domingo, 7 de abril de 2024

Este tronco fue un árbol - Domingo 2º de Pascua B (07.04.2024): Juan 20,19-31 (Aprender a ver lo invisible) y CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos (Semana 19ª (07.04.2024): Marcos 5,1-20 Saltar con Jesús de barca).

 

Este tronco fue un árbol 

Y tal vez llegue a serlo de nuevo. Con el tiempo, me digo, todo llega.

En el último mes habré pasado por cierto lugar unas diez veces. Se trata de una calle, como otra cualquiera de las calles de la gran ciudad de Madrid. La primera vez, en realidad, no fue la primera vez que pasaba por esa calle. Como me pilla tan cerca de casa... Pero, llamo 'primera' a esa vez porque al pasar por ahí sentí el grito silencioso de un tronco de árbol. Escuché. Miré. Me detuve. Contemplé y le saqué una foto. Nada especial, sólo el hecho de contemplar el tronco del árbol talado. Días después contemplé la imagen en ese archivo tan popularmente conocido como 'Galería'. Y ahí volví a ver el mismísimo árbol fotografiado y olvidado. Noté algo y por puro impulso de la curiosidad agrandé la imagen y ahí estaba... ¡el 'casi' invisible brote vivo del tronco del árbol! La fuerza de la vida se abría un hueco por la brecha de la corteza del tronco del árbol. Una semana después de aquella primera vez volví a visitar mi tronco del árbol. El brote no era uno, sino un puñado de brotes. Y a la tercera visita los brotes verdes eran visibles desde más de veinte metros de distancia. Y habrá más veces, te lo aseguro curioso Leyente, más visitas, no sé cuántas; más fotos del tronco de mi silencioso árbol de la calle; más meditaciones, más sonrisas indiscretas de ambos vivientes, el tronco y yo. No sé hasta cuándo nos seguiremos viendo y reconociendo. El idilio continuará.

Que qué es eso de la resurrección, me preguntan y me pregunto. Y ya tengo otro motivo, otra realidad, otro sacramento de la vida real y verdaderamente presente tan sencilla, tan cercana, tan callada, tan sonora, tan limpia y transparente, ¡tan luminosa!

Aquel Jesús de Nazaret de los treinta primeros años del tiempo de la historia en esta tierra es ahora un tronco de árbol de una calle de Madrid. Un tronco florecido. ¿Seguro? Tan seguro como la existencia de la savia de los adentros entrañables del árbol talado.

Aún no he bautizado al tronco del árbol que también sostiene mi fe en la vida y presencia del judío laico y Galileo Jesús de Nazaret. Ciertamente que no se trata de la talla del Jesús de Medinaceli. Pero le seguiré llamando, por ahora, en mis adentros, 'El tocón despertado'.  

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Y también, prosigo la meditación contemplativa de 'esas otras cositas de la fe' que tienen que ver con nuestras populares, o no tan populares, tradiciones pastorales o pastoriles. Por eso, me vuelvo a repetir el mantra de mis saludos o silencios en una semana más de este curioso año de mis preocupaciones:

Buenos días, 

humanísima 

trinidad de Nazaret,

Jesús, José

y María.

064. Nuestra Madre la Virgen de Bustar

065. Nuestra Madre la Virgen del Puig de Bellver

066. Nuestra Madre la Virgen de la Mazamorra Chiquita

067. Nuestra Madre la Virgen de la Dulce Espera

068. Nuestra Madre la Virgen de la Expectación

069. Nuestra Madre la Virgen de la O

070. Nuestra Madre la Virgen de Davadillo

Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la Señora María.

 

Y añado:

Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.

A continuación se encuentran los dos comentarios de este domingo día 7 de abril.

Carmelo Bueno Heras

 

Domingo 2º de Pascua B (07.04.2024): Juan 20,19-31

Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:

Aprender a ver lo invisible

Año tras año nuestra Iglesia nos propone para este segundo domingo de Pascua el relato de Juan 20,19-31 en el que se informa a sus lectores qué sucedió en un rincón de la ciudad de Jerusalén en el atardecer del primer día de la semana después de la muerte del crucificado Jesús, el judío y laico de Nazaret de Galilea. Según este Evangelista, aquella noche sucedieron cosas que ningún otro Evangelista anteriormente había contado a sus leyentes y oyentes. Cuando esto se escribía, el calendario del tiempo se encontraba en la última década del siglo primero, unos sesenta años después de los acontecimientos históricos de lo acontecido con aquel Jesús de Nazaret.

 

Y este mismo narrador tuvo acceso también a lo ocurrido en ese mismo rincón de la ciudad de Jerusalén una semana más tarde. Y esto, según este Evangelista también nos lo ha contado inmediatamente antes de colocar el punto final a su narración que nos atreveríamos a calificar como ‘su biografía de Jesús’. Dicho todo esto, añado que por novena vez me atrevo a escribir un nuevo comentario sobre estas confesiones del Evangelista. Y para esta tarea, siendo consciente de la extensión que me impongo para estos comentarios, quiero detenerme en la persona de Tomás, el llamado ‘Mellizo’ o ‘Gemelo’ o ‘Dídimo’. Este Tomás era uno de los DOCE. Apóstol. Y es la tercera vez que aparece en la narración de este Evangelio.

