Las estrellas de Samsung
La primera palabra de esta presentación de los comentarios
del domingo 28 de abril es SAMSUNG.
Se trata de una palabra coreana. Es la palabra que se inventó
el señor Lee en el año 1938 cuando echó a andar su empresa. Hasta hace un
puñado de días no me 'picó' la curiosidad. Una de mis curiosas neuronas me
decía que tecleara en el ordenador la palabra 'Samsung' y comencé a navegar.
Ahora, recojo aquí lo que me importa para esta presentación.
Samsung en coreano significa 'Tres estrellas' en la
traducción al español. El señor Lee y su proyecto deseaban brillar como
estrellas en el cielo. Y deseaba que las 'Tres estrellas' de su proyecto
empresarial fueran
grandes,
fuertes
y eternamente brillantes.
Mientras leía y meditaba se me hacía cada vez más presente el
hecho de las tres letras de los señores de la fe cristiana o de
la tradición benedictina: D.O.M.
D: de Dios, para Dios, con Dios, en Dios...
O: de Omnipotente, el Todopoderoso, el fuerte...
M: de Máximo, el Más, el + en todo, el eterno...
Tradición coreana y tradición latina. Tradiciones
emparentadas. Sí, emparentadas por la ESTRELLA.
Al cuarto Evangelio, el de Juan, sólo le ha faltado poner en
labios de su Jesús de Nazaret 'Yo Soy la Estrella'.
La estrella, me lo medito y contemplo, se la encuentra
uno por todas las partes y en tantos ámbitos... una estrella en La Salle, en
María, en una camiseta... Dos estrellas hoteleras... Tres estrellas en la
restauración... Cinco estrellas... Doce estrellas europeas... Estrellas...
Hasta existen paseos de las estrellas... Me he pasado buenos ratos con las
estrellas de arriba y las de abajo, las de la gloria y las de los humanos
debilitados o estrellados...
Jesús de Nazaret, mi segunda palabra de hoy, nunca dijo de él mismo 'SOY
LA ESTRELLA', ni su señora madre María tampoco, seguramente.
Tú, Leyente, y yo, escribiente, tampoco aspiramos a títulos
estelares, pero sí que nos atrevemos a tener entre las manos el sacramento del
Evangelio, nuestra estrella humana, nueva, buena, pequeña...
Y la tercera palabra de esta invitación a leer los
comentarios alude a la señora María, Pastora, con quien trato día a
día, al menos un segundo por proseguir la meditación contemplativa de 'esas otras cositas de la
fe' que tienen que ver con nuestras populares, o no tan populares, tradiciones
pastorales o pastoriles. Por eso, me vuelvo a repetir el mantra de
mis saludos o silencios en una semana más de este curioso año de mis
preocupaciones:
Buenos días,
humanísima
trinidad de Nazaret,
Jesús, José
y María.
085. Santa María Virgen de
Belén
086. Santa María Virgen del Buen Aire
087. Santa María Virgen de África
088. Santa María Virgen de las Victorias
089. Santa María Virgen Bien Aparecida
090. Santa María Virgen de la Franqueira
091. Santa María Virgen de Lluc
Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la Señora María.
Y añado: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
A continuación se encuentran
los dos comentarios de este domingo día 28 de abril.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 5º de Pascua B
(28.04.2024): Juan 15,1-8. Respiro,
vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
Vid y
sarmiento: siempre uno, no dos.
Se nos acaban ya los domingos del mes de abril. Plena
primavera, flores y frutos, colores y olores, luces, aguas y aires, la vida que
se cuela por todas las rendijas del tejido de la casa de la Tierra. Y en este
ambiente, con estas sensaciones y estos ánimos escucharemos en la proclamación
de la Buena Noticia este par de expresiones:
Yo soy
la vid verdadera
Y mi
Padre es el viñador (Juan 15,1).
Un poquito más adelante, en el versículo quinto, leo despacio
y me quedo en silencio: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”.
Y en este silencio se me despierta la imagen de la unidad plena de ser vid y
sarmiento a un tiempo. ¿Se trata de dos realidades distintas y separables? En
apariencia sí. Los sarmientos nacen, se desarrollan y… ¡permanecen! Si no es
así, si no hay sarmientos en la vid, ¿de qué o para qué sirve la vid?
Preguntémoselo a cualquier viñador.
Consciente de esta realidad, vuelvo a constatar que este
narrador del cuarto Evangelio llama a su Jesús de Nazaret ‘YO SOY’. Aquí nos
dice que él se llama a sí mismo ‘YO SOY la vid’. Y quienes se hayan leído esta
biografía de Jesús según Juan podrán constatar que anteriormente se ha llamado
a sí mismo ‘YO SOY la luz’, ‘YO SOY el agua’, ‘YO SOY el pan’, ‘YO SOY el
camino’, ‘YO SOY la verdad’, ‘YO SOY la vida’, ‘YO SOY el que soy’.
Según estamos leyendo en Juan 15,1-8, tanto tú que me
lees como yo que te escribo, estamos como sarmientos ‘en la vid’. Somos uno con
ella. Somos parte indisoluble con ese Jesús de Nazaret identificado por el
Evangelista como ‘YO SOY’. Tú y yo somos también ‘YO SOY’. Cuando me detengo a
ser consciente de lo que escribo me sorprendo de la inmensidad transfiguradora
que supone esta constatación. El atrevimiento no es mío. El atrevimiento
pertenece al creyente en Jesús de Nazaret de finales del siglo primero que nos
lo dejó escrito para quienes quisieran asumirlo como propio.
