíos
‘heréticos y blasfemos’ en relación con la RELIGION del Israel de Abraham,
Jacob y Moisés?
Juan estaba ya encarcelado por su hablar alto
y claro de buen profeta humanizador, y, quizá por esto, Jesús de Nazaret dice
aquí de él: “No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el
Bautista. Aunque el más pequeño en el Reino de los Cielos sea mayor que él”
(Mt 11,11).
Tampoco se nos va a leer nunca en este año de
Mateo la continuación de este relato. Jamás escuchará el pueblo las palabras de
Mateo 11,12-19, donde el Evangelista relaciona a ambos judíos, Juan y
Jesús, y nos los presenta como EL EVANGELIO, la Buena Noticia para quienes
deseen ‘saber y saborear’ la presencia de la SABIDURIA. Las gentes de aquel
Israel del siglo primero pensaban que Juan era un ‘demonio-demente’ y Jesús de
Nazaret un ‘comilón y borracho’. Ambos, blasfemos y herejes, pero humanos y
humanizadores. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS
. Si se puede decir en un artículo de
revista, ¿para qué escribir un libro de 200 páginas?
. Si se puede decir en una página, ¿para
qué escribir un artículo de revista?
. Si se puede decir en un puñado de
versos, ¿para qué escribir una página?
Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’
es una semilla que confío a la sabiduría de tu saber leer, que es despertar; de
tu saber interpretar, que es cuidar; de tu saber compartir, que es saborear.
Siempre pretenderé que esta ‘semilla de los cinco minutos’ tenga la
‘denominación de origen’ de su autor.
Semana
3ª: 11.12.2022.
LO QUE
QUIERO AHORA
Será porque tres de mis más queridos amigos se han
enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O
porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada
material, pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada
día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi
existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como
para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito
ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada
de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la
sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo
parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible
para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos
sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio
ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos
que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias,
sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula
minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo,
los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas
fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas
de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa
en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base
del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se
meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en
las huchas de las misiones, pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los
que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A
los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar
y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no
quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de
mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a
la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de
los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor
verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer
patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el
espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar.
Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para
disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente
de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a
mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo
merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en
una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme un
puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por
aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo, Ángeles Caso, en Magazine
(19.01.2012).
Juan
del Jordán y Jesús de Nazaret VIVEN, todavía.
Nos movemos en pleno mes de diciembre
por este hemisferio del norte de la casa común de los vivientes. Sigue la
guerra y siguen las guerrillas.Sigue la religión del fútbol con sus ostentosos
rituales de glorias y decepciones. Sigue desviviéndose el otoño y hasta los
días se hacen más menguados por nuestros lares.
Pero hay domingo nuevo. El del
post-puente semisemanal. Habrá frío, dicen los doctores de los vientos,
pero necesitamos salir y movernos para volver a una normalidad ya olvidada.
¿Vale mencionar estos asuntos cuando casi nada ya es normal. ¿Se va moviendo algo
en las esferas más profundas de la oscuridad de los abismos? ¿Se agita,
comprime y expande algo allá en las sublimes alturas de los años luz?
Pero seguimos vivos. Respiramos.
¿Qué mundo dejamos en herencia
a quienes vienen por detrás? ¿Importa?
El día a día es otra cosa, en
apariencia. Nos preocupa el agua y la energía. No se vislumbran reservas. Los
tomates de la huerta ya no son lo que eran y la leche tiene sólo de leche 'el o
la' color. Pero se habla de todo, sobre todo, de las distancias que se agrandan
entre quienes saben y quienes ignoran, entre quienes tienen y los que carecen,
entre quienes pueden y los desposeídos. La distancia es lo que importa. Y las
distancias también: las distancias contaminan o liberan. Y no se acierta. Lo
aprendimos ayer en la pandemia y este aprendizaje nos
está in-humanizando.
Vivimos. Respiramos y la crisis
sigue, pero aquí hay gentes para todo. Y...
Y..., en este batiburrillo tan
internacional ya se han encendido las luces de una nueva Navidad, según
una religión de siglos. Hay luces y músicas y tradiciones... ¡Estamos salvados!
Y..., en estas coordenadas
geo-imperiales del 5G y de sus metaversos, ¿qué nos dirían aquellos tales
Juan del Jordán y Jesús de Nazaret del siglo primero de la historia de estas
cosas de la casa común?
Ellos actuaban de tal manera que
provocaban, pero eran aquellos tiempos. Y los dos acabaron, podría decirse, no
muy bien. Pero les seguimos recordando tú y yo, ahora y de alguna forma.
Siguen vivos dentro, en los corazones de las neuronas.
A continuación se encuentran los
comentarios del próximo domingo 11 de diciembre.
