Vive Jesús en nuestros
corazones. Siempre.
Estas dos frases, con sus
cinco palabras, la primera, y con su única, la segunda, son mi confesión de
seguidor de aquel judío laico y de Galilea llamado Jesús de Nazaret. Y en este
día 25 de diciembre celebro de manera peculiar que él sigue vivo en mis
adentros de ser humano.
Es ahí donde lo encuentro,
donde lo escucho, donde lo toco, donde lo comulgo... Es ahí donde yo lo miro y
donde él me mira. Me siento, por decirlo explícitamente con terminología de la
liturgia católica, un sagrario vivo y viviente.
Y esto que estoy expresando
como confesión personal me lleva a confesar, también y de la
misma manera, que tú, y tú, y tú, y tú..., ¡y todos los humanos!,
sois y somos sagrarios vivos y vivientes. ¿Necesitamos inventarnos otros
sagrarios?
Lo puedo expresar como en el
título de esta confesión o con esta breve variación: 'Jesús vive en
nuestros corazones. Siempre'
Esto es la Navidad. Una
realidad permanente que los vivientes nos atrevemos a proclamar, al menos, muy
explícitamente, con la palabra NAVIDAD.
Ya sé también que la Navidad
es el belén, y el árbol, y la nochebuena, y las luces especiales de la ciudad
-del pueblo y de cada casa y de cada negocio, y de cada templo y de cada
puerto, y de cada hito- y las músicas, y las tradiciones, y las artes, y de los
regalos, y la gastronomía, y el... y la...
Durante un puñado de días al
año la Navidad lo invade todo... lo empapa todo... Llega a ser
inabarcable...
Decir Navidad es desatar la
imaginación de lo mejor y de lo no tan mejor, porque se desea que acaben pronto
estas fechas con todas sus tareas.
Con el paso de los años a uno
se le va pegando a la experiencia del vivir que la Navidad es tan humana,
tan humana, que está en todo ser humano, como expresaba desde el frontis de
estas mis reflexiones.
Feliz Navidad y Feliz tú y
yo, también... Acabo: Vive Jesús
en nuestros corazones. Siempre.
A continuación se encuentran
los dos comentarios del domingo 25 de diciembre.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo de
la NATIVIDAD DEL SEÑOR. Ciclo A (25.12.2022): Juan 1,1-18. Una vez más, escribo CONTIGO.
LA PALABRA
En
algunos momentos de mi vida, y siempre por poquito tiempo, me hubiera gustado
ser un antropólogo o investigador de los tiempos pasados, muy pasados o
pasadísimos, para poder certificar la primera palabra emitida por el primer ser
humano que vino a este mundo, que nació y que, seguramente, gritó. Nada puedo
constatar ni certificar sobre este hecho. Tan sólo me queda una posibilidad: imaginar.
E imaginando he concluido que la primera palabra emitida por aquel primer ser
humano fue: iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, más o menos. Un
grito.
Las
madres, que lo han sido en este mundo, lo saben mejor que nadie. El nacimiento
es un grito. Y ese tal grito dice: sí, vivo, respiro, estoy aquí. Hablo de esto
por dos razones: la primera y la más evidente es porque de alguna manera debo
comenzar el texto de este comentario y la segunda e importante es porque, una
vez más, en Navidad, se nos propone leer y acoger como Evangelio la primera
página del relato del Evangelista Juan, el primero, el segundo o el tercero.
¿Cuántos Evangelistas ‘Juan’ escribieron en este Evangelio? Varios. Nunca uno
solo, dicen los que de esto saben por ser investigadores.
Fuera
quien fuese el autor del texto identificado como Juan 1,1-18, lo cierto
es que aquel autor identificó a su Jesús de Nazaret como ‘la palabra’. Este
autor, si hubiera escuchado la pregunta del Evangelista Marcos en 8,27-30
(¿quién decís que soy yo?), hubiera respondido sin pestañear: la palabra. Y con
esta respuesta, como ya he dicho en dos o tres ocasiones que he tenido que
comentar esta página del cuarto Evangelio, se le está invitando al lector a que
pasee sus ojos por la primera página de su libro de la Biblia y contemple cómo
aquel Yavé
Dios de la religión judía hablaba y hacía que las cosas surgieran como por arte
de su magia creadora. ¿Se recuerda?: Y dijo Dios… Y dijo Dios… Y dijo Dios.
Curiosamente el autor lo escribió diez veces. ¿Sería por aquello de los diez
mandamientos que ya le había ‘inspirado’ a Moisés en su monte del Sinaí?