Y cuando escribo esto vuelvo a ser consciente de que debo
leer completos los capítulos 15º, 16º y 17º de este Evangelio. Se trata de un
discurso, homilía, documento, colocado en labios de Jesús, pero elaborado por
el propio creyente que, muy probablemente, deseó continuar la sobremesa de la
cena de este Jesús y de sus seguidoras y seguidores que acaban de escuchar el
prodigio del mandamiento único de la propuesta del galileo.
Este solemne discurso de Jesús sólo se ve interrumpido,
momentáneamente, por unos sutiles comentarios que expresan en voz alta algunos
de los comensales de la cena (Jn 16,17-18). Todo el texto completo, vuelvo a
señalar, se lo ha colocado el narrador en boca de aquel Jesús de Nazaret del
que ya había escrito el biógrafo Juan unos años antes. Ahora a ti y a mí, como
sarmientos visibles de la vid, nos libera y humaniza saber que aquel ‘YO SOY’
de Jesús también nos pertenece plenamente.
Carmelo Bueno Heras. Madrid, 28 de abril de 2024.
CINCO MINUTOS semanales con el
Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma
ordenada, de principio a fin. Semana 22ª (28.04.2024): Marcos 6,7-13.
De dos en dos,
siempre. El relato de Marcos 6,7-13 concluye la gran unidad
literaria y teológica que se suele citar como segunda gran palindromía de la
misión de Jesús en Galilea, iniciada en 3,13 y finalizada en 6,13: “Jesús
recorría los pueblos de alrededor enseñando. Llamó a los Doce y empezó a
enviarlos de dos en dos…” (Marcos 6,6-7). El centro de esta palindromía fue
la presencia sanadora de este galileo en las tierras de la Decápolis cuando
encontramos al deshumanizado Legión junto a Jesús, sentado, vestido y en sus
cabales (5,1-20).
Este relato de la misión de Jesús y de sus seguidoxs es tan
breve que nos invita a pensar que se trata de un resumen o síntesis, de una
semilla que guarda dentro una inmensa riqueza. Se dice explícitamente cuál
fue-es-será la misión de Jesús: enseñar por los pueblos de su alrededor.
Sobre este asunto del enseñar de Jesús ya se nos ha contado en este Evangelio
qué enseñaba este hombre de Galilea (el reino-reinado de Dios), cómo enseñaba
(con parábolas y gestos de profeta) y dónde enseñaba (junto al mar, en la casa,
en la sinagoga).
Se dice explícitamente que la misión de los Doce es
compartida, ‘de dos en dos’, como lo fue también la llamada (1,16-20). Cuando
leo este relato y en este aquí del Evangelio me pregunto si la llamada, el
envío y la misión de quien cree en Jesús y vive con él dentro de uno mismo,
¿son siempre compartidos?
Y como las olas del mar hacia la playa, las preguntas se me
agolpan una tras otra. Por ejemplo: Según este Marcos 15,39-41, tú, María
Magdalena, y un buen puñado de mujeres ya estabais con ese hombre y judío de
Galilea. ¿Con quién hiciste pareja, María, o con quién te emparejó Jesús?
¿Hombres por un lado y mujeres por el otro? ¿’De dos en dos’ era hombre y
mujer? ¿Fueron solo los hombres? ¿Quién fue el/la acompañante de Pedro? ¿Los
hermanos atronadores, Santiago y Juan, fueron juntos? ¿Cuántas parejas se
formaron? ¿A qué lugar fue cada pareja de ‘misionerxs’ ‘evangelizadorxs’?
¿Cuánto tiempo duró esta tarea?
Y hay más preguntas, mi Evangelista María Magdalena, porque
nos has dejado las cosas contadas muy a medias. O, tal vez, no hemos sido
capaces de leerte despacio y comprenderte: ¿qué fue eso de ‘el poder sobre los
espíritus impuros’? ‘Impuro-impuros’, ¿tiene que ver con todos los asuntos de
la sexualidad practicada, deseada, imaginada, de palabra, obra u omisión? ¿El
‘espíritu impuro’ es aquel que habita, habla, manda, actúa en la sinagoga como
ya escribiste en 1,21-28? ¿Puedo dejar escrito que ‘el poder sobre los
espíritus impuros’ es el no dejarse atrapar por el poder del mandar o por el
poder del tener o por el poder del creer y creerse en la única verdad de la religión,
la política o el capital?
Cuentas en este breve relato, al final, que abusasteis muy
abundantemente de ese ‘poder sobre los espíritus impuros’, porque os
dedicasteis a predicar como patrocinadores de una nueva marca empresarial
sellada con el logotipo de un aceite nuevo. El poderío de la nueva
empresa puso nervioso al mismísimo Herodes (6,14) y al parecer (6,30-44)
comenzó contando con unos cinco mil nuevos socios: “Eran tantos los que iban
y venían que no teníais tiempo ni para comer” (6,30-31). Me quedo
preguntándome por ese ‘poder sobre los espíritus impuros’.
Carmelo Bueno Heras. Madrid, 23 de abril de 2017
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