También se encuentran estos
comentarios en el archivo adjunto.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo 3º de Adviento A
(11.12.2022): Mateo 11,2-11. Una vez más, escribo CONTIGO.
JUAN Y
JESÚS, ¿BLASFEMOS Y HEREJES?
Estamos en la tercera semana de Adviento
según la programación litúrgica católica y vaticana. Estamos en el Ciclo A, el
destinado a leer y comprender la Buena Noticia de Jesús de Nazaret que nos dejó
escrita el Evangelista Mateo. Y recuerdo que el primer texto que nos propuso
nuestra Iglesia para la meditación de la Palabra fue Mateo 24,37-44. En el
segundo domingo se nos propuso la lectura de Mateo 3,1-12 y para este tercer
domingo deberemos escuchar y saborear Mateo 11,2-11. ¿Preciosa y pedagógica
manera de ir comprendiendo a este autor y su mensaje? ¿Tan imposible resulta
poder leer y meditar el primer capítulo de este Evangelio?
Me sigo convenciendo de que a esta Iglesia
nuestra no le importa demasiado la Palabra sino la planificación programada de
la teológica de su RELIGION católica romana vaticana. Religión y Evangelio de
nuevo interesadas en sus dogmas. Me permitiré escoger el camino de la Palabra y
dejar que la autopista del Catecismo siga fiel a su Religión.
Mateo 11,2-11 es el relato que el Evangelista
nos ha dejado como palabra propia de su Jesús de Nazaret inmediatamente después
del segundo discurso (Mateo 10,1 hasta 11,1) de este judío y laico de Galilea.
Transcribo ahora esas palabras finales del relato del Evangelista: “Sucedió
que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus DOCE discípulos, partió de
allí para enseñar y predicar en sus ciudades” (Mt 11,1). Este versículo
parecer ser tan intranscendente que no merece la pena ser leído en la asamblea
de la celebración de la santa misa-eucaristía.
Cuando se lee Mateo 11,2-11 se le priva al
relato de su contexto y sabemos muy bien que esta opción es una de las maneras
más refinadas de manipulación del contenido de una información. ¿Cuándo será
consciente el dicasterio romano de tales decisiones litúrgicas?
La enseñanza, predicación o evangelización de
este Jesús del Evangelista Mateo en las ciudades de Galilea comienza con un
breve relato en el que se presenta la identidad y misión de Juan el Bautizador.
Un buen judío como Jesús de Nazaret habla de otro buen judío como Juan el
Bautista. ¿Ambos eran ‘buenos’ judíos o, más bien se trataba de dos judíos
‘heréticos y blasfemos’ en relación con la RELIGION del Israel de Abraham,
Jacob y Moisés?
Juan estaba ya encarcelado por su hablar alto
y claro de buen profeta humanizador, y, quizá por esto, Jesús de Nazaret dice
aquí de él: “No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el
Bautista. Aunque el más pequeño en el Reino de los Cielos sea mayor que él”
(Mt 11,11).
Tampoco se nos va a leer nunca en este año de
Mateo la continuación de este relato. Jamás escuchará el pueblo las palabras de
Mateo 11,12-19, donde el Evangelista relaciona a ambos judíos, Juan y
Jesús, y nos los presenta como EL EVANGELIO, la Buena Noticia para quienes
deseen ‘saber y saborear’ la presencia de la SABIDURIA. Las gentes de aquel
Israel del siglo primero pensaban que Juan era un ‘demonio-demente’ y Jesús de
Nazaret un ‘comilón y borracho’. Ambos, blasfemos y herejes, pero humanos y
humanizadores. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS
. Si se puede decir en un artículo de
revista, ¿para qué escribir un libro de 200 páginas?
. Si se puede decir en una página, ¿para
qué escribir un artículo de revista?
. Si se puede decir en un puñado de
versos, ¿para qué escribir una página?
Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’
es una semilla que confío a la sabiduría de tu saber leer, que es despertar; de
tu saber interpretar, que es cuidar; de tu saber compartir, que es saborear.
Siempre pretenderé que esta ‘semilla de los cinco minutos’ tenga la
‘denominación de origen’ de su autor.
Semana
3ª: 11.12.2022.
LO QUE
QUIERO AHORA
Será porque tres de mis más queridos amigos se han
enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O
porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada
material, pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada
día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi
existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como
para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito
ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada
de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la
sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo
parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible
para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos
sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio
ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos
que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias,
sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula
minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo,
los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas
fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas
de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa
en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base
del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se
meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en
las huchas de las misiones, pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los
que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A
los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar
y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no
quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de
mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a
la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de
los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor
verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas
cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el
espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar.
Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para
disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente
de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a
mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo
merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en
una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme un
puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por
aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo, Ángeles Caso, en Magazine
(19.01.2012).
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