Pues
eso parece sugerirme
el autor de Juan 1,1-18. El nuevo Dios hablador-creador ya no es
el Yavé de Isarel y de su templo, sino aquel judío galileo de carne y hueso
llamado Jesús de Nazaret. El laico de Nazaret, alejado del sistema religioso
del Templo de Jerusalén y de sus instituciones, es el camino nuevo de una nueva
noticia humana y humanizadora.
Es
más, cuando estas cosas las escribe el autor de Juan 1,1-18, el Templo
judío de la religión de Israel ya no es Templo, ya no existe, ya es ruina sobre
ruina, ya es sólo un recuerdo del pasado. La estrategia conquistadora de Roma
pretendió así que la Jerusalén de Israel, del Templo y de su Ley se
convirtieran en ruinas de piedra sobre piedra que ya habían profetizado
profetas como Miqueas de Moreset (Miq 3,8-12). Precisamente, el laico Jesús de
Nazaret no vino ni a sostener un templo en ruinas, ni a levantar otro nuevo
(aunque luego muchos lo hicieran en su nombre). Aquel Jesús, la palabra o, como
se diría hoy en lengua de Cervantes, la palabra de honor, la verdadera, la de
la vida, la humana, se anunció a todos los que desearon oírla, comprenderla o
imaginarla como el templo sin paredes, sacerdocios, dogmas o rituales.
Aquel
Jesús de Nazaret, el del cuarto Evangelio, y cuando el momento era el momento
oportuno volvió a hablar y lo dejó escrito en el aire para que el aire lo llevara a
los corazones de todos los vivientes. Al parecer, según este Evangelista de
finales del siglo primero, y en aquella fiesta de familia de los judíos llamada
Pascua, aquel Jesús de Nazaret se hizo palabra de nuevo, creadora y
humanizadora: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, amaos unos
a otros (Juan 13,35). Y no se diga más, como lo expresa mi buen amigo
José Antonio. Carmelo Bueno Heras
CINCO
MINUTOS de AIRES BÍBLICOS.
.
Si se puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro de 200
páginas?
.
Si se puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?
.
Si se puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?
.
Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría
de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de
tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de
los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor.
Semana 5ª: 25.12.2022.
RESTOBAR
Esta mañana no ha abierto sus puertas la cafetería
Restobar, situada al comienzo de la calle Azza, en el barrio de Rehavia, a
escasos cincuenta metros de la residencia del primer ministro Benjamín
Netanyahu. Era un local amplio, con una agradable terraza exterior de siete
mesas, pero poseía además otros encantos más mundanos: no sólo era uno de los
pocos restaurantes no kosher de Jerusalén, sino que era el único del
barrio de Rehavia que abría durante el Sabbat. El negocio lo regentaban desde
hace una década Sahar y Abigail Levy, padres de dos hermosas niñas, que
dedicaban todo su esfuerzo a hacer de la cafetería un lugar agradable, con una
excelente atención al cliente. En el interior había una ‘pecera’ para
fumadores, que en invierno se calentaba con un fuego acogedor, donde muchos
parroquianos se reunían para ver los partidos del Barcelona o del Madrid.
El 9 de marzo de 2002 un suicida palestino explotó
dentro de la cafetería, entonces llamada Moments, matando a once personas e
hiriendo a otras 54. Después de este ataque terrorista, el bar resucitó con su
actual nombre.
El propietario del
local -un acaudalado judío francés-, impuso, como requisito para renovar el
contrato a Sahar y Abigail, que el restaurante respetara los preceptos
kosher y que permaneciese cerrado en Sabbat. El propietario, según la
versión de Sahar, llegó a decirle que, si cumplían estas condiciones, ‘se
sentirían personalmente mucho mejor’. Según el Semanario de Jerusalén Kol
ha-Ir, el propietario francés se ha embarcado en una especie de encrucijada
inmobiliaria para comprar negocios judíos por todo el mundo y transformarlos
luego en restaurantes kpsher. El cierre del Restobar es otro golpe en el
hígado de la población no religiosa de Jerusalén. No es de extrañar que cada
vez más jóvenes abandonen la ciudad con destino a Tel Aviv, si bien esta ciudad
tampoco parece ser del todo inmune al rigor de los ultraortodoxos.
En el Restobar nos
reuníamos todos los lunes los corresponsales españoles para comer. En sus mesas
proyecté y desarrollé con Joan Cañete Bayle nuestra primera novela a cuatro
manos, Doce Olas, que se publicó en 2007 con el seudónimo de Andrés Jal. El
Restobar era nuestro refugio en esta ciudad muy religiosa, pero poco
espiritual, cada vez más axfisiada por la intransigencia religiosa. Los
corresponsales tendremos que buscarnos ahora un lugar alternativo (19 de marzo
de 2013).
Eugenio García Gascón, en La cárcel
identitaria. Dietario de Jerusalén, Libros del K.O., junio de 2013, páginas
323-324.
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