 

Sugiero que, para este momento, mi lector tome en sus manos su biblia y busque Juan 11,16 y lea estas palabras: “Entonces Tomás, llamado ‘el Mellizo’, dijo a los otros discípulos: Vayamos también nosotros a morir con él [Jesús]”. Y con la biblia abierta en este texto conviene leer el versículo anterior y los anteriores y, si se desea, también los posteriores. Se caerá en la cuenta que se nos está contando la muerte de Lázaro en la ciudad de Betania. Muerte que les anuncia Jesús a quienes le acompañan mientras están en la zona del Jordán donde Juan bautizaba (Juan 10,40-42). Tomás es el primero en comprender la invitación de este Jesús del Evangelista y, por eso, invita a todos los demás a seguir donde este Jesús les invita a ir.

 

Para encontrar la segunda vez que este Evangelista nos habla de Tomás debemos leer Juan 14,5: “Le dice Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino? Le dice Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Este momento del diálogo entre Jesús y Tomás, si se lee esta página de la biblia que se tiene entre manos, pertenece a la inmensa sobremesa de la última cena que este Evangelista nos cuenta completa en los capítulos 13º y 14º de la biografía de ‘su Jesús de Nazaret’. Llegado a este momento tan sublime, medito y me pregunto:

 

Teniendo tan recientes estas certezas, ¿dónde se encontraba este Tomás en el atardecer de aquel primer día de la semana que no estaba ni en el huerto del sepulcro, ni con los Doce reunidos en momentos tan significativos por la densidad de las emociones de aquellos humanos? ¿Por qué duda este Tomás del anuncio de la buena noticia que le comparten los DOCE en aquel atardecer del primer día de la semana en aquel rincón de Jerusalén? ¿Qué fue de este Tomás después de aquella primera quincena de vida del resucitado? ¿Aprendió este Tomás a creer sin ver ni tocar?

¿Por qué ningún papa sucesor de ‘la cabeza Jesús resucitado’ ha aceptado llamarse Tomás? Me siento también Tomás por dudar, que es aprender a ver lo invisible. Carmelo Bueno Heras. Madrid, 7 de abril de 2024.

 

CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin.

Semana 19ª (07.04.2024): Marcos 5,1-20

Saltar con Jesús de barca. Texto a texto, la narradora María Magdalena, nos ha traído hasta el corazón de la segunda gran palindromía de lo que hizo y dijo su Jesús de Nazaret en las tierras anchas y redondas de su Galilea del norte. Recuerdo de nuevo que esta palindromía había comenzado en 3,13 y concluirá en 6,13. No es complicado memorizarlo. Tres trece hasta seis trece, en Marcos.

Por estar en este singular punto del relato quiero volver a citar, y de manera muy destacada, las tres expresiones que leemos en el frontispicio de cada uno de estos comentarios:

¿Buscáis a Jesús de Nazaret…? Id a Galilea… Allí le veréis…

 

“Llegaron a la otra orilla del lago-mar. A la región de los gerasenos. En cuanto desembarcó Jesús, le salió al encuentro un hombre de entre los sepulcros… ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo... No me atormentes… ¿Cómo te llamas?... Legión… somos muchos… Unos dos mil…” (5,1-20). En la barca de las parábolas y de la tempestad del lago iban Jesús, los doce, los seguidores y tú misma, María de Magdala y las demás mujeres, de quienes hablas en Marcos 15,37-41, las seguidoras. Todas y todos llegaron a la orilla, pero al parecer sólo Jesús saltó de la barca y se adentró en la tierra de los gerasenos. ¿Por qué todxs lxs demás se quedaron en la barca? ¿Por qué te quedaste tú también, Magdalena, en la barca? ¿Acaso visteis de lejos la catadura deshumanizada-deshumanizadora de aquel poseído que salía de entre los sepulcros?

 

Y si todxs dejasteis solo a Jesús, ¿fue él quien os contó lo que habló con su amigo el deshumanizado Legión o alguien de los vuestros se lo inventó para escribirlo? Y me es imposible creer que todxs seguisteis dentro de la barca cuando llegaron las gentes de aquellos alrededores a hacerse cargo de Jesús que les había sacrificado el futuro de sus días con el despeñamiento y muerte en el lago de sus dos mil cerdos (5,11-13), ¡ibéricos de pata negra!

 

Aquel deshumanizado Legión, endemoniado, “al que nadie podía dominar” (5,4), ¿quién era?, ¿por qué vivía ahí y así?, ¿qué le sucedió en su encuentro con Jesús para que sus paisanos le encontraran “sentado, vestido y en su sano juicio” (5,15)? No olvido que todo esto está sucediendo, según el relato, en ‘la otra orilla’ del lago-mar, que es la orilla oriental y pagana.

 

Ahí están las fronteras de la imperial provincia romana llamada ‘Siropalestina’ que están, ¿por inseguridad o seguridad?, como suele ser natural en cualquiera de los imperios que en el mundo fueron y lo siguen siendo, fuertemente vigiladas y armadas. ¿Por qué no voy a pensar ahora que este territorio de frontera y su contexto es el LEGION donde acude a evangelizar Jesús y a todxs se les/nos pone la piel del miedo y del rechazo? Y muros de fronteras así los tenemos recién derribados (Alemania), recién levantados (Israel-Palestina) y hasta proyectados (USA-México). Este es el ámbito de vida de todo LEGION donde sí es posible buscar, encontrar y ver la presencia de Jesús de Nazaret y de su Evangelio…, ¡si se salta con él de la barca!

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 02 de abril de 2017.

 

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